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Chile no se agota en Diciembre o la construcción del poder alternativo

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Para nadie es un asombro el escuchar que el poder en Chile está concentrado en pocas manos, las que dirigen los destinos de millones desde sus posiciones de privilegio, imponiendo no sólo la agenda pública o privada sino también la cultura y el pensamiento dominante.

Esas pocas manos, todos representantes de la clase alta de éste país y de la oligarquía gobernante, usufructúan de todos los poderes: el poder político, el poder de las comunicaciones, el poder económico, el poder militar, el poder simbólico y el poder religioso.  Con todos ellos maniatan, enceguecen o idiotizan al resto de la población conduciéndola a ceder el único poder que el chileno común y corriente posee, uno que podríamos denominarlo el poder del pueblo.

Ese poder, se manifiesta de manera de manera imperfecta aunque no exclusiva a través del ejercicio electoral. En ese ejercicio, los ciudadanos concurren a elegir a candidatos que no ellos no alzaron y que son miembros, en su mayoría, de las propias oligarquías y representantes de los intereses de grupo y no de proyectos colectivos y compartidos que hablen de la construcción de una nueva sociedad y un nuevo futuro. Eso se suma, a la existencia de leyes electorales que fueron diseñadas para distorsionar la voluntad popular y convertir en hegemónico el modelo político, social y económico impuesto desde la propia oligarquía.

Por eso, es que el resto de los poderes se unen para limitar la expresión genuina del pueblo en el ejercicio electoral. La consigna es que el pueblo debe legitimar con su derecho a sufragio el modelo impuesto y administrado por pocos pero, en ningún caso, cambiarlo. Y cada vez que emitimos un voto legitimamos el orden de cosas existente, haciendo real la paradoja de la política chilena, encerrada en un camino que alguna vez llamamos transición.

Las alternativas frente a ese aparente callejón sin salida son pocas y nos exigen diferenciar claramente la táctica de la estrategia. 

La táctica del momento es que utilizando, con todas sus manifiestas imperfecciones el derecho a sufragio logremos elegir por un lado, en lo presidencial, la mejor opción electoral y de cambio para éste país.  Por el otro lado, en lo parlamentario, debemos llevar al Congreso Nacional la mayor cantidad de representantes genuinos de ese cambio. Ellos deben ser la base para las reformas profundas que Chile requiere en la primera etapa de nuestra lucha.

Ese logro, esa es sólo el objetivo táctico inicial y no podemos olvidar que nuestro objetivo estratégico global es la reconfiguración del esquema de poderes en éste país a beneficio de los sectores mayoritarios y no de minorías privilegiadas.

1. Lo primero, en ese itinerario debe ser la reforma amplia del poder político, logrando una nueva Constitución genuinamente democrática, la que debe ser legitimada por la participación del pueblo en una Asamblea Nacional Constituyente. Los principios que creemos que debe contemplar esa Constitución ya los hemos señalado previamente, y no es menester analizarlos profundamente: Semipresidencialismo, Parlamento unicameral, Referéndum revocatorio de las autoridades, Federalismo atenuado, consagración de las Juntas Vecinales como micro-órganos de gobierno territorial, etc.

Al interior del Estado debe instituirse la figura del Defensor del funcionario público, ente autónomo e independiente de las jefaturas de turno que garantice un trato respetuoso, digno a todos los funcionarios públicos.

2. Lo segundo, debe ser la reforma amplia y la democratización del poder comunicacional.

Las concesiones radiales y televisivas deben ser revisadas. Hay que fortalecer las radioemisoras locales, combatiendo la concentración metropolitana de las cadenas de radioemisoras. Hay que  nacionalizar las concesiones radiales impidiendo la concentración en manos extranjeras de las mismas. 

En lo televisivo, hay que revisar el sistema de concesiones de frecuencias y garantizar el financiamiento público a canales de televisión independientes, sin fines de lucro y que representen propuestas culturales e informativas alternativas que den participación real a la ciudadanía.

