La candidatura va en serio: «Pamela Jiles Presidenta»
por Manuel Cortez (piensaChile)
16 años atrás 23 min lectura
Pamela eres nieta de Elena Caffarena, de esa insigne mujer libertaria, que fue capaz de luchar por los derechos de la mujer cuando la mayoría de ellas no se atrevía ni siquiera a discutirle a su marido. ¿Conociste tú a Elena? ¿Qué recuerdos tienes de ella?
Soy la nieta mayor de Elena Caffarena, su amiga más cercana, su discípula en política y en activismo popular. La Elena fue una de las más importantes combatientes revolucionarias de Chile, gestó un movimiento gigantesco y transversal por los derechos ciudadanos esenciales, logró el voto femenino, apoyó con toda su fuerza y recursos a Allende, jamás milito en partido alguno, fue reprimida por el poder y muchas veces menospreciada por sus propios compañeros de lucha que la consideraban “incontrolable” porque no obedecía más órdenes que las del pueblo. Podría hablarte horas de ese monumento de mujer que fue mi abuela, pero prefiero decirte solamente que sin duda tuve la mejor maestra para las tareas de hoy, incluidos los sinsabores y desprecios que tendrá esta pelea. Ella se peinaba con esas cosas y seguía adelante en su empeño democrátizador.
Tu padre fue un ingeniero comunista. ¿Cómo era tu relación con él? ¿Cómo influyó en tu carácter, en tu modo de ser?
Me cuesta hablar de mi papá, Juan Jiles Caffarena, porque su muerte está muy reciente y no logro superar su ausencia. Te cuento sólo un capítulo significativo: que partió a Cuba con mi mamá y una hijita recién nacida (yo) en cuanto triunfó la revolución. Los partidos de izquierda en Chile desconfiaban de los barbudos que se habían tomado el poder en la isla y demoraron una década en apoyarlos, pero mi papá consideró que debía ir de inmediato a aportar todo lo posible a esa tarea internacionalista en cuanto Fidel entró a La Habana. Allá fue miliciano, alfabetizó a prostitutas y guajiros, entregó su talento profesional como ingeniero, pasó hambre y zozobras junto con los cubanos. Mirado desde ahora, me parece muy hermoso el tremendo grado de locura que tuvieron mis padres al partir con una guagua de un mes a solidarizar con un pueblo hermano. Cada día necesito de mi papá, de sus manos protectoras y su consejo, pero intento no defraudar lo que él esperaba de mí: que viviera luchando por la justicia.
Te declaras allendista. Hablas del «pueblo Allendista». ¿Cómo viviste el 11 de septiembre?
Yo tenía doce años y a pesar de lo niña que era tuve la suerte de formar parte activa en el proceso social que se vivió esos tres años de gobierno popular. El día del Golpe nos atrincheramos en mi colegio, el Manuel de Salas, con otros veinte compañeros secundarios para defender el gobierno de Allende. Teníamos unos cuantos palos, diez molotov, juntamos piedras y nos preparamos para resistir cuando llegaran los golpistas a tomarse el colegio. Éramos una tropa de cabros chicos pero estábamos comprometidos con Allende… Bueno, no sirvió de mucho frente a un enemigo tan poderoso. Escuchamos por radio el bombardeo a La Moneda y lloramos todos juntos, abrazados, con la muerte del compañero presidente. Como a las cinco de la tarde, cuando ya estaba declarado el estado de sitio y el toque de queda, apareció mi papá que se subió por unas paredes y nos sacó a todos de ahí. Fueron horas de desconcierto y mucha pena. Nuestras vidas habían sido quebradas irremisiblemente.
¿Por qué desaparecieron, a tu juicio, publicaciones como Apsi, Análisis, Fortin Mapocho, etc. que habían resistido todas las embestidas de la dictadura, incluido el asesinato de periodistas?
Porque los sucesivos gobiernos de la concertación se encargaron de que así fuera. Es necesario recordar que Aylwin, Freí, Lagos y Bachelet encabezaron regímenes de centro-derecha y profundizaron el modelo neoliberal en el que no cabe la prensa libre ni el pensamiento crítico.
Por ahí dijiste hace un tiempo que para ti «Lo fundamental es que estamos vivos». Salimos de la dictadura con un movimiento popular muy aguerrido, organizado a nivel de base, tan fuerte que fue capaz de paralizar el país en más de una ocasión. ¿Dónde está ese movimiento? ¿Por qué desapareció?
