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Jaime Guzmán y la gran frustración del PDC

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Uno de los más grandes errores de un partido político en la historia de Chile fue el cometido por la DC en 1973. Promovió un golpe de Estado con la certeza que se instalaría un gobierno militar de corta duración, tras la cual ella recuperaría el Poder.
Su equivocación ocasionaría una prolongada dictadura de derecha con una ola de torturas y muertes inédita en un país de larga tradición democrática. Pagando un alto costo social, Chile se convertiría en un laboratorio de la globalización neoliberal y luego en defensor a ultranza del modelo.

Antagonismo de Guzmán con la DC.
Jaime Guzmán era católico tradicionalista de comunión y misa diaria. Contrario al progresismo de los obispos precursores de la reforma agraria, Larraín y Silva. Reprobaba a este último por su declarada afinidad con la DC.  Decidido oponente a la política comunitaria propiciada por la DC. En 1964, cuando la derecha se vio obligada a apoyar a Frei, Guzmán lo criticó por su  negativa a aliarse con la derecha calificándolo de “carácter mesiánico” y que “rompía la posibilidad de convivencia democrática”. En 1966, a los 20 años, como miembro de Fiducia, hizo firmar una carta a todos sus amigos en contra del gobierno de Frei. En ella se protestaba por la supresión de la garantía constitucional sobre la propiedad privada, modificación indispensable para aprobar la reforma agraria. En agosto de 1967, Guzmán presentó una férrea lucha contra la DC defendiendo la permanencia en la rectoría del arzobispo Alfredo Silva Santiago, del cual era dilecto amigo. Pero no logró imponerse. Años después comentaría: “Habiendo vivido protagónicamente todo el período de la Unidad Popular, nunca vi en él un ímpetu revolucionario más radicalizado que en ese episodio de la Universidad Católica. El movimiento estudiantil que hizo eclosión ese día databa sus inicios de varios años antes. Desde que la democracia cristiana asumió el control de FEUC en 1960, esta entidad empezó a convertirse en un instrumento de antagonismo hacia la dirección superior de la Universidad, esbozando gradualmente la bandera de una reforma universitaria y acusando a las autoridades de representar un esquema autocrático y conservador. De este episodio brotaría una secuela de significativas proyecciones para la pendiente revolucionaria, que desembocaría tres años después en el establecimiento de un gobierno marxista en Chile, como por la conformación de un movimiento gremialista de signo opuesto, cuya influencia en las universidades y en el país, adquiriría considerable relieve”.

En 1969, Jaime Guzmán redactó un artículo para la revista Portada. Se titulaba. “El Miedo. Síntoma de la realidad Político-social Chilena”. Algunos párrafos destacados de ese audaz y elaborado ensayo, hecho a los 23 años de edad, fueron:

“La Democracia Cristiana jamás se ha auto considerado una simple corriente ideológica o de opinión. Teniendo como trasfondo la concepción marxista sobre el “curso fatal de la historia”, se ha considerado siempre la intérprete contemporánea del “carro de la historia” y, por ende, la representante y ejecutora de un “proceso irreversible”…“Es comprensible que, a la sombra de estas ideas, los democratacristianos se hayan forjado una mentalidad seudo mesiánica. Si el curso de la historia los transformaba en “elegidos”, se trataba simplemente de esperar, en paciente lucha, la “hora escogida” para su mesiánico advenimiento. De allí se nutrieron con la mística indomable que siempre se les ha elogiado. Pero, como ella estaba mal fundada, no pudo serle ajeno el fanatismo delirante del que, sin serlo, se siente “mesías”, “llamado o “elegido”… “Llegados al Poder, “cumplida la hora” pretendieron identificarse con el Estado y con la nación en cuanto tales…  En lógica consecuencia, todo el que osara oponérseles con energía debía ser “aplastado” –en cuanto a la fachada democrática, que convenía mantener, se los permitiera- como un ser antihistórico. Como una suerte de insano mental, que se negaba a incorporarse a la nueva etapa de un “proceso irreversible”. Como una rémora social, que pretendía revivir la época, ya superada de nuestros “’100 años de retraso”, ciclo de gobernantes corrompidos, de nación descompuesta y de delincuencia social generalizada”.

