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Reflexiones acerca del movimiento estudiantil

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Las protestas estudiantiles que se desencadenaron en Chile a partir del 14 de junio pasado, que siguen activas y que, probablemente, continuarán estándolo un tiempo más bajo distintas formas y referencias, nos permiten formular una serie de reflexiones. A ellas nos referiremos en las páginas que siguen a continuación.

PERSISTENCIA DEL MOVIMIENTO EN EL TIEMPO

Una de las primeras interrogantes que surgen en relación al movimiento estudiantil de 2011 dice relación con su supervivencia, su persistencia o prolongación en el tiempo, circunstancia que sorprende no a pocos políticos y estudiosos, y maravilla a quienes cifran en ello sus esperanzas por el advenimiento de una sociedad mejor.

Sostengo, fundamentalmente, en esta materia, y a riesgo de parecer un tanto simplista, que la clave de dicha permanencia no es otra sino, precisamente, su carácter de ‘movimiento’, es decir, de agrupación social, de unión de numerosos individuos en torno a un descubrimiento común, una revelación que los afecta a todos, una nueva perspectiva para ellos acerca de la realidad. O, como lo define Francesco Alberoni,

“El movimiento es el proceso histórico que va del estado a la institución y que termina cuando la institución se encuentra por entero consolidada y ha reproducido la cotidianeidad”[1].

Y es que resulta crucial, para estos efectos, definir lo que ha de entenderse por movimiento. Porque a partir de esa definición pueden desprenderse otras consideraciones.

Para abordar estas materias, sin embargo, previo es introducirnos, aunque sea brevemente, en las tesis del investigador italiano.

En efecto, sostiene Francesco Alberoni, uno de los pioneros en el estudio de los movimientos sociales, que en las sociedades donde existe una fuerte división del trabajo ningún individuo puede sobrevivir sin el aporte de los demás, circunstancia que obliga a vivir en comunidad. Al establecerse ese grupo humano en el carácter de estructura social se organiza, al mismo tiempo, un campo de solidaridad que puede ser más o menos intenso según el tipo de organización que adopten sus fuerzas sociales en disputa.

“Observando estos fenómenos heterogéneos, he llegado a la conclusión que el fenómeno más original, más específico que lo caracteriza, es algo que se encuentra en la mente del individuo. Una experiencia, un modo de ver el mundo y de comportarse con los demás que he llamado ‘estado naciente’. Cuando viven esta experiencia tienden los individuos a formar campos de solidaridad increíblemente intensos y exhiben una capacidad de renovación, de riesgo, de proselitismo extraordinariamente más elevada que la empleada en la vida cotidiana. El movimiento se ha puesto en acción en estos núcleos sociales, tal vez pequeñísimos, que se reconocen unos a otros y que, sobretodo, ejercitan una acción de movilización y de guía”[2].

La solidaridad social, entonces, comienza a hacerse manifiesta en forma de efervescencia colectiva. Pero esta manifestación, para poder ser posible, oculta una clave, un secreto, un mecanismo que la guía, al cual se refiere Durkheim con las siguientes palabras:

“Cuando las conciencias individuales, en lugar de separarse unas de otras, entran estrechamente en unión e interactúan activamente unas sobre otras, de esa síntesis emerge una vida psíquica de nuevo tipo. Esta se distingue de aquella que guía  al individuo solitario en primer lugar por su particular intensidad: los sentimientos que nacen y se desarrollan en el seno de los grupos tienen una energía a la que no llegan los sentimientos puramente individuales. El hombre que la experimenta tiene la impresión de estar dominado por una fuerza que no reconoce como suya, que lo trasciende, que no domina […]”[3]

Si el ‘movimiento’ es el proceso histórico que va desde el estado naciente a la institución y que termina cuando ésta se consolida y reproduce la cotidianeidad, ‘movimiento’ pasa a ser sinónimo de ‘estado naciente’; y  ‘estado naciente’, a la vez, de  ‘movimiento’. Pero este hecho no sucede en cualquier momento ni en cualquier lugar. Como lo expresa Alberoni:

“Los grandes movimientos surgen cuando en el sistema social han madurado las condiciones económicas, sociales y políticas que provocan, a un cierto punto, el simultáneo activarse de muchos procesos de estado naciente”[4].

Un grupo humano en estado naciente es un grupo capaz de hacer grandes transformaciones, de provocar cambios espectaculares en el campo de la solidaridad. Y es que dicho estado no es un simple acto intuitivo, una emoción que dura un minuto, una hora, un día. Alberoni lo expresa con las siguientes palabras:

“Es el descubrimiento que la propia vida precedente fue malgastada, que el mundo es distinto a como creíamos y que puede ser cambiado. El estado naciente es abandonar lo conocido y abrazar lo ignoto. Es una muerte y un renacimiento, un cambio irreversible que determina todos los comportamientos sucesivos”[5].

El estado naciente es, pues, un estado que se prolonga en el tiempo porque es un convencimiento de estar obrando en conformidad a lo que se cree o piensa.

Entonces, no por otra causa el movimiento estudiantil chileno ha perdurado y seguirá haciéndolo en el futuro (si es que prosigue); y es porque se encuentra en ‘estado naciente’, porque tiene el convencimiento de estar actuando en la forma debida, porque, en suma, tiene la mística que requiere toda organización humana para realizar sus ideas, para hacerlas posible. Lo que nos lleva a preguntarnos qué es lo que, realmente, quiere.