Fueron millones los que lucharon exponiendo sus vidas durante la dictadura, aquellos que salieron a las calles e hicieron todo lo que se les pidió, enormes y heroicos sacrificios, los que creyeron la promesa de “la alegría ya viene”. La Concertación se instaló sobre los cadáveres de nuestros mejores hermanos, se pasaron por el forro nuestros sueños, desarmaron deliberadamente las organizaciones de base, atomizaron a los partidos obreros hasta convertirlos en meras agencias de empleos, han renegado de los ideales de Allende y reservaron la alegría para su camarilla de pelafustanes. No vino la alegría y hoy somos miles los que nos sentimos estafados con esa consigna, fuimos miles los “jiles” que pusimos a Judas en el poder. Somos miles los “jiles” que entregamos todo el sacrificio y fuimos olvidados por una casta traidora. Somos miles y miles y miles los “jiles” que estamos llenos de rabia y estupor. Nuestro partido es sin duda el más grande de Chile. Todos somos Jiles… y estamos de vuelta para hacernos escuchar.
¿Por qué, con todo tu historial de lucha, claramente político, te fuiste a meter al mundo de la farándula? ¿No te diste cuenta que ese no era otra cosa que un circo, sin ningún efecto real en la búsqueda de cambios positivos para la democracia en nuestro país?
La verdad es que no reniego de esa experiencia en el planeta farándula. Llegué allí arrinconada por mi compromiso político, cuando me despidieron de todas partes por ser el único rostro del “Juntos Podíamos”. En ese momento, Piñera intentó quedar como rey ante el público ofreciéndome un rincón perdido en el más desprestigiado espacio de la televisión. Yo estoy convencida de que en nuestra lucha no hay que despreciar ningún espacio de disputa ideológica. Creo firmemente, como el Subcomandante Marcos que “sin televisión no hay revolución”. Para mí era muy frustrante que, con mi trayectoria profesional, no se me diera un lugar más digno en televisión. Pero resulta que esa misma frustración la sufren todos mis hermanos en esta lucha y hay que arar con los bueyes que se tienen, así que me consagré durante tres complejos años a aportar desde ese ominoso rincón: me erigí en un contra-modelo televisivo, una mujer pensante, crítica, de las que no ponen en pantalla por ningún motivo, una pulga en el oído para el establishment, pude mostrar otra forma de ser ciudadano, una manera de ser periodista inaceptable para los que detentan el poder. Y, lo más importante de todo, mantuve una sintonía diaria con mi pueblo, con los olvidados, intentando representar su voz y su sentir en ese espacio catódico, tan ajeno y degradado.
Es más, probablemente sin ese paso farandulero no tendría hoy el reconocimiento y el cariño de las miles de personas que esperan de mí que los represente y confían en que no los traicionaré.
Pamela, tu declaración anunciando que vas como candidata a presidenta, pilló por sorpresa a casi todo el mundo. Hasta ahora muchos piensan que esta declaración no más que una humorada tuya. Lo que ocurre es que en estos 18 años de democracia hemos visto tantas candidaturas «destellos», «chispazos», que pensábamos que esta era otra más de esas. Lo que nos induce a pensar así es que en una entrevista que te hizo y que publicó El Ciudadano se lee claramente como titular: «El mejor chiste de Pamela Jiles: candidata a la Presidencia». Pero tú dices que no es una broma, que esta decisión tuya es verdadera. ¿Por qué este paso a la política dirigente? ¿Por qué candidata a la presidencia? ¿Por qué no buscar un escaño en el parlamento?
No puedo garantizar que mi candidatura no será un “destello” más porque eso depende de ustedes, de mi pueblo, no de mí. Si me preguntas por mi decisión, es absoluta. El principal objetivo es que Piñera no salga elegido, lo que se logra con el mejor candidato nuestro y generando una enorme fuerza social movilizada. Me parece que tenemos pésimos candidatos, que no son representativos del pueblo allendista ni tienen el carisma necesario. También estimo que no podemos seguir sacándole el poto a la jeringa, que llegó el momento de incidir hasta donde nos den las fuerzas para cambiar la injusta situación en que estamos entrampados. No podemos continuar cautivos, votando por el mal menor, ajenos al protagonismo que nos corresponde. El movimiento popular chileno debe dar un paso definitivo ahora y yo tengo un rol que cumplir en ese proceso porque ocurre que soy conocida en todo Chile como una luchadora inclaudicable y tengo un capital de cariño popular que será convocante y nucleador.