En la campaña presidencial de 1970, en que se desempeñó como jefe de la juventud, acusaba a la DC de estar en colusión con la UP en contra de Alessandri.. Durante el gobierno de Allende estableció una tregua en su lucha contra la DC, aliándose con ella para derribar al gobierno marxista. Llegó a establecer amistad con Claudio Orrego, del ala freista del PDC, con quien compartió tribuna en el programa “A esta hora se improvisa”.

Guzmán era especialmente crítico con la DC por no rechazar categóricamente al comunismo. Sobre este tópico escribió:.“En el léxico demócrata cristiano la palabra “anticomunista” está virtualmente excluida, lo que no ocurre, significativa y sintomáticamente, con la palabra “anticapitalista”. La D.C. postula una tercera posición ni capitalista ni socialista, pero mientras no tiene ninguna vacilación en emplear el término “anticapitalista” con todo el vigor que eso tiene, no usa jamás el término “anticomunista”…La más conocida, y a mi juicio importante de estas definiciones es la adoptada por don Eduardo Frei el 27 de junio de 1947, donde él señaló textualmente lo siguiente: “Rechazamos la doctrina y la táctica comunista, pero ante el comunismo vemos que hay algo peor: el anticomunismo”. Este esquema, que los lleva a nunca asumir una definición explícitamente anticomunista, no es una mera cuestión de léxico. Yo la aprecio como un problema, en buena medida, de incomprensión de la profundidad del mal moral que encierra el comunismo..

Guzmán censuraba las bases mismas del proyecto político que, en esos años, sostenía la DC, expresando: “Pienso que la aspiración a la sociedad comunitaria es una irrealidad. Más que un ideal, me parece una utopía”… “La propiedad en común está consagrada en todos los países occidentales del mundo como una opción, siempre que las personas que participan de esa propiedad en común la pacten y la mantengan libremente. Pero si se quiere transformar eso en un sistema general de funcionamiento obligatorio para las empresas y en un sistema general de funcionamiento de la economía, yo creo que se cae en una irrealidad, en algo imposible, que va contra la libertad y la naturaleza humanas” …“Lo normal es que los seres humanos no tengan un grado de elevación y desprendimiento y de afinidad moral con los demás, como para vivir en plena comunidad de bienes. La propiedad comunitaria o es una forma más que cabe dentro de las distintas formas de propiedad que pueden competir en igualdad de condiciones, dentro de una sociedad o dentro de una economía social de mercado, o bien se impone o privilegia, en forma deliberada, con lo cual, a mi juicio, es una utopía que sólo puede desembocar en el colectivismo”… “Creo que la sociedad comunitaria no es un ideal sino una utopía. Los ideales consisten en potenciar lo mejor que tiene el ser humano, para que alcance los nobles objetivos posibles, es la batalla que todos tenemos que librar día a día por nuestra perfección personal y social. La utopía, en cambio, es pretender algo que resulta imposible para la naturaleza humana, por ser superior a lo que la naturaleza humana es susceptible de brindar y asimilar, o bien por pretender con carácter generalizado y social lo que resulta válido sólo para ciertas voluntades excepcionales”….“Creo que, además en todo planteamiento de la empresa integrada, que algunos denominan empresa comunitaria o empresa autogestionada, se desconoce un hecho fundamental, y es que en la generación de riqueza resulta clave de que las personas que vienen mejor dotadas por Dios para la tarea productiva y para la tarea económica, encuentren cauce posible para hacer rendir esta cualidad en forma adecuada… Los demócrata cristianos tratan de ligar forzadamente a las personas a la empresa en la cual trabajan, en carácter de copropietarios y cogestores de ella. A mi juicio, hay aquí una mala percepción de lo que es la vocación empresarial. Es la esencia del empresario el querer ganar dinero y no se puede pretender una economía que crezca en forma rápida y sostenida si no es incentivando el móvil del lucro individual. O se acepta el lucro en los individuos o se radica sólo en el Estado exigiendo que las empresas estatales sean rentables. Pero esta forma comunitaria como sistema general, en que se pretende excluir el lucro como motivación importante de la actividad económica, es una irrealidad”.

