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Mensaje a la Asamblea Nacional de Cuba del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz

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Al principio, hace sólo ocho semanas, pensé que el peligro inminente de
guerra no tenía solución posible. Tan dramático era el cuadro que tenía
delante, que no veía otra salida como no fuera una supervivencia, tal
vez probable, en la parte de este hemisferio que no tenía motivo para
ser blanco de ataque directo y en algunas regiones aisladas del planeta.

Era muy difícil, sabiendo que el ser humano se aferra siempre a una perspectiva por remota que sea.

A pesar de todo, lo intenté.

Por fortuna, no tardé mucho en percatarme de que había una esperanza, y
muy profunda por cierto. Más, si la oportunidad se perdía, el desastre
adquiría la peor de las consecuencias. La especie humana no tendría
entonces salvación posible.

Tengo sin embargo la seguridad de que no será así y, por el contrario,
se están creando en estos momentos las condiciones para una situación ni
siquiera soñada hasta hace muy poco.

Un hombre tendrá que tomar la decisión en solitario: el Presidente de
Estados Unidos. Con seguridad, por sus múltiples ocupaciones, no se ha
dado cuenta todavía, pero sus asesores sí empiezan a comprenderlo, se
puede ver por pasos sencillos como lo fue el cese de las torturas a
Gerardo, un hecho que no se había producido en 12 años de implacable
odio del sistema contra Cuba y contra él. Hoy se podría predecir que el
próximo paso será la autorización a Adriana para visitarlo, o su
liberación inmediata, o ambas cosas. Por ella supe que su estado de
ánimo es el mejor en 12 años de injusta y cruel prisión.

Puesto que Irán no cederá un ápice frente a las exigencias de Estados
Unidos e Israel, que ya han movilizado varios de los medios de guerra
que disponen para hacerlo, tendrían que realizar el ataque tan pronto
venza la fecha acordada por el Consejo de Seguridad el 9 de junio del
2010, señalando las normas y los requisitos establecidos.

Todo cuanto el hombre pretende tiene un límite que no puede sobrepasar.

En este caso crítico, el Presidente Barack Obama es el que tendría que
dar la orden del tan anunciado y pregonado ataque, siguiendo las normas
del gigantesco imperio.

Mas, en ese mismo instante en que diera la orden, que es además la única
que podría dar debido al poder, la velocidad y el incontable número de
proyectiles nucleares acumulados en una absurda competencia entre las
potencias, estaría ordenando la muerte instantánea no sólo de cientos de
millones de personas, entre ellas, un incalculable número de habitantes
de su propia Patria, sino también de los tripulantes de todos los
navíos de la flota de Estados Unidos en los mares en torno a Irán.
Simultáneamente, la conflagración estallaría en el Cercano y el Lejano
Oriente, y en toda Eurasia.

Quiso el azar que, en ese instante preciso, el Presidente de Estados
Unidos sea un descendiente de africano y de blanco, de mahometano y
cristiano. ¡¡¡NO LA DARÁ!!!, si se logra que tome conciencia de ello. Es
lo que estamos haciendo aquí.

Los líderes de los países más poderosos del mundo, aliados o
adversarios, con excepción de Israel, lo exhortarían a que no lo haga.

El mundo le rendirá después todos los honores que le correspondan.

El orden actual establecido en el planeta no podrá perdurar, e inevitablemente se derrumbará de inmediato.

Las llamadas divisas convertibles perderán su valor como instrumento del
sistema que ha impuesto un aporte de riquezas, de sudor y sacrificios
sin límites a los pueblos.

Nuevas formas de distribución de los bienes y servicios, educación y
dirección de los procesos sociales surgirán pacíficamente, pero si la
guerra estallara, el orden social vigente desaparecerá abruptamente y el
precio sería infinitamente mayor.

La población del planeta puede ser regulada; los recursos no renovables,
preservados; el cambio climático, evitado; el trabajo útil de todos los
seres humanos, garantizado; los enfermos, asistidos; los conocimientos
esenciales, la cultura y la ciencia al servicio del hombre, asegurados.
Los niños, los adolescentes y los jóvenes del mundo no perecerán en ese
holocausto nuclear.

Es lo que deseaba trasmitirles, queridos compañeros de nuestra Asamblea Nacional.

Estoy ahora en disposición de rendir cuenta por estas palabras,
responder a las preguntas que deseen hacerme y escuchar las opiniones de
ustedes.

Muchas gracias
07.08.2010

*Fuente: Cuba Debate

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