Yo creo firmemente que una persona decidida puede hacer la diferencia. De ustedes dependerá avanzar conmigo y transformarnos en una fuerza tan grande que tengan que escucharnos.
Un lector nuestro escribió en su comentario a tu artículo: «somos millones: 4 que no están inscritos, otro millón fuera de Chile, 2 que no van a votar y 1millón que vota blanco o anula el voto». Con ello dice que los que no están participando –por la razón que sea- en el juego político del país son ya la mayoría del país. ¿Ves en esta masiva ausencia un peligro para la democracia?
Depende de cómo la manejemos y que hagamos con esa materia humana. Los que no se inscriben, los que se abstienen o votan blanco o nulo, los que están fuera de Chile, no participan del juego político de la manera obediente que la clase dominante les exige. Están proclamando su disconformidad, una posición política. Es decir, somos un partido, el partido de los “Jiles” que repudian esta sopa de caca, el partido más grande del país, más de ocho millones de personas. ¿Qué pasaría por ejemplo si un número significativo de ciudadanos acude a la primera vuelta y escribe “Jiles” en su voto? ¿No cambiaría el cuadro político de manera determinante? ¿Y si los compatriotas que están fuera de Chile impedidos de votar por este sistema antidemocrático, tapan los medios de comunicación con cartas en que adhieren al “jilismo”? ¿Y si los jóvenes que no se inscriben porque no les interesa participar de esta farsa se autoconvocan para pintar las paredes de sus ciudades con mi nombre? ¿Y si ellos mismos corean un canto, un grito libertario y levantan mi bandera? Me parece que algo así iniciaría una etapa nueva y distinta, nos sacaría del callejón sin salida en que nos han atrapado.
Tú sabes que el emputecimiento de la gente es grande. Son millones los que no quieren a Piñera, pero están hartos de ser chantajeados por la Consternación, pero no encuentran alternativas, pues se sabe que el PC finalmente apoyará a la concertación a cambio de un par de escaños en el parlamento, pero sin exigir el fin del sistema binominal. Para esos cientos de miles, para esos millones que hoy no participan ¿Sabes qué puedes ser una esperanza? ¿Sabes qué puedes convertirte en una fuerza enorme? ¿Te das cuenta de la responsabilidad que eso significa?
Me doy perfecta cuenta, estoy absolutamente preparada para esa responsabilidad y no voy a traicionar a mi pueblo jamás. También estoy conciente de que vendrán campañas de desprestigio incluso de quienes deberían tener un respeto fraternal por nuestra postura, que deberé soportar más marginación y ningunéo del que ya he sufrido, que no va a ser gratis ni fácil esta batalla. Yo sé que esto tendrá costos personales altísimos, pero lo único bueno de haber sido tantas veces derrotado es que ya nos quitaron todo…, nos burlaron y nos chantajearon tantas veces que ya no tenemos nada que perder. Lo que venga es ganancia, compañeros. Así que me sacarán muerta de esta aventura, pero yo seguiré adelante hasta el triunfo.
¿Cómo te explicas que Arrate, uno de los precursores de la Renovación, descubra hoy que la concertación no es la alternativa adecuada para Chile y se esté candidateando a presidente?
Estos días en La Habana estuve conversando con Jorge Arrate. El es una persona a quien conozco desde hace muchos años, un hombre formado e inteligente… pero necesita pega. Se renovó en Chantilly, sirvió a la Concertación hasta hace pocos meses, estuvo comiendo y chupando en Buenos Aires como embajador, hasta que perdió poder en el partido socialista y se quedó sin remuneración funcionaria. Y claro, es muy funcional al objetivo de pactar con la Concertación uno o dos miserables cupitos parlamentarios. Para eso Arrate cae como anillo al dedo. El único pequeño detalle es que el pueblo allendista lo ve como un hombre ajeno a nuestra cultura y nuestros principios, alguien que no nos representa y a quien la gente no le perdonará sus bamboleos políticos, lo que lo convierta en un pésimo candidato.