Actualmente esta crítica aparece bastante curiosa. En nuestros días, la DC es un partido político abiertamente de tendencia neoliberal, partidario del libre mercado y de la globalización. Notables ejemplos son Alejandro Foxley, quien glorifica la dictadura de Pinochet por las transformaciones económicas que realizó, Edgardo Boeninger, quien manifestaba que no había que cambiar una coma a la Constitución de 1980 y Jaime Ravinet (acaudalado empresario inmobiliario), quien asumió un ministerio en el gobierno de derecha.

Situación del PDC y Guzmán al momento del golpe.
El escenario al instante de la asonada militar parecía bastante auspicioso para las intenciones de la DC para recuperar pronto el poder político en Chile. Ya antes de asumir el presidente Allende, un destacado personero democratacristiano le había propuesto al general Carlos Prats y al comandante en jefe de la FACH, Carlos Guerraty dar un golpe de Estado, según relata en sus memorias Prats. El rol del PDC en desestabilizar al gobierno de la Unidad Popular y en lograr la declaración de la Cámara de Diputados que dio luz verde a la insurrección castrense fue esencial al darles a los uniformados una aparente base constitucional. Después de esta declaración, varios dirigentes DC llamaron sin ambigüedades a la insurrección militar. La DC ocupaba la presidencia del Senado, segundo cargo de importancia constitucional después de la presidencia de la República, correspondiéndole encabezar el gobierno al morir el presidente. La cercanía de Frei con los generales  Bonilla y Arellano, precoces golpistas, era evidente –ambos habían sido edecanes en su gobierno- y eran personas de su confianza. La participación de destacados dirigentes DC en reuniones conspirativas con militares era un hecho comprobado. Frei, meses antes del golpe, le comentaba en forma optimista a Gabriel Valdés: “Nos van a llamar, pues nos van a necesitar”. Su calidad de partido político mayoritario (29,1%) les daba seguridad de ser considerados.

Otro factor a beneficio de la DC era la cuantiosa ayuda económica que había recibido de Estados Unidos, tan vital para sus actividades golpistas, y que creía continuaría para afianzar su posición en el nuevo régimen surgido. del golpe.  Pero el gobierno republicano no confiaba en ella, pues deseaba extirpar de raíz al marxismo, para lo cual le era más propicio la instalación de un gobierno de extrema derecha, como había ocurrido en Paraguay, Brasil y Uruguay y luego sobrevendría en Argentina, en base a la doctrina de Seguridad Nacional. A Nixon y Kissinger la DC les parecía demasiado blanda, no apta para una despiadada represión y además jugaba en su contra el ser explícitamente contraria al sistema capitalista.

A pesar que Jaime Guzmán jugó un significativo papel en la caída de Allende, aparentemente carecía de contactos con los militares al producirse la sublevación armada. Sin embargo, contaba a su favor con un importante factor. Tenía sólidos e indesmentibles vínculos con los agentes de Estados Unidos que procuraban derrocar al gobierno de la UP. Un informe desclasificado revela que tenía reservado el rol de tomarse la casa central de la UC y el canal 13 después del secuestro del general Schneider, propiciado por la CIA.. Desde 1971 a 1972 fue cabeza de la comisión política de Patria y Libertad, movimiento infiltrado y financiado por la CIA. En 1973 conformó otra comisión política, compuesta por decididos golpistas, que sesionaba en un local de la embajada norteamericana. Tuvo la importante misión de repartir los cuantiosos dineros destinados a derribar a Allende, lo cual era un indicativo de la gran confianza que los estadounidenses depositaban en él. Para Kissinger, cerebro y financista de la caída de Allende, el temor y profunda aversión de Guzmán hacia el comunismo era garantía de su implacable represión, al situarse en una posición de importancia en el gobierno castrense. Este maquiavélico personaje tuvo razón. El ocupar Guzmán una posición de asesor de la Junta Militar, y luego de redactor de los discursos de Pinochet, le concedió gran poder de influencia que magistralmente supo aprovechar no solo para reprimir al marxismo, sino también para desplazar a la DC. De nada le sirvió al PDC la cercanía a los militares de los ex ministros de defensa de Frei, Juan de Dios Carmona y Sergio Ossa, dada su inferioridad intelectual frente a Guzmán. Esta posición de predominio de Guzmán se manifestó ya el 13 de septiembre de 1973. En el Acta N° 1 de la Junta Militar, reunida a las 09.55 horas, se registró lo siguiente: “Se encuentra en estudio la promulgación de una nueva Constitución Política del Estado, trabajo que está dirigido por el Profesor Universitario Dn. Jaime Guzmán”.

