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Oikonomia. Economía Moderna. Economías

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Reseña del libro  “Oikonomia. Economía Moderna. Economías
Autor:              Andrés Monares
Editado por:      Editorial Ayún, Santiago, 2008, 384 páginas
 
¿Debemos alegrarnos los chilenos por la sólida y establecidamente (neo)liberal economía del país? Pareciera que sí. Pues no se pierde oportunidad para recordarnos que somos una nación segura para la inversión extranjera, así como también un ejemplo de economía libremercadista a nivel mundial. En otras palabras, poseemos social e institucionalmente eso que se ha venido a llamar “gobernabilidad”. Cuestión que felizmente nos reconocen nuestros "hermanos mayores": el FMI, el Banco Mundial y, por supuesto la madrastra patria, Estados Unidos.

Podríamos decir, un poco laxamente, un poco como se dice todos los días, que de modo objetivo las cifras económicas son estables, seguras y con un buen “futuro”. Podríamos seguir diciendo que esta “constatación” es homologable a la temperatura que marca un termómetro: se establecen ciertos parámetros de medición, se les cuantifica, ¡y voilà!… tenemos la temperatura científicamente medida y establecida con total objetividad. Por tanto, sería una verdad no sólo evidente, sino indiscutible. Pero, y esta es una experiencia que hemos hecho -o hemos sufrido- todos, no siempre la temperatura del termómetro coincide con la sensación térmica. Ésta, depende de muchos más factores y es bastante más compleja que la supuesta objetividad del termómetro.

Así, nos damos cuenta de que cuando no hay coincidencia e incluso hay pleno desacuerdo en entre la medición y la sensación, hay que sospechar que algo anda mal. Sea por el lado de la medición objetiva o por el lado de la sensación térmica colectiva. En el fondo estamos ante ese malestar que cada vez más se hace manifiesto al hablar de economía y de sus consecuencias sociales y ambientales. Pero, asimismo, cuando nos adentramos en las ideas básicas de la "Ciencia Económica" el malestar se traslada al terreno intelectual.

Las cifras económicas “objetivamente” establecidas y expuestas, por algún extraño motivo no entusiasman ni contagian a la sensación térmica de la ciudadanía. Los que andamos a pie, los que no sabemos nada de la economía “científica” no caemos en el gozo extático de los tecnócratas y de todos aquellos que han "ganado" con este sistema. Finalmente, nuestra parca actitud se puede explicar porque de una u otra manera somos testigos privilegiados de la disonancia entre las cifras y la realidad. En nuestros salarios, pensiones, sistema de salud, educación, posibilidades de recreación, etc.

El libro Oikonomía. Economía Moderna. Economías de Andrés Monares, que se lanzará el próximo 9 de septiembre en el Salón Helvio Soto de la Universidad ARCIS, explora precisamente tanto la “temperatura” como la “sensación térmica” de la dimensión estructurante de nuestro tiempo: la Economía. A la vez muestra con claridad y rigurosidad las razones por las cuales la primera no coincide con la segunda.

Dicha exploración la realiza el autor recorriendo la historia de la disciplina, en tanto idea y práctica, su lógica interna y cómo ha venido a dominar en la conformación de los aspectos sociales, culturales e institucionales del mundo moderno. Pero no se trata tan sólo de un relato de la historia de las ideas. El autor aguda y rigurosamente se introduce en la tradición anglosajona, cuna de la moderna economía, para mostrar la lógica interna que ha marcado el desarrollo, establecimiento y dominio del actual economicismo.

Lejos de quedarse en un discurso político (palabra maldita desde el imaginario neoliberal; pero también útil para describir voluntarismo sin argumentos), lo hace a partir de los mismos textos y de los hechos históricos, con sus personajes y “héroes”: Aristóteles, Tomás de Aquino, Juan Calvino, John Locke, Adam Smith, David Ricardo, Friedrich Hayek, etc. Textos, hechos y personajes que nos pueden deparar más de una sorpresa; con mayor razón dentro de un ambiente que gusta de repetir saberes "establecidos".

