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Dos dinosaurios de la política renuncian al inútil Senado

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Las renuncias están a la orden del día: primero, el Papa Benedicto XVI dimite, al darse cuenta que no puede dominar a las mafias que pululan en el Vaticano y, a nivel enano, en Chile lo imitan prohombres como Jovino Novoa y Eduardo Frei Ruiz-Tagle y últimamente, Patricio Melero, quien prefiere seguir como diputado y no postular al senado. Como carecen de autocrítica y nunca se han mirado  al espejo, anuncian a los “teletontificados”, con gran pompa, de su decisión, como si a alguien le importara que estos personajes no formen parte de una institución superflua, como lo es senado, con mucha razón, desprestigiado ante la opinión pública.

En apariencia, Jovino Novoa termina su vida parlamentaria, que empezó con un cargo producto del inicuo e inmoral sistema binominal. Este megaterio es, quizás, el más reaccionario que ha producido la política, a nivel mundial – antes de ser senador ocupó el cargo de secretario general de gobierno de la excrecente dictadura de Pinochet. Novoa es el hijo doctrinario de Jaime Guzmán Errázuriz y sigue profesando la misma ideología de su mentor: una mezcla de catolicismo integrista junto al ultra neoliberalismo de Hayek y de los Chicago Boys; es también de un libro,  muy controvertido, en el cual critica, a destajo, al gobierno de Sebastián Piñera y, por extensión, a una supuesta derecha liberal, que en la realidad no existe. Verlo en el senado, defendiendo a los más reaccionarios proyectos y concepciones, pareciera como si hubiera revivido “San Pirulín” Escrivá de Balaguer, Carrero Blanco u Osvaldo Lira. Este tipo de derecha huele a naftalina y es, incluso, despreciada por líderes nacionalistas europeos. Como Torquemada contemporáneo, Novoa es el inquisidor de toda desviación respecto al ideario reaccionario, heredado de Guzmán.

Eduardo Frei Ruiz-Tagle debe su carrera política al apellido y no es ni la sombra  de su padre, que era un líder culto – en el amplio sentido de la palabra – y con muchas dotes políticas; su hijo es un ingeniero bastante ignorante en materias históricas y literarias – lo cual no es extraño en esta miserable política parlamentaria chilena, donde la mediocridad campea en los debates políticos. Don Eduardo era un gran orador y, a su hijo, sólo le escucha tartamudear unas cuatro palabras. Eduardo Frei Ruiz-Tagle logró la más alta votación que un candidato presidencial haya conseguido en el siglo XX, sin embargo, la despilfarró en su sexenio, finalizando con un récord de rechazo popular en las encuestas de opinión.

Como ex Presidente de la República, – sin ningún pudor – junto a Pinochet ocupó un sillón como senador vitalicio – institución muy discutible que existió, lamentablemente, en el parlamento venezolano, antes del gobierno de Chávez – además de ser el único Jefe de Gobierno que aplicó la razón de Estado para salvar a los Pinochet padre e hijo; en otro hito de su malhadada gestión, trajo a Chile a Augusto Pinochet cuando estaba a punto de ser juzgado internacionalmente por crímenes de lesa humanidad y, siguiendo con la mala política en derechos humanos, se negó a recibir, durante su mandato, a los familiares de detenidos desaparecidos.

Fue nominado senador en una ridícula carrera entre solo dos candidatos y, para más remate, llegó segundo, después de Andrés Allamand – que también fue nominado –  y hoy se cree un gran demócrata y político. Después de una intervención quirúrgica, parecía que el senador Frei había dado un vuelco de 180º, de conservador, se transformaba en progresista – proponía, nada menos, que estatizar el Transantiago y reformar la Constitución Pinochet-Lagos, pero este cambio duró poco: fue candidato único de la Concertación a la presidencia, en 2009, siendo dominado por los consejeros comunicacionales, entre ellos el lobista Eugenio Tironi, como también por presidentes de partidos de ese conglomerado político. Su candidatura fue un completo derrumbe de principio a fin y condujo al desastre y a la ascensión de Sebastián Piñera al poder. Salvo los democratacristianos, nadie extrañará en Chile la ausencia de este “prohombre” en el futuro senado.

Dos dinosaurios menos no cambian en nada una institución obsoleta, pues siguen reeligiéndose sucesivamente políticos de tan malas prácticas como Camilo Escalona, Guido Girardi y Carlos Larraín, que en Tolerancia Cero quiso asustar a los electores con la tontería de que “si ganaba Michelle Bachelet, los comunistas iban a matar a los viejos”; los cuatro periodistas del Programa tuvieron que aguantar la risa y quedaron marcando ocupado.

11/03/2013

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