El dictador Videla mató en Madrid… y España ocultó las pruebas
por Danilo Albin (Madrid, España)
11 años atrás 6 min lectura
28/04/2014
La madre de desaparecidos Noemí Gianotti de Molfino.
Paciencia, coraje y, sobre todo, una fuerza brutal contra el olvido. Así podría resumirse la vida de los Molfino, una familia argentina que lleva más de tres décadas esperando algo tan elemental como humano: saber quiénes fueron los asesinos de Noemí Gianotti de Molfino, una madre de desaparecidos que quería encontrar a los suyos en el Buenos Aires de Videla y acabó hallando la muerte en la España de Adolfo Suárez. Una muerte extraña e impune, registrada en el mismísimo corazón de un Madrid que seguía apestando a franquismo.
«Queremos saber quiénes la mataron, pero también quiénes encubrieron el crimen», afirma a Público Gustavo Molfino. Al igual que otros tantos miles de argentinos, este hombre proviene de una familia desgarrada por la última dictadura cívico-militar de ese país (1976-1983). En octubre de 1979, uno de los siniestros grupos de tareas del régimen secuestró a su hermana Marcela y su esposo Guillermo Amarilla, un militante peronista que estaba en la diana del terrorismo de estado. Nadie lo sabía, pero Marcela se encontraba embarazada de apenas un mes.
Otro de los Molfino, Miguel Ángel, había sido encarcelado algún tiempo antes, tras soportar todo tipo de torturas. Alejandra, otra de sus hermanas, había tenido que abandonar el país por su militancia en el sindicato de maestros. Con estos dolorosos antecedentes, Noemí se entregó en cuerpo y alma para tratar de salvar a sus hijos. Con ese objetivo, la «madre coraje» se trasladó a Europa, recorrió despachos y llegó a la propia Comisión Europea, donde advirtió sobre el genocidio que sufrían sus compatriotas. De allí marchó a Perú, un país que estaba por retornar a la democracia, para seguir con sus denuncias. Su voz era la de miles de asesinados. Sin embargo, ella tampoco escaparía del horror.
Morir en España
12 de junio de 1980, Lima, Perú. Un comando de la dictadura de Videla desplegado en la capital peruana secuestra a Noemí y a otros dos ciudadanos argentinos, que pasan a engrosar las largas listas de desaparecidos. Cinco semanas más tarde, Noemí era trasladada por sus captores a Madrid. De esa manera, la dictadura pretendía montar una operación propagandística que desacreditase las denuncias sobre la terrible realidad que vivía Argentina, alegando que los desaparecidos, en realidad, habían huido a Europa.
El plan fue trazado casi a la perfección. Noemí llegó al aeropuerto de Barajas el 18 de julio de 1980, custodiada por dos integrantes del Batallón 601 de Inteligencia, uno de los cuerpos más temibles del videlismo. Otros dos agentes que ya se encontraban en Madrid la trasladaron hasta el apartotel Muralto, situado en la calle Tutor. Allí la envenenaron mediante pastillas, cubrieron su cadáver con mantas para acelerar su putrefacción -lo que permitía eliminar cualquier rastro de la sustancia empleada para su envenenamiento- y huyeron por la puerta principal. Antes de partir, los asesinos de la habitación 604 colgaron el cartel de «No molestar».
El asesinato formó parte de una operación propagandística para desacreditar las denuncias de los argentinos
Tres días después, una de las empleadas de la limpieza decidió entrar al dormitorio, alarmada por el mal olor. Entonces descubrió una escena dantesca: el cadáver de Noemí, visiblemente hinchado, yacía sobre la cama. Junto a ella había algunos pasaportes falsos y un ejemplar del periódico Cambio16. Según consta en la documentación judicial de la época, la Policía española comprobó que los asesinos habían tratado de limpiar hasta la más mínima huella de ese escenario. Sin embargo, los peritos encontraron restos dactiloscópicos en un vaso y en unas colillas de tabaco. Todo indicaba que el crimen se aclararía en cuestión de días… Pero ocurrió exactamente lo contrario.
Pruebas olvidadas
Casi 34 años más tarde, aún se desconoce de quiénes eran aquellas huellas. Tal como ha podido comprobar Público, el juez que estuvo a cargo de este caso en 1980, Luis Lerga, decretó el cierre de la causa algunos meses después, sin preocuparse por estas pruebas. El caso volvió a ser reabierto en 1997 por el juez Baltasar Garzón, que por entonces investigaba los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura argentina. El magistrado realizó algunas gestiones ante el CESID -el entonces servicio secreto del ministerio de Defensa-, pero no sirvió de nada: al igual que había ocurrido en 1980, las huellas dejadas por los asesinos siguieron sin ser cotejadas.
Fuentes conocedoras de este caso han señalado a Público que las huellas continuarían guardadas en el Juzgado de Instrucción Número 1 de Madrid. «En principio, alcanzaría con acceder a ellas para realizar las comprobaciones correspondientes en Argentina y España», comentaron. Sin embargo, todos los intentos realizados hasta ahora por encontrarlas han resultado infructuosos. Gracias a ello, los asesinos continúan -tres décadas después- en las tinieblas.