LAS PRETENSIONES DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL

Es un hecho cierto que el movimiento estudiantil chileno comenzó planteándose problemas de carácter gremial tal como sucede con todo movimiento, en este caso, extensión del carnet escolar, solución al problema del endeudamiento (Chile es uno de los pocos países del mundo en donde el estudiante ―o el padre, la madre o apoderado, en su defecto―debe pagar sus propios estudios para poder acceder a una educación superior), mejoramiento de los locales y establecimientos escolares, en fin. Pero la lucha por determinadas mejoras conduce inexorablemente a la discusión del por qué se producen esos problemas. Una vez determinados aquellos, se hace necesario plantearlos a la autoridad. Pero cuando eso sucede y se reciben solamente excusas y explicaciones que no van al fondo del problema, la decepción estalla. Y es que al tema del endeudamiento se da, como único remedio, la consolidación, que no es sino la prolongación en el tiempo de las cuotas a pagar, con el consabido aumento de los intereses bancarios, pues son los bancos quienes hacen negocio con los jóvenes. Entonces, algo indica que el objetivo de la educación es el negocio, el ‘lucro’, que vastos sectores del comercio se lucran con la educación, que hay ‘sostenedores’ y beneficiarios de los dineros estatales. Y los jóvenes se preguntan ¿por qué ‘sostenedores’? ¿Por qué no una educación gratuita si es el Estado quien está manteniendo a los ‘sostenedores’? Las demandas gremiales cambian, así, de naturaleza. Porque, en verdad, lo que sucede es que hay un sistema educacional construido en función de un modelo económico, de una forma de acumular que requiere extraer dinero de quien sea: lo único que interesa es la existencia de alguien obligado al pago. El sistema educacional comienza a ponerse en tela de juicio y, junto con él, la forma de acumular o modelo económico. Y toda la organización social. En ese momento, el movimiento se transforma y ya no es un movimiento gremial sino político. Los estudiantes se plantean frente al Estado y comienzan a desafiarlo. Hablan de la necesidad y urgencia de cambios. Cuando el Estado subroga a los ‘sostenedores’ enviando servicios policiales en contra de los estudiantes, el movimiento, entonces, deviene por completo en político.

EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL EN LA NUEVA FASE

El movimiento estudiantil chileno no surge como algo aislado. Es resultado de los cambios que está produciendo el sistema capitalista mundial (SKM) en su fase de expansión. Los movimientos surgen como una forma de hacer frente a las frecuentes transformaciones que tienen lugar en las distintas zonas del planeta.

En uno de nuestros documentos publicados por este medio en diciembre del año 2008[6], señalábamos nosotros que, a partir de la década de los 90, había ingresado el sistema capitalista mundial (SKM) a una nueva fase dentro de su evolución, a la cual, y a falta de un nombre mejor, quisimos denominar ‘de expansión’.

En el recorrido de esa nueva fase, sostuvimos que tal sistema buscaría expandirse hacia todos lados a fin de abarcar todo el orbe y hacerse planetario, cumpliendo de esa manera su finalidad esencial. No olvidemos que el ‘capital’ es un valor que se valoriza y busca acrecentarse constantemente. Tal es su esencia y finalidad.

Indicábamos, además, que para formular tal afirmación nos parecía suficiente entregar tan sólo una razón cual era la incorporación al proceso productivo de dos extraordinarios y nuevos instrumentos de trabajo, a saber, el ordenador y la red mundial Internet, instrumentos que habían permitido no sólo desarrollar

“[…] formas de comunicación por entero nuevas y más veloces, sino han revolucionado la sociedad hasta alcanzar límites increíbles, alterando el trabajo y su manera de realizarlo. Al revolucionar las formas de comunicación, el ordenador e Internet se han transformado en el motor por excelencia de la propagación del flujo monetario y de la transferencia del dinero hacia y desde los centros neurálgicos del capitalismo mundial. Y han transformado al ser humano. Computadora e Internet han sido, en consecuencia, los factores decisivos en la expansión sin precedentes que ha experimentado la forma de acumular vigente[7]”.

Concluíamos indicando que, a consecuencia de tales transformaciones, una era también de cambios, modificaciones y alteraciones había de hacerse presente en todos los rincones del planeta. Las naciones, de una u otra manera se verían afectadas siendo obligadas a adecuar sus formas de funcionamiento ante los inevitables nuevos requerimientos que impondría el SKM.

Por eso, cuando estallaron las protestas en el mundo árabe, no atribuimos la causa de dicho fenómeno, como lo hicieron otros analistas, a situaciones de extrema miseria, de opresión, al intervencionismo de las naciones occidentales, en fin, sino sostuvimos que aquella radicaba fundamentalmente en la necesidad que tenían las naciones árabes de hacerse funcionales a los nuevos requerimientos del SKM. El todo volvía, una vez más, a decidir el destino de la parte.

SIGNIFICADO DE LA EXISTENCIA DE UNA NUEVA FASE

No basta, sin embargo, decir, simplemente, que el SKM ha comenzado a recorrer una nueva fase en su evolución. Es necesario agregar que cuando se habla de la presencia de una nueva fase nos estamos refiriendo, al mismo tiempo, al inicio de una nueva configuración, es decir, de un período en el que la distribución de los elementos que componían el anterior no es la misma pues algunos que parecían importantes han pasado a no serlo y los que parecían no tener valor alguno han adquirido, de súbito, gran relevancia. Dicho de otra manera: la disposición de determinados elementos que permitía el funcionamiento del sistema se han alterado; los que aún no han experimentado cambios deben comenzar a adecuarse, a hacerse funcionales a los que sí lo han hecho para que el sistema funcione con agilidad.