En la prensa escrita debe garantizarse la equidad en el acceso a la publicidad estatal a los medios independientes y financiarse con fondos públicos los proyectos de prensa independiente, combatiendo la monopolización de la información por parte de los sectores dominantes.

3. Lo tercero, en el poder económico es imprescindible reforzar la participación estatal en áreas estratégicas como la salud y la educación.

Deben renacionalizarse las aguas y la minería. 

Hay que refundar el transporte urbano público y sustituir las soluciones privadas conocidamente fracasadas. 

Hay que fortalecer y renovar el cooperativismo en todas sus formas, democratizando las cooperativas e impidiendo la concentración del control de estas organizaciones en algunas familias y grupos de poder.  Las cooperativas deben ser autorizadas para entrar al sistema bancario y previsional, así como ampliar su acción a otras áreas como la salud cooperativa. Debe crearse la Superintendencia de Cooperativas, que apoye y fiscalice las mismas.

Hay que reformar, en serio y no sólo superficialmente el sistema previsional, garantizando pensiones dignas  a los chilenos y volver a una jubilación por años de servicio para todos y no sólo para las fuerzas armadas. Es impostergable la creación de la AFP estatal.

En lo laboral se debe, entre otras cosas, reducir la jornada laboral a 36 horas semanales, garantizando que los trabajadores puedan estar con sus familias y crecer humana y socialmente.

Hay que garantizar por ley un sueldo mínimo profesional e impedir el abuso estatal y privado.

Hay que reenfocar el rol del Banco del Estado, haciéndolo cumplir su rol de promotor de la economía para los sectores económicos medios y bajos de la sociedad.

Debe fortalecerse el rol social de los Ferrocarriles del Estado e impedir su privatización.

4. El poder militar debe ser reestructurado. Hay que garantizar la gratuidad de los estudios militares para cualquier chileno que desee hacer carrera militar, eliminado la obsoleta distinción entre estudios para oficiales y suboficiales. Se debe, garantizar una carrera y una educación militar única y continua, que permita el acceso a los más altos cargos de cada entidad castrense de cualquier soldado, independiente de su origen social.

Debe permitirse la sindicalización de los militares, tal y como en los países europeos se hace.

5. Con todas esas reformas debe conformarse un nuevo poder simbólico dominante el que debe construirse como un modelo de sociedad pacífica, justa, igualitaria, democrática, participativa, respetuosa de los derechos humanos y de los pueblos originarios. Un modelo de sociedad que fortaleciendo el Estado, fortalezca a la vez al ciudadano como centro de toda política y actividad nacional.

Esa tarea nos obliga,  a decir que Chile no se agota en Diciembre y que  en cualquier escenario debemos construir el poder alternativo desde el pueblo.

Eso nos obliga a seguir trabajando de manera permanente, en lo que podemos llamar la “acción social permanente” de la izquierda chilena. La mayoría de las veces nos agotamos en lo electoral y nuestros esfuerzos solo van dirigidos a objetivos tácticos menguados y con resultados escuálidos.

Eso tiene que cambiar, y para ello hay que trabajar permanentemente rearticulando el poder del pueblo. Toda reforma profunda nace y se conduce a través de él. Sin el pueblo no hay reforma que sea legítima.

Llegar a gran clase media trabajadora y mayoritaria debe ser nuestro objetivo. Debemos educar y construir una visión compartida, sentida de la realidad y de nuestro futuro. 

Hay que soñar en conjunto una nueva sociedad y sentar las bases para rearticular lo político desde lo social y lo social desde lo político. Hay que incorporar en la construcción de ese sueño a los sindicatos y al resto del tejido social del país.

Las estrategias de lucha pacífica deben ser nuestra arma privilegiada.

No olvidemos, Chile no se agota en Diciembre. Hay que construir el poder alternativo.
28/11/2009

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