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Las negligencias y omisiones del Cardenal Errázuriz que lo tienen cuestionado a un día de comenzar el Cónclave

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Campaña en las redes para que no vote por el nuevo Papa
En medio del sigilo que antecede al cónclave para elegir a un nuevo Pontífice, un artículo de The New York Times cayó como bomba. El recuerdo del rol que tuvo el ex arzobispo de Santiago en el caso Karadima sigue siendo una gran piedra en el zapato para la Iglesia Católica chilena. Los cuestionamientos no provienen sólo de víctimas y laicos, sino que también de la propia institución. “Creo que no estaba preparado para asumir acusaciones de tal gravedad”, dice el sacerdote jesuita Juan Díaz sobre Errázuriz, a 10 años de haberle informado –por primera vez– lo que vivía una de las víctimas del ex párroco de El Bosque.

La semana pasada, The New York Times publicó un artículo que no le gustó para nada al cardenal Francisco Javier Errázuriz. En la nota titulada “Ahora Reunidos en Roma, un cónclave de cardenales falibles”, le dedicaban un par de líneas a él y su rol en uno de los casos de abusos que más han remecido a la Iglesia Católica. Las letras del periódico estadounidense decían esto: “Sobrevivientes de casos de abusos sexuales y sus defensores han llamado la atención sobre la figura del cardenal Francisco Javier Errázuriz, ex arzobispo de Santiago. Argumentan que durante años hizo caso omiso a sus acusaciones contra uno de los sacerdotes más importantes e influyentes del país, Fernando Karadima, y se negó a reunirse con las víctimas o llevar a cabo una investigación”.

Errázuriz no es mencionado por única vez en las páginas del matutino. Fue uno de los primeros medios que informó sobre el caso del párroco de El Bosque y siguió la evolución de los hechos con al menos diez artículos en los últimos años.

Las críticas a la presencia del cardenal Errázuriz en el cónclave no sólo fueron expresadas por el NYT, sino que también por las víctimas de Karadima. Hamilton, Cruz y Murillo comenzaron una campaña en redes sociales para evitar que Errázuriz vote en la cita que elegirá a un nuevo Papa.

La declaración —dirigida a Cristián Contreras, obispo auxiliar de Santiago; Ricardo Ezzatti, arzobispo de Santiago; Ivo Scapolo, Nuncio; la oficina de prensa de Vaticano y al propio Francisco Javier Errázuriz, arzobispo emérito de Santiago— critica al cardenal por “encubrir las atrocidades de Karadima” hasta que se hicieron públicas. Hasta ayer la iniciativa ya sumaba más de 5.700 votos.

“Si tienen interés de golpear a la Iglesia Católica, muchos golpes me van a caer a mí y a otras personas, y ellos responderán algún día de lo que están haciendo”, señaló el religioso sobre la publicación. Sin embargo, su tardío apoyo a las víctimas en un período donde muchos dedos —y juicios— apuntaban a la iglesia, no sólo ha sido cuestionado por los medios y las propias víctimas, sino que también por sus pares.

Un sacerdote que prefiere guardar el anonimato asegura que Errázuriz estaba al tanto de las conductas de Cox. “Él sabía todo lo que pasaba con Cox, conductas que además se expresaron desde que él era seminarista. Sin embargo, Errázuriz ayudó a que Cox fuera obispo y arzobispo, porque entonces Errázuriz era superior de Schoenstatt”, cuenta.

El sacerdote jesuita Juan Díaz, ex vicario de Educación, fue el primero en recibir la denuncia de José Andrés Murillo —una de las víctimas de Karadima—, en 2002. El religioso le entregó una carta a Errázuriz, escrita por Murillo, en la cual daba cuenta de la situación. Sin embargo, del otro lado, esto no gatilló ninguna acción.