El libro nos introduce en la lógica económica de esa tradición que hoy llamamos moderna y la desarma. Se encarga de develar los supuestos sobre los cuales se ha erigido esta que irresponsablemente se ha venido a llamar (a sí misma) "ciencia". Tal develamiento se realiza a varias escalas o según varios pasos. En primer lugar, nos muestra la evolución ideológica de lo productivo-comercial desde su centro de importancia original en el trabajo a su meta actual: el lucro puro, el dinero que produce dinero. En esa trama teológica, filosófica, social y ciertamente política (trama que es inherente a todo el libro), queda en claro la histórica e ideológica contraposición entre la economía productiva y la especulativa.

Esa relación y su lógica será transformada desde su germen en la Reforma Protestante y en la aplicación que de tal doctrina hacen los ilustrados (es decir, en lo que realmente fue la secularización iluminista) en conocimiento válido y validante. La “ciencia” será aplicada al ser humano y las sociedades. Es la génesis de las "Ciencias Sociales" en general y de la Economía Moderna en particular como el arquetipo de las humanidades que miden. Luego, sobre esa misma base teológico-filosófica, se dará paso al reemplazo de la política por el nuevo saber económico dominante. Pues, si la humanidad responde a sus instintos materialistas y ello lo ha probado la ciencia, cabe siquiera preguntarse cuál ha de ser la ciencia soberana: ¿la que cree falsa y vanamente en la racionalidad humana para buscar la felicidad de forma sistemática o la que postula el móvil supremo y evidente del egoísmo materialista en el contexto espontáneo del libre mercado?… Ante el desarrollo filosófico europeo y los grandes intereses económicos, la historia difícilmente hubiera tenido otro final.

Pero, ese dominio "natural" de lo economicista sólo puede ser validado si en realidad se estima verdadero el mito del "hombre económico". El cual por cierto no hace falta recordar que es un ser mítico… Las relaciones económicas puras no existen ni han existido; menos las exclusivamente lucrativas. El ser humano es un ser social. Aunque el mito liberal haya hecho nacer con fórceps una humanidad economicista y el neoliberal mantenga viva la fábula, la historia muestra donde quiera se mire que los sistemas productivo-comerciales están incluidos en lo social. He ahí un gran problema: las fuerzas dominantes de las sociedades no tienen entre sus preocupaciones centrales las verdades académicas y empíricas. Eso explica que se haya instalado igualmente el mito original y originario de la Economía con el (siempre) renovado rostro de la cientificidad. Ciencia que ha borrado de un plumazo miles de años de historia y diversas culturas socioeconómicas diferentes de la (neo)liberal moderna.

Esa realidad de una radicalidad lucrativa se ha impuesto a pesar de las múltiples y serias observaciones teóricas, morales, ideológicas, lógicas, políticas, sociales, etc., que se le pueden hacer al Neoliberalismo. No por nada el autor antes de terminar con un corto Epílogo, nos presenta un capítulo donde repasa esas observaciones y termina preguntándose ensimismado por el peso de las evidencias: ¿Quién podría ser neoliberal?

Aunque la presente obra cumple con los requisitos formales para ser estrictamente académica, el interés que despierta no es sólo académico. Principalmente surge de una necesidad común manifiesta en aquel aire de disconformidad social ya nombrado. Al menos en aquellos sectores de la sociedad a los que aún le quedan fuerzas para manifestar disconformidad. Otros se han rendido ante la omnievidencia según la cual “el mundo ha sido siempre así, y no tiene por qué no seguir siéndolo”. Por otro lado, el texto es de interés también porque nos lleva ante nosotros mismos, personal y colectivamente, en cuanto sujetos morales y políticos. Los argumentos deberían hacer alguna mella en nosotros.

De eso se trata las temperaturas y las sensaciones térmicas: de fenómenos político-morales que no son ajenos a nadie que tenga un mínimo de buena fe y buena voluntad. Y el autor se encarga de encararnos desde la teoría hasta la cotidianidad del país.

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