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Antofagasta “La Perla del Norte” o el patio trasero de una poderosa familia chilena

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Antofagasta, 21 de marzo 2014
En cada hogar existe un lugar en el patio donde acumulamos lo que podría resultar peligroso para los integrantes de la familia, o simplemente aquello que no nos sirve. A ese lugar no le damos mucha importancia y guardamos en él los cachureos que por años acumulamos y por alguna razón no hemos querido deshacernos de ellos y están a la espera de ser desechados en  la basura por peligrosos o inservibles.

En los últimos años algo ha pasado con la ciudad de Antofagasta a la cual una familia muy poderosa en Chile ha convertido, en diferentes oportunidades y con distintos elementos  almacenados, en su patio privado, parte de la ciudad. Muchos de esos elementos son muy contaminantes y peligrosos para el ser humano, colocando en peligro la salud de todos los antofagastinos,  demostrando así, una y otra vez, el desprecio por la ciudad y sus habitantes.

Todos recordamos los cerros de color plomo de plomo que se levantaban en los patios del ferrocarril Antofagasta-Bolivia. Plomo que era llevado y esparcido democráticamente por los vientos  de la perla del norte durante todo su trasporte y almacenamiento a los pulmones de los ciudadanos. Niños, ancianos y adultos sufren aun las consecuencis de dicho almacenaje fuera de toda norma ética, moral y  técnica de país medianamente desarrollado.

Hace catorce años atrás, el Colegio Médico de Antofagasta midió el plomo en la sangre de las personas que vivían frente a las montañas de polvo gris azulado. 65 por ciento de la gente que se tomó muestras estaba contaminada y entre los afectados había 70 niños. Ante la evidencia, la Seremi de Salud de la época dictaminó que se hiciera un seguimiento de casos, que se ampliara el examen a más personas y que el plomo se fuera de la ciudad. La primera medida no se cumplió, la segunda se implementó a medias porque la toma de muestras no fue masiva, y la tercera se llevó a cabo: desde 1998 el plomo que viene en tren desde Bolivia ya no se acopia en el centro de la ciudad, sino en Portezuelo, 33 kilómetros al este de  Antofagasta.

En el año 2006 nuevamente las muestras fueron tomas en los sectores aledaños al patio de acopio de Portezuelo, luego en diversos puntos de la llamada “ruta del plomo”, que atraviesa Antofagasta hasta el puerto, en las afueras de instalaciones industriales del sector La Negra, así como también en tres sectores poblacionales como Coviefi, Playa Blanca y Jardines del Sur. En todos estos lugares también quedó en evidencia una grave contaminación por metales pesados.

Por otra parte el agua de mar antofagastina contaminada con algas marinas y distribuida durante varios días a la población de la ciudad, hizo noticias nacional hace algunos años atrás, los filtros de la planta desaladora y los controles de seguridad no fueron suficientes para detectar y detener esta contaminación a tiempo. Entonces muchas voces científicas de la ciudad pusieron la voz de alerta en el sentido de que hubiera pasado con la salud de las personas, si esta contaminación hubiera presentado un peligro mucho mayor para la salud y la vida de las personas.

Las alertas que se han dado por años, sobre la calidad del agua venida de la cordillera y su contaminación con arsénico son materia frecuente de lectura en los medios de comunicación de Antofagasta.  ¿Estarán funcionando o no los filtros abatidores de arsénico correctamente? ¿Debiera la norma chilena del arsénico en el agua homologarse a las internacionales?. Son las opiniones y preguntas de  doctores expertos y valientes que llevan años dando la lucha por proteger a la población. Todos estos aspectos, para nada nuevos, son fundamentales en el debate.

A todos estos problemas, en el último tiempo, se suma el corte y roturas permanente de tuberías de agua y alcantarillado que periódicamente anegan casas y  barrios de la ciudad revelando una crisis en la mantención de estas redes y solo una política de reparación y parche permanente del sistema.