Todo ello no significa que el SKM haya alterado su esencia. En modo alguno. El sistema sigue siendo capitalista pues su motivo central es la producción de capital; para ello requiere de los componentes básicos del capital, es decir, dinero, existencia de comprador y vendedor de fuerza o capacidad de trabajo y producción de plusvalor.  Sin embargo, la forma de realizar la percepción de aquel no es la misma, ha variado, se ejecuta de manera diferente. En consecuencia, muchos de los instrumentos que se ocupaban en el recorrido de la fase anterior y parecían útiles, en la nueva pueden no serlo. Más, aún: pueden resultar ser trabas para el funcionamiento del mismo.

Los instrumentos con los cuales cuenta una sociedad son, generalmente, formas de organización, estructuras jurídico-políticas e ideológicas, modelos que se aplican en determinados períodos y corresponden a las necesidades propias de la misma, que son las necesidades del todo. Por eso, una sociedad adopta determinados modos de funcionar en el plano económico, jurídico-político y cultural. Una determinada forma de realizar los negocios exige instituciones que faciliten aquella, un ordenamiento jurídico de esa naturaleza y una forma de comportarse que debe adoptar toda la comunidad. Las leyes y las costumbres no se establecen porque sí. Tras esas formas de regulación jurídica y moral hay toda una historia de acomodos y reformas que les han permitido llegar a ser lo que son hoy. Parlamentos bicamerales dejan, de súbito, serlo para hacerse unicamerales; partidos que funcionaban de determinada manera dejan de existir o se fusionan para dar origen a otro u otros o, simplemente, desaparecen; alianzas que existían dejan de ser útiles y se ensayan otras más eficaces.

IMPORTANCIA DE LAS RELACIONES DINERARIAS

Hemos sostenido que la nueva fase que comienza a recorrer el SKM se caracteriza porque el capital bancario en estrecha alianza con el comercial se ha impuesto sobre el industrial. Nada de ello es casual. Que hoy en día el control hegemónico del bloque en el poder a nivel planetario, regional y local lo detente la alianza bancaria/comercial puede explicar muchas cosas. Incluso, el escandaloso aumento de la corrupción, elemento que se ha mostrado crucial en el desarrollo de las protestas de nuevo tipo (‘indignados’ y estudiantes) que repudian a los políticos.

¿Cómo pudo ser ello posible? La masa de dinero que circula en el planeta tiene su origen en el dinero emitido por las casas estatales (que es el dinero corriente, integrado por billetes y monedas) y el dinero giral (que es el dinero producido por la actividad bancaria). El dinero giral es un dinero creado por el crédito. La incorporación de la computadora e Internet facilitó la transacción dineraria. Un instrumento que había empezado a operar por los años 60 (la tarjeta de crédito) encontró, de súbito, la posibilidad de expandirse sin control de Banco Central alguno. La masa monetaria aumentó en forma exponencial. La creación de bancos por parte de la burguesía comercial elevó más aún el dinero proveniente del crédito; también la multiplicación de los seguros asegurados por otros seguros y la liquidación de tales títulos. El dinero se expandió de manera brutal. La banca ideó cada vez mejores medios para apoderarse de la masa dineraria circulante. La usura pasó a ser la forma natural de vida de un amplio sector de las clases y fracciones de clase dominantes. Quienes no pudieron acumular a través de esos medios lo hicieron a través de la realización de una serie de actos, muchos de los cuales no constituyen delito aunque sí inmoralidades. O amoralidades, en su caso. Tal es lo que sucede con la corrupción. Estado e instituciones se corrompieron; también los jefes de estado y parlamentarios y, naturalmente, gran parte de los partidos políticos y algunas organizaciones sociales. La dicotomía entre ‘izquierda’ y ‘derecha’ ayudó a esta labor. Los representantes ‘izquierdistas’ estaban más interesados en obtener cargos con rentas elevadas que de solucionar los problemas de las grandes mayorías nacionales. Muchos de ellos, a poco de ser elegidos, comenzaron a gobernar para la ‘derecha’ en tanto la gente de ‘derecha’ lo hacía para sí y para dejarles lugar a los ’izquierdistas’ que trabajaban para ella. El desprestigio de la política y de los políticos se hizo presente con la fuerza de un huracán. El escaso interés por participar en las contiendas electorales se ha convertido en un buen índice de este fenómeno.

LAS TRANSFORMACIONES DE LOS SECTORES DOMINANTES SON LAS TRANSFORMACIONES DE LOS SECTORES DOMINADOS

Cuando las estructuras políticas (como los partidos), creadas por los sectores dominantes para el adecuado funcionamiento de la democracia, entran en crisis por las razones antedichas y se desprestigian, y los propios sectores dominantes ponen en duda la excelsitud de dicho funcionamiento, resulta casi ocioso preguntarse a qué se debe la escasa participación popular en las contiendas electorales. Entonces, todas las organizaciones del Estado comienzan una campaña desesperada por incitar a los votantes a votar, a pedir a todos que las ayuden a robustecer el sistema democrático, que es la única forma que tienen de legitimarse ante la comunidad.

Pero eso no sucede de la manera que ellos quieren. También los sectores dominados entienden que, al producirse cambios sustanciales en el campo de acción de ‘los de arriba’, también ‘los de abajo’ deben ensayar formas propias de organización. No ocurre en el área social y política algo diferente a lo que ocurre en el campo cultural; también al desarrollarse una cultura de los sectores dominantes se desarrolla una cultura entre los sectores dominados, dependiente, a la vez que autónoma, repetitiva a la vez que original, pero muy propia, muy auténtica, muy típica.

La correspondencia que ha de existir entre los requerimientos que plantea el recorrido de una nueva fase en la evolución del SKM para determinada nación y el funcionamiento de sus institutos no es distinta a la que debe existir entre sectores dominantes y sectores dominados. Con una diferencia: cada vez que ello ocurre y los sectores dominados deben adecuarse a las innovaciones que introducen los sectores dominantes al funcionamiento de las instituciones políticas de la nación, en ese momento pueden ensayar formas diferentes y romper las estructuras de la sociedad en busca de una que refleje con mayor propiedad la nueva forma de solidaridad que les interesa establecer.

