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¿En qué condiciones trabajan los chilenos?

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“Voy a contarte en secreto
quién soy yo,
así, en voz alta,
me dirás quién eres
(quiero saber quién eres)
cuánto ganas, en qué taller trabajas,
en qué mina,
en qué farmacia,
tengo una obligación
terrible
y es saberlo,
saberlo todo:
día y noche saber cómo te llamas,
ése es mi oficio”
 
Pablo Neruda

Jorge Hernández es el joven presidente del  Sindicato Único de
Trabajadores de la Construcción y señala que “al año mueren alrededor de
100 obreros por derrumbe de excavaciones, electrocutamientos y caídas
de altura. Y también al año, tenemos aproximadamente 200 mil accidentes
laborales, desde leves hasta graves”.

Hernández explica que “las condiciones de los trabajadores de la
construcción son muy precarias. Se violan prácticamente todas las leyes
ligadas  a la salud, seguridad e higiene,  como el Decreto Supremo 594 y
la ley 17.744,  que concierne a las instalaciones de faena (número de
baños, duchas, lavamanos, bebederos, comedores, camarines).” El
dirigente asegura que en los frentes de trabajo la situación  “es mucho
peor ya que prima el apuro y la falta de condiciones para realizar
faenas tanto en altura, como  subterráneas”.

Por su parte, el presidente de los trabajadores portuarios agrupados en
la Confederación de Gente del Mar (CONGEMAR), Jorge Bustos, representa
un sector de larga tradición productiva.

-¿En qué contexto se desempeñan los trabajadores del puerto?
“Los trabajadores portuarios son en su gran mayoría eventuales y
transitorios, sometidos a estar dispuestos siempre para cuando sean
necesarios. Es decir, si tenemos buques trabajamos y si no, esperamos,
sin tener ninguna relación contractual. Después de las 7 horas y media
de trabajo, somos cesantes otra vez, lo que nos lleva a carecer de los
“goces del mercado” como son la continuidad laboral, densidad
previsional, imposibilidad de ser avales de nuestros hijos para costear
los estudios superiores, y negación al acceso a una vivienda digna.”

-¿Qué aspectos son más frecuentemente  vulnerados por la autoridad?
 “La higiene y seguridad, la poca rigurosidad con que la Gobernación
Marítima controla en accesos al puerto, la poli-funcionalidad.”

Jorge Burgos indica que el  promedio de accidentabilidad es de 1,5
muerto cada año y que las desgracias son casi siempre severas, con
pérdida de miembros (brazos, piernas, manos y dedos). Además de las
enfermedades profesionales de la industria como la artrosis, sordera,
discopatías lumbares, cáncer a la piel, “cuestiones que no asume ni el
Estado ni los patrones, por causa de la informalidad de nuestro empleo”,
señala el dirigente.

Otro Jorge, esta vez, Jorge Peña, presidente del Sindicato de
Trabajadores de Contratistas del El Teniente Codelco notifica que las
remuneraciones promedio de los asalariados del área son de $280.000
pesos, mientras un trabajador de planta gana, en promedio, $900.000
pesos y que “ya no están en producción, sólo en labores
administrativas.”

En materia de seguridad, Peña manifiesta que “es muy conocido que los
trabajadores contratistas cuentan con medidas casi nulas, razón por la
cual, la mayoría de los accidentes nos afectan casi por completo. Los
elementos de protección personal son de muy baja calidad, y en su
mayoría no cumplen con los estándares de seguridad exigidos para las
faenas mineras” y agrega sobre el acatamiento de las leyes laborales que
“en muy pocos casos se cumplen, por lo que resulta casi "natural" que
existan varias denuncias en las inspecciones del trabajo, reclamando por
el no pago de horas extras; exceso de jornada de trabajo; ocultamiento
de accidentes del trabajo, derivando a los trabajadores a clínicas
particulares; incumplimiento de contrato colectivo de trabajo; e
incumplimiento de la ley de subcontratación, pues Codelco sigue siendo
quien planifica, coordina y dirige el trabajo de la gran mayoría de los
trabajadores contratistas”.

Cosme Caracciolo es secretario general de la Confederación de los
Pescadores artesanales y cuenta que   “Los pescadores artesanales son
120 mil; es decir, hay 500 mil personas que viven del rubro. El momento
actual es de sobrevivencia. Mi abuelo, con la pesca creó una familia,
tuvo hijos, les dio educación. Mi padre hizo lo mismo. Yo medianamente.
Pero ahora no quiero que ninguno de mis hijos sea pescador. Bajo las
actuales condiciones, no hay futuro ni perspectivas. Hoy no sólo no es
posible generar familias, sino que se destruyen. Y el ex Presidente
Ricardo Lagos, operador de la privatización del mar, debe responder al
país sobre la cantidad de suicidios de pescadores que en la Quinta
Región al menos, es de uno a dos casos al mes. Muchos compañeros se van a
vivir a las caletas.”


