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A escasos días del gran dilema

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El próximo domingo 17 sabremos, en definitiva, lo que decidirá el “mandamás”; es decir, el electorado chileno. ¿Virará el país a la derecha? ¿Continuaremos siendo los administradores (y administrados por cierto), del legado que nos dejó el fallecido dictador, con las escasas modificaciones que se han podido hacer a la Constitución  1980? En todos y cada uno de nosotros pesa la responsabilidad de decidir cual será el país que queremos ahora y el que legaremos a nuestros hijos y nietos. El dilema no es fácil de resolver. Recordemos que cada nación se merece los gobernantes que tiene y sólo el buen o mal juicio nuestro lo dirá.

La mitad de nuestra decisión ya está  tomada y es irreversible, al menos para los próximos cuatro años. El 6 de diciembre pasado, por voluntad expresa de los votantes, se eligieron los senadores y diputados que aprobarán o rechazarán todas y cada una de las leyes que propondrá el nuevo gobierno. Casi matemáticamente, la mitad del Parlamento que entrará a funcionar en marzo será de la actual oposición piñerista y la otra mitad de quienes apoyan al actual gobierno. Esto significa que ninguno de los dos grandes bloques tendrá la mayoría necesaria para aprobar leyes de quórum calificado y nuevamente veremos negociaciones y componendas, según sean los intereses en juego.

Ahora, en esta  segunda vuelta presidencial [17 de enero], cada elector deberá decidir entre las cinco opciones que se le presentan:

1.- No concurrir a votar, sino presentarse a las comisarías de Carabineros para dejar constancia de que ese día están a más de 200 kilómetros de su lugar de inscripción. Obviamente que quienes así lo hagan, o estarán de vacaciones y las prefieren a la molestia de tener que hacer colas, bajo un calor sofocante, o simplemente se lavarán las manos, creyendo que con ello eluden  la gran responsabilidad para con ellos mismos y sus descendientes. Otros, realmente y con seguridad estarán imposibilitados de verdad y sólo su conciencia les señalará si han hecho o no lo imposible por cumplir con su deber cívico.

2.- Concurrir a su mesa y votar nulo. Con ese acto de anular su voto, creerán que han cumplido, no serán multados y simplemente habrán dado una demostración de que no les agrada ninguno de los dos candidatos y les da lo mismo quien sea electo.

3.- No marcar preferencia y depositar el voto en blanco. Tal actitud es casi idéntica a lo que se señala en el número 2.-, anterior.

4.- Votar por el candidato Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique y

5.- Votar por el candidato Eduardo Alfredo Juan Bernardo Frei Ruiz-Tagle.

Debe quedar muy en claro que aquellos que opten por cualquiera de las tres primeras alternativas se habrán impuesto a si mismos la limitación de abstenerse a formular cualquier tipo de críticas –fundadas o infundadas- acerca de la conducción, sea buena, mala o pésima de quien resulte elegido para conducir los destinos de Chile y sus habitantes durante los próximos cuatro años. El simple hecho de no haber contribuido a decidir la clase de gobierno y gobernante que desea para su país le prohibirá, por moral, expresar reproches al gobernante electo y al equipo de trabajo que designe éste para colaborarle, sea bueno o malo. Ese mal ciudadano, inconsciente, tendrá que rumiar en solitario su desacierto, será considerado un ciudadano de segunda y tendrá que atenerse a las consecuencias de haberse lavado las manos, tal cual hizo Pilatos con Jesucristo, en el momento que su juicio era determinante para salvar o condenar al Mesías.

Quien si exprese su voluntad de que sea cualquiera de los dos candidatos el futuro gobernante, también tiene la obligación de entregar una preferencia [voto o sufragio], de manera libre, meditada y soberana. Tendrá que pesar los aciertos y desaciertos de la coalición que ha gobernado a Chile, poner en la balanza los méritos y deméritos de su accionar, sin dejarse influir por los mareadores ofertones que nos inundaron durante toda la campaña desarrollada por los candidatos en pugna. El voto de cada uno de los electores, sumado a los millones de chilenos que estarán sufragando con un margen de sacrificio no medible, será decisivo para vivir en un país que nos enorgullezca o nos sumerja en el inconformismo y la depresión. 

Cumplamos con responsabilidad. Es mucho lo que está  en juego el día 17.
Santiago, diciembre 10 de 2010

– El autor, ex Secretario Privado de Salvador Allende, es ingeniero comercial y escritor

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