Política exterior del «Pinochetismo sin Pinochet» (I)
por Ernesto Carmona (Chile)
15 años atrás 7 min lectura
Analizando políticas internas e internacionales, la izquierda chilena encara con pragmatismo el dilema de la segunda vuelta del 17 de enero: Eduardo Frei representa el “mal menor” ante el neo-pinochetista Sebastián Piñera, cuyo discurso disfrazado ahora de “progresismo” promete más gasto social del Estado; en el fondo, continuar con las políticas sociales de Michelle Bachelet pero “mejoradas”.
Para alinear a un más amplio espectro social tras la minoría más rica de la sociedad –cuya fe pinochetista no merece dudas–, Piñera copió la engañosa propaganda de Obama “We can change” (Podemos el cambio) adoptando “Súmate al cambio” como slogan del “pinochetismo sin Pinochet”. En el fondo, el candidato de derecha representa al pinochetismo reciclado como “demócrata” para el juego electoral a través de los partidos Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN).
Desde que comenzó a diluirse la dictadura, en 20 años de “transición” en que aún rigen la Constitución de 1980 y el retorcido sistema binominal de elecciones, los “cambios” de Piñera intensificarían el neoliberalismo, traerían más represión a los trabajadores, una guerra frontal a los mapuches y, entre otros efectos cotidianos, el regreso a la TV de los ayudantes civiles de la dictadura militar entronizados hoy en el Congreso, más las caras jóvenes de una extrema derecha que no ha ganado una elección popular desde 1958.
Diferentes sectores de la izquierda están pronunciándose por Frei. El ex presidente tiene el apoyo del Partido Comunista y de los socialistas disidentes e izquierdistas independientes que se alinearon tras la candidatura de Jorge Arrate y ahora está conquistando a los votantes izquierdistas de Marco Enríquez-Ominami (ME-O).
La postulación ME-O tuvo una impronta transversal poli-clasista, con propuestas de izquierda matizadas con formulaciones privatizadoras de las tres empresas públicas sobrevivientes de voceros cercanos, como el economista Paul Fontaine, quien terminó trasladándose al comando de Piñera. La candidatura, empero, criticó el sistema partidario cupular de dos décadas implantado por la Concertación de Partidos por la Democracia, que agrupa los partidos Por la Democracia (PPD), Demócrata Cristiano (PDC), Socialista (PS) y Radical Social Demócrata (PRSD).
Mientras ME-O recorría el país agradeciendo a sus electores y esperando la renuncia de los jefes de los partidos, algunos de sus seguidores formulaban exigencias programáticas a Frei, desde el regreso total de la educación primaria y media a la responsabilidad pública (Estado docente) y el aumento a 8% del royalty a las compañías privadas –chilenas y extranjeras– que lucran con el cobre sin pagar regalías. En rigor todavía no hay un pronunciamiento tajante del propio joven ex candidato.
Ante la emergencia de un eventual gobierno del “pinochetismo sin Pinochet”, la revista izquierdista independiente Punto Final, por ejemplo, llamó descarnadamente a “votar hasta que duela”, caracterizando a “Chile entre la espada y la pared” y apeló a la célebre frase del escritor y periodista estadounidense Christopher Morley: “En política siempre debemos optar entre dos males”.
Las cifras gruesas de la primera vuelta dieron 44% a Piñera, 29,6% a Frei, 6,2% a Arrate y 20,1% a Enríquez-Ominami, 2,76% de votos nulos y 1,17% en blanco. Aunque los candidatos no puedan manejar sus votos como a un rebaño, la suma de Frei, ME-O y Arrate da 55,9%. Las encuestas dijeron que un tercio de los votos de ME-O se irían con Piñera y en tal caso, el resultado final sería 50,6% Piñera y 49,41% Frei. Pero hay un enigma con la diferencia de 12,8% de votantes registrados en el padrón que no concurrieron a las urnas, algunos excusándose, en un gesto que técnicamente equivale a la abstención. Y también resulta atractivo el 4% de votos anulados o en blanco. Más allá de los cantos de victoria de Piñera, lo cierto es que en la primera vuelta de 2005 los dos candidatos del “pinochetismo sin Pinochet” (Joaquín Lavín y Piñera) reunieron más de 48,6%. El resultado final dará una ventaja estrecha a quien resulte ganador.
Efecto en política exterior
La política exterior de un eventual gobierno de Piñera abandonaría la tibieza pro-estadounidense de los últimos 20 años y embarcaría de frente a Chile en la agresiva punta de lanza continental introducida por EEUU con el eje Colombia, Honduras y Perú, mientras el país del norte fortalece las obligaciones militares de la letra chica del tratado con Canadá y México (NAFTA), que es más que una simple alianza de comercio (1).
