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El coraje del pueblo tunecino

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Por primera vez desde el inicio del período post colonial,
un país de África del Norte, ha sacudido con éxito la sujeción al pacto
establecido entre las élites tunecinas y los diferentes gobiernos franceses
desde 1956. Túnez, tierra de cartagineses, romanos, bizantinos, árabes,
vándalos, turcos, españoles, italianos y franceses, patria de Amilcar y Aníbal,
fue desde 1881 un protectorado francés y hoy el pueblo tunecino ha
desencadenado un proceso democrático que las potencias europeas y EEUU y las
élites nativas quisieran encauzar y controlar, mediante la conocida máxima
lampedusiana « cambiar para que nada cambie ». Sin embargo, la ola democrática
aún no ha sido reducida a burbujas a pesar de las grandes maniobras puestas en
ejecución por los dirigentes cercanos al presidente en fuga, apoyados por
París, Washington, Arabia Saudita. Por el contrario, una parte significativa
del pueblo de Túnez exige la dimisión de los dirigentes comprometidos con Ben
Alí y la ilegalización del Reagrupamiento Constitucional Democrático -RCD- el
partido gobernante  desde 1988 y miembro
hasta hace algunos días de ¡la Internacional Socialista
!

En efecto, los « socialistas » Papandreu, primer ministro
griego ejecutor de las drásticas medidas en detrimento de los asalariados griegos
decididas por la UE
y por el presidente « socialista » del FMI, el francés Dominique Strauss-Khan,
más Luis Ayala, « socialista » chileno que funge como secretario general de
ésta, luego de largos años de sesudos cabildeos y ante la fuga de Ben Alí y el
cariz que tomaban los acontecimientos, decidieron  expulsar de la IS al partido que durante veintitrés años
aherrojó la libertad en ese país. Si el ridículo fuera un arma letal, estos
personajes ya habrían pasado al otro mundo.

La onda telúrica ha atravesado las fronteras de la antigua «
Ifriqiya » y la simpatía con el pueblo tunecino se sigue manifestando en otros
países del Magreb, comprendida la dramática decisión de inmolarse que ha
cobrado nuevas víctimas en Argelia,Egipto y Mauritania. 

Aun cuando el prócer nacionalista y padre de Túnez
independiente, Habib Bourguiba (1903-200) había dado pruebas de independencia
de criterio y desde los años veinte se consagrara a la lucha por la liberación
de su patria del yugo colonial galo, la división del mundo surgida luego de la Segunda Guerra
mundial, colocó a Túnez bajo el alero occidental y bajo el tutelaje del
gendarme francés.

Bourguiba había estudiado leyes en Francia y su opción
nacionalista le valió numerosos carcelazos desde 1939 en fuertes y ciudades
francesas. A pesar de ello se negó a adoptar una posición pro Eje durante el
segundo conflicto mundial, haciendo oídos sordos a los llamados de Mussolini,
incluso cuando gracias a las fuerzas de ocupación germanas fue trasladado a
Roma para estos efectos. Posteriormente regresó a su patria y en 1943 fue
dejado en libertad por la fuerzas francesas y aliadas que ya habían liberado el
territorio tunecino. Bourguiba habría obtenido como otros dirigentes
nacionalistas de las colonias francesas, el compromiso de que Túnez se
encaminaría por la senda de la independencia una vez finalizada la guerra. 

Como se ha verificado tantas veces, la metrópolis colonial
no respetó la palabra empeñada y en 1952 estalló la rebelión armada contra las
fuerzas galas. Bourguiba debió afrontar nuevos carcelazos y la represión
francesa lo mantuvo confinado en el sur de 
Túnez y luego en la isla de Groix y en las cercanías de París. En 1955,
luego de la derrota gala en Dien Bien Phu, París consideró una nueva relación
con sus colonias, especialmente con Marruecos y Túnez. Bourguiba volverá a
Túnez y al año siguente Francia estará obligada de aceptar su
independencia.  

Habib Burguiba, fundó 
el partido Neo Destourien (palabra de origen turco, Constitución) en
1934 y luego del Partido Socialista Destourien en 1964, al que Zini Ben
Alí,  el presidente en fuga transformó a
su amaño en 1988, en el RCD.

Túnez, es un país  sui
generis  fundado sobre la base del
reconocimiento del islam como religión oficial, libertad para el ejercicio de
otros cultos e inmerso en el contexto cultural árabe que otorgará a las mujeres
un estatuto que no tiene parangón en el mundo árabe-musulmán. El poder de los
sectores religiosos ha sido controlado y reducido a la par que la modernización
del país emprendida en esos años pondrá énfasis en la educación y la
salud. 

Bourguiba, tomará medidas destinadas a « socializar » en
parte el régimen de tenencia de la tierra, creando cooperativas en las tierras
expropiadas a los colonos europeos, 
mantenidas con este estatuto bajo el gobierno de Ben Alí, aun si éste
aplicará una política liberal y de apertura al capital extranjero, apostando
sobre todo en la industria turística y las deslocalizaciones de empresas
europeas y francesas, particularmente en la industria textil.Bourguiba será
designado  presidente vitalicio en
1975.  

