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«Eduardo Frei Montalva… un estadista que sirvió a su país con vocación de servicio social»

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Estimados compañeros y amigos,

Con incredulidad e impresionado por el contenido del saludo
que Guillermo Teillier leyó a nombre del Partido Comunista de Chile en la Cámara de Diputados, (documento
aparecido en la página del PCC www.pcchile.cl y que adjunto a este material) en
homenaje al centenario del nacimiento de Eduardo Frei Montalva. Tengo mis
razonables dudas sobre que la mayoría de los militantes comunistas compartan
las ideas expresadas en ese saludo.

Es impresionante e incomprensible, cómo G. Teillier, destaca
los dotes de estadista del ex presidente, en circunstancias, que la mayoría de
los militantes de larga trayectoria en el partido, han sido testigo de la
represión ejercida en contra del pueblo y los trabajadores durante su mandato.
Debemos recordar que fue un acérrimo enemigo de los partidos de izquierda y en
especial del Partido Comunista de Chile. Así, él lo manifiesta en una carta
dirigida a Mariano Rumor, Presidente de la Unión Mundial de la Democracia Cristiana
el 8 Noviembre de 1973.

(Carta adjunta a estos materiales)

Guillermo Teillier omite en ese homenaje de "limpieza
de imagen" a Eduardo Frei M, que en su periodo presidencial 1964-1970, se
cometieron nueve masacres en contra del pueblo chileno, tragedias que causaron
muchos muertos, entre ellos hombres, mujeres, niños y ancianos. Las masacres
más destacadas por su brutalidad fueron las del mineral de El Salvador al norte
de Chile y la de Puerto Montt al sur de nuestro país.

No podemos olvidar además, que durante los últimos meses del
gobierno popular de Salvador Allende, del cuál también formábamos parte los
comunistas chilenos, este "gran estadista" junto a los miembros de la
dirección de su partido PDC, tocaban periódicamente las puertas de los
regimientos, para que los militares intervinieran con un golpe de estado, que
tendría las consecuencias nefastas que todos conocemos. A eso ¿se le puede
llamar "ser un formidable adversario político al gobierno de Salvador
Allende", cómo lo define G. Teillier en su saludo?

Con el afecto de siempre

Humberto Córdova.

PS: Adjunto los siguientes materiales:

1.     
Campaña de terror de Eduardo Frei Montalva en
elecciones presidenciales del año 1964.

2.     
Las masacres durante el gobierno de Eduardo Frei
Montalva 1964-1970.

3.     
Carta de Eduardo Frei Montalva, a Mariano Rumor,
Presidente de la Unión
Mundial de la Democracia Cristiana.
8 de Noviembre de 1973.

4.     
Homenaje de Guillermo Teillier a Eduardo Frei Montalva
en la Cámara
de Diputados de Chile. Enero del 2011.


Campaña de terror de
Eduardo Frei Montalva en elecciones presidenciales del año 1964

En 1958 poco antes de iniciarse las elecciones
presidenciales; Frei se negó a apoyar al candidato único de las fuerzas
democráticas y de izquierda, y resolvió presentar su propia candidatura por el
PDC. Esta situación no tuvo ninguna consecuencia ya que el ganador en estas
elecciones fue Jorge Alesandri.

Una nueva oportunidad se presenta para Eduardo Frei y en las
elecciones presidenciales de 1964, se presenta por el Partido Demócrata
Cristiano y se presenta como partidario de reformas sociales bajo la consigna
"En Chile todo debe cambiar".

Pero la principal arma de Frei no era su propaganda
reformista -tampoco en la campaña anterior fue parco de promesas- si no ese
mismo terror sociológico cuyo objetivo era amedrentar a los electores con el
fantasma del comunismo, ya que el candidato con el cual disputaba era Salvador
Allende.

Frei aseguraba que la victoria de Allende significaría el
terror, sangre, víctimas inocentes, sufrimientos, asesinatos, crímenes, violenciar
y otras calamidades semejantes. Esta idea se inculcaba diariamente a los
chilenos a través de los canales de informacion masiva en las iglesias.

Por ejemplo; La radio trasmitía a cada rato el tableteo de
una ametralladora. Seguía el grito desgarrador de una mujer:

– ¡Han matado a mi hijo! ¡Los Comunistas!

El locutor exclamaba conmovido:

-¡El Comunismo solo ofrece sangre y dolor! ¡Para que esto no
suceda en Chile elijamos Presidente a Eduardo Frei!.

La Prensa,
el cine; la radio, los carteles, los murales, folletos , libros; todo era
empleado para aterrar sociológicamente al pueblo y realizar la campaña de Frei.
Hasta en los temas deportivos se empleaban con este fin: ¡Un gol a favor de
Chile! Repitamos en las elecciones la victoria del campeonato de fútbol .
Chile-2 (Frei) – Rusia-1 (Allende).

Para apoyar la candidatura de Frei llegaron a Chile
"testigos vivos del terror del Comunismo": contrarrevolucionarios húngaros y
cubanos. Intervenían por radio, en la prensa y en mítines exhortando a "salvar
a Chile del Comunismo".

Pero las jerarcas de la iglesia también participaron en
forma activa en la campaña de amedramiento de los electores. En el mensaje
pastoral del episcopado chileno publicado en Septiembre de 1962 se decía: " Del
triunfo del Comunismo en Chile , la
Iglesia y todos sus hijos no pueden esperar si no
persecución, lagrimas y sangre."


Nueve masacres se
perpetraron durante el gobierno de Eduardo Frei M. 1964-1970.

-En 1965: Carabineros asesinaron a 1 campesino y dejaron
varios heridos a bala en el Fundo Los Cristales.

-11 de Marzo de 1966: Mineral de El Salvador; 2 mujeres y 6
obreros asesinados.

-23 de Noviembre de 1967: 7 obreros asesinados y varios
heridos a bala, en una manifestación de la Central Unica de
Trabajadores (CUT) en Santiago.

-En 1969: En dos oportunidades se reprimieron a pobladores.
En Arica el Grupo Móvil asesinó a 1 poblador. Y en Rancagua fue asesinado otro
poblador y hubieron varios heridos.

-El 9 de Marzo de 1969: Se asesinaron a 11 pobladores en
Pampa Irigoin, en Puerto Montt, dejando muchos heridos.

-El 28 de Agosto de 1969: Se reprimió a manifestantes en San
Miguel, dejando 1 muerto y varios heridos, 7 de ellos graves.

-11 de Septiembre de 1969: Carabineros asesinaron en Copiapó
a 1 estudiante.

-En 1970: Reprimieron a estudiantes en huelga, 2 estudiantes
fueron asesinados.

-8 de Julio de 1970: Un carabinero de civil asesinó a 1 un
joven comunista, en un acto que se realizaba en la Plaza Tropezón de
Quinta Normal, en el marco de un Paro Nacional de la CUT.