Que los patios del ferrocarril tienen maestranzas del siglo XIX a metros del centro cívico de Antofagasta es una noticia vieja. Que estos terrenos ocupan hectáreas vitales para el desarrollo urbanístico de una ciudad que quiere mirar el siglo XXI y no puede. Que el cercado de protección que  esta empresa tiene en  la vía férrea, cierra por lo menos 50 calles y pasajes de diferentes características e importancia vial, dificultando el paso de vehículos de emergencia y seguridad. Que algunas de estas calles pueden ser utilizadas como vías de escape en caso de un terremoto y tsunami no solo en Antofagasta, sino que en el puerto de Mejillones, es información conocida también. Que el derecho a vía del ferrocarril colapsa el tránsito en calles importantes de la ciudad y en algunas partes de Antofagasta está en completo abandono y desaseo generando peligros y un paisaje devastador. Que el tren a su paso agrieta y destruye casas de antofagastinos modestos con su pesado  paso  y la servidumbre para dicho tren está considerada para locomotoras a vapor cuando estas dejaron de funcionar hace más de 100 años y ahora son todas eléctricas o diésel.

A veces es tanto el poder que se puede tener, que uno de los héroes máximos del combate naval de Iquique, el valiente Sargento Juan de Dios Aldea Fonseca perdió  su calle. Un pequeño pero céntrico pasaje, que tuvo su nombre por décadas, paso a llamarse Andronico Abaroa Rivero, nieto de un héroe boliviano de la guerra de Pacifico. En la actualidad la memoria y epopeya del Sargento Juan De Dios Aldea Fonseca reclaman en justicia una calle principal y  un bronce para perpetuar su imagen. Algo similar en lo referente al reclamo de justicia y legado para las nuevas generaciones es lo que acontece con la histórica estación de ferrocarriles de Antofagasta ubicada en la calle Valdivia, que se encuentra en el más absoluto olvido, abandono y deterioro.

Ahora nuevamente Antofagasta hace noticia. De pronto muchos antofagastinos vimos con asombro, cómo se levantó una monumental estructura de metal, tipo mecano, color azul en el puerto de la ciudad para almacenar concentrado de cobre que contaminara miles de hogares paticulares, clínicas médicas, escuelas, edificios públicos, compañías de bomberos, centros comerciales, jardines infantiles, liceos y la hermosa costanera y avenida Brasil con sus magnifico y añosos árboles que tanto cuenta mantener en el norte. Otro factor a tomar en cuenta es que esta contaminación, no solo será en el galpón, porque, quiéranlo o no admitirlo, la contaminación se desplazara y esparcirá por todo el recorrido que  este concentrado haga en el tren abordo de estos carros sellados, que fueron ya adquiridos por la empresa, generando una nueva ruta: “La ruta del concentrado”. Estos  carros que parecen féretros de color plomo, están estacionados frente a los tribunales de justicia y parecieran estar  esperando un veredictico favorable.

Pero esta vez los tiempos cambiaron, la gente exige transparencia y protección de sus autoridades, las normas reclamadas por parte de la ciudadanía son más exigentes. Una  legítima indignación ciudadana recorre la ciudad por algo que consideramos un atropello a nuestros derechos, más aun cuando hay otro puerto en la región a pocos kilómetros y de mejores características, para albergar tan peligrosa carga y, al parecer, no quieren usarlo.

Como antofagastinos y habitantes de esta Segunda Región, la reflexión que debemos hacernos es: ¿Que representa  Antofagasta y algunas ciudades de la Segunda Región para algunas grandes empresas o grupos económicos?. Creemos, por los hechos que vienen aconteciendo durante años, que la respuesta que nos darán será la siguiente: “Antofagasta es solo un campamento, cuyos  habitantes, su salud y calidad de vida están subordinados a las ganancias económicas y al abaratamientos de costos de estas empresas, a cualquier precio”. De ser esa la respuetsa, entonces, es el  momento de exigir el más básico derecho:el de la vida. Ese momento  ha llegado.

El autor, Ricardo Rabanal Bustos, es Profesor

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2 Comentarios

  1. José Maria Vega Fernandez

    Si uno se topa de repente con una ciudad entre el mar y el desierto, cubierta de edificios high style, y con algunas barriadas coloniales con las sempiternas callampas un poco mas allá, usted tiene que saber adonde está llegando, si se quiere quedar, y si quiere hacer patria o hacer dinero.
    Varias urbes nortinas parecen lo que no son.
    Crean una falsa sensación de perennidad, de seguridad, tan de ensoñación que…da gusto.

  2. bernardo

    Ver el diario electrónico http://www.elciudadano.cl Dice: “Alerta:50 mil
    toneladas de residuos con arsénico rumbo a Santiago”

    Ver el diario
    electrónico http://www.eldesconcierto.cl
    Dice : “Molestia en Pudahuel por traslado y depósito de 50 mil …”

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