Las fallas estructurales de una crisis anunciada
por Mario Briones R. (Chile)
10 años atrás 11 min lectura
La pregunta que se hacen muchas personas en estos días es, ¿qué está pasando en la economía mundial? Quienes han seguido estas notas recordarán los diversos análisis y las numerosas cifras citadas, sin embargo, existe una incógnita que pronto se tendrá que develar en la economía y que comentaremos en la primera parte de esta nota.
En los primeros 4 días de operaciones bursátiles del 2016, el Nasdaq lideró las bajas con un – 6,35%, el S&P perdió – 5,23% y el promedio industrial Dow bajó – 4,94%, como reflejo de los malos datos en las dos economías más importantes del mundo, EE UU y China. En el caso de China, el selectivo de la bolsa de Shanghái cayó fuerte después de perder el lunes un 6.87%, igual que el índice CSI 300 al caer más de un 7%, lo que disparó el mecanismo de cierre anticipado de las bolsas dispuesto por las autoridades chinas. En declaraciones más recientes, China anunció que no volverán a utilizar este mecanismo porque genera incertidumbre. Las caídas respecto de Estados Unidos estuvieron influenciadas por los malos resultados de China, que repercutieron en caídas de los mercados asiáticos, además de los datos internos como el gasto en construcción que bajó desde 0,6% a – 0,4% en Noviembre, y el índice de empleo del sector manufacturero cuya cifra fue 48,1 cuando se esperaba un 49,7 y una cifra anterior que fue de 51,3, sin perjuicio de otros factores geopolíticos que puedan están influyendo en las caídas bursátiles.
No obstante las cifras anteriores, las autoridades financieras de Estados Unidos mantienen su postura optimista avalada por la disminución de la cesantía de un 5% y con la creación de 292.000 empleos según el último dato de Diciembre 2015, cuando se esperaban 200.000. A lo anterior debemos considerar las declaraciones del presidente de la FED de San Francisco, John Williams, quién habló su total despreocupación por los datos económicos débiles de China, afirmando que, «Creo que tenemos fundamentos muy, muy fuertes, en lo que respecta a gasto del consumidor, y nuestra trayectoria económica, por lo que al menos por ahora, esta no es una gran preocupación para mí». Esta última frase plantea una clara contradicción entre lo que ocurre en EE UU y el resto del mundo.
Para empezar a dilucidar estas discrepancias son muy importantes los datos duros como el índice Baltic Dry Index que mide todo el movimiento marítimo mundial de mercaderías y que a principios de Diciembre lo citamos con una caída de 504 puntos respecto de la tercera semana de Noviembre 2015. Dicho dato ya fue superado hace algunos días cuando cayó a 468 puntos, su nivel más bajo en los últimos treinta años, lo que es indicativo de la parálisis del intercambio mundial de bienes. Por otro lado, la información con las proyecciones del Banco Mundial (BM) señalan un “modesto” repunte de la actividad económica global para el 2016, que se ajustará a un 2,5% y con una expansión para América Latina de 1,5%. De Europa y Asia sabemos que siguen vigentes las condiciones de estancamiento, últimamente marcada por una caída del producto industrial de Francia. La presidente del FMI ha dicho también que, ”el crecimiento económico mundial será «decepcionante y desigual» en 2016”.
Según lo señalado, nos encontramos con autoridades de EE UU diciendo que se avanza en los objetivo de mejora de la economía acorde a su indicador “estrella”, el empleo, que da cuenta de 5,77 millones de empleos logrados en los últimos dos años, en contraste con el resto del mundo que cae notoriamente y con un mercado de valores que no tuvo tanta suerte el año pasado, incluido los dividendos de las empresas. El S&P 500 logró apenas 1% de rentabilidad en 2015, y se ha iniciado un ciclo de alzas de la tasa de interés, que es bueno para los bancos, pero no para las empresas que verán elevar los costos financieros por sus deudas en la recompra de acciones y fusiones.
El otro dato que conocemos es que los salarios en Estados Unidos han aumentado menos en los últimos años que en periodos anteriores, por lo tanto, el consumo sigue proviniendo del crédito. En resumen, según los datos que se muestran, las sospechas son que el gasto del consumidor, a que alude el presidente de la FED de San Francisco, está creciendo más rápido que los ingresos y frenará las utilidades de las empresas, más aún cuando no pueden aumentar las exportaciones por el alza del dólar y porque el resto del mundo está disminuyendo las importaciones debido a las restricciones existentes, entre ellas el impacto de más devaluaciones del yuan chino, país que ha rebajado en US$ 700.000 millones sus reservas defendiendo su moneda.