En 1978 y 1979  el
régimen debió hacer frente a una virulenta oposición sindical y estudiantil. La UGTT -Unión de Trabajadores
de Túnez- sufrió los embates de dicha represión, pero parte de ella colaborará
con el régimen de Ben Alí. En el proceso en curso ha jugado un gran papel
llamando a movilizaciones continuas y no reconoce al gobierno provisorio actual
presidido por ex jerarcas del RCD y cercanos al presidente fugado.

El PC tunecino, por su parte, que hizo sus primeras armas
junto a Bourguiba en el inicio del movimiento independentista, fue fundado en
los años veinte gracias a los esfuerzos de comunistas italianos (la presencia
italiana en 1911, antes de la
Primera Guerra mundial 
era de 88 000 colonos y superaba a los franceses -48 000-  y los italianos gozaban además de un trato
privilegiado desde 1896). En 1963 el PCT será ilegalizado y legalizado en los
años ochenta.

Con el fin de la
URSS, el PCT sufrió un proceso de « renovación » y en 1993 se
transformó en el Movimiento Ettajdid (Renovación), abandonando « las ideas
comunistas ». El régimen de Ben Alí  lo
premió, admitiéndolo en el juego democrático en 1993 y el Movimiento Ettajdid
logró elegir tres diputadillos.

A diferencia del carácter conciliador de Ettajdid, el PCOT
-Partido Comunista de los Obreros de Túnez- se planteó como el continuador y
lógico heredero del PCT. Clandestino y perseguido por la policía de Ben Alí, su
máximo dirigente, Hamma Hammami, fue detenido el pasado 12 de enero por la
policía de Ben Alí y puesto en libertad tres días después, gracias a las
manifestaciones populares cercaron el Ministerio del Interior donde se
encontraba detenido. El PCOT propugna « la disolución de las actuales
instituciones, el establecimiento de un gobierno provisorio encargado de elegir
una Asamblea Constituyente y la realización de elecciones libres y
transparentes ». Su actitud intransigente le ha valido un gran prestigio.

En lucha abierta contra el :Islam radical, Túnez de Ben Alí
representaba para los occidentales un bastión que no estaban dispuestos a
abandonar, aun si durante estos años las denuncias contra dicho gobierno
dictatorial no cejaron : corrupción, represión, torturas y eliminación de
opositores.

Ben Alí que consiguió 
desplazar del poder a Bourguiba en 1988, realizó sus estudios en
Francia, en la Escuela
Militar de Saint Cyr y luego encabezó  el ejército tunecino (38 000 hombres),
pequeño en comparación con las fuerzas de seguridad internas y las milicias
creadas por el régimen, que algunos especialistas cifran en 180 000 hombres. Ese
mismo año fue fundado el Reagrupamiento Constitucional Democrático, que
reemplazó al Partido Socialista Destourien y que dispone de 152 escaños en una
Asamblea de 189. Otros partidos que aceptaron jugar la pantomina electoral
desde 1983 son el Movimiento de Demócratas Socialistas (socialdemócrata,14
escaños) ; el Partido de la
Unidad Popular 
(socialista), Unión Democrática Socialista (nacionalista árabe, 7
escaños), el Partido Social liberal (liberal, 1 escaño) y un partido verde (un
escaño).

El Partido Demócrata Progresista , que representa
esencialmente los sectores de profesiones liberales, no tiene diputados y ha
boicoteado las dos últimas legislativas.

Ben Alí gozó desde su instalación con la complacencia y
benevolencia de los sucesivos presidentes franceses, socialistas y/o de
derecha, que veían en su régimen a un amigo de Francia y de Occidente, y, desde
los años noventa, temiendo el contagio argelino, un seguro bastión contra el
Islam radical. Y a la lucha contra éste se empleó con ardor Zini Ben Alí. La
represión redujo sensiblemente su influencia y uno de los líderes más conocidos
del partido islámico Ennahda  -Rached
Ghannuchi- exiliado en Londres ha declarado que espera una ley de amnistía para
regresar a Túnez.

Pero sin lugar a dudas que el gran orfebre de la revuelta
tunecina ha sido el pueblo tunecino y particularmente la juventud: 40,8% de la
población tiene menos de 25 años y el 34% del sector etario entre 19 y 24 son
estudiantes. En 1970 había 11 000 estudiantes hoy en día  340 000, en una población de 11 millones de
habitantes. Cada año 60 000 jóvenes provistos de un diploma ingresan al mercado
laboral que no puede absorber más de 25 000 personas.  De acuerdo al Instituto Nacional de
Estadísticas, un joven de cada tres está cesante, habiendo hecho estudios
superiores o no. La cesantía de masa, sobre todo de los jóvenes, además de la
violencia policial llevó al joven Mohamed Buazizi a inmolarse por el fuego en
la ciudad de Sidi Bouzis, en el centro del país, provocando una conmoción que
dió el vamos a las manifestaciones que culminaron con la fuga de Ben Alí,
dejando un saldo de setenta muertos.  