Queremos que nos expliques algunas afirmaciones que haces en tu «Credo gubernamental»:
Tú escribes allí: «Creo en el socialismo, como Salvador Allende» ¿Por qué crees en el socialismo? Y ¿Por qué «como Salvador Allende»?
Porque no creo en el socialismo que proclaman Escalona, Bachelet, Lagos, Altamirano y Arrate. El ideal de justicia social al que aspiramos lo definió muy bien el compañero Allende, debe tener concordancia con nuestra identidad de chilenos, con nuestro extraño sentido del humor, nuestra particular manera de ver el mundo, nuestra picardía, nuestra historia secreta que prevalece sobre la oficial. La revolución chilena tuvo su primera patita en el gobierno popular, allí aprendimos muchas cosas, como que el tema militar debe ocupar una de nuestras principales líneas de trabajo y la importancia de generar medios de comunicación propios de alcance nacional. Estimo que estamos entrando en un período lleno de posibilidades, en que el mundo se va a caer a pedazos y tendremos que generar ideología para ser vanguardia del movimiento popular. Tengo la impresión de que la experiencia acumulada en la oscuridad de estos últimos treinta años se está poniendo en movimiento con una rapidez asombrosa. Mientras las dirigencias de la izquierda se entregan de piernas abiertas a la centro-derecha, el descontento popular está buscando caminos originales, impensados, para abrirse paso.
Escribes «Creo en la lucha de clases, como el trabajador forestal Rodrigo Cisternas Fernández, muerto a tiros y en cámara, por carabineros, en el frontis de Celulosa Arauco y Constitución, Celco». ¿No te sientes entrando en Jurasic Park cuando vuelves a hablar de «lucha de clases»? ¿Entenderá esto la ‘Señora Juanita’?
Me suenan jurásicos términos como “regulación económica”, “chorreo”, “privatizaciones”, “afp”, “flexibilidad laboral”, “emprendedores”, “libre iniciativa privada”, “incentivos”. Esos son conceptos inservibles, mentirosos y superados por la historia. La señora Juanita no es más que una caricatura fascistoide de las mujeres pobres de nuestro país, que no son como las pintan y que están curcas de que las traten como taradas, como que fueran limítrofes, de manera paternalista y obtusa. A las mujeres de este país no les vienen con cuentos, a ellas debemos preguntarles cómo cresta se hacen las cosas, de qué manera se sobrevive con doscientas lucas al mes, cómo se trabaja en política, qué país quieren construir. Porque ellas son las protagonistas de esta historia, no los que van a bajarles la línea antes de cada elección. Las mujeres chilenas saben que la lucha de clases es el pan de cada día, un concepto tremendamente moderno que está en las sábanas que cuelgan en los patios, en los mocos de sus cabros chicos, en el festival de viña, en la escuela que se desarma por descuido de la autoridad, en Gigantes con Vivi, en el alcoholismo de su marido, en el matinal de TVN y en la sacada de cresta de su yerno a su hija. La lucha de clases está en todas partes, más vigente que nunca, y desgraciadamente estará aún más vigente a mediados del año en curso cuando se multipliquen los cierres de fábricas, los despidos de miles de trabajadores, la carestía de alimentos, la falta de parafina, los muertos en las salas de espera de los consultorios, las guaguas que no pueden respirar por la polución ambiental con la que nos asesinan lentamente, el insensible abuso de los patrones y el caraderajismo de la clase dominante. Lo único que cabe con la lucha de clases omnipresente es decidir en que bando estamos, con quién vamos a luchar.
Afirmas «Creo en los movimientos reivindicativos, como la dirigente de la revolución pingüina, María Jesús Sanhueza» ¿Por qué la concertación abandonó los movimientos reinvindicativos? ¿De que forma te imaginas que esos movimientos reinvindicativos podrían ser incluidos en tu gobierno o estás pensando permanecer sólo en la oposición?
Primero, estoy lista para cruzarme la banda presidencial mañana mismo. Te aseguró que es imposible hacerlo peor que Lagos y Bachelet.
