«Si no os convertís, todos pereceréis»
por Leonardo Boff (Brasil)
14 años atrás 4 min lectura
Dice Jesús en los evangelios: «Si no os convertís, todos pereceréis». Dicho de otro modo: «Si no cambiáis de modo de ver y de actuar, todos pereceréis». Nunca estas palabras me parecieron tan verdaderas como cuando presencié la Crónica de Copenhague, un documental de la TV francesa, emitido a través de un canal de pago en Brasil y, supongo, que en todo el mundo. En la COP-15 celebrada en Copenhague en diciembre pasado, se reunieron los representantes de las 192 naciones para decidir la reducción de las tasas de los gases de efecto invernadero, productores del calentamiento planetario.
Todos fueron allí con el deseo de hacer algo. Pero las negociaciones, después de una semana de debates intensísimos, llegaron a un punto muerto y no se decidió nada. ¿Cuáles fueron las causas de este impasse que provocó decepción y rabia en el mundo entero?
En primer lugar, creo que no había suficiente conciencia colectiva de las amenazas que pesan sobre el sistema-Tierra y sobre el destino de la vida. Era como si los negociadores hubiesen sido informados de que un Titanic se estaba hundiendo sin darse cuenta de que esa era la nave en el cual ellos estaban, la Tierra.
En segundo lugar, no se tenía claro que el objetivo principal era: impedir que el termómetro de la Tierra suba más de dos grados centígrados, porque entonces conoceremos la tribulación de la desolación climática. Para evitar tal tragedia urge reducir la emisión de gases de efecto invernadero, con estrategias de adaptación, mitigación, concesión de tecnologías a los países más vulnerables y financiación abundante para estimular tales medidas. La preocupación ahora no es garantizar la continuidad del statu quo sino dar centralidad al sistema Tierra, a la vida en general y a la vida humana en particular.
En tercer lugar, faltó una visión colectiva. Muchos negociadores dijeron claramente: estamos aquí para representar los intereses de nuestro país. Error. Lo que está en juego son los intereses colectivos y planetarios y no los de cada país. Eso de defender los intereses del país es propio de los negociadores de la Organización Mundial de Comercio, que se rigen por la competencia y no por la cooperación. Cuando predomina la mentalidad de los negocios la lógica que funciona, denunciada por muchos bien intencionados en Copenhague, es la siguiente: no hay confianza pues todos desconfían de todos, todos están a la defensiva, no ponen las cartas sobre la mesa por miedo a la crítica y al rechazo, todos se reservan el derecho de decidir sólo en el último momento como en un juego de póquer. De los grandes jugadores, China observaba, Estados Unidos callaba, la Unión europea quedó aislada, y los africanos, las grandes víctimas, ni siquiera fueron tomados en consideración. Brasil mostró coraje al final con las palabras de denuncia del Presidente Lula.
Por último, el fracaso de Copenhague —bien lo dijo Lord Stern allí presente— se debió a la falta de voluntad para vivir juntos y pensar colectivamente. Tales cosas son herejías para el espíritu capitalista enfundado en su individualismo. Éste no está en absoluto interesado en que vivamos juntos, pues la sociedad para él no pasa de un conjunto de individuos disputando furiosamente la mayor tajada del pastel llamado Tierra.
Jesús tenía razón: si no nos convertimos, es decir, si no cambiamos este tipo de pensamiento y de práctica hacia una línea de cooperación universal, jamás llegaremos a un consenso salvador. E iremos al encuentro de los dos grados Celsius de calentamiento, con sus dramáticas consecuencias.
La valiente negociadora francesa Laurence Tubiana al hacer el balance final dijo resignadamente: «los peces grandes siempre se comen a los pequeños y los cínicos siempre ganan la partida, pues ésa es la lógica de la historia». No podemos aceptar ese derrotismo. El ser humano es resiliente, o sea, puede aprender de sus errores y, en la urgencia, puede cambiar. Me quedo con el paciente jefe de los negociadores, Michael Cutajar, que al final de un fracaso dijo: «mañana lo haremos mejor».
Esta vez la única alternativa salvadora es pensar juntos, actuar juntos, soñar juntos y cultivar la esperanza juntos, confiando en que la solidaridad sea lo que fue en el pasado: la fuerza secreta de nuestra mejor humanidad.
* Fuente: Koinonia
Artículos Relacionados
Carta abierta [de una «mujer separada»] al sacerdote de mi barrio y a la iglesia católica
por Zulema Contreras Muñoz (Chile)
17 años atrás 8 min lectura
¿De cuál Mandela estamos hablando?
por Jesús Chucho García (Bamako, Mali)
10 años atrás 6 min lectura
Cronopiando: El asesinato de Sadam
por Koldo Campos Sagaseta (Red Informativa Virtin)
17 años atrás 1 min lectura
Chile, de nuevo Martínez en la CUT: gana el gobierno, sonríe el patrón
por Andrés Figueroa Cornejo (Chile)
16 años atrás 6 min lectura
«Ese asunto»: Canción irani por Palestina
por Eugenio Pordomingo (España)
1 día atrás
De un tiempo a esta parte, se nos está impidiendo acceder a noticias que publican otros medios de comunicación. Lo impiden tecnológicamente y, a no tardar, empleando para ello leyes a la media. Y lo hacen al amparo de que obrando así nos preservan –según ellos- de acceder a informaciones interesadas, falsas, tendenciosas y contaminantes de nuestra mente.
La necesaria movilización popular
por Juan Pablo Cárdenas S. (Chile)
1 día atrás
Las negociaciones cupulares que resolvieron la elección de la testera de la Cámara de Diputados demuestran la fragilidad de nuestro sistema político porque corroboran que el principal afán de nuestra clase dirigente es la lucha por asegurarse cargos de la administración pública y estar siempre de cabeza en los procesos electorales.
La «paciencia estratégica» de Irán se eleva a disuasión seria
por Pepe Escobar (Desde Moscú)
4 días atrás
Los ataques de represalia de Irán contra Israel no se llevaron a cabo en solitario. Los socios estratégicos Rusia y China cubren las espaldas de Teherán, y su papel en el conflicto de Asia Occidental no hará sino crecer si EEUU no mantiene a Israel a raya.
A los saharauis: «Para ganar batallas, es importante practicar activamente los valores de la solidaridad, el compromiso, la disciplina y la lucha»
por Luis Portillo Pasqual del Riquelme (España)
5 días atrás
«Creo que el FP debería plantearse estas cuestiones, ocuparse mejor de encuadrar a su gente, enseñarles a trabajar en la clandestinidad, mejorar la organización para no hacer –como hoy- el ridículo ante el enemigo.»