Otro aspecto importante que hay que señalar es la hábil
utilización de internet y la telefonía móvil por los estudiantes y jóvenes en
general. Lograron sobrepasar la censura gubernamental y convocar a las
manifestaciones durante un mes. Las relaciones establecidas por estos medios
con la numerosa comunidad tunecina residente en Francia ayudó también a
combatir la desinformación y mantener al tanto a los manifestantes de lo que
ocurría.

El cercenamiento sistemático de las libertades públicas, la
distribución desigual de la riqueza, amén de la existencia de una camarilla en
el poder depredadora y acaparadora de todos los business jugosos, encontramos
entonces todos los elementos para que se desencadenara una revuelta como la que
está en curso y que se ha extendido como un reguero de pólvora.

Aparte del interés político de hacer un parón a la
influencia del islam radical, Francia dispone, en coyunda con las élites
tunecinas intereses de los que no está dispuesta a desprenderse : industria
textil, vestuario, mecánica eléctrica y electrónica ; servicios (turismo) Fram,
Accor, Club Mediterráneo ; bancos (BNP Parisbas, Société Générale, BPCE ; gran
distribución (Carrefour, Casino) ; seguros (Groupama) ; servicios de llamados
telefónicos e infomática.

En Túnez, el rubro servicios representa el 54% del PIB y el
turismo en particular, el 7% de éste. La industria textil constituye el 50% de
las exportaciones y  la agricultura el
10%.    

Lo que está en juego en estos momentos es la libre
determinación de los tunecinos que han derribado sin intervención extranjera al
dépota que gobernaba. Pero al parecer quieren seguir avanzando en la
democratización del país.

Las ridículas explicaciones del gobierno galo acerca de su
mutismo ante la represión desatada por el régimen tunecino (« no queremos
injerirnos en asuntos internos de Túnez ») en circunstancias que desde hace
meses ha conminado por boca de Sarkozy, al presidente saliente de Costa de Marfil,
Laurent Gbagbo a reconocer su derrota ante el candidato de Washington, Alassane
Ouattara, luego de una elección pletórica de irregularidades por lado y lado.
EEUU ya ha desplazado a Francia en el control de gran parte del comercio y
exportación de cacao, una de las principales riquezas marfileñas. 

Durante la revuelta tunecina, la ministro de RREE francesa,
Michèle Alliot Marie, tuvo el cuajo de anunciar en la Asamblea nacional que el
gobierno estaba dispuesto a enviar « a nuestras tropas antimotines, reconocidas
en el mundo entero por su savoir faire  y
que garantizarían así el orden y el derecho de la población a protestar »  (¡SIC !).

El gobierno y también el PSF, ligados a la « política
africana » francesa se encuentran de esta manera en mala postura, toda vez que
tanto unos como otros hicieron la vista gorda ante el régimen de Ben Alí. Es
verdad que Sarkozy fue aún más lejos puesto que el primer viaje oficial en
tanto presidente lo realizó a Túnez y varios de sus ministros no han escatimado
elogios ante el régimen tunecino. Pero como lo recordó en la Asamblea Nacional
el actual primer ministro François Fillon dirigiéndose a la bancada socialista
: « No vengan a darnos lecciones ustedes… y no quiero citar las expresiones
encomiásticas dirigidas  por connotados
dirigentes socialistas como Lionel Jospin y Dominique Strauss-Khan (presidente
del FMI)  al presidente Ben Alí.. ».  

La revuelta que podría transformarse en revolución ha
contado con un actor circunstancial inesperado : el ejército. Hoy se sabe que
fue el alto mando el que se negó a dar la orden de disparar contra los
manifestantes y aconsejó a Ben Alí a abandonar el país. Ejército pequeño  basado en la conscripción y que durante los
primeros días ha patrullado las calles de las ciudades tunecinas en
colaboración con los Comités Populares que se han opuesto a las provocaciones
de la policía y de los esbirros del antiguo régimen. Pero, claro, la lógica
lampedusiana en vigor se orienta a una operación cosmética (la designación de
los principales ministros del gobierno de transición -ex ministros de Ben Alí-
es una prueba de ello), amén del control y del orden establecidos por las
instituciones armadas, destinados como decía don Tomasso a « cambiar para que
nada cambie ». A pesar de todo ya ha cambiado algo y se ha dado un paso
importante logrando la fuga de Ben Alí. Pero los sectores democráticos han sido
duramente golpeados en estos veintitrés años y necesitan un tiempo de
reconstrucción y reimplantación en el movimiento social. Por otra parte,
también es cierto que en coyunturas históricas excepcionales como la presente,
el pueblo, incluso sin una organización acabada y experta, en colaboración con
sectores interesados en ir más allá que una simple revuelta,  puede, gracias a la aceleración de la
historia, forjar y forzar una salida inesperada.

Se ha dicho que el cambio de estructuras,  el cambio social y político, es el arte y el
buen manejo para navegar en aguas tempetuosas y llegar a buen puerto. Ello
linda a veces con el arte de lo imposible. Hacemos votos por que sus gloriosos
antepasados acompañen en esta difícil pero luminosa travesía al pueblo
tunecino.
Paco Peña, París, 16 de enero de 2010.

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