Justificación del golpe por la DC.
No fue extraño que la mayoría del PDC procediera a justificar el alzamiento militar. Este partido había hecho méritos más que suficientes para sacar provecho de la asonada y esperaba tomar el poder en un breve lapso. Las declaraciones iniciales de la Junta Militar le fueron auspiciosas, en su Acta N° 7, del 21 de septiembre de 1973, en su punto 18, se registró: “La Junta acuerda que el ministro del Interior cite a los presidentes de los partidos políticos para clarificarles los postulados del nuevo Gobierno y sus reales obligaciones y limitaciones, pidiéndoles al mismo tiempo su colaboración más amplia en la reconstrucción del país”. El ministro del Interior de ese momento era el general Oscar Bonilla, muy cercano al PDC y especialmente a Eduardo Frei.

En su condición de contradictores y propiciadores de la caída del gobierno, la mayoría de los democratacristianos celebró con gran júbilo el golpe. El mismo día 11, Frei intentó repetidamente establecer contacto con Pinochet, pero éste se negó.

Las aspiraciones de la DC quedaron en evidencia cuando las ruinas de la Moneda aún no se apagaban totalmente. Pese a estar bajo toque de queda, el día 12, la Directiva Nacional del P.D.C. remitió a la prensa un  comunicado celebrando tácitamente  la asonada militar y ofreciendo su colaboración. Empero, para no dejar tan al descubierto su complacencia, lamentaron la ocurrencia del golpe. Estratégicamente deslizaron alabanzas a las fuerzas armadas El texto decía lo siguiente

  1. Los hechos que vive Chile, son consecuencia del desastre económico, el caos institucional, la violencia armada y la crisis moral a que el gobierno depuesto condujo al país, que llevaron al pueblo chileno a la angustia y a la desesperación;
  2. Los antecedentes demuestran que las FF.AA. y Carabineros no buscaron el poder. Sus tradiciones institucionales y la historia republicana de nuestra Patria  inspiran la confianza de que tan pronto sean cumplidas las tareas que ellas han asumido para evitar los graves peligros de destrucción y totalitarismo que amenazaban a la nación chilena, devolverán el poder al pueblo soberano, para que libre y democráticamente, decida sobre el destino patrio;
  3. Los propósitos de restablecimiento de la normalidad institucional y de la paz y unidad entre los chilenos, expresados por la Junta Militar de Gobierno, interpretan el sentimiento general y merecen la patriótica colaboración de todos los sectores. Su logro requiere una acción justa y solidaria, respetuosa de los derechos de los trabajadores, sin odios ni persecuciones, que conjuguen el esfuerzo colectivo en la tarea nacional de construir el porvenir de Chile, ajena a los afanes minoritarios de quienes buscan modelos regresivos o reñidos con la vocación democrática de nuestro pueblo; y

La Democracia Cristiana lamenta lo ocurrido. Fiel a sus principios, agotó sus esfuerzos por alcanzar una solución por vía política institucional y no los rehuirá para conseguir el desarme de los espíritus y las manos. La pacificación, la reconstrucción de Chile y la vuelta a la normalidad institucional posponiendo, como siempre, sus intereses partidarios al bien superior de la Patria.

Asumiendo una postura discordante, día 13, trece dirigentes del PDC, encabezados por Leighton, Tomic, Fuentealba, Palma y Aylwin (Andrés) emitieron una declaración condenando el golpe. Esta proclamación no fue aceptada por la prensa y acallada por la mayoría freista, por ser contraria a su propósito colaboracionista y la desacreditó como hecha por una insignificante minoría. Patricio Aylwin le pidió encarecidamente a su hermano Andrés que no continuara distribuyendo la copia mimeografiada que habían llevado a algunas embajadas y pasado de mano en mano. En su primer párrafo decía: “Condenamos categóricamente el derrocamiento del Presidente Constitucional de Chile, señor Salvador Allende, de cuyo gobierno –por decisión de la voluntad popular y de nuestro partido- fuimos invariables opositores. Nos inclinamos respetuosos ante el sacrificio que él hizo de su vida en defensa de la autoridad constitucional”.

