«Agarremos el tiempo«: así se podría traducir ese lema de las Panteras Negras, revolucionarios de los guetos afro-Usamericanos de la década de 1970. Su sentido: sepamos recoger el espíritu de nuestro tiempo, que es el de la revolución pendiente, aquí y ahora. En este entonces , desde mediados de la década de 1960, se cruzaban momentos que parecían verdaderamente revolucionarios, desde los grandes guetos de USA a la Universidad de Pekín, donde las Guardias Rojas ponían gorros de asnos a los mandarines y volvían a salir al asalto del cielo, pasando por las colonias portuguesas de África, Indochina y las metrópolis de una Europa dividida por un muro donde los pueblos luchaban contra tres dictaduras fascistas (España, Grecia, Portugal) y la juventud cuestionaba el autoritarismo patriarcal.
Bob Dylan cantaba: “No se necesita un meteorólogo para saber de dónde sopla el viento”. Y un grupo de jóvenes revolucionarios USamericanos blancos, decidió pasar a la guerrilla urbana, tomando como nombre el título de la canción, Weathermen, Meteorólogos. Fue hace medio siglo.
Emory Douglas, 1969
Otros tiempos, otros vientos, otros movimientos.
¿Qué podría significar “Seize the time”, en 2017?
Situación actual: el Reino Unido está negociando con Bruselas las modalidades del Brexit decidido mediante referéndum, los USA se están preparando para vivir bajo un nuevo presidente, el increíble pero verdadero Donald Trump, los árabes sufren los contragolpes, los más violentos desde hace un siglo, por su intento audaz de liberarse de la opresión, los latinoamericanos son castigados por haberse atrevido llevar al poder fuerzas progresistas. En todas partes, desde Grecia a Brasil, la “izquierda” retrocede, es derrotada y deshecha, próxima a un estado de muerte clínica, con un encefalograma prácticamente plano.
¿Asistimos a una victoria global de un neofascismo remodelado, frente al que no hay ninguna resistencia posible? Tal vez sí, o quizás no.
Lo que es seguro y cierto: la histórica división entre izquierda y derecha tiene cada vez menos significado, dado que la democracia representativa está agonizando. El poder ya no se ejerce en los hemiciclos parlamentarios, ni tampoco por quienes ocupan los bancos de izquierda o de derecha. Otras divisiones “históricas”, resultan cada vez más, tan absurdas como mortíferas. Las confrontaciones ideológicas ya no son más que taparrabos de conflictos de intereses entre grupos político mafiosos y ninguno de ellos es mejor que el otro. Las masas de electores (cada vez más escasos) expresan su hastío del sistema votando por los que se presentan como candidatos antisistema. De Berlusconi a Trump pasando por Sarkozy y los otros, asistimos desde hace mucho tiempo al efecto JR.
JR Ewing, un hijueputa integral, era el verdadero héroe popular de la serie Dallas. Al votar por un JR, el elector frustrado, en cólera, que asiste a la involución del mundo con un sentimiento de impotencia, experimenta un júbilo íntimo: “¡ Ah! Van a ver lo que les va a meter…” Salvo que ningún JR ha hecho ni nunca hará la felicidad de la humanidad.
En cuanto a las divisiones ideológicas, que llevan a la gente a matarse, son tan ridículas como absurdas y solo sirven para alimentar la guerra de clanes que tienen exactamente el mismo objetivo: acaparar el poder para monopolizar las riquezas dividiendo la sociedad de abajo en otros tantos clanes. Estas divisiones pierden todo significado desde el momento en que se hace una política de las necesidades reales a partir de la defensa de los bienes comunes; cualesquiera que sean vuestras creencias o vuestras convicciones, tenéis las mismas necesidades fundamentales: comer, beber, estar protegido del frío, del calor, la enfermedad, garantizar el futuro de vuestros niños, proteger vuestros mayores, mantener un medio ambiente habitable.
Para agarrar el tiempo, se podría pues comenzar por sustituir “izquierda” y “derecha” por “los y las de abajo” (el 99%) y “los y las de arriba” (el 1%). Y negarle a quienquiera que sea entre el 1% a representar el 99%, incluso si se presentan como nuestros. Y finalmente, trabajar en la creación de espacios autónomos de libertad y satisfacción de las necesidades fundamentales erga omnes, para todos. Las personas que vivan en estos espacios no tendrían nunca que votar para elegir representantes, ya que ellas mismas se representarían. Simplemente. Agarremos el tiempo.
Traducido por María Piedad Ossaba
Gracias a: La Pluma
Fuente: http://fr.lapluma.net/index.php?option=com_content&view=article&id=3364:seize-the-time&catid=58:opinion&Itemid=451
Fecha de publicación del artículo original: 31/12/2016
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