Podríamos estar en presencia de un probable recalentamiento de la economía de Estados Unidos, donde tendría justificación el ciclo de alzas de tasas anunciado por sus autoridades. Tasa que podría subir más rápido de lo deseado, si dicho proceso se acelera bruscamente, aumentando la posibilidad de una recesión fuerte en los próximos meses, porque no se trata de crecimiento real, sino de un exceso de dólares en la economía que se irá a precios y podría cambiar el signo del problema desde “deflación a inflación”.
Al citar más arriba las palabras de John Williams de la FED, no solo conocemos sus dichos, también pone en relieve un mensaje que muestra la soberbia que está detrás. Sus intereses siguen focalizados en la gestión monetaria de la banca privada y en sus palabras no vemos la empatía o la modestia para reconocer al menos que existe una situación anómala. Muchas generaciones de hombres han sido educadas para gestionar el modelo económico neo liberal en todo el mundo, creando una seguidilla de errores que se han ido sumando en el tiempo hasta que ellos mismos van perdiendo la objetividad y terminan caminando en círculos. Se han asociado con la élite para aumentarles la riqueza a quienes ya son groseramente ricos, sin embargo, lo más grave es haber estimulado un sistema monstruoso de producción que privilegia el capital dirigido a incrementar la desvinculación del hombre del trabajo, en un afán por acelerar la productividad para mejorar los márgenes. La cesantía que se alude más arriba, no tiene en cuenta los millones de cesantes que ya no buscan trabajo, se fueron del mercado laboral para siempre y hoy son simplemente pobres.
Subsisten prácticas que en el tiempo no han cambiado casi nada. El rey Carlos II de Inglaterra en 1666, muy consciente de los límites de su poder gracias a la decapitación de su padre 17 años antes, puso el control de la oferta monetaria en Inglaterra en manos privadas. La privatización del proceso de creación de dinero dio a luz al sistema que utilizamos con algunos cambios, en el fondo, son los mismos préstamos bancarios privados o comerciales creados con las reservas fraccionarias, que son responsables del 97% del dinero que circula en el sistema económico mundial y con el cual generaron una de las primeras burbujas, la del Mar del Sur de 1720.
Resulta un anacronismo irrisorio que casi 300 años después, en el 2016 cuando todo el mundo es testigo presencial de los avances científicos y los veloces cambios tecnológicos que ocurren a diario, se siga sosteniendo una vieja práctica bancaria que entregó privilegios a determinados grupos de la alta sociedad para fabricar dinero a voluntad, sin responsabilizarse de las graves consecuencias en pobreza, hambruna y muerte que ha significado para la gran mayoría de la población mundial, las sucesivas recesiones. La burbuja gigante que finalmente apareció en 1929, se debió también a los intereses artificialmente bajos determinados por la FED, que siguió el modelo inglés, optando por una banca federal con base en la banca privada, que luego produjo una dramática escasez de liquidez en la Gran Depresión y creo las circunstancias que culminaron en la II Guerra Mundial.
Lo que vemos hoy como crisis, es el resultado de enormes sumas de dinero que circulan por el mundo, sobre la cual se montó una deuda sideral que solo sube y que no se puede pagar producto de la irresponsabilidad de aquellos que han contribuido desde la política, creando un nexo con el dinero, para compartir la avaricia dando facilidades a los bancos para crear deuda y especulación. Cuando la crisis global se desató en el 2008 fue diferente a la de 1929 en un aspecto, no hubo guerra mundial inmediata. Sin embargo, ¿cuántos podrían asegurar que con los actuales desequilibrios macro económicos globales no se están creando las bases para desencadenar una III G.M.?