Piñera buscará sepultar el propósito original de Unasur, la Unión de Naciones Sudamericanas, e intensificará la labor de zapa iniciada por EEUU con el golpe en Honduras, a la vez que intensificará el olor a pólvora y a guerra en la región. El millonario chileno estrechará más aún sus lazos con el gobernante de Colombia Álvaro Uribe, que sembró en su país siete bases militares estratégicas estadounidenses que amenazan de preferencia a Venezuela, pero también al resto del continente y, en definitiva, a todo el mundo.
Uribe todavía no renuncia definitivamente a la reelección en mayo de 2010. Y hay sectores de EEUU que presionan para que se diferencie de los presidentes reelegidos más estigmatizados de la región, como Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega. El editorial del Washington Post del 15 de diciembre “El deber de un Presidente: ¿Por qué Álvaro Uribe de Colombia debe renunciar a un tercer período presidencial?” recomendó que por favor descarte un tercer mandato:
“…Gane o pierda [Uribe], se corre el riesgo de perturbar gravemente la campaña presidencial y crea enormes dificultad para los seguidores de Uribe para encontrar otro candidato antes de las elecciones… En cualquier caso, uno de los mejores presidentes de Colombia está poniendo en peligro su legado así como la causa de la democracia liberal en la región. Es hora de que Uribe haga un último gran servicio a su país y descarte un tercer mandato», aseguró el diario de Washington (2).
Hermandad oligárquica Chile-Colombia
Aunque todavía no cuaje oficialmente la tercera postulación de Uribe, el candidato sustituto ya está listo para saltar al ruedo. José Manuel Santos, el ex ministro de Defensa, que aspira a ser ungido por los partidos colombianos Conservador y Social de Unidad Nacional, envió a Chile a tres expertos que en octubre estudiaron en dos días sus tácticas electorales y lo acompañaron a un mitin cerca de Santiago: los economistas Juan Carlos Echeverry y Tomás González, y el abogado Santiago Rojas. (3)
Echeverry, a cargo del área programática, González, responsable de las encuestas de campaña, y Rojas, gerente del comando, explicaron su aprendizaje por la cercanía ideológica de los candidatos. Piñera visitó Colombia en julio de 2008 y viajó con Uribe y Santos en el avión presidencial, según una foto EFE (3) que muestra a los tres consultando un mapa desplegado por un oficial, probablemente mientras supervisaban operaciones militares. En ese viaje Piñera recibió el paquete de información “clasificada” que dio origen al infundio de la “infiltración FARC” en el entorno de Bachelet en La Moneda, un vergonzante episodio de “inteligencia” ya olvidado, pero no por sus víctimas, entre ellas el periodista Hugo Guzmán Rambaldi (4).
Cónclave UPLA
Los síntomas del cambio en la política internacional ya están a la vista: el mismo día de las elecciones en primera vuelta (13 de diciembre), Piñera se reunió en un hotel de Santiago con la junta directiva de la Unión de Partidos Latino Americanos (UPLA), la internacional reaccionaria que preside el chileno Jovino Novoa, de la Unión Demócrata Independiente (UDI), también presidente del Senado y ex subsecretario (viceministro) de Interior de Pinochet, una de las jefaturas de la represión del Estado durante la dictadura.
La UPLA agrupa a una veintena de partidos de extrema derecha e influye en centenares de medios escritos y audiovisuales (5) en su empeño por encontrar una fórmula mágica para contrarrestar las simpatías que provocan en América Latina los gobiernos izquierdistas de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba, Nicaragua y otros, así como el liderazgo que proyectan Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y otros presidentes, cuya popularidad crece a pesar de los estigmas que dispersan a diario los grandes medios informativos.
La internacional de derecha compite por captar clientes con la Organización Demócrata Cristiana Americana (ODCA), que posee 30 partidos afiliados y 5 observadores. En la región existen dos internacionales de derecha y ninguna de izquierda.
– El autor es periodista y escritor chileno
* Fuente: Argenpress
Notas:
1) EEUU y Canadá comparten información nacional desde que en 1958 se creó el NORAD (Comando Aeroespacial Norteamericano de Defensa), acuerdo binacional para proporcionar advertencias y controles aeroespaciales a América del Norte que ahora integra sus estructuras militares de comando, inmigración, aplicación de la ley civil y recolección de inteligencia compartida bajo el nuevo paraguas del NORTHCOM, Comando Norte de EEUU.
2) Ver:WashingtonPost
3) Ver El Mercurio, 27 de octubre de 2009:
4) AlaiNet
5) Ver http://upla.net/
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