LOS MOVIMIENTOS SOCIALES DE NUEVO TIPO

No puede, en consecuencia, decirse que los movimientos actuales sean los mismos de antaño. Ni hacerse comparaciones. Se trata de movimientos de nuevo tipo. Corresponden a la fase que actualmente recorre el SKM en su evolución y que no pueden ser encasillados con los del pasado sin riesgo de incurrir en analogías anacrónicas.

Las características de estos movimientos son, entre otras:

  1. Autonomía. Los movimientos sociales que se han destacado en 2011 se muestran como estructuras esencialmente autónomas. Desde este punto de vista, puede considerárseles como expresión de un colectivo, de una agrupación, de un contingente humano que, habitando un mismo territorio o practicando una misma labor o actividad, se encuentran unidos en torno a la defensa de sus intereses comunes. No son creados, en consecuencia, por partido político alguno o acto de autoridad; simplemente, aparecen como expresión de voluntades que desean actuar colectivamente en torno a materias o problemas que les son comunes.
  2. Autoorganización. Como consecuencia de lo anterior, se trata de estructuras sociales autoorganizadas, creadas por sus mismos actores como expresión una necesidad colectiva. Generalmente, la forma de organización que adoptan está estrechamente ligada a lo que determinan sus propias necesidades; aunque la ley establezca la forma de hacerlo. Desde este punto de vista, puede decirse que los movimientos sociales nuevos son independientes y soberanos porque usan la ley (aunque no la compartan), lo que no les impide darse la organización que ellos quieren.
  3. Autorregulación. La capacidad que tienen estas organizaciones de autoorganizarse también las hace autorregularse pues la reglamentación o condiciones que van a emplear sus componentes sociales (miembros) para relacionarse entre sí son producto del mismo colectivo. Como en el caso de la autoorganización, también la autorregulación opera al margen de la ley. Aunque la propia ley establezca cómo se han de regir las relaciones entre ellos, también sus miembros operan como ellos lo quieren. La ley es usada, pero en la medida que no abrogue la voluntad del colectivo.
  4. Separación de las organizaciones políticas tradicionales. Las nuevas organizaciones evitan el contacto con los partidos y sus dirigentes. Prefieren definirse como organizaciones independientes de carácter gremial, vecinal, sindical, estudiantil o de otro tipo, pero en ningún caso dar a conocer un nexo que las identifique con las estructuras políticas de la nación. En los casos en que la dirigencia partidaria intenta participar en sus manifestaciones, el movimiento la rechaza enérgicamente pues existe un repudio al actuar político.
  5. Empleo del ‘vocero’. Estas organizaciones tienen dirigentes naturales que no actúan en el carácter de tales sino, más bien, de ‘voceros’, es decir, personas que hablan a nombre de un colectivo. No se trata, por consiguiente, de ‘líderes’ o ‘jefes’, ni mucho menos de ‘autoridades’, sino de personas que actúan con sujeción a la voluntad de un colectivo.
  6. La dirección, por consiguiente, es colectiva, lo cual no significa sino que el grupo actúa de común acuerdo, con representantes naturales elegidos en asambleas. El colectivo es la única autoridad. Estos grupos pueden dar origen a una organización mayor, siempre y cuando las asambleas respectivas se pronuncien sobre el particular.
  7. Empleo eficaz de los avances tecnológicos. Ocupan intensamente toda la tecnología que ha desplegado el avance de las fuerzas productivas: se conectan por teléfono móvil, toman testimonio (fotografías) de las protestas con sus propios teléfonos y hacen denuncias a las autoridades respecto del proceder de sus subordinados a través del mismo instrumento, emplean la red de Internet (Facebook, E-mail, Twitter), utilizan hábilmente el computador, el scanner, el MacBook, la impresora láser, el I-Phone, el I-Pad, el MP-4, en fin. En suma: se encuentran permanentemente comunicados gracias al prodigioso avance de las fuerzas productivas, porque se trata de una juventud tecnificada. Desde este punto de vista, se trata de una juventud preparada para asumir el control completo de la sociedad.
  8. Ocupan territorialmente un determinado lugar que es el de sus propias actividades, el colegio en donde estudian o la plaza que consideran adecuada. No por algo realizan tomas en los colegios e instituciones donde actúan corrientemente. Queremos con ello indicar que reivindican en virtud del derecho de uso la propiedad territorial en donde realizan sus actividades (colegios, liceos, universidades, centros de estudios). No han sido capaces aún de realizar las protestas apropiándose de los territorios en que viven porque sus motivaciones han sido diferentes, pero no es imposible suponer que lo hagan en el futuro.
  9. La inmensa mayoría de ellos son jóvenes, estudiantes secundarios y universitarios o vendedores  (potenciales o efectivos) de fuerza o capacidad de trabajo.  Tratándose de estudiantes, son personas sin importancia para el sector institucional pues no participan en votación alguna. Sin embargo, este aspecto, tiene importancia crucial para los sectores conservadores, preocupados de solucionar los problemas de una sociedad en base a elecciones sucesivas.
  10. Actúan con el respaldo de sus padres y apoderados y, en general, de una comunidad, lo que hace suponer una situación diferente en relación a otros movimientos y da una fortaleza sin precedentes a su movimiento. Por eso, junto a ellos participan personas adultas y niños, la mayoría de los cuales son sus propios familiares. La represión, en esta caso, tiende a aminorarse pues la policía vacila antes de obedecer a una orden de ataque.
  11. El método de la protesta está basado en la técnica ‘Gandhi’, es decir, la ‘no violencia activa’ ―que defendiera, en Chile, celosamente, Clotario Blest―, con la cual desarman psicológicamente a sus adversarios. Porque, al protestar por sus derechos sin recurrir a la fuerza, ponen de cargo del represor el empleo de la violencia rebajándolo moralmente ante la comunidad nacional e internacional y presentándolo como un sujeto incapaz de dialogar y resolver por esa vía la raíz del problema.
  12. Se trata de un ‘movimiento’, es decir, de una estructura social que se forma cuando numerosas personas confluyen en busca de una finalidad común, finalidad que no es cualquiera sino un anhelo de superación que sólo puede expresarse de la manera que lo hace Alberoni. Y puesto que es un movimiento, se encuentra en ‘estado naciente’, que

