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¿Por qué se despistó Israel respecto al Cairo?

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27/02/11
Desde el acuerdo de paz con Egipto, Israel se ha preocupado
de sus enemigos situados al norte y al este. ¿Tal vez por eso le pillaron por
sorpresa los recientes acontecimientos sucedidos al oeste?

El gobierno, la comunidad de inteligencia y los expertos
académicos de Israel creían que el régimen de Mubarak era estable y que
perduraría hasta que el veterano presidente egipcio pasara las riendas a su
hijo Gamal o a su ministro de inteligencia, Omar Suleiman. El apoyo de
Norteamérica también parecía inamovible. La valoración israelí del apoyo
norteamericano a Mubarak se resumía inmejorablemente del siguiente modo:
"Sin novedad al oeste, y no habrá novedad". 

Y entonces las masas se rebelaron contra Mubarak e Israel
acabó triplemente sorprendido: por la forma en que se substituyó al gobernante,
por el momento en que tuvo lugar y por la reacción norteamericana.

El fallo de la inteligencia recuerda hace recordar la
valoración de la
Inteligencia Militar de la Fuerza de Defensa Israelí respecto a la
existencia de una "reducida probabilidad" de que estallara la guerra
la víspera de Yom Kippur en 1973, pero su significado es distinto. Entonces el
enemigo estaba a las puertas y la sorpresa impidió la convocatoria a tiempo de
los reservistas y llevó al derrumbe del alto mando. Esta vez, sólo pilló
desprevenido al gobierno. 

El resultado fue que el primer ministro Benjamin Netanyahu
siguió apoyando a  Mubarak después
incluso de que el presidente norteamericano le hubiera vuelto la espalda.
Netanyahu también hizo explícitos sus temores de que el acuerdo de paz se
viniera abajo y de que Egipto se convirtiera en un nuevo Irán. En foros
cerrados advirtió de que Israel tendría que incrementar su presupuesto de
defensa, completar rápidamente la verja a lo largo de la frontera meridional y
prepararse para el posible cierre del Canal de Suez y los estrechos de Tirán.
Si el primer ministro hubiera estado preparado para la revolución, tal vez
habría hablado con más cuidado y se hubiese visto menos expuesto a las críticas
internacionales. 

¿Qué provocó ese error de juicio? Al igual que en 1973, los
evaluadores se adhirieron a una "concepción" que guiaba su
pensamiento: que Egipto dispone de un gobierno fuerte y una oposición débil. El
distorsionado resultado de las elecciones parlamentarias del pasado otoño se
percibió aquí como prueba de la fortaleza del partido gobernante, no como signo
de debilidad de un régimen que depende del engaño y la intimidación para
sobrevivir.         

Desde que se firmó el
tratado de paz con Egipto, la inteligencia israelí se ha ido concentrando en
sus enemigos situados al este y al norte: Siria, Líbano, Irán y los palestinos.
Los oficiales de inteligencia comprendían que ser destinados al departamento
egipcio era como si te mandaran al exilio. Quienes se ocupaban de la capacidad
nuclear de Irán o del "terror global" conseguían ascensos, viajes a
reuniones de inteligencia en el extranjero y oportunidades de desarrollar su
carrera en institutos de investigación. 

Los jefes de inteligencia conocían personalmente a sus
homólogos del Cairo y mantenían una relación continuada de trabajo con ellos.
Les habría resultado difícil volver de los encuentros con sus pares egipcios y
escribir a continuación un informe que cuestionara la estabilidad del régimen
del Cairo.

Los funcionarios gubernamentales tenían problemas similares.
Si Netanyahu hubiera convocado una reunión para discutir el futuro de Egipto, y
eso se hubiera filtrado, habría constituido un grave insulto a Mubarak,
fomentando una crisis seria en las ya delicadas relaciones con Egipto. La
avanzada edad de Mubarak y su declinante salud no pasaron inadvertida a los
oficiales de inteligencia, especialistas en Oriente Medio y periodistas. Es
más, durante el año pasado, la cuestión de la sucesión se trató por extenso en
Israel y los medios de información occidentales, prediciendo la mayoría de los
analistas la continuidad de la estabilidad.   