El 17 de septiembre, Patricio Aylwin, ocultando la realidad de lo sucedido que él conocía tan bien, declaró: “Chile estuvo al borde del “Golpe de Praga” que habría sido tremendamente sangriento, y las Fuerzas Armadas no hicieron sino adelantarse a ese riesgo inminente“.

Las manifestaciones en apoyo al gobierno de facto de la mayoría de los democratacristianos fueron evidentes. Muchas cónyuges de dirigentes de la DC, acudieron presurosas a entregar sus joyas. Eduardo Frei hijo, acompañado de ejecutivos de su empresa, en forma ostensiblemente publicitada, hizo un generoso aporte a la nueva administración.

La directiva DC, el 27 de septiembre, confiada en que los uniformados aprovecharían su experiencia gubernativa  y que entregarían pronto el poder, tomó el siguiente acuerdo:  “autorizar a los militantes que aportaran al gobierno su cooperación técnica, profesional o funcionaria, dentro de la línea de nuestro pensamiento, a las tareas de reconstrucción, superación de la crisis, restablecimiento institucional, saneamiento moral, seguridad y progreso social y búsqueda de la paz y la unidad entre los chilenos que son indispensables para el bien de la patria en esta emergencia”. De esta forma, Álvaro Bardón, José Luis Zabala y Andrés Sanfuentes se integraron al Banco Central, Juan Villarzú a la Dirección de Presupuesto; Carlos Massad y Jorge Cauas, asesorando a los Ministerios de Economía y Hacienda; Pedro Calvo a la CORFO. Asimismo, autorizó a Gonzalo Prieto para que asumiera como Ministro de Justicia.

El 16 de octubre de 1973, salieron en gira por América Latina y Europa Enrique Krauss, Juan de Dios Carmona y Juan Hamilton con el apoyo financiero de Estados Unidos (US$ 34.000), como se conoce por un informe desclasificado de la CIA. Tenía por objeto explicar las razones del pronunciamiento militar. En el mismo mes, Pedro Jesús Rodríguez y Alejandro Silva Bascuñán, ambos destacados militantes DC, integraron una delegación de juristas que realizó una gira de 32 días por países europeos que tenía por misión mejorar la imagen internacional de la Junta.

La Directiva DC se opuso a que sus militantes participaran en el Comité de Cooperación para la Paz en Chile, institución ecuménica, que las distintas iglesias crearon a los 20 días después del golpe para defender a los perseguidos por el régimen militar. Creyeron que su incorporación a esta valiosa iniciativa humanitaria irritaría a la dictadura, la cual consideraba que este Comité estaba protegiendo a los marxistas, que ella se proponía eliminar. No le importó al PDC que este organismo de propósitos humanitarios estuviese patrocinado primordialmente por el  cardenal Silva Henríquez, representado por el obispo Fernando Ariztía, lo cual garantizaba su ecuanimidad y el respeto a los más puros principios cristianos que ellos decían abrigar..

El 10 de octubre de 1973, fue publicada una entrevista de Frei en el diario conservador franquista ABC. En ella se sumaba a la gran campaña de desprestigio de Allende, propiciada por la Junta, y apoyaba  la existencia del ficticio plan Zeta, posteriormente desacreditado en forma fehaciente. Frei declaraba al periodista Luis Calvo:

“Allende vino a instaurar el comunismo por medios violentos, no democráticos, y cuando la democracia engañada percibió la magnitud de la trampa, ya era tarde, ya estaban armadas las masas de guerrilleros y bien preparado el exterminio de los jefes del Ejército. Allende era un político hábil y celaba la trampa… ¿Por qué en Europa se idealiza a un hombre tan frívolo, más frívolo políticamente que moralmente como Allende? Yo se que Allende era inteligente, orador fácil y superficial, simpático de trato, chistoso, del verbo politiquear. Pero Allende no era un ideólogo ni era un estadista. Buscaba el modo de seguir en la cima del Poder, y también ocurrió que el Poder lo deslumbró, e hinchó su congénita arrogancia, y tuvo que pactar con sus enemigos políticos, es decir los compañeros marxistas, y quizás rendirse a ellos, y quiso pactar, -pero no tuvo éxito alguno con nosotros, con la Iglesia y con las Fuerzas Armadas… Si Allende, que no era ideólogo, pero sí maniobrero, utilizaba la “muñeca” para engañarnos”