 


Carta de Eduardo Frei
Montalva a Mariano Rumor, Presidente de la Unión Mundial de la Democracia Cristiana.

Santiago, 8 de Noviembre de 1973

Muy estimado Presidente y amigo:

He creído de mi deber dirigirme a usted, y por su intermedio
a la directiva de la
Unión Mundial de la Democracia Cristiana,
para que conozcan nuestro pensamiento frente a los hechos ocurridos en Chile y
su repercusión exterior.

Tiene también por objeto señalar cómo una propaganda muy
concertada y dirigida pretende ensombrecer el nombre de la Democracia Cristiana
chilena y en especial el de algunos de sus personeros, sin que hayan faltado
quienes le han dado acogida, ignorantes de la verdadera realidad.

La
Democracia Cristiana nació en Chile justamente para defender
la libertad, el derecho y la democracia. En cuarenta años de existencia este
Partido nunca ha tenido una vacilación en la defensa de estos principios y en
su combate especialmente contra todas las fuerzas fascistas que en la década
del 30 al 40 gozaban de tanto prestigio y se extendían en nuestro hemisferio.
Combatimos así a la Falange
española, al rexismo belga, al fascismo italiano y el nazismo alemán.

Personalmente di testimonio de ello, al igual que todo
nuestro Partido, en libros, artículos y acciones correspondientes.

Fue este Partido el que en 1957 contribuyó a la derogación
de la Ley de
Defensa de la Democracia
que existía en Chile y que colocaba fuera de la ley al Partido Comunista. Por
último, llegado este Partido al Gobierno que tuve el honor de presidir, dirigió
al país dentro del más pleno respeto a las normas democráticas. Ningún partido
político sufrió, no digamos persecución, sino ni la más leve molestia, al igual
que en cualquier democracia europea. Y fue nuestro gobierno el que, arrastrando
en esos años muchos ataques, reanudó relaciones con Rusia y los demás países
socialistas.

Los partidos que se han conducido de esa manera no pueden
aceptar de nadie, ni de adversarios ni mucho menos de quienes se dicen amigos,
la menor tacha a su limpia trayectoria democrática. Y digo esto, porque para
asombro nuestro estamos recibiendo ahora lecciones de democracia de los
Partidos Comunistas y aun de quienes en su país ocuparon en el pasado cargos de
Ministros en gobiernos dictatoriales.

Esta campaña de desprestigio de la Democracia Cristiana
chilena ha sido acompañada por una incesante propaganda nacida en los medios de
izquierda marxista y acogida por insignificantes grupos democratacristianos, en
el sentido de que la
Democracia Cristiana chilena está dividida o a punto de
hacerlo, calificando a unos de "derechistas" y a otros de "izquierdistas". Si
con ese criterio se juzgara a cualquiera de los PDC de Europa y AméricaLatina,
seguramente éstos aparecerían con mucho mayores señales de división que las que
se pueden suponer en Chile, donde el Partido ha dado ejemplo de solidez y
unidad en situaciones extremadamente difíciles.

Que existan en algunos puntos diferencias de opinión es
natural en partidos democráticos, pero eso no hiere su unidad fundamental. Esta
maniobra de descalificación progresiva a unos o a otros, manejada por la prensa
marxista o de extrema derecha, consideramos que constituye uno de los mayores
peligros para el futuro de la Democracia Cristiana en cada país, si no existe
un mínimo de solidaridad y respeto entre los distintos partidos y no caen en la
trampa de hacerse eco de tales maniobras.

¿Qué ocurrió en Chile?

Este país ha vivido más de 160 años de democracia
prácticamente ininterrumpida. Es de preguntarse, entonces, cuál es la causa y
quiénes son los responsables de su quiebre. Nuestro juicio la responsabilidad
íntegra de esta situación – y lo decimos sin eufemismo alguno – corresponde al
régimen de la Unidad
Popular instaurado en el país.

¿En qué basamos esta afirmación?

a) Este régimen fue siempre minoría y nunca quiso
reconocerlo. Obtuvo en la elección presidencial el 36 por ciento de los votos.
Subió al 56 por ciento a los cuatro meses de elegido, en las elecciones
municipales, siguiendo una vieja tradición chilena en que el pueblo da su apoyo
al gobierno recién elegido.

En los comicios parlamentarios del 73 bajó al 43 por ciento,
a pesar de haber ejercido una intervención no conocida en la historia de Chile
y haber utilizado toda la maquinaria del Estado, enormes recursos financieros y
presión sobre las personas y organizaciones, que llegó hasta una violencia
desatada que causó varios muertos y numerosos heridos a bala. Por último, quedó
comprobado con posterioridad un fraude de por lo menos 4 a 5 por ciento de los votos,
pues los servicios públicos, entre otras cosas, falsificaron miles de carnés de
identidad.

b) Pero no sólo fueron minoría en el Parlamento. Fueron
minoría en los Municipios; lo fueron en las organizaciones vecinales,
profesionales, campesinas y progresivamente estaban llegando a ser minoría en
los principales sindicatos industriales y mineros, como el caso del Acero,
Petróleo, Cobre, etc. Igualmente, salvo en un solo caso, fueron derrotados en
todas las organizaciones universitarias en que votaban los académicos y los
estudiantes y para qué decir en las organizaciones específicamente
estudiantiles.

En vez de reconocer este hecho y buscar el consenso,
trataron de manera implacable de imponer un modelo de sociedad inspirado
claramente en el marxismo-leninismo.

Para lograrlo aplicaron torcidamente las leyes o las
atropellaron abiertamente, desconociendo a los Tribunales de Justicia. Cada vez
que perdían una elección en las organizaciones sindicales y campesinas o
estudiantiles desconocían el hecho y creaban una organización paralela afecta
al gobierno, la cual recibía la protección oficial mientras eran perseguidos
los organismos que respondían a una elección legítima. Así se trató a los
estudiantes, a la clase obrera y a los campesinos.

En esta tentativa de dominación llegaron a plantear la
sustitución del Congreso por una Asamblea Popular y la creación de Tribunales
Populares, algunos de los cuales llegaron a funcionar, como fue denunciado
públicamente. Pretendieron, asimismo, transformar todo el sistema educacional,
basado en un proceso de concientización marxista. Estas tentativas fueron
vigorosamente rechazadas no sólo por los partidos políticos democráticos, sino
por sindicatos y organizaciones de base de toda índole, y en cuanto a la
educación, ella significó la protesta de la Iglesia Católica
y de todas las confesiones protestantes que hicieron públicamente su oposición.
Frente a estos hechos, naturalmente la Democracia Cristiana
no podía permanecer en silencio. Era su deber – y lo cumplió – denunciar esta
tentativa totalitaria que se presentó siempre con una máscara democrática para
ganar tiempo y encubrir sus verdaderos objetivos.

