El reto del cubo de agua helada para una sociedad frígida ¿Qué estamos olvidando cuando nos vertemos encima un cubo de agua?
por Belén Fernández (Sin Permiso)
10 años atrás 8 min lectura
07/09/2014
El Reto del cubo de agua fría recaudó más de 100 millones de dólares en un mes para obras de caridad destinadas a la ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica).
Un reciente artículo de Forbes plantea la pregunta-y-respuesta: «¿Piensa que el Reto del cubo de agua para la ELA es estúpido? Se equivoca».
El Reto del cubo de agua es uno de los golpes de marketing más fuertes de la era moderna: una campaña basada en los medios sociales para crear conciencia y recaudar fondos para la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa fatal. La premisa es que o bien das dinero para obras de caridad para la ELA o te vierten un cubo de agua helada sobre tu cabeza; algunas personas hacen las dos cosas. Se filma el vertido de agua y se cuelgan los vídeos en internet, mientras que sus protagonistas empapados nominan a otros para que acepten el reto.
La operación ha sido notable en cuanto a celebridades, empapando a gente como el magnate norteamericano Bill Gates y la supermodelo brasileña Adriana Lima. Según Forbes, el Reto del cubo de agua «es formidable» y las críticas carecen de fundamento, porque lo que realmente importa es la captación de fondos (es decir, más de 100 millones de dólares en 30 días).
El artículo concluye que «las personas que tratan de echar agua fría en el Reto del cubo de agua simplemente tienen que calentar estos fríos corazones» – aunque, posteriormente, el predicado de la frase fue tachado y reemplazado con la sugerencia más suave de que los críticos «deberían cesar».
Un examen de los diversos aspectos de la campaña revela, sin embargo, que lo que necesita no es exactamente el bochorno cardiaco.
El ego, foco de atención
Aparte de ciertas noticias de conmociones cerebrales a causa del reto y del hecho de que «la muerte por el reto del cubo de agua» ya es una opción propia en el buscador de Google, hay otras razones para arrojar un poco de agua fría en el proyecto.
Para empezar, como ha sido ampliamente señalado, el montaje del diluvio de agua sobre las cabezas individuales es una burla a la severa escasez de agua que afecta a gran parte del mundo y que causa toda clase de sufrimiento humano.
Por otra parte, no es nada compasivo reducir esencialmente la ELA -una enfermedad viciosa y mortal que paraliza a sus víctimas antes de eliminarlas- a un espectáculo en el que las hordas de egos alcanzan su momento de fama al pasar por debajo del cubo.
De estos egos, la variedad Bill Gates es particularmente problemática. Lo que hace el agua helada en el caso de Gates es mantener su imagen blanqueada de multimillonario humanitario y comisario de la salud mundial – una imagen deslustrada por, entre otras cosas, un informe de Los Angeles Times de 2007 que especifica lo siguiente:
«La Fundación Gates ha donado $ 218 millones por la inmunización y la investigación de la poliomielitis y el sarampión en todo el mundo, incluyendo en el delta del Níger. Al mismo tiempo que la fundación está financiando vacunas para proteger la salud, The Times descubrió que ha invertido $ 423 millones en Eni, Royal Dutch Shell, Exxon Mobil Corp., Chevron Corp. y Total de Francia – las empresas responsables de la mayor parte de los incendios causados por el vertido de crudo o las fugas que contaminan toda el delta «.
Por si la ironía no fuera lo suficientemente clara, el artículo cita una afirmación de que estos incendios afectan negativamente al sistema inmunológico y hacen a los niños «más susceptibles a la polio y el sarampión – las enfermedades contra las que la Fundación Gates ha ayudado a inocular …».
Pero Gates es sólo la punta del iceberg. El papel desempeñado por otras celebridades – desde supermodelos a actores – en alimentar el frenesí del cubo de hielo es simplemente una prueba más de la frivolidad institucionalizada que constituye la sociedad neoliberal, sus poblaciones seducidas y sedadas con las cosas materiales y las apariencias.
Obviamente, no es ningún crimen dar ideas a la élite sobre como compartir parte de su obscena riqueza. Al final, sin embargo, estas prácticas ayudan a prolongar la vida de un sistema enfermo, reforzando la idea de que, debido a que de vez en cuando dan un par de cientos, miles, o millones de dólares para una buena causa, los ricos tienen derecho a sus riquezas. En otras palabras, la gran desigualdad socioeconómica que significa miseria para muchísimas personas se considera correcta.