El periodo que siguió a la II GM., fue de auge basado en el industrialismo que permitió una gran plusvalía al capital gracias a la incorporación de una gran masa de trabajadores al trabajo. La crisis del petróleo a finales de los 70´s, marcó el inicio de un desequilibrio económico y financiero mayor, por el aumento del precio de la energía, petróleo, gas, etc. Detrás de todo aquello, estuvo la Guerra de los Seis Días, que ocurrió entre Israel y sus vecinos árabes, Egipto, Siria, Jordania, Irak tras la creación del Estado de Israel (1948). Como resultado de este conflicto, los países árabes perdieron territorio y tomaron la decisión de subir el precio del petróleo a occidente. Lo que siguió después fue el facilismo de emitir dinero y crear una monumental deuda para resolver los desequilibrios en occidente y financiar su hegemonía. Los problemas económicos tienen un origen político en la hegemonía que imperaba y que sigue imperando hoy, 45 años después, con muchas semejanzas.
Financiar las guerras significó grandes déficits y deuda pública, además de un modelo que aspira las rentas de los trabajadores endeudándolos con altos intereses y bajos salarios que suben poco o casi nada. El economista español Santiago Niño Becerra precisa este punto cuando dice, “agotada la vía de la explotación de la clase obrera a través de la reducción permanente de los salarios y ante la imposibilidad de aumentar las horas de trabajo, la burguesía entra en una dinámica inversora a fin de aumentar la producción. Pero a medida que la producción crece la tasa de ganancia adopta una línea decreciente al no poder ser absorbida la oferta en aumento por parte de la miserizada clase proletaria”.
Se inyectaron enormes sumas de dinero que fueron entregadas a costo cero a los grandes bancos, los cuales las traspasaron a las grandes empresas y se fueron armando las burbujas por la especulación financiera. En la economía real no convenía invertir porque crecían los desocupados y afectaba la demanda. Muchos nunca más volvieron al trabajo formal, la mano de obra se volvió remanente y la demanda no sostuvo la mayor rentabilidad esperada. Se efectuaron nuevas inversiones en tecnología para mejorar la productividad y los costos volvieron a caer, la innovación tecnológica ha destruido más puestos de trabajo que los que ha creado.
Por sus bajos costos China se convirtió en la industria del planeta hasta que el castillo de naipes construido con la deuda Sub Prime, se vino al suelo. China ha venido deshaciendo su modelo industrial para cambiarlo por uno de consumo, y esa reconversión significa cambios, costo y tiempos de crisis, como la actual que implica cerrar muchas industrias por el exceso de capacidad instalada, cortar el crédito que no tiene sustento, enfrentar las burbujas en vivienda y en deuda lo que produce resultados negativos en sus empresas que se reflejan en acciones que pierden valor en las bolsas. A ello debemos agregar la baja demanda de los commodities, hierro, cobre, petróleo, etc., que está afectando principalmente a los países emergentes y varios exportadores, Brasil, Canadá, Australia, Chile, Rusia.
En resumen, lo que vemos hoy en los mercados bursátiles, es la corrección inicial de los desequilibrios financieros que están abriendo el camino a una mayor recesión, unido por el hilo conductor del neo liberalismo que esta asfixiado al mundo con deudas nunca antes conocidas. Si bien es cierto que estás perdidas arrastran todo tipo de inversiones, existe una diferencia. Están las que fueron creadas con un simple “clic” de una computadora y dinero facilitado a costo cero, pero hay otras, que con otro “clic”, enviarán al desagüe y que corresponden a 30, 40 o más años de trabajo, producto del ahorro de los trabajadores depositado en fondos de pensiones que están siendo demolidos en cada caída de bolsa.
Las contradicciones de la primera parte, no están resueltas porque siguen vigentes las fallas estructurales que hemos venido comentando al final. El resultado está a la vista, si las tasas suben más rápido de lo que se ve como necesario, será signo de un fenómeno de recalentamiento de la economía de Estados Unidos que producirá efectos nocivos muy serios y nuevas debacles en las bolsas. La deuda total se ha elevado a un nivel máximo histórico de 265% del PIB en los países de la OCDE y de 185% en los mercados emergentes, 35% por sobre lo que era la parte superior del último ciclo de crédito en el 2008. Los robots seguirán destruyendo puestos de trabajo. En el Reino Unido acabarán con unos 15 millones de empleos, la mitad de la fuerza de trabajo en las dos próximas décadas, según un informe del Banco de Inglaterra. En otro informe del Banco de América y Merril Lynch, concluyeron recientemente que el 47% de los puestos de trabajo en Estados Unidos serán «absorbidos» por las máquinas. La pregunta que debemos hacer es, ¿Quién demandará consumo, si el trabajador sigue siendo desplazado del trabajo? Es otra falla estructural.
Mario Briones R.
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