Eso fue lo que el país resistió. Fueron éstas las razones
por las que la Corte
Suprema de Justicia, por la unanimidad de sus miembros,
denunció ante el país el hecho de que por primera vez en la historia de Chile
los Tribunales no eran respetados, se atropellaban las leyes y sus sentencias
no se cumplían. La
Contraloría General de la República, órgano que en
Chile adquiere un verdadero carácter constitucional y que no sólo tiene
funciones contables, sino que califica la legalidad de los decretos del
Ejecutivo, rechazó innumerables resoluciones del gobierno por estimarlas
ilegales.

El Parlamento continuamente reclamó durante tres años la
violación de las leyes y el atropello al Derecho, sin ser oído. Esto culminó
cuando, aprobadas dos reformas constitucionales, el Presidente de la República se negó a
promulgarlas. Buscando un pretexto para no hacerlo, recurrió primero al
Tribunal Constitucional, el cual dio la razón al Congreso. Sin embargo, eso fue
inútil. Pretendió después promulgar estas reformas de manera trunca, o sea,
parte del texto, lo que rechazó la Contraloría General
de la República. Por
último, se negó lisa y llanamente a respetar la decisión del Congreso Nacional.
Esto llevó a la Cámara
de Diputados a aprobar un acuerdo destinado a señalar al país que se estaban
atropellando abiertamente la
Constitución y las leyes y mostrar una lista abrumadora de
casos concretos de cómo así ocurría.

Por haber ejercido estos derechos, la Democracia Cristiana
es presentada por la propaganda comunista como fascista o antidemocrática. Esta
peregrina teoría parece haber encontrado acogida en algunos.

Pero cabe preguntar: ¿Qué ocurriría en cualquier país
europeo en que la Corte
Suprema de Justicia declara que el gobierno ha atropellado la
ley y no ha acatado las sentencias judiciales?. ¿Qué ocurriría si el Congreso
aprobase reformas constitucionales y el Ejecutivo se negara a promulgarlas y
aun a publicarlas?.

Lo curioso es que el Partido Comunista y el Partido
Socialista durante todos los gobiernos anteriores en que estuvieron en la
oposición la ejercieron en forma extrema. Cuando el gobierno de la DC triunfó con el 57% de los
votos del electorado nacional (no con el 36%), el Partido Socialista
oficialmente y el señor Allende, líder de ese Partido, declararon que no reconocían
el triunfo de la
Democracia Cristiana. Se negaron a concurrir al Congreso
Pleno, que en Chile es el trámite correspondiente para la proclamación del
Presidente de la República,
y anunciaron textualmente que le negarían al gobierno de la DC "la sal y el agua". El
Partido Comunista estuvo en una oposición constante y total.

Para hacerlo recurrieron a la injuria, a la violencia, y el
Partido Socialista una y otra vez manifestó que no respetaba el orden legal y
democrático, que no era sino un orden burgués. Cada vez que había una huelga o
un conflicto, el señor Allende y los partidos Socialista y Comunista lo
promovían o acentuaban para llevar al extremo la situación. En su implacable
crítica al gobierno de la Democracia Cristiana, todo lo encontraron mal, y
cuando la inflación llegaba al 20 por ciento, llamaban al país a la huelga
general para derrocarlo.

¡Qué distinta la actitud del Partido Demócrata Cristiano,
que concurrió con sus votos a elegir Presidente al señor Allende cuando obtuvo
sólo un 36 por ciento de la votación nacional y que no pidió en compensación ni
un solo cargo o influencia sino un Estatuto de Garantías Constitucionales que
asegurara plenamente la democracia en Chile!. Pues bien, por boca de don Renán
Fuentealba primero, y de don Patricio Aylwin después, como presidentes del
Partido Demócrata Cristiano, se denunció que este Estatuto, que el Presidente
juró respetar, fue constantemente atropellado.

¿Cuál era el fondo del problema?

El fondo del problema es que este gobierno minoritario,
presentándose como una vía legal y pacífica hacia el socialismo – que fue el
slogan de su propaganda nacional y mundial – estaba absolutamente decidido a
instaurar en el país una dictadura totalitaria y se estaban dando los pasos
progresivos para llegar a esta situación, de tal manera que ya en el año 1973
no cabía duda de que estábamos viviendo un régimen absolutamente anormal y que
eran pocos los pasos que quedaban por dar para instaurar en plenitud en Chile
una dictadura totalitaria.

Así lo señalaron no sólo la Corte Suprema, la Contraloría y el
Parlamento. Se agregó la declaración del Colegio de Abogados, que en extenso
documento indicó al país que el sistema legal había sido reiterada y
manifiestamente atropellado. Por otro lado, el Partido Radical de Izquierda,
que apoyó al señor Allende en la elección y que formó parte de su gobierno, se
retiró de él denunciando que había llegado a la certeza de que se iba al
quiebre de la democracia por la acción del gobierno que integraban. Hombres que
habían militado siempre en la izquierda chilena, que dirigían ese partido,
señalaron con extrema dureza que el país estaba al borde del caos y que la
voluntad del Ejecutivo era instaurar la dictadura totalitaria.

A esto se agregó el Colegio Médico, que tradicionalmente
apoyó al señor Allende, pues éste fue Presidente de él; el Colegio de
Ingenieros y todos los demás colegios profesionales. Fue, asimismo evidente un
cambio en diversos sindicatos, que se manifestó en huelgas, de las cuales la
más prolongada fue la de los obreros del cobre. Todo, pues, conducía a una
situación crítica.

Los partidos de gobierno ya no ocultaban sus intensiones. El
Secretario General del Partido Socialista llamaba abiertamente a los soldados y
marineros a desobedecer a sus oficiales y los incitaba a la rebelión. En
iguales términos se expresaban otros partidos de gobierno en forma de tal manera
insensata que hasta el propio Partido Comunista manifestó su desacuerdo con
ellos y en especial con el Partido Socialista, "que rechazaba todo acuerdo con la Democracia Cristiana
y se unía cada vez más al Movimiento de Izquierda Revolucionaria en su tesis de
la revolución violenta e inmediata". Así lo han declarado numerosos dirigentes
comunistas.

Reveladora es la entrevista publicada en La Stampa, del 26 de octubre
de 1973, en la cual se afirma por un alto dirigente que el Partido Comunista
buscaba una solución política, pero que en los últimos días se encontraron con
el discurso del Secretario General del Partido Socialista contra las Fuerzas
Armadas y "con su obstinado maximalismo al igual que el de Enríquez, jefe del
MIR, y por eso nos hemos encontrado sin preparación ante el golpe". La posición
del Partido Comunista, según la misma entrevista, que coincide con innumerables
otras declaraciones y documentos, no difería en cuanto a los objetivos, sino
sólo ante la táctica a seguir. "Las armas que teníamos – agrega -, de las
cuales los generales han descubierto una mínima parte, desgraciadamente eran
pocos los que las sabían usar, porque no había habido tiempo suficiente para
adiestrar a la masa popular".