“[…] es una experiencia tanto individual como colectiva que genera un nuevo tipo de acción social, una nueva solidaridad, una onda de choque contra las estructuras establecidas y una voluntad de renovación radical, una exploración de lo posible en la búsqueda  de realizar cualquier cosa […]”

 

  1. Es un movimiento social organizado horizontalmente, no verticalmente, con asambleas deliberativas, provistas de todo el poder que les es propio y con capacidad plena e indiscutida de cambiar y reemplazar a sus voceros por otros más idóneos, sin necesidad de explicar por qué ni cómo lo hace.
  2. Es un movimiento organizado por personas que colaboran entre sí, que cooperan unas con otras, que complementan sus acciones, y donde están ausentes los conceptos de competencia y autoridad. Los ‘voceros’ no son ‘ministros plenipotenciarios’ capaces de tomar acuerdos y decidir contiendas.
  3. Son movimientos ‘políticos’, aunque en determinadas circunstancias no lo expresen, pues a pesar de iniciarse con limitados objetivos gremiales, a medida que va transcurriendo el tiempo, van incorporando otras peticiones que desembocan en abiertos planteamientos políticos. Pero, fundamentalmente, lo son porque se plantean como fuerza organizada frente al poder estatal, desafían la institucionalidad vigente y amenazan con implantar una nueva. Desde este punto de vista, buscan alterar el orden jurídico-político de la nación.
  4. Constituyen la manifestación localizada de una toma de conciencia a nivel planetario que comienza a gestarse como consecuencia de la nueva fase que recorre en su evolución el SKM.
  5. Incorporan el carnaval y la fiesta a las manifestaciones, con lo que distienden la tensión natural que crea una marcha, una protesta, una concentración. La represión vacila ante la alegría de los payasos que acompañan a los manifestantes y ante las muchachas que danzan al compás de la música.

 

EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL CHILENO

El movimiento estudiantil chileno posee todas las características enunciadas en el acápite precedente.

El movimiento estudiantil chileno, entonces, no es diferente a los movimientos de los ‘indignados’ en otras latitudes del mundo. Todos ellos responden a un patrón que es común: la necesidad que tienen las clases dominadas de dar una respuesta a las nuevas formas de organizarse que ensayan las clases y fracciones de clase dominantes en la nueva fase que recorre el SKM. Y puesto que se desarrolla en Chile, posee las características propias de la formación social chilena; no es fruto de la historia de este país sino la forma histórica de cómo allí se enfrenta este nuevo momento que enfrenta la sociedad humana a nivel planetario.

Además de esas características anteriormente anotadas, debemos agregar otra: el movimiento estudiantil de 2011 no es sino la continuación del movimiento estudiantil de 2006; y del de 2008. Porque muchos de los alumnos, hoy endeudados, participaron de las marchas estudiantiles de esos años; en otras palabras, los endeudados de hoy son los estudiantes de ayer que ven confirmadas sus sospechas y temores de antaño. Y así vuelve a repetirse esta historia, con actores nuevos, en épocas diferentes, con situaciones distintas, pero con el apoyo de quienes lucharon antes por sus derechos; y que, de no haber solución a sus demandas, volverá a repetirse.

Este movimiento no se ha dado con la misma intensidad en las otras naciones sudamericanas; ocurre en Chile por varias circunstancias: la nación del sur ha copiado exitosamente las recetas europeas, especialmente, las de los países con mayores problemas sociales y mayor corrupción como lo son Portugal, Grecia e Italia; pero con mayor fidelidad, ha seguido las aguas de España. Responde, por consiguiente, a lo que se ha dado en considerar en el carácter de ‘país emergente’.

 

EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL Y EL APOYO LABORAL

El movimiento estudiantil puede, sin embargo, agotarse. Y no por voluntad propia, sino por otro motivo crucial: la falta de ayuda de los demás sectores sociales. Esta falta de ayuda tiene su explicación.

Chile viene saliendo de una etapa de gobierno socialdemócrata en donde fuertes burocracias sindicales y políticas tomaron la conducción del país. Para poder impulsar sus proyectos de desarrollo realizaron un consciente y deliberado trabajo para terminar con los movimientos e institucionalizarlos a fin de hacerlos funcionales al sistema[8]. A eso se debió la formación de la Central Unitaria de Trabajadores, organización superestructural controlada por la Democracia Cristiana y el Partido Socialista, con dirigentes corruptos y alejados de las bases, burocrática y pesada. No debe sorprender que escasas organizaciones sindicales se hayan afiliado a ese engendro y no pocas centrales hayan ido ofreciéndose como alternativa de unidad a los demás trabajadores. Por lo mismo, uno de los pocos errores que pueden atribuirse al movimiento estudiantil ha sido el intento de vincularse a la CUT en agosto recién pasado, a sabiendas que levantaba de la tumba a uno de los dirigentes intelectualmente más atrasados de la Concertación[9].