SERVICIOS
Manuel Ahumada, presidente de la Confederación General de Trabajadores
(CGT) y dirigente histórico del sector gastronómico y hotelero, enfatiza
que  “el principal problema que tenemos es  la jornada de trabajo. El
sector tiene una jornada especial (al igual que las trabajadoras de casa
particular que tienen jornada de 72 horas semanales), toda vez que  el
artículo 27 permite hasta 60 horas en 5 días”, y Manuel añade que  “En
muchos locales se descuenta por quiebre de loza, pérdida de ceniceros.
En otros, el patrón se queda con las propinas y las distribuye entre los
trabajadores (más allá de los garzones que son los que las reciben),
usando este ingreso como parte del sueldo al contratar. Y son cientos 
los establecimientos donde no hay baños en cantidad ni calidad
suficientes. Además, no se envía a los trabajadores a la Mutual de
Seguridad en caso de accidentes, y no se escrituran los contratos.”

En el ámbito de los trabajadores independientes, Avercio Parra,
Coordinador General del Persa Zapadores y vocero de Sindicato “El
Esfuerzo” de  Lampa, dice que “nuestros problemas están asociados al
costo de las patentes; la mitad de los trabajadores son de la tercera
edad y no tiene salud adecuada, hay competencia desleal de los grandes
supermercados; enfermedades a los huesos y cardíacos por la baja
temperatura en cual se trabaja.” En Chile, existen más de 100 mil
feriantes y fuerza de trabajo asociada que sufren los embates de la
tiranía de las supercadenas, donde sólo Líder (Wal-Mart en el país) ya
se ha apropiado de alrededor del 35 % de todo el mercado.

La Confederación de Trabajadores de Empresas Privadas (CEPCH) reúne
entre sus sindicatos a asalariados del mundo del aseo, empresas
normalmente externas que laboran para compañías grandes y medianas. El
presidente de la CEPCH, Rubén Villanueva, expresa que  las situaciones
de inseguridad laboral son las más frecuentes y que ellas “se presentan
con especial regularidad en los sectores menos especializados de los
trabajadores como son las empresas subcontratistas del aseo, y dentro de
estos los trabajadores -aproximadamente 10%- que trabaja en la limpieza
de vidrios en altura, donde las condiciones de seguridad son
constantemente burladas por los empresarios. Esto ha significado en
varias oportunidades la muerte de trabajadores o la discapacidad parcial
que no es cubierta por indemnizaciones”.

Francisco Bravo es uno de los dirigentes sindicales de los nuevos
tiempos: joven, limpio, luchador e informado. Representa a trabajadores
de los call centers, los cuales “prestan atención a España y otros
países. Con esto nos vemos perjudicados en los feriados legales ya que
nos regimos  por calendarios extranjeros, y lo mismo pasa dentro del
país” y suma que “en un reportaje de TVN y en el diario La Nacion,
Nicolás Kokaly, presidente de la Asociación Chilena de Empresarios de
Call Center,  pidió  una mayor flexibilidad para este sector ya que de
lo contrario podrían emigrar sus capitales a Perú y Colombia, como ya ha
ocurrido con Entel y Movistar, porque la mano de obra allá es mas
barata. Sin embargo, el sector genera más de 350 millones de dólares
anuales y tiene un crecimiento sostenido de un 20%”.

Los trabajadores de la industria financiera que opera en Chile, laboran
en uno de los sectores  más rentables del país. Pero ello en caso alguno
se corresponde con las condiciones de trabajo de sus empleados. El
dirigente Luis Mesina denuncia que “Detrás de la ventanilla de los
bancos hay un trabajador muy pobre. Ese que ve la gente cotidianamente,
es uno de los trabajadores más pobres de la banca. Un trabajador cuyo
salario oscila entre los $ 180 y $ 300 mil pesos. Ese trabajador que se
esconde tras una apariencia tremendamente pulcra y celosamente
presentable, es el más castigado de la banca. Sin embargo, está muy bien
provisto de posibilidades estratégicas para convertirse en una persona
con derechos que le permitan tener una familia y proyectos de vida. Y de
manera contradictoria, por sus manos pasan millones de pesos a diario.
Ese sujeto, por la prepotencia del sistema empresarial, vive humillado
permanentemente.”

PROLETARIADO AGRÍCOLA: TEMPOREROS

Alicia Muñoz   es la presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres
Rurales e Indígenas, ANAMURI, organización que sólo el 26 de agosto
pasado, por octavo año consecutivo, conmemoró el Día Nacional de las
Asalariadas Agrícolas.