“Los militares han salvado a Chile”… “El país no tuvo más salida salvadora que la gobernación de la Junta” “La guerra civil estaba preparada por los marxistas y esto es lo que el mundo no quiere conocer” “Es alarmante que en Europa no se enteren de la realidad: Allende dejó la nación destruida”. “Cuando se producen en un país condiciones que no se han producido nunca como en Chile. Yo le dijo que cuando un gobierno desobedece a la Corte Suprema, provoca el caos económico, detiene y mata a los obreros que se declaran en huelga, desabastece el mercado para entregar los productos a los monopolizadores marxistas del mercado negro… cuando un gobierno procede así, el derecho a la rebelión se convierte en un deber. Es un hecho jurídico proclamado por todos los estadistas e historiadores, como el padre Mariana en España”.”

 “La Unidad Popular seguía conscientemente una política que conducía al caos y a la locura colectiva”. “Las fuerzas militares han salvado realmente al país de su total aniquilamiento”. “La Democracia Cristiana no deseaba esto, naturalmente.  Usted no desea operarse de cáncer, pero llega un momento que tiene que operarse de cáncer. Nuestros cirujanos son las Fuerzas Armadas, y el pueblo solicitó su intervención insistente, estruendosa y heroicamente”.

Una vez publicada esta entrevista, Frei reconoció haber hablado con el periodista del diario español ABC, pero que señaló que el texto de la conversación no había reflejado exactamente sus palabras. Más tarde,, en carta a Bernardo Leighton de 22 de mayo de 1975, le expresó que él no había hecho esa descripción de Allende y que sus palabras habían sido tergiversadas.

Pese a que ya se vislumbraba la prolongación de la dictadura, el 8 de noviembre de 1973, Eduardo Frei remitió una extensa carta de 23 páginas a Mariano Rumor, Presidente de la Unión Mundial de la Democracia Cristiana.. Cabe destacar que a esa fecha la dictadura se había mostrado en toda su brutalidad, con numerosos crímenes de lesa humanidad. En consecuencia, inadvertidamente o no, dicha misiva resultaba un apoyo o, a lo menos hacerse el desentendido, frente a los graves atropellos a los derechos humanos que se estaban cometiendo. Como era de esperar, esta misiva fue ampliamente utilizada por los personeros de la dictadura, quienes le confirieron la virtud de testimonio irrefutable para otorgarle legitimidad a la sublevación militar. El texto de esta carta constituyó una apasionada pero frágil defensa frente las críticas internacionales formuladas a la DC por su comportamiento obstructivo durante el gobierno de Allende y a su conducta complaciente con el golpe de Estado.  La argumentación era extremadamente prolongada debido a que le era necesario justificar hechos cuyos fundamentos resultaban artificiosos. Párrafos destacados fueron:.

 “¿Qué ocurrió en Chile? Este país ha vivido más de 160 años de democracia prácticamente ininterrumpida. Es de preguntarse entonces cuál es la causa y quiénes son los responsables de su quiebre. La responsabilidad íntegra de esta situación –y lo decimos sin eufemismo alguno- corresponde al régimen de la Unidad Popular instaurado en el país” …“Allende estaba absolutamente decidido a instaurar en el país una dictadura totalitaria y se estaban dando los pasos progresivos para llegar a esa situación, de tal manera que ya en 1973 no cabía duda de que estábamos viviendo un régimen absolutamente anormal y que eran pocos los pasos que quedaban por dar para instaurar en plenitud en Chile una dictadura totalitaria” “La directiva del partido llegó a la convicción de que exclusivamente se estaba ganando tiempo para preparar el control total del poder por parte de la Unidad Popular y acelerar su aparato paramilitar y el reparto de armas”… “Significó un golpe grave para el comunismo en el mundo. La combinación Cuba con Chile, con sus 4.500 kilómetros de costa en el Pacífico y con su influencia intelectual y política en América Latina, era un paso decisivo en el control de este hemisferio. Por eso su reacción ha sido tan violenta y desproporcionada. Este país le servía de base de operaciones para todo el continente. Pero no es sólo eso. Esta campaña publicitaria tiende a esconder un hecho básico: el fracaso de una política que habían presentado como modelo en el mundo”

