Estamos tocando fondo
por Rafael Luis Gumucio Rivas, padre (Chile)
10 años atrás 4 min lectura
En el Día de la Madre, la Presidenta tal vez no lo va a pasar muy bien, pues a sus graves problemas de gobierno se agregan los ocasionados por su hijo Sebastián – aún no se sabe si es tonto, “macabeo” o pillín – y los de nuera, una arribista de tomo y lomo que, para rematar, le dio empleo a un ex agenta de la CNI que, como era natural, la echó al agua.
La élite chilena, la plutocracia de castas, no sólo es corrupta sino que también está podrida. En días recientes se conoció el fallo del Banco Riggs el fallo por el cual se condena a oficiales del ejército, cercanos al dictador Augusto Pinochet, acusados de sacar 6.466.406.068 dólares del erario público, lo cual equivale al robo de los gastos reservados, además de las comisiones obtenidas por la venta de armas. Es cierto que podría haber dictadores más corruptos y ladrones que Pinochet y sus secuaces, pero el alto mando en dictadura no lo hizo nada mal. Me pregunto “¿qué dirán los cómplices civiles, especialmente de la UDI?
Una vez recuperada la democracia, el lucrativo juego de corrida al billete se trasladó desde los gastos de representación a las boletas, facturas y forward, emitidos por empresas privatizadas por Pinochet, donadas a sus familiares, amigos y adeptos, que luego las usaron para comprar políticos, evadir impuestos y, sobre todo, adquirir un seguro permanente, por el cual a los parlamentarios jamás se les ocurriría poner en cuestión las dolosas privatizaciones y, de esta manera, asegurar a sus patrones un lucro indefinido que los convertiría en millonarios, incluso clasificados como tales por la Revista Forbes.
Es propio de la casta política el no captar, en toda su magnitud, la profundidad de lo que ellos llaman “crisis de credibilidad” – para mí es una crisis de dominación oligárquica -. En la última encuesta CEP, la Presidenta Bachelet tocó fondo: apenas un 29% la apoya, y en tres meses sumó una baja de nueve puntos. Las cualidades que se le atribuían se desvanecieron, transformándose en negativas, incluso, la ciudadanía rechaza las reformas fundamentales para el país, con la excepción del Acuerdo de Unión Civil.
Los partidos políticos chilenos sólo lograron un apoyo ciudadano del 3% – equivalente al margen de error de la encuesta CEP -. ¿Alguien, en estas condiciones, se atrevería a afirmar que la existencia de partidos políticos es vital en una democracia? Podría pensarse que ya no existe en Chile o bien, como lo creo, las instituciones hace mucho tiempo que no marchan y que muy pocos siguen creyendo en ellas.
No estoy dispuesto, tampoco, a sobarle el lomo a “mi querida chusma”, pues en ese misma encuesta, el ejército, los carabineros y la PDI son los únicos que salen mejor parados, pues no puedo concebir este amor por el uniformado, autores de tantos crímenes en la época de la dictadura y que, hasta hoy han sido denunciados por organismos de derechos humanos, como no me parece la admiración por el viejo “pavo real”, Ricardo Lagos”, un socialistas que vendió el país a los empresarios.
De este vacío político nada bueno se puede esperar. En los casos de crisis institucional que la historia nos enseña, hemos pasado de lo malo a lo peor, de los partidos y políticos corruptos a los Berlusconi, a los Fujimori, o de los liberales – en Italia – al fascismo. Para no ir más lejos, basta comprobar, a través de la encuesta CEP que el único político que subió cuatro puntos fue el ex Presidente derechista, Sebastián Piñera, el rey de la mezcla de los negocios con la política y que entiende el erario fiscal como si fuera la “caja chica” de su propia empresa. ¡Aún hay tontos y analfabetos políticos que siguen creyendo que los ricos no roban!
Lo cierto es que en las actuales condiciones en que se encuentra nuestro país sólo queda , de una vez por todas, tener el valor de devolver el poder al pueblo, su verdadero detentor, y convocar a una Asamblea Constituyente.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
10/05/2015
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Un refugiado es un refugiado
Un niño es un niño y el miedo es el miedo
Destierro es destierro
Y una hipocresía es una hipocresía
No hay signo, no hay bando
No hay ideología ni misterio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
Un daño es un daño, del verbo dañar
Todos los daños son daños centrales
Un niño es un niño
No existen los daños colaterales
No hay meta, no hay causa
Ningún motivo, ningún premio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
El fin es un punto por siempre distante
Una cambiante ficción
Un ciclón a merced de una hoja
Una paradoja como la de Zenón
Donde algo parece que se va acercando
Y siempre se escapa, siempre se esconde
Siempre a la misma exacta distancia
De un mismo horizonte (mismo horizonte)
El dedo que aprieta el gatillo
Debería saber esto
No hay tuyos ni suyos ni míos
Si son niños, son nuestros (todos los niños son nuestros)
Ni patria ni credo hay
Ni diferencias de criterio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
Los que vienen a Chile de visita contemplan extrañados la veneración de la gente por los carabineros, el respeto casi absoluto a los» Pare» de cierrtas esquinas solitarias, la asombrosa capacidad automática de desacelerar el auto cuando en lontananza se divisa la figura señera del verde uniforme sobre la pasarela de la autopista…
Cuando les dices que aquí se ama a la fuerza pública, ellos suelen pensar, «claro..Pinochet, la masacre, los que se quedaron aquí…aprendieron…»
Es cierto. Sin orden ni ley no es posible el adelanto de la civilización. Reina el caos.
¡Pero que no sea, por los dioses, por el terror.!