En estos días de presentación del nuevo gabinete se han puesto de moda las estadísticas. Tantos de la Udi, tantos de RN. 8 de Harvard, 3 del MIT, 2 de Yale. 99,9 de la universidad católica.
Yo no tengo estadísticas pero tengo varias preguntas que sería bueno si algún centro de estudios me puede responder: ¿Cuantos de los futuros ministros conocen la Pintana? ¿Ha ido alguno a Pedro Aguirre Cerda? ¿Y a los barrios de Talcahuano?, a la población Alemania de Calama?, la que está permanentemente infectada de olor a aguas servidas?-¿Cuántos han conocido una familia monoparental? ¿Saben que hay varios millones de mujeres jefas de hogar? ¿Cuál de ellos ha conocido un mapuche fuera de su nana, el panadero o su jardinero? ¿Qué porcentaje de ellos vive con menos de 3 millones al mes?
Me pregunto si el nuevo ministro de salud sabrá que los hospitales públicos son diferentes a la Clínica Las Condes. (a propósito, no deja de ser curioso saber que hasta hoy es empleado de Piñera, quien es uno de los dueños de esa clínica) ¿Sabrá el de Agricultura que a las comunidades del extremo norte las están dejando sin agua? ¿Y el de minería? Aparte de dedicarse por largos años a acrecentar la riqueza del señor Paulmann, ¿sabrá que en la minería del cobre se explota a los subcontratistas impidiéndoles incluso la libre práctica sindical? ¿Sabrá que las multinacionales pagan el royalty más bajo del mundo por llevarse el cobre chileno? Bueno, hay que reconocer que aparte de Cencosud, también ha ayudado mucho a Ripley y otros cuantos grupos económicos.
Y el flamante nuevo ministro de educación, dueño de la Universidad del Desarrollo, ¿conocerá la realidad de los estudiantes de las escuelas particulares subvencionadas, que sufren a diario los efectos de una educación que es negocio antes que derecho? En todo caso, no es el único gran representante de esta Universidad. El nuevo ministro de la presidencia es su socio en el sabroso negocio de las inmobiliarias dueñas de la universidad y que hacen el negocio que la casa de estudios por ley no puede hacer.
Sigamos, sigamos. Hay que felicitar al ministro de defensa; siempre fue un hombre vanguardista. ¿Se habrá adelantado sólo unos meses a los pasos que dará su conglomerado demócrata cristiano? Algunos son sabios y saben ubicarse donde sopla el viento.
Hemos conocido el nuevo gabinete. El gabinete de los iluminados. Han descendido desde las alturas para mostrarnos su excelencia. El gabinete de la Clínica Las Condes, de la Univesidad del Desarrollo, de Cencosud, de Ripley, de Falabella, de Alsacia y otras cuantas joyitas inalcanzables para el común de los chilenos. El gabinete de Harvard. ¿Sabrán ellos que la gran mayoría de los jóvenes chilenos, si llega a la Universidad, lo hace endeudándose de por vida? ¿Y que la mayoría de las veces ni siquiera logra obtener su título? ¿Y que si lo obtiene, debe terminar trabajando “en lo que haya nomás”?
El nuevo presidente nos refriega que son los “excelentes”. ¿Que define su excelencia? ¿Cual es exactamente su “vocación de servicio público”? ¿Haber dejado el campo por un rato? Vamos, vamos señor Piñera. Como dice un buen amigo, en Chile somos pocos y nos conocemos mucho. Y conocemos muy bien a sus acompañantes como para tragarnos el cuento de la vocación de servicio público. No venga a tratar de convencernos que porque aportan el vuelto en la farmacia (sus farmacias por lo demás), tienen una elevada vocación de bien público.
Mientras escribo estas líneas vienen a mi memoria las recientes fotografías del nuevo gabinete de Evo Morales, constituido por hombres y mujeres de trabajo, sindicalistas, obreros, dirigentas sociales. ¡Que lejos estamos de eso con su gabinete de “Excelencia” señor presidente!
Hubo un cambio, hay que reconocerlo y decirlo: no hubo cuoteo político en la repartición de cargos. Ahora el cuoteo fue entre los grupos económicos dueños del país.
En este país de la valoración del éxito medido por lo que se tiene, seguramente muchos alabarán a sus exitosos ministros. Por mi parte prefiero quedarme con los valerosos hombres y mujeres de mi pueblo, tan ausentes de su iluminado gabinete. Ellos no son tan exitosos como sus ministros, pero son honestos, esforzados, jugados por los suyos, solidarios. Ellos son la verdadera gente de excelencia.
10 Febrero 2010
* Fuente: La Tercera
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