O sea, vuelve siempre lo mismo: Ganar tiempo para obtener el
poder total. El Presidente de la
República declaraba respetar la ley, la Constitución y la
democracia, pero todas sus declaraciones eran de inmediato contradichas por los
hechos, ya que todos los compromisos fueron violados y todas las afirmaciones
desmentidas posteriormente por sus actos.

Innumerables documentos de sus asesores y de los dirigentes
de los Partidos Políticos que conformaban la Unidad Popular han
demostrado que todo su objetivo era ganar tiempo para consolidarse en el poder
y para afianzar su posición totalitaria, documentos que culminaron con la carta
publicada del señor Fidel Castro, en la cual le recomendaba al señor Allende
tratar con la
Democracia Cristiana con el solo objetivo de ganar tiempo. El
Partido Demócrata Cristiano, bajo la presidencia del señor Renán Fuentealba,
que abarcó parte del año 71, el 72 y hasta después de las elecciones
parlamentarias del 73, constantemente denunció este dualismo. Igual ocurrió con
la actual directiva. Acompaño a este respecto algunos documentos. A este cuadro
político se agregan dos hechos que han sido determinantes en el proceso
chileno.

El primero, instaurado el gobierno, convergieron hacia Chile
varios miles de representantes de la extrema izquierda revolucionaria de
América. Llegaron elementos tupamaros del Uruguay, miembros de guerrillas o
movimientos extremos del Brasil, de Bolivia, de Venezuela y de todos los
países, como hay numerosos casos, por delitos graves inexcarcelables. La Embajada de Cuba se
transformó en un verdadero ministerio, con un personal tan numeroso que era
superior, la sola Embajada de Cuba en Chile, a todo el personal que tenía
nuestro país en el Ministerio de Relaciones Exteriores el año 1970. Esto da la
medida. Además de ellos, nos vimos invadidos por norcoreanos y otros
representantes del mundo socialista.

Hombres conocidos en el continente por sus actividades
guerrilleras eran de inmediato ocupados en Chile con cargos en la Administración,
pero dedicaban su tiempo muchos de ellos al adiestramiento paramilitar e
instalaban escuelas de guerrillas que incluso ocupaban parte del territorio
nacional en que no podían penetrar ni siquiera representantes del Cuerpo de
Carabineros o de las Fuerzas Armadas.

El segundo, fue la acelerada importación de armas. El
Partido Demócrata Cristiano denunció continuamente este hecho. Hay más de
cincuenta documentos publicados por el Partido y dados a conocer en el
Parlamento respecto a la aseveración. Llevado de su preocupación el PDC
presentó un proyecto de ley que fue aprobado y que sirvió de base para iniciar
acciones que revelaron la existencia de fuertes contingentes de armas
importadas.

Después del pronunciamiento del 11 de septiembre estas
denuncias de la
Democracia Cristiana han quedado plenamente confirmadas. Las
armas hasta ahora recogidas ( y se estima que no son aún el 40 por ciento )
permitirían dotar a más de 15 regimientos y eso que una abrumadora proporción
aún no ha sido descubierta. Estas armas son todas de procedencia checa o rusa,
armas que jamás ha tenido el Ejército chileno. Por lo demás nadie ignora o
descarta en Chile la existencia de estas armas.

Se trata de armas de todo tipo, no sólo automáticas, sino
que pesadas, ametralladoras, bombas de alto poder explosivo, morteros, cañones
antitanques de avanzados modelos y todo un aparato logístico de comunicaciones,
de telefonía, clínicas médicas, etc., para poder concretar esta acción. Se
había establecido así un verdadero ejército paralelo. Nos preguntamos, una vez
más, y preguntamos a los dirigentes de la Unión Mundial de la Democracia Cristiana:
¿Qué democracia puede resistir esta situación? ¿Acaso la Democracia Cristiana,
sin armas y en consecuencia inerme frente a esta embestida, debía quedar
silenciosa? ¿Merece el calificativo de fascista o golpista por el hecho de
haber denunciado esta realidad? ¿Pretenden acaso que lo democrático era
permanecer mudos, amparando la preparación desembozada de una dictadura
impuesta por la fuerza de las armas?.

Es efectivo que como consecuencia de este extremismo armado
de la izquierda y sin duda amparado por el gobierno, ya que se ha probado que
muchos de los bultos que contenían estas armas llegaban consignados a la propia
Presidencia de la República,
nació inevitablemente un extremismo de derecha también armado. No nos referimos
al Partido Nacional, sino a grupos extremistas de derecha, que la Democracia Cristiana
nunca dejo de condenar con la misma claridad que a los de extrema izquierda. El
otro elemento digno de considerarse fue la conducción económica. El mundo
conoce cuál es el resultado de la gestión económica de la Unidad Popular.

Recibieron un país floreciente, en pleno desarrollo. El
cobre, principal producto de exportación, había sido nacionalizado en un 51 por
ciento y se había hecho una inversión ya terminada que duplicaba su capacidad
de producción. Impulso decisivo existía en la agricultura, en la industria y en
otras actividades mineras. El país estaba absolutamente al día en sus
compromisos internacionales y había podido en los dos últimos años de la Administración
anterior prescindir de créditos externos, salvo algunos destinados a la
instalación de nuevas industrias básicas, celulosa, petroquímica, etc., y se
había acumulado una reserva que por primera vez el país tenía ascendente a 600
millones de dólares. El único hecho negativo era que la inflación había llegado
al 30 por ciento en el último año. En estas condiciones la Unidad Popular
aseguró que terminaría con la inflación; que nunca más pedirían créditos
externos; que aumentaría la producción, independizarían económicamente al país
y mejorarían el nivel de vida de la clase trabajadora.

¿Cuál fue el resultado de su gestión?

El mundo la conoce. El total de las deudas líquidas
contraídas por la DC
durante sus 6 años de gobierno no llegaron a 400 millones de dólares, después
de pagar todos sus compromisos internacionales y tener su crédito absolutamente
limpio.

En menos de tres años el gobierno de la Unidad Popular que
afirmó que no endeudaría al país según su programa, elevó esas deudas en cerca
de mil millones de dólares, destinados no a inversión, sino exclusivamente a
comprar alimentos para paliar su fracaso en la agricultura. Además de eso
dejaron de pagar todas las deudas externas y en dos años se consumieron todas
las reservas que les había legado el régimen anterior. Por eso, en vez de
independencia, llegaron a la mayor dependencia conocida en Chile.