La dirigenta del sector dice que  “lamentablemente cada año, más que
evaluar avances, continuamos  sumando víctimas producto de las 
condiciones en las que trabajamos, no solamente las mujeres de la agro
exportación, las trabajadoras del campo, los trabajadores del campo y la
ciudad, los mineros.  Cada temporada debemos lamentar la muerte o
accidentes graves, que pudieron ser prevenidos, si los empresarios con
sus gigantescas ganancias, hubiesen invertido en mejorar las condiciones
de seguridad”.

Según las últimas investigaciones del Centro de Estudios de la Mujer
(CEDEM),   las condiciones en que se realiza el trabajo asalariado
agrícola, en particular de las mujeres, está ligado directamente a la
calidad de vida y la salud, por tanto, los factores de riesgos “no sólo
son físicos, ambientales o químicos, sino que están vinculados a la
forma que adquiere la contratación de la fuerza de trabajo”.

Alicia comunica que “los y las asalariadas son contratadas generalmente
por faena, lo que en la actualidad no se justifica, puesto que existe un
ciclo regular y predecible, es decir cada año, cada temporada , se
necesita la misma cantidad de trabajadores para realizar las mismas
faenas”.

La principal representante de ANAMURI  lamenta que  “Sigue siendo
normal  aplicar plaguicidas estando  las y los trabajadores en los
huertos;  no respetar los períodos de reingreso, y el criterio de la
ganancia prima por sobre la vida y la salud de las trabajadoras”. En ese
contexto, Alicia Muñoz relata el caso de “Cecilia Ortiz, trabajadora
agrícola de la región de Atacama, quien sufrió un grave accidente con
resultado de pérdida de vida. Y hasta el momento, la empresa “La Ruta”
de Copiapó sigue negando tener cualquier responsabilidad en su muerte,
pese al informe forense.  El caso continúa en los tribunales de
justicia, y hasta ahora no existe ningún pronunciamiento”.

Casos como “el de Cecilia,  de Victoria en Talca, Cristiana en la
novena” se convierten en  cifras que  siempre quedan  en lo oscuro,
incluso cuando en la región del Maule, en la temporada 2009  se
constataron “más de 50 accidente con consecuencias fatales o sea 50
pérdida de vidas humanas  y más de 130 lesionados gravemente.  En la
actualidad, van a  la fecha  94 accidentes, por  accidentes laborales en
esta región, quedando los y las  trabajadoras en la más absoluta
indefensión”, concluye Alicia Muñoz.

LAS CIFRAS Y LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

El capitalismo en el país se funda sobre la exportación de recursos
primarios, pobremente elaborados. Las exportaciones representan el 40%
del PIB (valor de todos los bienes y servicios finales producidos dentro
de una nación en un año determinado), y los productos básicos
constituyen las tres cuartas partes de las exportaciones totales. El
cobre por sí solo, ofrece un tercio de los ingresos del gobierno. La
venta de recursos se distribuye entre China 14,2%, EE.UU. 11,3%, Japón
10,4%, Brasil 5,9%, Corea del Sur 5,7%, Holanda 5,2% e Italia 4,4%.

El PIB está compuesto por un 50,5% de industria; 44,7% de servicios; y
un 4,8% de agricultura. Dentro de los productos industriales están la
exportación de celulosa, metanol, productos químicos y agroalimentarios;
y la industria forestal, del salmón y el vino. Por el lado del trabajo,
en Chile hay casi 7,5 millones de personas asalariadas, de las cuales
en la agricultura labora un 13,2%; un 23% en la industria; y un 63,9% en
el sector servicios. Un 10 % de la fuerza de trabajo está cesante,
según moderadas cifras oficiales.

En general, la informalidad, deslocalización, fragmentación y
precarización del empleo, son los modos y tendencias predominantes de la
organización del trabajo en el país. Ello es parte de la estrategia de
los que mandan para aumentar su tasa de ganancia.
Según la Universidad de Chile, del 100 % de los trabajadores, sólo un 40
% tiene contrato indefinido. El 60 % labora por cuenta propia, son
empleados sin contratos, a honorarios, a plazo fijo o por faenas; tienen
bajos sueldos, carecen de previsión, salud y capacitación. El 30 %
restante tiene una calidad de empleo “más o menos decente”; y sólo el 10
% de “alta calidad”.

Respecto del fenómeno creciente del subcontratismo, en 1999 el 43 % de
las empresas subcontrataban, porcentaje que el 2004 ya llegaba al 50, 5 %
(Dirección del Trabajo). Sin embargo, desde 1999 hasta el 2004, la
subcontratación en actividades económicas principales (ya no en
funciones indirectas al servicio o producto eje de la empresa) aumentó
del 14,5 % al 20,7 %. Estimaciones hablan de que hoy el contratismo y
subcontratismo suman a 2 millones 500 mil trabajadores; esto es,
alrededor de un 30 % de la fuerza laboral total. En este sentido, las
relaciones de subcontratación viven una ampliación que junto y como
parte también de la precarización del trabajo, constituyen la tendencia
predominante.

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