Una CUT dirigida por semejantes sujetos puede, en primer lugar, explicar por qué los sectores estudiantiles no hayan recibido la ayuda de los movimientos sindicales y que, en tanto las manifestaciones de los jóvenes resultaban cada vez más exitosas, los llamados a paro nacional de la central, por el contrario, terminaran en completo fiasco. Porque no hay hoy quien represente naturalmente a los trabajadores en su conjunto; la dirigencia de la CUT está por entero desprestigiada, no hay unidad sindical y los pocos dirigentes representativos de organizaciones activas (la ANEF, entre otras, representada por Raúl de la Puente) no se comprometen por temor a quedarse solos en la lucha y a las represalias posteriores. La posición de la ANEF debe entenderse, a pesar que su presidente pertenece al Partido Socialista. Y es que bajo los sucesivos gobiernos de la Concertación las brechas sociales que separan a los sectores más ricos de los más pobres se expandieron hasta alcanzar magnitudes impresionantes. Los trabajadores, que sufren una aguda explotación, t esta es una segunda explicación, temen al despido a pesar que sus sueldos puedan constituir una miseria.

Para quienes aún creen que en Chile hay ‘justicia social, el siguiente estudio, publicado por el periódico ‘El Mercurio’ en la penúltima semana de este mes, es elocuente:

  1. Menos de $ 64.000                                                                          7,2%
  2. Entre $ 65.000 y $ 136.000                                                          14,1%
  3. Entre $ 137.000 y $ 180.000                                                        21,3%
  4. Entre $ 181.000 y $ 250.000                                                        18,2%
  5. Entre $ 251.000 y $ 350.000                                                        14,9%
  6. Entre $ 351.000 y $ 450.000                                                          7,6%
  7. Entre $ 451.000 y $ 650.000                                                          6,4%
  8. Entre $ 651.000 y $ 850.000                                                          2,7%
  9. Entre $ 851.000 y $ 1.050.000                                                      1,4%
  10. Entre $ 1.051.000 y $ 1.250.000                                   0,9%
  11. Entre $ 1.251.000 y más                                                                 1,5%
  12. No encuestado (no responde)                                                  3,9%

Así, pues, el 83% de los trabajadores chilenos gana menos de $ 450.000[10]. Y un informe de 26 del presente indica algo peor: que el 60% de la población laboral tiene ingresos que no superan los $ 250.000[11]. No puede, pues, culparse a los trabajadores de no dar apoyo a las justas demandas de los estudiantes cuando están preocupados tan sólo de su propia sobrevivencia. Estos trabajadores mal pagados, este Chile de la miseria es el que manda a sus hijos a estudiar, el que apoya sus demandas, y lo hace en forma particular, en el carácter de padre o apoderado, porque no tiene otro modo institucional de hacerlo. Por lo demás, el temor a perder el trabajo es mayor que los anhelos de justicia, especialmente luego de ser abandonados por los sectores que parecían representarlos con mayor propiedad. La desconfianza ha hecho presa de ellos. No creen en el sindicalismo ni en su dirigencia.

Podría pensarse, entonces, que la solución estaría en manos de los partidos políticos. Craso error.

 

PARTIDOS POLÍTICOS

Los partidos políticos se encuentran organizados en dos bloques que son la Concertación de Partidos Por la Democracia y la Alianza Por Chile. La primera coalición está atomizada, el Partido Socialista se ha separado en numerosas fracciones y la presidenta del PPD Carolina Tohá no ve otra solución al problema más que uniendo su partido con el PS y el PRSD[12]. Es decir, la solución de la ‘izquierda’ pasaría por una similar a la que emplean las empresas para enfrentar las crisis, es decir, concentrando y centralizando su capital; en este caso, la solución ‘de mercado’ propuesta por Tohá es la concentración y centralización de militancia política.

La generalidad de los partidos disputan entre sí por llegar a ser la ‘vanguardia’ de la ‘clase obrera’ y de la sociedad en su conjunto; son, por lo mismo, organizaciones altamente competitivas y estructuradas empresarialmente. La generalidad de su dirigencia tiene tendencias narcisistas. No debe sorprender que intenten suplantar a los movimientos sociales en su rol de generadores de cambios dentro de una sociedad. No parece de más recordar aquí las destempladas palabras y la descontrolada reacción de Sergio Bitar en un programa televisivo, durante el curso del mes de agosto, al ser emplazado por Francisco Figueroa, vicepresidente de la FECH, en relación a la participación que al ex ministro le cupo en la aprobación del Crédito con Aval del Estado (CAE), principal causa que endeuda hoy al estudiantado chileno.

Un partido político, organizado a la manera que hoy sucede, muestra otra característica: es la dirigencia quien elige a la militancia y no ésta a aquella; y es que la militancia no es más que clientela política y no tiene posibilidad alguna de hacer oír sus demandas al interior de la colectividad. Y es que no existe ‘democracia partidaria’, sino autocracia.

La política impulsada por ese tipo de organizaciones presenta, además, un rasgo peculiar: el oportunismo. La llamada ‘izquierda’ ha intentado incorporarse al movimiento estudiantil, participar en sus marchas, copar sus entrevistas, a parecer junto a los dirigentes estudiantiles, incorporarlos a sus filas, cooptarlos y, no obstante, ha sido rechazada[13]. Los partidos políticos están divididos y son incapaces de dar dirección. Y es mejor que así sea. Los partidos políticos no le son necesarios pues corresponden a las formas antiguas de organización y no a la actual fase. No es casual lo que les sucede.