Ciper escribió que un año después de las gestiones de Murillo ante Díaz —en el contexto de estos intentos porque se supiera la verdad—, la esposa de otra de las víctimas de Karadima, Verónica Miranda —entonces casada con James Hamilton— acudió a Adolfo García Fuenzalida, ex capellán naval, “quién estimó de máxima gravedad lo que ella le relataba y habló personalmente con el cardenal Errázuriz para que la recibiera. El cardenal no quiso recibirla, pero instruyó para que su testimonio fuera recogido por un sacerdote investigador de la Iglesia, el promotor de Justicia, Eliseo Escudero”. “Tras su declaración pasaron los meses y tal como le había ocurrido a Murillo, Verónica Miranda no recibió ninguna señal de que la Iglesia haría algo con su denuncia. Le preguntó varias veces al sacerdote Adolfo García y éste le contestó: ‘El arzobispo Errázuriz está viendo el tema personalmente’. Hasta que Verónica se dio cuenta de que García ya había hecho todo lo que podía”.

El testimonio de Díaz

A casi 10 años de haber recibido la primera denuncia de boca de Murillo, Juan Díaz, quien ahora prepara seminaristas en las afueras de Santiago, conversa con El Mostrador sobre el tema y se refiere a esos momentos así: “No recuerdo con exactitud la fecha en que converso con el cardenal, pero es en el año 2002. Había hablado antes con el señor Murillo, quien me había contado acerca de los abusos sufridos por culpa de Karadima. Me parecieron muy plausibles las acusaciones y después de pedirle que las colocara por escrito, le hice entrega del documento al señor cardenal. Se mostró interesado y preocupado y me dijo que siguiera conversando con Murillo, que iba a estudiar las acusaciones y que rezaría por él. En otra oportunidad volví a conversar con el Cardenal y lo volví a sentir interesado y preocupado por el tema. Después no hablamos más”, dice el sacerdote jesuita.

-¿Cree que el cardenal Errázuriz actuó de forma incorrecta?
-Me ha dolido con el tiempo darme cuenta que no valoró suficientemente el asunto. Creo que no estaba preparado para asumir acusaciones de tal gravedad. En los hechos se ve que el cardenal no actuó correctamente. Él ha reconocido que debería haber actuado de otra manera, que no se atrevió, que no vio claro las implicancias del asunto. No puedo tirarle la piedra porque no estoy seguro de cómo habría actuado yo ante las muchas presiones que él pudo haber experimentado.

-¿Qué piensa de que The New York Times lo haya incluido en esta nómina de cardenales falibles?
-Por lo anterior, porque creo que muchas veces los seres humanos actuamos con ingenuidad, no evaluamos las implicancias de nuestras decisiones y porque en este caso tampoco se conocía suficientemente el grado que alcanza la pedofilia —no existían los protocolos que sí existen hoy— no puedo estar de acuerdo con lo que proponía el diario NYT.

Juan Carlos Cruz, otra de las víctimas de Karadima, es menos indulgente que Díaz: “En otros países la gente va a la cárcel por ese tipo de cosas y él se pasea por el Vaticano muerto de la risa esperando elegir un nuevo Papa. Él supo desde al menos el 2003 sobre los abusos y le dijo a Karadima el 2005 ó 2006 que habían unas denuncias en su contra, pero que no se preocupara… El cardenal Errázuriz debería estar en una vida de penitencia y oración como les gusta decir a ellos y no en el cónclave”.

El amigo Cox

El jueves 21 de julio de 2011, una pequeña fotografía armó un incendio. La imagen cayó como un balde de agua fría al interior de la Iglesia. El título en las páginas del cuerpo C de El Mercurio se leía así: “Reaparece ex arzobispo Francisco José Cox, por bodas de oro sacerdotales”. La imagen que había sido difundida por la comunidad de Schoenstatt recordó uno de los primeros episodios que sacudió a la Iglesia la década pasada, cuando aún no terminaba de levantarse del suelo tras el conocido caso del “cura Tato”.

La fotografía daba cuenta de la conmemoración de uno de los primeros cursos de sacerdotes surgidos en torno al Santuario Cenáculo de Bellavista; un grupo formado por doce jóvenes que luego del noviciado habían partido a Friburgo a continuar sus estudios de teología. En la foto, entre los 10 sacerdotes, se encontraban el cardenal Errázuriz y Cox. Ambos se ordenaron sacerdotes el 16 de julio de 1961.