La inflación en cifras oficiales el gobierno llegó a 323 por
ciento en los últimos doce meses, pero los Institutos Universitarios, teniendo
consideración que prácticamente el país vivía del mercado negro, estimaban que
ésta superaba al 600 por ciento. El dólar en el mercado libre se transaba al
término del gobierno de la Democracia Cristiana a 20 escudos por dólar. En
el mes de agosto recién pasado llegaba a los 2.500 escudos por dólar, o sea,
una devaluación de más o menos el 12.000 por ciento.

Todos los índices de productividad habían bajado:
Industrialmente en más de un 7 por ciento; en la agricultura cerca del 23 por
ciento y en la minería aproximadamente en un 30 por ciento. Rubros tan
fundamentales como el trigo bajó su producción de 14 millones de quintales
término medio en los seis años anteriores, a menos de 8 millones. Muchos
institutos de investigación afirman que a menos de 6 millones. La quiebra era
total. Ahora cabe preguntar: ¿Era la Democracia Cristiana
fascista o golpista por el hecho de haber denunciado esta política económica
que llevó al país a la inflación desatada, al envilecimiento de la moneda, a la
paralización productiva, al mercado negro, a la escasez y al hambre?.

Los que con tanta ligereza hablan sobre Chile deberían venir
y recorrer las poblaciones periféricas, los campos y las ciudades y preguntar
cómo era necesario hasta diez horas de colas para conseguir 1/4 de litro de
aceite, cuando se conseguía, o un kilo de pan, cuando se conseguía, o medio
kilo de azúcar, cuando se conseguía.

¿Hay alguna democracia que resista estas tasas de inflación,
la escasez y el mercado negro? ¿Es fascismo y golpismo denunciarlo? ¿Acaso el
deber de un partido político es silenciar estos hechos? Ellos eran democráticos
cuando atacaban sin tregua un gobierno DC que jamás cometió errores. En cambio la Democracia Cristiana,
¿era fascista por el sólo hecho de defender el derecho a vivir dentro de
nuestra Patria y antidemocrática porque no se hacia cómplice del descalabro, de
la corrupción, de la inmoralidad y del desastre comprobado por quien quisiera
venir al país y constatar lo que sucedía?.

Sin embargo con la misma falsedad con que en el exterior se
decía que el ensayo político era una vía legal hacia el socialismo, se daban
pretextos para justificar este fracaso, que repetían algunos diarios de
renombre universal. Estos fueron los argumentos principales que se esgrimieron
para justificar el fracaso.

El primero, que las compañías norteamericanas expulsadas del
país estaban dificultando las ventas del cobre. Efectivamente una compañía
cometió la torpeza de iniciar un juicio de embargo respecto a una partida de
cobre, que la
Democracia Cristiana por supuesto condenó. Pero es necesario
ver la realidad. El embargo afectó una partida de cobre cuyo valor era de dos
millones de dólares en una venta anual de 600 millones de dólares o más. Por
otra parte, el embargo no se llevó a efecto porque los Tribunales franceses no
acogieron la demanda de la compañía. ¿Puede decirse que ésta es la razón para
explicar el fracaso?. La segunda es el bloqueo económico, cuyas características
no se precisaron y que sólo podría traducirse en imposibilidad de vender
productos, lo que nunca ocurrió o la imposibilidad de obtener créditos, lo que tampoco
ocurrió, pues con cifras dadas por el propio gobierno anterior ante el Club de
París, el Fondo Monetario y otros organismos se prueba que el gobierno de la Unidad Popular
dispuso de más créditos y endeudó al país más que ningún otro en la historia de
Chile en tan breve plazo.

El otro argumento es que éste era el costo de la revolución
y del avance social. Esto habría sido verdadero si hubieran recibido un país
estagnado. No es así. Recibieron un país en pleno proceso de transformación
social y en plena marcha las reformas tributarias, educacional, agraria, la
nacionalización de las riquezas básicas, al igual que activos planes de salud,
construcción de escuelas y viviendas.

La
Unidad Popular, con el voto unánime del Congreso, nacionalizó
el 49 por ciento del cobre, ya que el 51 había sido nacionalizado en el
gobierno de la
Democracia Cristiana. Inició un acelerado proceso de
estatización de industrias. La Democracia Cristiana no estuvo en contra de este
proceso, sólo exigió que se hiciera dentro de la ley, fijando los límites del
área social y privada. Nada de eso se obtuvo, pues se siguió el proceso
saltándose la ley y muchas veces con atropellos, asaltos y violencia.

Pero la más grave fue el tremendo fracaso del área
estatizada. Se dijo que el gobierno financiaría el desarrollo económico con las
utilidades de las empresas cuyo control tomaría el Estado. El año 1973 estas
empresas perdieron más de 150 mil millones de escudos. Si se considera que el
presupuesto nacional era una cifra equivalente, se medirá la magnitud del
fracaso. Es también efectivo que aceleraron al extremo la reforma agraria
iniciada por la
Democracia Cristiana, pero quisieron convertir toda la
agricultura en haciendas estatales colectivas, lo que fue resistido por el
campesinado. Se eliminó a los técnicos, se desorganizó toda la infraestructura,
y en vez de respetar la ley, se asaltaron las propiedades y las ocuparon con
gente que muchas veces no eran campesinos. Estas fueron, entre otras, las
causas del fracaso agrícola. Ostensiblemente disminuyó la construcción de
viviendas y de escuelas. Basta decir que en tres años no se construyeron ni 300
escuelas, mientras el gobierno de la
DC construyó 3.600. Estos son hechos. Un último aspecto que
creemos necesario destacar, ya que no podemos referirnos a todo, lo constituye
el clima de odio y violencia que reinaba en el país. Toda crítica, toda
observación, era contestada con las injurias más violentas para quienes tenían
la audacia de señalar los errores. El Partido Socialista y el Partido Comunista
crearon organizaciones armadas. Los Socialistas la llamaron "Elmo Catalán" y
los Comunistas constituyeron la tristemente célebre brigada "Ramona Parra". Se
constituyeron, asimismo, los llamados "cordones industriales", que rodeaban las
ciudades en forma estratégica; y como consecuencia de la escasez, se organizó
el racionamiento sobre la base de organismos políticos que empadronaron a los
habitantes para ejercer el control sobre la vida de la población.

Como consecuencia de todo esto murieron cerca de cien
personas y hubo innumerables heridos. Así murió el ex Vicepresidente de la República y uno de los
fundadores del PDC, don Edmundo Pérez Zujovic, vilmente asesinado al salir de
su casa por los miembros de una organización extremista. Los tres asesinos
habían sido detenidos al final del gobierno de la Democracia Cristiana
por haber perpetrado asaltos a mano armada y condenados por los Tribunales de
Justicia a varios años de prisión.

El primer acto del gobierno de la Unidad Popular fue
dejar en libertad a estos detenidos por actos ilegales y entre ellos los tres
que causaron la muerte de ese dirigente democratacristiano. Al indultarlos, el
Presidente Allende justificó su acto llamándolos "jóvenes idealistas".