 

PIÑERA Y EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL

Un sector no despreciable de la ciudadanía parece creer que el movimiento estudiantil ha sido dirigido contra el presidente Sebastián Piñera, como representante natural de los estamentos dominantes de la sociedad.  Más específicamente, porque se le considera ‘de derecha’. No coincidimos con esa apreciación que evidencia un total desprecio por la teoría.

El presidente Piñera es representante natural de la clases y fracciones de clase dominantes, sin lugar a dudas; pero eso, poco o nada quiere decir. Porque la representación de las clases y fracciones de clase dominantes puede ser natural y espuria, y no por eso deja de ser representación; también, en ese sentido, la Concertación ha representado, en su momento, a las clases y fracciones de clase dominantes. Por eso el movimiento estudiantil la repudia a la vez que repudia a sus dirigentes.

Sebastián Piñera, con todo, ha intentado notorios avances en materia de consolidación y perfeccionamiento de la democracia, especialmente en materias que la Concertación, aún teniendo mayorías en el Parlamento, no pudo o no quiso hacer. Entre otras:

1. Presentación del proyecto de ley que incorpora  a las Fuerzas Armadas al Presupuesto General de la Nación y suprime el 10% que la Ley del Cobre le asignaba en calidad de patrimonio de libre disposición. Las Fuerzas Armadas, de aprobarse el proyecto, quedarían subordinadas a la aprobación de dicho presupuesto; se encontrarían bajo la tutela del Parlamento y no dispondrían de financiamiento propio como sucedía antes. Sin lugar a dudas, la dictación de semejante ley constituiría un logro en favor del fortalecimiento de la democracia.

2. Intento de controlar la actividad de la banca. El ministro Felipe Larraín intentó controlar las utilidades de la banca en los primeros meses a poco de asumir Piñera; no pudo hacerlo, pues se opuso a ello el ministro de Economía, en ese entonces, Juan Pablo Fontaine, personaje que, en las elecciones presidenciales de 2009, fue uno de los pilares de la candidatura de Marco Enríquez-Ominami.

3. Abolición del 7% que la ley obligaba a pagar a los jubilados para FONASA. Esta rebaja no operará en favor de los exonerados pues el Parlamento, −deben presumirse incluidos los representantes de la Concertación y del Partido Comunista−, aprobó la ley con esa limitación.

4. Presentación de un proyecto de ley destinado a suprimir el derecho que tenían las hijas solteras de los militares a heredar un montepío a la muerte de sus padres.

5. Un hecho notable de este Gobierno lo constituye el traslado del cuerpo de Carabineros de Chile al Ministerio del Interior, que la dictadura pinochetista dejó bajo la tutela de las Fuerzas Armadas.

6. Finalmente, la ampliación del postnatal para la mujer, período que ha sido extendido a seis meses.

No podemos decir aquí que la labor de Piñera y de su Gobierno, en estas materias, haya sido motivada por su gran sensibilidad social. Es bueno recordar aquí que la democracia es la forma normal de gobierno dentro del sistema capitalista. En tanto más perfecta sea, mayores posibilidades hay de realizar negocios. Por consiguiente, quien más interesado está en perfeccionar la democracia es el sector que integran las clases y fracciones de clase dominantes. Y Piñera es el representante natural de todas ellas. Sólo en esta circunstancia ha de encontrarse la razón de esos cambios. Si un vasto sector de la población siente antipatía por él se debe a que su persona condensa todo lo que implica ser clase dominante. Piñera no sólo representa a esos estamentos: en la práctica y en la vida real lo es él, personalmente. Por eso tal desprecio; y porque ese sentimiento es alentado y promovido por una Concertación que se sigue planteando frente a su Gobierno como la verdadera ‘izquierda’ y, por consiguiente, como la única alternativa posible.

¿NECESITA EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL UN PARTIDO QUE LO DIRIJA?

Es frecuente escuchar en los círculos político-partidarios la afirmación según la cual el movimiento estudiantil no tendría futuro pues no existe tras él partido alguno que lo dirija. En efecto, la visión tradicional de la política no acepta el actuar de movimiento social alguno sin una dirección político-partidaria que lo guíe. Sin embargo, un movimiento no tiene por qué tener un partido situado a sus espaldas. Un movimiento es, en sí mismo, una organización social, como podría serlo un partido, un sindicato, una agrupación musical. Puede, por lo mismo, y sin lugar a dudas, tener objetivos políticos; nada se lo impide. Es más: un movimiento debería tener objetivos políticos.  E, incluso, debería plantearse constantemente como alternativa al Estado y fijarse un itinerario o un programa de acción para cuya realización puede recabar el apoyo de la comunidad, sin necesidad de recurrir a la ayuda de partido alguno.

Porque es sabido que los partidos se organizan sólo para dirigir; por ende, su objetivo final es gobernar y, en consecuencia, colocar a su militancia incondicional en cargos de dirección del Estado a fin de conducir a la sociedad en su conjunto. No existe aún partido que se aparte de esa línea. No existe aún partido alguno que se ponga al servicio de las clases dominadas, que las apoye, que les proponga soluciones, alternativas, modelos e impulse sus acciones y reivindicaciones y coloque a sus organizaciones sociales a la cabeza de los cambios. Menos, aún, el partido que, una vez obtenidos los objetivos propuestos, se disuelva para integrarse al movimiento triunfante. Por el contrario: los partidos quieren dirigir, manejar, mandar, disponer, y contentar a su dirigencia con el goce de los sueldos más altos que existen en la cúspide de la pirámide social. No existe, en suma, el partido que tenga vocación de estar siempre al servicio de las demás, el partido que, en el momento decisivo, esté dispuesto a renunciar a sí mismo con tal de contribuir al pleno desarrollo del movimiento social, el partido que no sea partido sino la voluntad colectiva manifestada en forma de organización política. Digámoslo de otro modo: ¿qué partido, de los que hoy existen, se atrevería a proponer que los sueldos de los parlamentarios y de los altos dignatarios políticos se fijen en plebiscitos? ¿Qué partido ha propuesto contemplar en la Constitución el ejercicio de una acción popular para perseguir la responsabilidad de los representantes políticos cuando éstos no cumplen con las promesas empeñadas durante las campañas electorales? ¿Por qué ningún partido propone terminar con la propaganda electoral y sustituirla por una simple nómina que los servicios electorales envíen al votante indicando quiénes son los candidatos y cuáles son sus propuestas? ¿Qué partido ha propuesto exigir constitucionalmente, para dar validez de una elección, la participación de, a lo menos, el 70% de las personas llamadas a votar?

