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“Una iglesia pobre y para los pobres”

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El Papa Francisco hizo revelaciones este sábado a la prensa sobre los primeros momentos que siguieron a su elección como Obispo de Roma y dijo haber tomado su nombre como Pontífice inspirándose en San Francisco de Asís.

Cuando leía en el Aula Pablo VI del Vaticano un texto especialmente escrito para agradecer el trabajo hecho por miles de periodistas acreditados para cubrir el cónclave en el que fue elegido Santo Padre, el Papa dijo de pronto: “Déjenme contarles algo”.

Fue entonces que les relató que tras ser elegido el miércoles, los cardenales comenzaron a aplaudir y en ese instante uno de ellos, su amigo el brasileño Claudio Hummes, se le acercó, lo besó, lo abrazó y le dijo: “No te olvides de los pobres”.

Así fue, explicó el Papa que se inspiró en San Francisco de Asís, «el hombre de la pobreza, el hombre de la paz»  y decidió tomar el nombre para ejercer su pontificado, porque al igual que el fundador de la orden franciscana, a él también le gustaría ver una “una iglesia pobre y para los pobres”.

También dijo haber pensado en ese instante en las guerras que sufre el mundo, lo que le confirmó su determinación, porque San Francisco de Asís también fue un «santo de paz».

Una atronadora ovación recibió estas palabras de Francisco, el austero jesuita que en apenas cuatro días ha suscitado esperanzas de cambio en una institución desacreditada, abogando por una iglesia más sencilla, más colegiada y cercana a los desfavorecidos.

El primer Papa latinoamericano de la historia contó que la idea del nombre se la dio su «amigo» el cardenal brasileño Claudio Hummes, arzobispo emérito de Sao Paulo, quien se sentó a su lado durante los dos días de cónclave.

«Cuando la cosa se estaba poniendo un poco peligrosa, él me consolaba, y cuando los votos alcanzaron dos tercios y llegó el aplauso (…) me abrazó, me besó y me dijo: ‘No te olvides de los pobres'», confesó con emoción revelando detalles de ese ritual secreto.

Contó que eso le llevó a optar por Francisco en lugar de otras sugerencias como Adriano (VI), considerado «un verdadero reformador» o Clemente, para «vengarse de Clemente XIV, que abolió la Compañía de Jesús».

A los periodistas, acompañados de familiares, incluidos muchos niños, explicó que la Iglesia, sacudida por escándalos, problemas en la curia y la sorprendente dimisión de Benedicto XVI, no tiene «una naturaleza política, sino espiritual».

Dirigiéndose directamente a su auditorio, les agradeció por su labor en las semanas transcurridas desde el inesperado anuncio de la renuncia de Benedicto XVI. «¿Han trabajado mucho, eh?», bromeó.

Al final de una charla informal, impartió una original bendición silenciosa sin hacer la señal de la cruz, tras haber señalado en español que lo hacía por respeto «a la conciencia de cada uno».

Antes de retirarse, recibió uno a uno a un centenar de periodistas elegidos por sorteo.

El Papa, que rezará el domingo su primer ángelus desde la ventana de su apartamento que da a la plaza de San Pedro, no tenía ningún otro acto programado en esta jornada, pero su agenda de la próxima semana empieza a estar bastante cargada.

El Vaticano anunció que Francisco visitará el sábado 23 de marzo a Benedicto XVI, con quien compartirá un almuerzo en Castelgandolfo, la residencia papal situada cerca de Roma donde el Papa emérito vive provisionalmente desde que hizo efectiva su renuncia el pasado 28 de febrero.

Antes de la solemne misa de inauguración de su pontificado el próximo martes, el Papa recibirá el lunes en la Casa Santa Marta del Vaticano a la presidenta de Argentina Cristina Kirchner, con la que mantiene tensas relaciones, especialmente desde la legalización del matrimonio homosexual.

Roma espera que en las próximas horas lleguen un millón de personas a la ciudad para asistir a la ceremonia, que tendrá lugar dentro de la basílica de San Pedro y podrá ser seguida a través de pantallas gigantes en la explanada Vaticana, donde ya se pueden encontrar ‘souvenirs’ de Francisco.

Con tanto ajetreo, el pontífice ha preferido «reservarse cierto tiempo» antes de tomar una decisión con respecto a la composición de la Curia Romana, el gobierno de la Iglesia, a menudo criticado por su opacidad y su centralismo, anunció el Vaticano.

Por eso confirmó este sábado «provisionalmente» a los responsables de todos los dicasterios (ministerios)», precisó en un comunicado.

La reforma de la Curia, que fue abordada durante las congregaciones previas al cónclave, es una exigencia de numerosos miembros de la jerarquía eclesial, y en particular de los que viven más lejos de Roma.

Se necesita «una reforma estructural, y comienza por elegir al personal adecuado a las orientaciones de una Iglesia que el Papa desea, que sea una Iglesia misionera, de más diálogo», comentó el cardenal Hummes en una entrevista publicada este sábado en Brasil.

Cuatro días después de su elección, continúan también los homenajes al nuevo Papa. Los jugadores de San Lorenzo, el club de sus amores, deben vestir una camiseta especial con su imagen y su nombre durante el partido de este sábado.

La única sombra en este inicio de papado son las acusaciones de presunta pasividad durante la dictadura que azotó Argentina entre 1976 y 1983, resucitadas en su país y retomadas por la prensa mundial.

Al Papa, que en aquel entonces era principal de los jesuitas argentinos, se le reprocha no haber hecho lo suficiente para proteger a dos sacerdotes de su orden secuestrados y torturados por los militares, Francisco Jalics y Orlando Yorio.

Ante las proporciones que estaba tomado el asunto, el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, hizo pública el viernes una declaración rechazando las acusaciones como «calumniosas» y procedentes de «la izquierda anticlerical».

En una entrevista publicada el sábado en el diario La Nación, el juez argentino Germán Castelli, uno de los magistrados en el juicio por el secuestro y tortura de los dos curas jesuitas, desechó por falsas las acusaciones de que Bergoglio hubiera «entregado» a ambos religiosos.

«Es totalmente falso decir que Jorge Bergoglio entregó a esos sacerdotes. Lo analizamos, escuchamos esa versión, vimos las evidencias y entendimos que su actuación no tuvo implicaciones jurídicas en estos casos, si no, lo hubiéramos denunciado», dijo Castelli.

El padre Yorio falleció en 2002, pero el padre Jalics, un húngaro afincado en Alemania, declaró el viernes el asunto zanjado, al afirmar en un comunicado que está «reconciliado» con el pasado, y deseó la «bendición divina» al nuevo pontífice.

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