Evocación de Luis Vitale evocando la batalla de La Concepción
por Paco Peña (Paris, Francia)
14 años atrás 8 min lectura
Hace treinta y seis años, joven estudiante de derecho, « prisionero de
guerra » en el campo de Chacabuco en el norte de Chile, me aprestaba
como varios centenares de compatriotas a escuchar las consabidas arengas
con las que los militares acostumbran a conmemorar las efemérides
patrióticas. Se trataba del 10 de julio, aniversario de la batalla de La
Concepción ocurrida en 1882, en la cual fueron exterminados por
soldados y montoneras peruanas los oficiales, suboficiales y soldados
de la guarnición chilena del regimiento Chacabuco..
El ejército procede cada año en esa fecha a la jura a la bandera y a
conmemorar este luctuoso hecho. Desde la infancia los nombres de Ignacio
Carrera Pinto, Julio Montt, Luis Cruz y Arturo Pérez Canto, han quedado
grabados indelebles en nuestra memoria.
En abril, para el aniversario de la batalla de Maipo, el comandante del
campo de prisioneros de Chacabuco, bajo la autoridad de la 1° división
del ejército, había encomendado a uno de los « prisioneros de guerra »,
al profesor Mario Céspedes, pronunciar algunas palabras sobre esta
batalla.
Luego, el 10 de julio, el “prisionero de guerra” que haría la evocación
histórica del combate de La Concepción sería Luis Vitale.
Luis Vitale vivía en el campo en el mismo pabellón y una vez se me había
acercado para manifestar su deseo por formar parte del equipo de
fútbol. Recuerdo haberlo mirado con rigor de entrenador profesional a
pesar de mis cortos años y sin mucha convicción bajo el abrasador sol
del desierto. Vitale no tenía pinta de jugador rioplatense, calzaba unas
viejas alpargatas azules un poco deshilachadas y llevaba una chupalla.
No tenía estampa futbolera ni marcial. Creo que fue sólo su origen
transandino el que me decidió a aceptarlo en el equipo. Para ser franco
tendría que decir, empleando una expresión futbolística tan en boga por
estos días mundialeros, « que su actuación futbolística no fue
concluyente ».
En la mañana del 10 de julio, formados en U y en líneas de a cuatro
frente a la bandera, rodeados por blindados y la tropa, el comandante
del campo -un oficial de la Fuerza Aérea- se dirigió a los « prisioneros
de guerra » y a sus soldados. « En una ocasión tan solemne como ésta
-dijo- he querido que un prisionero, profesor de historia, haga un
discurso sobre una batalla que todo patriota no debe ignorar. Estoy
seguro que a pesar de las circunstancias presentes todos estaremos de
acuerdo de que se trata de uno de los momentos más altos de nuestra
historia patria ».
Se había izado la bandera y el oficial le dio la palabra a Luis Vitale.
Este hizo una relación de la situación de la cuarta compañía del
regimiento Chacabuco que ocupaba La Concepción. Luego de mencionar a
oficiales chilenos y peruanos, Luis Vitale, nombró a los nunca
nombrados, es decir a los hijos del pueblo, acotando: « En esta batalla y
en esta guerra fratricida murieron miles de obreros y campesinos
chilenos, bolivianos y peruanos. Al final de la guerra, el nitrato,
quedó en manos de capitalistas ingleses que lo habían recuperado a ese
precio…esta misma oficina salitrera y no lejos de aquí otras más, son
testimonios mudos de la guerra alentada por Londres y EEUU…».
En las filas nos mirábamos y constatamos la molestia de los oficiales
que rodeaban al comandante del campo. Tuve la sensación que la
intervención de Vitale había sido una voz de verdad en ese árido
desierto. La ceremonia terminó y luego del conteo de los prisioneros
volvimos al gran galpón que servía de refectorio. Rodeábamos
afectuosamente a Luis Vitale comentando su discurso, cuando por los
parlantes se escuchó una voz castrense ordenando perentoriamente : «El
prisionero Luis Vitale debe presentarse inmediatamente ante el portón de
la entrada del campo. Ejecución.». Nos miramos y le aconsejamos tomar
el café y el pan de guerra que nos daban cada tres días. El jefe del
Consejo de Ancianos quiso acompañarlo y traspuso con Vitale el portón y
la alambrada.
El comandante del campo lo esperaba en medio de sus oficiales, la
mayoría del ejército, que tenían unos deseos incontenibles de castigar
el supuesto crimen de lesa patria cometido por Vitale.
-« Señor Vitale usted ha abusado de mi confianza y ha lanzado en una
diatriba marxista, diciendo que habían muerto miles de chilenos para que
al final el salitre quedara en manos de Gran Bretaña, entonces
¿estuvimos peleando por las puras… ? ».
-Yo no pongo en duda el valor personal de los que combatieron, pero la
verdad histórica así lo dice, contestó Vitale.