Noemí Gianotti de Molfino, madre de desaparecidos de la dictadura argentina. Imagen cedida por su familia
A pesar de tantos años de impunidad, la familia Molfino confía en que la verdad pueda estar algo más cerca. Actualmente, el asesinato de Noemí forma parte de una causa judicial conocida como Contraofensiva, en la que se investigan las desapariciones y asesinatos de más de 100 ciudadanos argentinos entre agosto de 1979 y septiembre de 1980. La jueza argentina a cargo del expediente, Alicia Vence, se negó a hablar con este periódico sobre el caso de la madre de desaparecidos asesinada en España.
Su silencio no es casual. Aún son muchas las preguntas que rodean este crimen y que la jueza Vence, si así lo decide, podría aclarar. Para ello, alcanza con sumergirse en los papeles amarillentos que se escribieron durante aquellos aciagos días, en los que la justicia, tanto en Argentina como en España, brillaba por su ausencia. En aquellos viejos folios aparecen varias claves que ayudan a comprender este asesinato, el único cometido por la dictadura argentina en territorio europeo.
Entre otros aspectos, Público ha accedido a varios documentos que demuestran que el gobierno de Estados Unidos siguió de cerca las investigaciones realizadas en España tras el hallazgo del cadáver de Noemí. A través de distintos cables, las embajadas americanas en Madrid y Buenos Aires intercambiaron información sobre este caso, comparado por los diplomáticos estadounidenses con una «buena novela de espionaje».
El penúltimo capítulo de esta suculenta historia se escribió a finales de 2009, cuando los Molfino recibieron una noticia impactante: antes de ser asesinada, Marcela -una de las hijas de Noemí que habían sido secuestradas por el régimen- había dado a luz un niño. Al igual que en otros cientos de casos, la criatura fue apropiada por un agente de la dictadura, que le cambió el apellido y lo crió como propio.
Gracias a la incesante lucha de Abuelas de Plaza de Mayo, el joven logró recuperar su verdadera identidad. Su nombre es Guillermo Amarilla Molfino. Hoy es uno de los miembros de esta familia que sueñan con conocer, por fin, quiénes mataron a Noemí.
*Fuente: Publico.es
Artículos Relacionados
Francia, Tolouse: Exposición fotográfica sobre el Golpe de estado en Chile
por Municipalidad de Toulouse (Francia)
2 años atrás 1 min lectura
Winnipeg, el cómic del barco que naufragó en la memoria del exilio español
por Rubén Caravaca (Madrid, España)
11 años atrás 5 min lectura
Portales despreciaba la Constitución
por Felipe Portales (Chile)
11 años atrás 12 min lectura
Sáhara: El 14.12.1970 la Asamblea General de la ONU acordó realizar un Referendum en el «Sáhara Español»
por piensaChile
2 años atrás 5 min lectura
Vecinos contra vecinos
por José Antonio Gutiérrez D.(Rebelión)
10 años atrás 7 min lectura
Guerrilla de Neltume: Los cinco conscriptos que acusan al diputado Rosauro Martínez (RN)
por Cristian Alarcón (Chile)
11 años atrás 34 min lectura
«Estamos ahora trabajando en medio de la muerte, y los tanques no están sino a unos pocos metros de nosotros…»
por Complejo Médico Nasser (Gaza, Palestina)
2 mins atrás
27 de julio de 2025
Estamos más cerca del final que de la vida.
Los soldados no distinguen entre un niño o un anciano, entre un médico o una enfermera.
Pero seguimos aquí, no porque no tengamos miedo. sino porque nuestra humanidad no nos permite marcharnos.
Escenarios de rebeldía: El Teatro Popular en Iquique y la Pampa
por Iván Vera-Pinto Soto (Iquique, Chile)
18 horas atrás
26 de julio de 2025
Por las arenas del desierto chileno no solo corrieron trenes cargados de salitre. También resonaron versos, canciones y diálogos que encendieron la conciencia de miles de obreros. El teatro proletario fue mucho más que un entretenimiento: fue una tribuna de denuncia y un espacio de dignidad en medio de la explotación.
«Estamos ahora trabajando en medio de la muerte, y los tanques no están sino a unos pocos metros de nosotros…»
por Complejo Médico Nasser (Gaza, Palestina)
2 mins atrás
27 de julio de 2025
Estamos más cerca del final que de la vida.
Los soldados no distinguen entre un niño o un anciano, entre un médico o una enfermera.
Pero seguimos aquí, no porque no tengamos miedo. sino porque nuestra humanidad no nos permite marcharnos.
Detenidos, golpeados y encarcelados por denunciar el asesinato de niños palestinos
por Spanish Revolution
2 días atrás
25 de julio de 2025
La hipocresía de occidente cuando habla de la «Guerra de Israel en Gaza» no tiene nombre. Quienes expresan su solidaridad con Palestina en Europa y EE.UU. pagan sufriendo la represión brutal de la policía. ¿En qué mundo vivimos?