También murieron víctimas de esta violencia varios
dirigentes juveniles de la DC
y quedaron centenares de heridos.

Cuando los obreros del cobre en huelga buscaron refugio en
el local central del Partido fueron atacados y hubo que instalar una posta de auxilios
que en el día atendió, según información oficial del PDC, a más de 700 personas
con heridas de toda especie, entre ellas 120 de carácter grave. Ese día el
presidente Aylwin y otros dirigentes, entre ellos yo mismo, estábamos en el
local del Partido y pudimos ser testigos de lo que ocurría.

Estas son las razones por las cuales el Partido Demócrata
Cristiano estuvo en la oposición, oposición que progresivamente se hizo más
dura por efecto de los abusos cada vez más graves que se cometían.

La posición del PDC en esta materia es intachable. Pasando
por encima de su interés político inmediato nunca rehuyó buscar soluciones para
el país. Esto es tan claro que incluso se criticó acerbamente al partido por
aceptar el diálogo.

Cada vez que el Presidente de la República deseó
conversar con la directiva, a pesar de las reiteradas veces que ésta fue
engañada, no se negó a hacerlo para que no se quebrara el régimen democrático.
De eso hay constancia en las declaraciones de los presidentes del Partido,
señores Renán Fuentealba y Patricio Aylwin.

Cuando el conjunto de los obispos chilenos hizo un llamado
para salvar la paz y evitar el conflicto y pidió un diálogo entre los hombres
de buena voluntad, el Presidente del PDC aceptó hacerlo y planteó públicamente
algunas bases para ello, que en último término significaban como condición
básica volver al respeto de la
Constitución y la ley. Todo esto que afirmo está en
documentos públicos aparecidos en la prensa y difundidos por la radio y la TV. El Presidente de la República aceptó en
principio nuestro planteamiento, para después rechazarlo.

A fines de agosto, a pesar de que estas conversaciones
terminaron por la imposibilidad total de que el Gobierno aceptara los
planteamientos del Partido – que eran extremadamente moderados, vistas las
circunstancias – nuevamente hubo una reunión en la cual el Presidente de la República, como lo ha
dejado establecido el señor Aylwin, no presentó una sola base de entendimiento,
afirmación nunca rebatida.

La directiva del Partido llegó a la convicción de que
exclusivamente se estaba ganando tiempo para preparar el control total del
poder por parte de la
Unidad Popular y acelerar su aparato paramilitar y el reparto
de armas.

Nadie puede, pues, decir que la Democracia Cristiana
no agotó los procedimientos para llegar a un acuerdo. Jamás se le hizo una
proposición seria. Nunca el Presidente ofreció una fórmula de gobierno. Al
revés, señaló que sería imposible el ingreso de la DC al Gabinete por la oposición
socialista y de los partidos integrantes de la Unidad Popular.

Las Fuerzas Armadas, llamadas por la propia UP, aceptaron
por tres veces en estos años integrar gabinetes ministeriales. Los partidos de la Unidad Popular,
después de hacer profesión durante 40 años de antagonismo hacia las instituciones
armadas, fueron precisamente los que trataron de mezclarlas en política, a
pesar de su reiterada voluntad de no aceptar. Su presencia no logró modificar
las líneas de acción gubernativa para evitar la catástrofe que se advertía
venir.

Pocos días antes del 11 de septiembre, advirtiendo la
directiva de la DC
la gravedad de la situación convocó a los jefes provinciales del Partido de
todo el país, quienes por unanimidad recomendaron como supremo arbitrio que los
senadores y diputados de la DC
presentaran las renuncias a sus cargos sobre la base de que el gobierno llamara
a un plebiscito y se sometiera a sus consecuencias para buscar así una salida
democrática al poder. Esto fue aceptado por la directiva y los parlamentarios,
que hicieron pública su decisión de renunciar. La proposición de un plebiscito
fue siempre rechazada, pues si obtuvieron el 43 por ciento en marzo del 73,
después la situación se degradó con gran rapidez, en especial porque se hizo ya
perceptible el caos económico y político.

Yo pregunto: ¿Puede un Partido hacer mayor esfuerzo y un
mayor sacrificio, siendo mayoritario en ambas ramas del Congreso en una
elección reciente en que tuvo que soportar el embate y la violencia del
gobierno, que ofrecer pública y responsablemente la renuncia de sus
parlamentarios con el fin de buscar una salida democrática para el país?. Esta
es la realidad. Por eso la Democracia Cristiana chilena puede decir ante el
mundo que una vez más dio un ejemplo de honradez democrática y de lealtad con
sus principios. Un análisis objetivo de los hechos revela que la razón
fundamental de que esta vieja democracia haya sufrido este embate fue el
gobierno de la Unidad
Popular, porque llevó al país a una situación que ninguno
puede resistir y aún es admirable la solidez de la democracia chilena que
resistió tanto.

Surge de todo esto una reflexión básica. ¿Por qué lo
ocurrido en Chile ha producido un impacto tan desproporcionado a la importancia
del país, su población, ubicación y fuerza? ¿Por qué la reacción de la Unión Soviética ha
sido de tal manera violenta y extremada? ¿Por qué el comunismo mundial ha
lanzado esta campaña para juzgar lo ocurrido en Chile y para atacar a la Democracia Cristiana?.

La razón es muy clara. Su caída ha significado un golpe
grave para el comunismo en el mundo. La combinación de Cuba con Chile, con sus
4.500 kms. de costa en el Pacífico y con su influencia intelectual y política
en América Latina era un paso decisivo en el control de este hemisferio. Por
eso su reacción ha sido tan violenta y desproporcionada. Este país les servía
de base de operación para todo el continente.

Pero no es sólo esto. Esta gigantesca campaña publicitaria
tiende a esconder un hecho básico: El fracaso de una política que habían
presentado como modelo en el mundo. ¿Cómo explicar que esta experiencia que
mostraban como camino a otros partidos democráticos y al socialismo europeo
haya conducido a un país organizado y libre a tan terrible catástrofe económica
y política, haya producido tal desesperación en las Fuerzas Armadas y en el
pueblo chileno – pues éstas jamás podrían haber actuado sin la aquiescencia de
la mayoría – hayan quebrado una tradición tan larga y tan honrosa que
constituía nuestro orgullo?. Toneladas de propaganda no borrarán un hecho:

Llevaron a un país de ejemplar vida democrática al fracaso
económico y al derrumbe de sus instituciones. Su esquema doctrinario y práctico
era erróneo y su conducción desastrosa. Tres días antes del 11 de septiembre,
el Presidente de la
República dijo al país: "Nos queda harina para tres días". Se
acababa hasta el pan. No había sucedido jamás. Eso es lo que no se quiere
analizar. Mejor dicho, se quiere ocultar.