Por eso, el movimiento estudiantil chileno no necesita de partidos. Por el contrario: requiere del apoyo de todos los intelectuales, actores, músicos, pobladores, trabajadores, campesinos, padres y apoderados, sectores religiosos, organizaciones de derechos humanos, organizaciones deportivas, colegios, asociaciones gremiales, pequeños comerciantes y pequeños empresarios, en fin. Necesita que todos les hagan llegar sus visiones acerca de una nueva sociedad. Necesita que les hagan llegar aportes, modelos, proposiciones. Necesita de personas que se pongan incondicionalmente al servicio suyo a fin de dar soluciones racionales a los grandes problemas nacionales que le ha correspondido conocer en el transcurso de sus luchas.

Digámoslo con todas sus letras: nuestros estudiantes son los ciudadanos del mañana, los que han de tomar en sus manos la conducción de toda la sociedad; el movimiento estudiantil chileno necesita del apoyo de todos y de todo para que sus exigencias políticas puedan alcanzar plena y exitosa realización. Con mayor razón si ellas contemplan la solución de problemas para las grandes mayorías nacionales, soluciones que los partidos, los parlamentarios y dirigentes políticos han sido incapaces de dar a lo largo de estos 21 años de democracia vigilada.

Santiago, septiembre de 2011

 


[1] Alberoni, Francesco: “Genesi”, Garzanti Editore S.P.A., Milano, 1989, pág. 18.

[2] Alberoni, Francesco: Obra citada en (1), págs. 15 y 16.

[3] Durkheim, Emile: “Giudizi di valore e giudizi di realtà”, contenido en “Sociologia e filosofía”, Edizione Comunità, Milano, 1963, pág. 216.

[4] Alberoni, Francesco: Obra citada en (1), pág. 17.

[5] Alberoni, Francesco:Obra citada en (1), pág, 44.

[6] Véase el artículo intitulado ‘En el umbral de una nueva fase dentro de la evolución del sistema capitalista mundial’, de diciembre de 2008.

[7] Véase nuestro documento citado en (6).

[8] En el programa ‘Estado Nacional’, de domingo 25 de septiembre de 2011, el panelista Alfredo Joignant denunció que la Concertación, a lo largo de sus sucesivos gobiernos, se dedicó sistemáticamente a destruir todo movimiento social que intentara desafiarla.

[9] La presentación de la vocera del movimiento y Arturo Martínez, presidente de la CUT, fue deplorable, pues a esa fecha, el dirigente era un cadáver político. Pocos días después, el mismo, comentando la protesta de fines de ese mes, acusaría a los profesores de filosofía hacer apología de la violencia con las siguientes palabras:

“A los cabros les llenan la cabeza de porquerías, para que salgan a tirar piedras y hacer desórdenes […] Hay muchas universidades donde algunos hacen apologías de que la forma de encarar los problemas de la sociedad se hacen a peñascazos […]”

[10] ‘El Mercurio’, 25 de septiembre de 2011, sección Economía y Negocios, pág. B8.

[11] Noticiario Central de 24 horas, Televisión Nacional de Chile, 26 de septiembre de 2011.

[12] Véase ‘La Tercera’, 25 de septiembre de 2011, primera página.

[13] Uno de los pocos casos de infiltración política en el movimiento estudiantil lo hizo el diputado Carlos Montes en la marcha de septiembre, siendo sorprendido por la TV.

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2 Comentarios

  1. libertad joan

    Se nota que el señor Manuel Acuña A. vive más en el extranjero que en Chile.La prensa no siempre dice la verdad usted lo sabe mejor que yo. Muy bien lenguaje de texto, pero hay cosas que no corresponden por ejemplo el punto 3.- (jubilados 7% ) eso es falso. ¿ a quién le han quitado el pago del 7%). Mi miserable sueldo no es de 300 ni 400 mil pesos, es mucho menos, sin embargo a mi, ni a colega alguno (a) le han quitado el famoso 7%. Así como eso,todo está lleno de falacias, mitomanías etc.,Por eso los cabros , no creen en nada de las propuestas, porque saben que van a ser traicionados.

  2. carlos

    Muy laargo. La crónica la usa el autor como pretexto para meter la teoría de Alberoni, luego otros estudios sobre el capitaklismo mundial y poco aporta al tema de fondo planteado que uno no encuentre ya en artículos menos extensos. Además creo que incurre en el error de idealizar a los muchachos. . Mientras no se haga un plebiscito nacional, poco se avanzará en la dirección que quieren los estudiantes. Ellos ya hicieron algo importantísimo, quebraron la lógica de pagar por todo, la lógica del individualismo para resolver los problemas comunes, la lógica de aguantar. Y ese es un avance inmenso porque despertar a los chilenos y enseñarles que movilizados en la calle, contra la represión es el camino a seguir, es un aporte tremendo a la conciencia social del embrutecido pueblo chileno.

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