La carta no tuvo el efecto que Frei pretendía. Dentro del país su vigorosa defensa de la acción militar, no le abrió las puertas para constituirse en la figura de un retorno consensuado hacia la democracia, como era su anhelo. Internacionalmente, provocó un enfriamiento evidente con los dirigentes del PDC italiano. Rumor ni siquiera acusó recibo de su misiva. Influyó en el fracaso del objetivo buscado el hecho que la misiva fuera llevada personalmente por Patricio Aylwin para entregarla en Hamburgo. Por descoordinación, no se encontró con el político italiano en esa ciudad y debió remitirla por intermedio de la Embajada de Chile en la República Federal de Alemania. Debido a esto, al dirigente democratacristiano le llegó una copia antes de recibir la misiva original. Según Frei, las críticas expresadas en la epístola sobre la UP y Allende eran compartidas por la mayoría de los dirigentes democratacristianos. En carta enviada a Italia, en mayo de 1975, a Bernardo Leighton, le dio a conocer que Patricio Aylwin no había sido un simple portador de la misiva a Rumor, sino que éste había redactado un documento en términos muy  similares a los expresados por él, el cual no fue enviado por resultar redundante.

Episodios de asentamiento de la dictadura y frustración de la DC.
El 10 de octubre de 1973, la esperanzada Directiva Nacional DC, compuesta por Patricio Aylwin, presidente, Osvaldo Olguín, vicepresidente y Eduardo Cerda, secretario general, se reunió con la Junta para plantear sus inquietudes acerca del receso político. En la entrevista, el Almirante José Toribio Merino se quejó de la declaración de los  dirigentes DC que habían condenado el golpe militar. Los personeros DC le respondieron que esa postura interpretaba a una insignificante minoría, en cambio, la asumida por la directiva, representaba el 98% de las bases de la colectividad. Ratificaron que el juicio del partido era el expresado en su declaración oficial, emitida al día siguiente del “pronunciamiento”. Leigh reprendió acremente a la DC, expresando que en tiempos de Frei se había relajado la autoridad, que el hecho de haber gobernado como partido único había sido un error y que el haber elegido a Allende en el Congreso Pleno había sido otro error. En esta forma, Leigh exteriorizó su postura en contra de la DC. De esta entrevista, los personeros DC salieron desilusionados, pues sólo recibieron ácidas críticas y ninguna promesa de una pronta restauración de la democracia participativa que ellos anhelaban.

Esta actitud de total rechazo hacia la DC, manifestada especialmente por Leigh, se debió a la brillante labor persuasiva de Jaime Guzmán para convencer primero al comandante en jefe de la FACH, y después a Pinochet, de la necesidad imperiosa de desplazar a los democratacristianos. Les dio a los líderes de esa agrupación política la imagen de titiriteros que pretendían utilizar a los militares como marionetas para sus propios fines partidarios  En realidad, era él quien ocupaba una posición privilegiada y tenía la capacidad de utilizar a los uniformados para realizar su propio  proyecto que venía incubando en su movimiento gremialista desde hacía varios años.

El día siguiente, 11 de octubre, hubo otra campanada de alarma para la DC. En un acto solemne en la sala de plenarios del edificio Diego Portales, Pinochet pronunció un discurso inquietante para las pretensiones de la DC. Esta crucial alocución tuvo el sello indesmentible de Jaime Guzmán.. El jefe de la Junta expresó en esa oportunidad:

“Reconstruir es siempre más arduo que destruir. Por ello, sabemos que nuestra misión no tendrá la transitoriedad que desearíamos, y es así como no damos plazos ni fijamos fechas. Sólo cuando el país haya alcanzado la paz social necesaria para el verdadero progreso y desarrollo económico a que tiene derecho, y Chile no muestre caras con reflejos de odio, será cuando nuestra misión habrá terminado…. Afianzadas las metas anteriores (cambio profundo de la mentalidad de los chilenos), Las Fuerzas Armadas y de Orden darán paso al restablecimiento de nuestra democracia, la que deberá renacer purificada de sus vicios y malos hábitos que terminaron por destruir nuestras instituciones. Una nueva Constitución Política de la República debe permitir la evolución dinámica que el mundo actual reclama, y aleje para siempre la politiquería, el sectarismo y la demagogia de la vida nacional, que ella sea la expresión suprema de la nueva institucionalidad y bajo esos moldes se proyecte el destino de Chile”.