-« Además en su perorata marxista usted sólo habla de obreros y
campesinos, los ‘hijos del pueblo’ muertos en la contienda. Pero también
había clase media ¿no?
-Bueno eso lo mencioné cuando hablé de los oficiales: un sobrino del
presidente Aníbal Pinto y descendiente del prócer, Julio Montt, etc ».
El comandante del campo parecía querer justificarse ante sus oficiales y
eran éstos quienes deseaban castigar a Vitale azuzando a su superior.
Finalmente el agua no llegó al río, inexistente por otra parte en ese
desierto y alguna vez en Europa tuve ocasión de recordárselo.
Cuando en Chacabuco se comenzó a hablar de las expulsiones de
prisioneros hacia otros países, recuerdo que me dijo : «No te vayas a
Europa, quédate en América». Y otra vez que discutíamos de esto y de lo
de más allá repitió : «Basta de tanto europeísmo, recuerda que gracias a
los mayas tenemos el cero.. ».
Conocimos de su largo exilio, su regreso a Chile, los conflictos con
algunos supuestos academicillos y dirigentillos de un centro de
estudios.
La noticia de su deceso me ha traido su recuerdo hasta esta ciudad
lejana. Como lo dice muy bien el comunicado del MPT, ha fallecido un
académico, un historiador y un revolucionario.
Viva su ejemplo y su memoria
Luis Vitale fue autor de numerosos ensayos y libros, entre otros : Los
discursos de Clotario Blest y la Revolución Chilena, ediciones POR,
Santiago ; Historia del Movimiento Obrero Chileno, ediciones POR,
Santiago ; Esencia y Apariencia de la Democracia Cristiana, editorial
Arancibia, Santiago ; Predicciones de los Fundadores del marxismo y el
Desarrollo de la Revolución mundial (traducido al inglés), Nueva York,
ediciones Merit ; Las guerras civiles de 1851 y 1859, Instituto de
Sociología de la universidad de Concepción ; Acerca del modo de
producción colonial, ediciones La Oveja Negra, Bogotá ; Interpretación
marxista de la Historia de Chile, Frankfurt, ediciones Verlag ;
Feudalismo, capitalismo y subdesarrollo, Madrid ; La Formación social
Latinomericana (1936-111978), Fontamara, Barcelona ; Génesis y evolución
del movimiento Obrero Chileno hasta el Frente Popular, Universidad
Central de Caracas ; Historia del Movimiento Indígena de Chile,
Universidad Central de Caracas ; Historia y sociología de la mujer
latinoamericana, editorial Fontamara, Barcelona ; La contribución de
Bolívar a la Economía Política Latinoamericana, Universidad Central de
Caracas ; Historia General de América Latina, ídem ; Estado y estructura
de clases en Venezuela, Universidad Central de Caracas ; Historia de la
Deuda Externa Latinoamericana y Entretelones del Endeudamiento
Argentino, editorial sudamericana, Buenos Aires ; El Che, una pasión
latinoamericana, ediciones Al frente, Buenos Aires ; La mitad Invisible
de la Historia. El protagonismo social de la mujer latinoamericana,
editorial sudamericana, Buenos Aires ; 159 años de agresiones yanquis en
Latinoamérica, Ed. Cepla, santiago ; Balmaceda, sus últimos días,
CESOC, santiago ; Los Pueblos Originarios, CELA. ; Introducción a una
Teoría de la Historia para América Latina, editorial Planeta, Buenos
Aires.
En la loca carrera en torno a la celebración del bicentenario, cabe
recordar lo que Luis Vitale -a quien nunca le fue reconocida su vasta
labor de historiador por el establishment- había escrito en su
Interpretación Marxista de la Historia de Chile, Ascenso y Declinación
de la Burguesía chilena : « La Guerra de Chile con Perú y Bolivia ha
sido tratada por los historiadores tradicionales -tanto chilenos como
peruanos y bolivianos- con un criterio chovinista que ha mistificado la
realidad, encubriendo las causas profundas que motivaron el conflicto
bélico…Los historiadores chilenos del siglo pasado narraron la guerra
del Pacífico identificándose con los planes de expansión de la burguesía
minera…La educación ideologizada de los niños y estudiantes secundarios
a través de los manuales oficiales de Historia de Chile, Perú y
Bolivia, ha favorecido no sólo los intereses de las burguesías criollas
sino también los del imperialismo que no pierde oportunidad para
agudizar cualquier contradicción entre nuestros pueblos con el fin de
ahondar su ‘balcanización’ y bloquear el proceso de identidad y unidad
latinoamericana La mayoría de los historiadores de izquierda ha
preferido soslayar el tema por aprehensión a lesionar los sentimientos
patrióticos. Nosotros creemos que sólo la verdad histórica ayudará a los
pueblos de Chile, Perú y Bolivia a terminar con los odios atizados por
las burguesías nacionales ».
Paco Peña, París, 27 de junio de 2010.
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