Buenos y malos sistemas
El belicista imperial y columnista del New York Times, Thomas Friedman , a menudo comenta que «la manera de lograr un gran cambio es conseguir que los grandes jugadores hagan las cosas correctas por razones equivocadas».
Pero ¿no sería una fórmula mejor involucrar a la gente a hacer lo correcto porque así es como se debe estructurar la sociedad?
Por ejemplo, ¿qué pasaría si el gobierno de Estados Unidos decidiera, en lugar de gastar $ 720 millones diariamente para destruir otros países, canalizara fondos hacia la investigación médica para la ELA y otras enfermedades?
Este dinero podría también ser muy útil para establecer un sistema de salud que no implicara cargas opresivas que pueden obligar a la gente en dificultades a elegir entre el tratamiento de sus dolencias o ahogarse con deudas. En muchos casos, obviamente, evitar o postergar un tratamiento tiene como resultado el empeoramiento de las condiciones de salud o la muerte, mientras que el impulso a la industria de seguros conocido como Obamacare apenas constituye una solución. El año pasado, el locutor de radio Doug Henwood describió un escenario en el que «decenas de millones se encuentran a la merced del mercado privado de seguros individuales y se ven obligados a pagar $ 1.000 mensuales por una cobertura miserable».
Tal como señala el médico AW Gaffney en un artículo en Jacobin Magazine sobre «el giro neoliberal en el sistema sanitario de América», la iniciativa de Obama deja a «millones de personas todavía sin seguro médico y a muchos más ‘insuficientemente asegurados’ – un fenómeno bien descrito e investigado en el que la posesión de un seguro de salud sigue dejando a los individuos y las familias con una peligrosa responsabilidad financiera cuando la enfermedad ataca».
Aquellos que insisten en que una atención sanitaria decente es una fantasía utópica o un peligroso complot comunista podrían considerar el caso de Cuba – que, a pesar de estar sometida a un pernicioso embargo de los EE.UU., ha sabido ofrecer atención sanitaria universal centrada en la prevención, con resultados bastante buenos. La tasa de mortalidad infantil en Cuba, por ejemplo, es menor que en su imperial vecino del norte.
Imaginemos lo que podría lograrse en un país mucho más rico como los EE.UU., donde el derecho a la salud podría verse además facilitado mediante la suspensión de las donaciones de más de 3 mil millones de dólares anuales al estado de Israel, que los utiliza para infligir un sufrimiento masivo a los palestinos. Por cierto, cuando el Reto del Cubo de Hielo arrancó este verano, los habitantes de la Franja de Gaza fueron también sometidos a su propio reto singular: el de existir bajo las bombas israelíes.
Más de 2.100 palestinos fueron asesinados en 51 días, pero la crisis aparentemente no cumplía los requisitos para activar el narcisismo masivo-disfrazado-de-simpatía. Otros obstáculos a la participación palestina en el Desafío del Cubo de Hielo son la usurpación israelí de los recursos hídricos y la demolición de sus cisternas de agua de lluvia.
Reflexiones acera del agua
El reto, al parecer, representa una confluencia óptima de factores capaces de atraer temporalmente la atención de un pueblo distraído de forma permanente. Forbes cita al Director de Plenty Consulting, una empresa dedicada a la recaudación de fondos «entre pares»: «Estas últimas semanas el Reto del Cubo de Hielo ha eclipsado a todo lo demás en nuestra industria».
Dejando aparte la terminología industrial y mirando el lado humano de la historia, es imprescindible tener en cuenta que muchos enfermos de ELA han respaldado el reto – del todo comprensible – como algo esperanzador. Así que quisiera destacar: no estoy en absoluto sugiriendo que el ELA no sea un fenómeno terrible que no deba ser combatido por todos los medios.
Sólo estoy diciendo que la campaña del agua helada no debiera ocurrir sin ir acompañada de reflexiones sobre los males generales de una sociedad fría e inhumana.
Belén Fernández es la autora de The Imperial Messenger: Thomas Friedman at Work, publicado por Verso. Colabora en el Jacobin Magazine.
Traducción para www.sinpermiso.info: Anna Maria Garriga
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*Fuente: Sin Permiso
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