Los socialistas europeos, democráticos y pluralistas, se
sienten obligados a respaldar un partido que proclamaba su desprecio a la
legalidad y como objetivo la revolución armada y violenta. Si no se quieren ver
los hechos ni los documentos, al menos podrían leer con atención las críticas
que formulara a este partido por su extremismo el propio Partido Comunista, que
varias veces lo llamó a la cordura. El otro hecho que la Democracia Cristiana
debe analizar es el problema de las comunicaciones. No hay ninguna duda de que
el caso chileno es un buen ejemplo de cómo un intenso aparataje de propaganda
es capaz de presentar las mayores falsedades y convertirlas en realidad. Ya eso
venía ocurriendo desde el comienzo del régimen, que como otros similares, no se
limitaba en cuanto a gastos de propaganda.

Pero lo ocurrido después del 11 de septiembre es algo
inverosímil para los chilenos. Fueron miles los que escucharon decir a la Radio de Moscú que habían
muerto 700 mil personas, en dos días. Otros hablaban de 30.000 y que corrían
ríos de sangre en Santiago. Para nosotros una sola vida humana no tiene precio.
No decimos esto por disminuir la tragedia a que el país fue llevado, pero según
nuestras informaciones, los muertos no llegarían a dos mil, lo que es bien
diferente a tan burdas mentiras.

Entre las miles de falsedades que se propalaron: Murieron 35
parlamentarios. Falso. Ninguno. Fue asesinado Neruda. Falso y ridículo. Todos
los órganos de publicidad le rindieron homenaje como a nadie en muchos años y
en el edificio del Congreso Nacional la bandera se izó a media hasta en señal
de duelo.

Se destruyó el Hospital Barros Luco, el mayor de Chile. No
hay un solo hospital destruido ni dañado en la más mínima parte. En el Hospital
Barros Luco no hay ni un vidrio quebrado .A qué seguir. Son cientos de ejemplos.

No ha faltado un programa de televisión en Europa que
presentó como señales de bombardeo vistas del anterior terremoto.

Pedimos una sola cosa: Vengan a ver lo que decimos. Tenemos
derecho a pedirlo a nuestros amigos. Así lo hizo el señor Bruno Heck, dirigente
de la DCU, quien
pudo comprobar la verdad.

Que vengan a ver si hay alguna casa bombardeada en alguna
población. En todo Chile sólo dos, por desgracia: La Moneda y la casa
residencial de los Presidentes, adquirida en el gobierno de la Unidad Popular.

Que vengan a ver si hay una industria o centro minero donde
haya caído una sola bomba. Nosotros no somos parte del actual gobierno.

No defenderemos los errores que se cometan, inevitables
algunos, en una situación tan terriblemente difícil.

Pero tampoco podemos aceptar que la mentira se transforme en
un sistema, mientras se ocultan las causas de una situación para encubrir la
responsabilidad de quienes arruinaron y destruyeron la democracia chilena.

¿Cómo se explica que quienes invadieron Hungría y Checoslovaquia,
que ahora mismo silencian o procesan a científicos, poetas y escritores, que no
admiten ninguna crítica, ni la sombra de una libertad de información, pretendan
dar lección de democracia a Chile y a este Partido?. Además de escandaloso, es ridículo.
Alaban y mantienen relaciones con Cuba, con miles de muertos, y después de 12
años, aún con miles de presos políticos. ¡ No son ellos los que pueden
enseñarnos a los democratacristianos y a Chile lo que es la democracia !.

Y lo que es aún peor. Sectores, es cierto minoritarios, en
la propia Democracia Cristiana o en el mundo democrático, se dejan influenciar
por esta propaganda o bien le hacen eco para ganar posiciones políticas y
recibir el título de "izquierdistas". Pobre destino el de esos grupos: Serán
utilizados, primero, o servirán de puente para debilitar a nuestros partidos.

La posición popular, de avanzada y de justicia que sustenta la Democracia Cristiana
es tan sólida que no puede admitir este verdadero "chantage" político. Y nadie
puede darnos lecciones de amor a la libertad y la democracia. Somos realmente
pluralistas y estamos dispuestos a concertar acciones con otras fuerzas
políticas, pero no podemos hacerlo bajo un signo de permanente debilidad o
sometimiento.

Cada partido en esto es soberano. Somos los primeros en
respetar sus decisiones y comprender que es imposible juzgar desde fuera los
condicionamientos de cada situación. Creemos, sí, que para poder formular una
opinión, lo primero que debe existir es respeto y solidaridad y la confianza
necesaria en el testimonio de quienes han estado vinculados durante una vida
por comunes ideales y la evidencia de haberlos servido con inquebrantable
lealtad.

En esto sin duda el comunismo mundial nos da una permanente lección.
Señor Presidente, éste es a nuestro juicio el proceso de lo ocurrido en Chile.
Naturalmente surge ahora la gran interrogante de cuál es el porvenir. A este
respecto, es la directiva oficial del partido la que dará una opinión
autorizada.

Sin embargo, no puedo dejar de dar la mía propia, que he
confrontado con un gran número de democratacristianos. A mi entender, Chile
afronta un período en extremo difícil y duro. Yo diría tal vez el más difícil
de la historia. El desastre económico no se conocía en su verdadera magnitud.
Reorganizar desde sus bases todo el aparato productivo, hacer renacer la
agricultura, renovar la maquinaria, detener la hiperinflación, etc., será una
tarea que exigirá enormes sacrificios.

Por otra parte, más de la mitad de las armas no se
encuentran aún, hecho cuya trascendencia es fácil de apreciar.

Desde luego nuestro partido no integra el gobierno, como ya
lo he dicho. El gobierno está formado enteramente por las Fuerzas Armadas y era
difícil, por no decir imposible, que así no fuera.

Todos los chilenos, o al menos la inmensa mayoría, estamos
vitalmente interesados en que se restablezca rápidamente la democracia en
Chile. Y para esto es necesario que el país salga del caos y, en consecuencia,
que el gobierno actual tenga éxito. Las Fuerzas Armadas – estamos convencidos –
no actuaron por ambición. Más aún, se resistieron largamente a hacerlo. Su
fracaso ahora sería el fracaso del país y nos precipitaría en un callejón sin
salida. Por eso los chilenos, en su inmensa mayoría, más allá de toda
consideración partidista, quieren ayudar, porque creen que ésta es la condición
para que se restablezca la paz y la libertad en Chile. Cuanto más pronto se
destierre el odio y se recupere económicamente el país, más rápida será la
salida.

La
Democracia Cristiana está haciendo, a mi juicio, lo que está
en su mano en esta perspectiva, sin renunciar a ninguno de sus valores y
principios, siendo en este instante sus objetivos más fundamentales:

– Pleno respecto a los derechos humanos – Pleno respeto a
las legítimas conquistas de los trabajadores y campesinos. – Vuelta a la
plenitud democrática.