El 11 de marzo de 1974, Pinochet, en el discurso redactado por Guzmán, le puso la lápida definitiva a las esperanzas de la DC, expresando:

“El Gobierno de las FF.AA y de Orden ha asumido la misión histórica de dar a Chile una nueva institucionalidad”. “Las Fuerzas Armadas y de Orden no fijan plazos a su gestión de Gobierno, porque la tarea de reconstruir moral, institucional y materialmente al país, requiere de una acción profunda y prolongada. En definitiva, resulta imperioso cambiar la mentalidad de los chilenos. El actual Gobierno ha sido categórico para declarar que no pretende limitarse a ser  un Gobierno de mera administración que signifique un paréntesis entre dos Gobiernos partidistas similares o, en otras palabras, que no se trata de una “tregua” de reordenamiento para devolver el poder a los mismos políticos que tanta responsabilidad tuvieron por acción u omisión, en la virtual destrucción del país. El Gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden, aspira a iniciar una nueva etapa en el destino nacional, abriendo el paso a nuevas generaciones de chilenos formadas en una escuela de sanos hábitos cívicos” Y agregó una frase agraviante: “Algunos señores políticos tomaron una actitud favorable al gobierno, pero vieron en la liberación de Chile por las Fuerzas Armadas y Carabineros la posibilidad que se les devolviera la conducción del Estado en breve tiempo. Hoy han reaccionado en contrario al darse cuenta cuán equivocados estaban, y yo me pregunto ¿o son patriotas o son mercaderes?”.

Ante la permanencia de algunos demócrata cristianos, como Juan Villarzú, en altos cargos  gubernamentales, Guzmán se preocupó de crear un clima de psicosis ante el posible copamiento del aparato del Estado por la DC. Realizó una campaña de satanización de la DC. El 11 de marzo de 1977, se disolvieron los partidos políticos, hasta entonces  en receso, reconociendo el general Hernán Béjares que era para “frenar a la Democracia Cristiana”. Por su parte, Alvaro Puga, conductor de Asuntos Públicos de la Secretaría General de Gobierno, en donde Guzmán era el cerebro, dio a conocer el  plan “Azucena”, supuestamente urdido por la D.C., destinado a ocupar cargos importantes en la Administración, para controlarla. La denuncia originó la persecución sistemática de personas de esa tendencia, que no fueran de plena confianza del gobierno. A la Comisión de reforma de la Constitución renunciaron Alejandro Silva Bascuñan y Enrique Evans.  Quedaron sólo en cargos gubernamentales aquellos que renegaron de su militancia en la DC y dieron muestras de absoluta incondicionalidad al régimen, como Juan de Dios Carmona, Alvaro Bardón, Jorge Cauas o William Thayer.
 
Corolario
Resulta asombroso que un joven, de solo 27 años, dirigente de un movimiento universitario católico relativamente insignificante, haya logrado desplazar del gobierno de facto al mayor partido político del momento. De nada sirvió a la DC haber sido el cómplice imprescindible para el desencadenamiento del golpe y luego su más ardiente justificador. Guzmán aprovecho sagazmente su nexo con Estados Unidos para introducirse en el núcleo del poder. Después, aprovechando su capacidad de persuasión y su superioridad intelectual sobre los miembros de la Junta y, especialmente sobre Pinochet,  los convencería de llevar a cabo su propio proyecto de profunda reforma política para establecer una nueva institucionalidad, para lo cual había que desembarazarse de la DC. Jaime Guzmán concretó lo que repetidamente señalaba a sus cercanos: “Lo importante no es tener el poder, sino lograr que quienes nominalmente lo detentan hagan lo que uno persigue”.
Lunes, 26 de abril de 2010

* Fuente: El Clarin

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