Sin embargo, el periodista norteamericano Adam Shatz,
escribió en mayo pasado en The London Review of Books [1] que la situación
política de Egipto recordaba al crepúsculo del régimen del Sha en Irán. Con
mayor previsión y precisión todavía, Assaf Adiv, de la revista digital
Etgar-Challenge, [2] escribió a finales de mayo que Egipto se encontraba en el
umbral de una revolución social en sus bases. Citaba informaciones de Al-Ahram
Weekly , órgano oficial del régimen, sobre el creciente número de
manifestaciones, prediciendo que se extenderían. "La opción de que el
régimen de Mubarak puede durar no es más que una ilusión", escribió como
respuesta a un artículo mío de Haaretz, que daba cuenta de la esperanza israelí
de que el régimen del presidente fuera duradero.

Shatz y Adiv tenían razón, pero es dudoso que los lea
alguien de los servicios de inteligencia o la comunidad académica. Shatz se
muestra sumamente crítico con Israel y Adiv está etiquetado de extremista de
izquierda. Tal vez los leen en el departamento antisubversivo del los servicios
de seguridad del Shin Beth, [3] pero no en el departamento egipcio del
Ministerio de lnformación. Conclusión: vale la pena buscar información de
fuentes no tradicionales, aun de fuentes que irriten al funcionario y al
profesor.

En otoño, después de lass elecciones parlamentarias amañadas
de Egipto, empezaron a aparecer señales en la superficie que indicaban que los
EE. UU. estaban distánciandose de Mubarak. Artículos críticos con su régimen
fueron pasando de los márgenes a destacadas publicaciones como The New Republic
y The Washington Post, que apelaban a Obama para que promoviera la democracia
en Egipto y se desvinculara de su veterano dictador. 

La impresión era que algo había cambiado, pero se perdió en
el estamento de poder israelí. En su alocución de la reciente Conferencia de
Herzliya, el presidente del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa de la Knesset, [el Parlamento
israelí] Shaul Mofaz, del partido Kadima, se refirió a la sorpresa que causó
"el terremoto que comenzó en Túnez, continúa en Egipto y tiene visos de
extenderse". Pidió que se reexaminara la fiabilidad de las promesas
norteamericanas: "La conducta [norteamericana] en el contexto egipcio
constituye una disfunción severa", afirmó.

Esta semana Mofaz convocó a varios subcomités para debatir
los cambios regionales, pero nada dijo de investigar los fallos de
inteligencia. Tal vez no sea siquiera necesario: se ha ido Mubarak, pero el
régimen egipcio continúa intacto, con el país gobernado con leyes de emergencia
por el "Mando Militar Supremo". Si los oficiales se enamoran de sus
poltronas, los análisis respecto a la estabilidad del régimen resultarán
correctos y las manifestaciones de la Plaza Tahrir parecerán un acontecimiento aislado
que se desinfló.

Notas del Traductor.:  [1] 
Adam Shatz, "Mubarak´s Last Breath", The London Review of
Books, Vol. 32, No. 10, 27 de mayo de 2007. 
[2] De Etgar-Challenge ha publicado SP el artículo de
Yacov Ben Efrat, Un tufo de apartheid: la Ley de Ciudadanía de Israel.  [3]  El
Shin Beth o GSS (General Security Service) por sus siglas en inglés, es el
servicio de inteligencia y seguridad general interior de Israel, hoy conocido
como Shabak, acrónimo en hebreo de Sherut Bitachon Klali, שירות ביטחוןכללי,
Servicio de Seguridad General). Su lema es "מגןולא יראה"
("Defensor/protector invisible"). El servicio cuenta aproximadamente
con 5.000 miembros. Es una de las tres organizaciones principales de la
comunidad de inteligencia israelí junto con el servicio de inteligencia de las
fuerzas armadas (Aman) y el Mossad. (De Wikipedia).

Aluf Benn es editor
general del diario israelí Haaretz. Como periodista, se ha ocupado de temas de
política exterior, seguridad nacional y líderes políticos, cubriendo la
información sobre seis primeros ministros de Israel, de Ytzhak Rabin a
Netanyahu, las guerras árabe israelíes y las negociaciones desde los acuerdos
de Oslo de1993.
Ha colaborado en The New York Times, Foreign
Affairs, Newsweek y The Guardian.
Benn tiene una maestría por la Kellogg School of
Management de la  Northwestern University y
es licenciado por la
Universidad de Tel Aviv.

Traducción para
www.sinpermiso.info: Lucas Antón

*Fuente: Sin Permiso

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