Sabemos que esto no es fácil. La situación entera no es
fácil. Y por eso mismo debemos actuar con la mayor responsabilidad.

Señor Presidente: Excúseme usted lo extenso de esta
comunicación, pero ello se justifica por la importancia del problema que trata
y por la forma como se ha distorsionado la verdad.

Por desgracia, los innumerables documentos y actuaciones de la Democracia Cristiana
durante estos tres años no fueron dados a conocer en Europa. Esto justifica la
extensión de mi carta.

Quiero terminar diciéndole en esta ocasión que recuerdo dos
hechos de mi viaje a Europa de 1971. En esa oportunidad un gobernante europeo
me dijo que nuestro país estaba perdido y agregó textualmente: "Cuando el
comunismo agarra, nunca suelta". Poco después un alto representante de la Democracia Cristiana
en el gobierno de su país manifestó que el caso chileno era una caso perdido.

A ambos les dije que estaban equivocados, porque si bien
Chile quería un avanzado proceso de transformación social, jamás aceptaría un
régimen totalitario. Los dos me miraron con esa benevolencia con la que se
trata a un visitante ingenuo.

Con la misma seguridad con que afirmé en ese entonces que
Chile saldría adelante, puedo afirmar hoy que, a pesar de lo duro y doloroso
que pueda ser el esfuerzo, nuestro país se levantará y volverá a dar una
lección de democracia y de libertad. Y en esa tarea está empeñado este país, y la Democracia Cristiana
una vez más desempeñará un papel conforme a lo que ha sido su historia y es su
porvenir.

Saluda con la mayor atención al señor Presidente.

Eduardo
Frei Montalva


NdR piensaChile: Por el gran interés histórico, agregamos el link de la carta de Bernardo Leighton a Eduardo Frei Montalva, escrita  desde el exilio en Roma

 Carta de Bernardo
Leighton a Eduardo Frei Montalva (26 de junio de 1975)

por Bernardo Leighton (Chile)
Fecha de publicación en piensaChile:
martes, 26 de diciembre de 2006


 

HOMENAJE AL
EX PRESIDENTE EDUARDO FREI MONTALVA

escrito por oficina de prensa
Friday, 21 de January de 2011

 

Palabras del diputado
Guillermo Teillier, presidente del PC:

Valparaíso  20 Enero
2011.- "A cien años del nacimiento del ex Presidente y Senador de la República don Eduardo
Frei Montalva es menester reconocer que estamos ante un estadista que sirvió a
su país con vocación de servicio social, con una propuesta que arremetía, desde
el seno mismo del conservadurismo chileno, contra una injusta estructura de
relación en la que los campesinos, los pobladores, los más pobres, eran muy
poco considerados como actores sociales.

Lo hizo comprometido con una concepción ideológica  y con un partido, el demócrata cristiano, de
manera consecuente con sus principios, con capacidad y tenacidad.

Sin duda que fue un protagonista de la historia de nuestro
país antes de 1973 en su calidad de Ministro, Senador y Presidente de la República. Cabe
destacar que bajo su gobierno se impulsó la Reforma Agraria,
la llamada chilenización del cobre, amplió la enseñanza básica a 8 años, se
aprobó una ley de guarderías infantiles. Aumentó la escolaridad, en especial en
el mundo rural y redujo el analfabetismo del 16 al 11%. Fueron importantes los
planes de vivienda y la construcción de 56 hospitales, duplicando el número de
camas hospitalarias. Se promulgaron las leyes sobre el seguro de accidentes del
trabajo y enfermedades profesionales y la ley de medicina curativa. Se creó un
programa de promoción popular generando organizaciones vecinales, centros de
madres y centros juveniles. También se produjo un incremento en la
sindicalización de los trabajadores. Se permitió la sindicalización campesina.
Se expropiaron 1300 predios con una superficie de 3 millones y medio de
hectáreas.  Entre las nacionalizaciones
pactadas, además de la compra de parte de las minas de cobre a compañías
extranjeras está la adquisición de la Compañía de Teléfonos y la Compañía de Electricidad,
ambas hoy privatizadas.

Existió efervescencia social, huelgas y paros del
magisterio, de estudiantes, de trabajadores, tomas de terreno, la primera
huelga del poder judicial, no obstante ello, la democracia funcionaba, con
mayores visos de participación popular y con un sistema electoral proporcional
y no excluyente.

En 1969 tuvo lugar el denominado tacnazo, con el
acuartelamiento del general Roberto Viaux, varios oficiales y tropa en el
regimiento Tacna de Santiago. La mayoría de los chilenos nos pusimos del lado
de la defensa de la democracia y la constitución. Posteriormente, el año 70,
poco antes de dejar su mandato y asumir el Presidente Salvador Allende, se
produjo el asesinato del general René Schnaider, por conjurados que pretendían
impedir que S. Allende llegara a la
Moneda.

Estos episodios ya marcan y son el inicio y el preludio de
lo que vendría más adelante: el golpe de estado.

Sin embargo, fieles a las tradiciones democráticas, el 4 de
noviembre de 1970 se produjo el cambio de mando entre los presidentes Eduardo
Frei y Salvador Allende.

El Presidente Frei, sin duda, también fue protagonista de
aquellos tres años, como un formidable adversario político de S. Allende. Como
lo había sido S. Allende bajo el gobierno de Frei.

¿Tuvo alguna incidencia, como algunos afirman, la pérdida de
la amistad entre ambos personeros, para que, fuerzas políticas que debieron
actuar de acuerdo no lo hicieran, al menos para evitar el asalto al poder  de las fuerzas antidemocráticas y golpistas?
Es tal vez demasiado pronto para que la historia nos de una respuesta taxativa.

Lo importante es asumir con todo, que no se puede permitir
de nuevo que ocurra un 11 de septiembre del 73.

Asumir que aún está vigente la Constitución a cuya
aprobación se opuso Eduardo Frei Montalva. Que aún existe la exclusión. Que
grandes problemas como la educación, la salud, la vivienda, los bajos salarios,
que fueron preocupaciones centrales del gobierno de E. Frei, siguen siendo
grandes problemas. Que las conquistas de los derechos de los trabajadores aún
no se recuperan.

Aún hay pendientes situaciones de derechos humanos, como el
propio crimen de lesa humanidad que arrebató la vida  a Eduardo Frei Montalva, cuando llamaba a la
civilidad a manifestarse en favor de la democracia.

Aquella época anterior al golpe nunca volverá, sin embargo cuanta falta hace
hoy el espíritu republicano, la vocación democrática, la participación
ciudadana, los valores éticos de la política, que sin duda estaban en el
ideario del fundador de la
Falange, a quien hoy el Partido Comunista de Chile rinde
homenaje a cien años de su nacimiento. He dicho Sra. Presidenta.

– Fuente de este discurso:  www.
pcchile. cl

– Enviado a
piensaChile por Pedro Alejandro
Matta

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