Después de un gran escándalo, desde el año 2002 el ex arzobispo de La Serena permanece en un monasterio en Friburgo, Suiza, confinado a una vida de “oración y penitencia”. Una serie de quejas sobre sus conductas de connotación sexual con jóvenes y menores hicieron que ese año renunciara a su cargo después de la polémica.

En una nota publicada en noviembre de 2002 por La Nación, Jorge del Solar, sobrino del cardenal Raúl Silva Henríquez, contaba que conoció a Cox en la juventud, antes de abandonar el seminario para estudiar Diseño en la Universidad de Chile. Del Solar cuenta en el reportaje titulado Los archivos secretos Cox que con el correr de los años supo que el obispo de La Serena había tenido problemas en Roma. “Con el tiempo también me enteré que hubo quejas en su contra en Chillán y que en La Serena habría pagado con cheques del arzobispado los gastos de los muchachos con los que tenía relaciones”, relata Del Solar.

Un sacerdote que prefiere guardar el anonimato asegura que Errázuriz estaba al tanto de las conductas de Cox. “Él sabía todo lo que pasaba con Cox, conductas que además se expresaron desde que él era seminarista. Sin embargo, Errázuriz ayudó a que Cox fuera obispo, porque entonces Errázuriz era superior de Schoenstatt. Al interior de la Iglesia siempre se supo que Cox era un protegido y para muchos de nosotros fue un escándalo que fuera nombrado obispo de La Serena”, cuenta el religioso.

Al interior de la Iglesia Católica, una de las acciones más valoradas de Errázuriz es la entrevista que tuvo con El Mercurio el 17 de abril del año 2011, donde por primera vez pidió perdón a quienes denunciaron abusos de Karadima. “Ahora yo comprendo que, sobre todo las dos primeras personas que acusaron (James Hamilton y José Andrés Murillo), al ver que esto quedaba en suspenso, tuvieron un gran sufrimiento. Es un sufrimiento que yo no quise causar de ninguna manera, y por el cual yo les pido perdón”, señaló Errázuriz en ese momento. Sin embargo, al pasar de los meses, ese perdón parece encontrar poco eco.

Sobre el manto de dudas que ha caído sobre la iglesia y el silenciamiento de los casos que se han ido conociendo de a poco, el abogado experto en derecho de la Infancia, Hernán Fernández, reflexiona: “Es necesario entender que quienes traicionan a la iglesia y a los niños no están en la iglesia, el bien no puede admitir el mal. Y en términos jurídicos, los que tienen una posición de garantes no tienen una excusa, sino una mayor responsabilidad”.

*Fuente: El Mostrador

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2 Comentarios

  1. Jose

    Las Instituciones ya no pueden resgaurdar los defectos humanos de caracter «moral». A menos que haya un ejercicio de manejo de dineros que reporte beneficios a partes involucradas…y sávese quien pueda.
    El pez muere por su boca, y nosotros, hombres y/o mujeres, por su sexualidad.
    Independientemente, hoy por hoy, de la modalidad.
    El único que podría salvarse, es aquél que no siente nada allí.
    Si es que valora esa situación, por encima de los intereses económicos.
    Les recuerdo:–«estaba Jesús ante la multitud y comenzaron a tirar piedras sobre una adúltera…..entonces El habló y dijo lo que dijo acerca de quien estuviera libre de pecado….
    Se hizo silencio y las piedras cesaron.
    Pero hubo una más, pesada y certera, que hizo enfurecer al maestro: «¡ pero Mamá!..¿cuantas veces tengo que decirte. que te controles..?!

  2. Juan II

    Cuando una autoridad provoca un daño a otros, debe pedir perdón. Pero, si ademas daña a su familia y a quienes confiaban en él, entonces perdió su autoridad y el respeto. Se convierte en un mal que debe ser retirado por sanidad.
    Hay que proporcionar remedio lo antes posible, antes que el cuerpo católico entre a la UTI, eso no es bueno para el espíritu, ni el cuerpo.
    De no ser así, debería ser hora entonces, que la Iglesia comience a distribuir antiemeticos a la comunidad que padece.
    (bien poco santo este cardenal, mas bien parece una maldición )

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