Segundo, lo más triste de lo que planteas es que la María Jesús fue dejada de lado, apartada por sus propios dirigentes políticos. Les resultó muy revoltosa para las transacciones que planean. Ella no se entregó a una negociación fraudulenta, así que la despreciaron como a un papel viejo. Eso es lo que pasa con nuestros jóvenes que tienen condiciones de liderazgo, que los viejos anquilosados de las cúpulas partidarias se deshacen de ellos para que no les hagan sombra. Yo creo que la María Jesús es una muchacha fascinante, chora, valiente, informada, inteligente, jugada, carismática, y además hermosa. Representa lo mejor de nuestra gente. Me parece que ella sería una estupenda ministra de Educación Pública… y para el que lo encuentre exagerado, afirmo que la María Jesús Sanhueza sería un lujo de ministra comparada con los bodrios de Bitar, Yasna Provoste y Mónica Jiménez, qué duda cabe.
Declaras: «Creo en la nacionalización de los medios de producción, como Radomiro Tomic». Esta es una declaración importante y definitoria, pero, una de las críticas más duras a los candidatos es que debaten entre ellos con frases y clichés que no dicen nada. Nadie ofrece un programa, para que sus electores sepan a quien eligen. Parten del principio ‘Quién no ofrece nada concreto, no puede ser acusado más tarde de no cumplir’. Por ello te preguntamos ¿Cuál es tu programa de gobierno? ¿Ya lo tienes? Si no lo tienes ¿Cómo, cuándo y con quién lo vas a armar?
El programa de gobierno lo construye la gente, no se le impone desde la superestructura. En eso estamos. Me parece que habrá acuerdo en algunas de las cosas que propongo, como la aplicación de un treinta por ciento de impuesto a la riqueza y la transferencia del diez por ciento del cobre –que hoy se le entrega a las fuerzas armadas- hacia la educación pública, abolir la constitución pinochetista y darnos otra democrática, aprobada por plebiscito, estatizar los fondos de pensiones, fin del IVA a los alimentos y los libros, degradar públicamente a los oficiales y funcionarios que han robado, e implementar subsidios importantes a quienes reconviertan la energía de sus hogares y fábricas a combustible renovable.
Tú escribes «Denuncio la explotación de la mano de obra asalariada, como el obispo Goic». Hasta los informes de organismos internacionales denuncian la brutal diferencia de ingresos que existe en nuestro país. Incluso la iglesia ha denunciado esto, exigiendo que al menos se pague un sueldo digno, ni siquiera un sueldo justo. Hay mucho que hablan de que se está creando una bomba de tiempo y que ya se acercan estallidos sociales ¿Como enfrentaría este gigantesco problema tu gobierno?
Tengo unas cuantas ideas de cómo enfrentar ese tema. En realidad tengo cientos de ideas, pero me parece que no hay que poner la carreta delante de los bueyes. Lo que requerimos en primer término es reactivar el movimiento popular chileno y para eso es necesario abrir un espacio de expresión lo más amplio posible a la gente, que sea el pueblo el que genere creativamente las soluciones para nuestros problemas y construya un programa de gobierno. Hasta ahora hemos tenido sólo líderes verticalistas que imponen sus medidas –casi siempre pésimas- sentándose en la experiencia de nuestra clase obrera, de nuestros asalariados, de las personas que realmente construyen la patria. Otros países hermanos de América latina han avanzado en nuevas formas de operar en política muy interesantes, en que los ciudadanos se toman el poder organizadamente y resuelven sus problemas de una manera democrática. A mí me interesa representar lo que las personas quieren hacer, no lo que a mí se me ocurre en mi casa. Para eso hay que escuchar, lo que nadie hace. Hay que ponerse a disposición. Hay que ser un soldado más de un ejército gigantesco. Hay que darle voz a los excluidos. La izquierda tiene que reconstituirse sobre bases muy diferente a las que mantiene porque el mundo cambió y las nuevas generaciones piensan y viven de otro modo. Tenemos que incentivar a la gente a salir de su modorra, a abandonar los «Templos del Consumo» donde adormecen su frustración, a mirar las tremendas deudas en que están metidos, a organizarse a nivel de barrio, de Junta de Vecinos, de Colegio, de fábrica, de Universidad, volver a su condición de «bípedos» y reclamar lo que les pertenece. Está claro que la meta no puede ser ganar la elección en diciembre, pero sí creo que podemos reorganizar a los millones que viven de un miserable sueldo y con esa fuerza seguir adelante. De ese movimiento surgirán nuevos líderes, nuestros jóvenes asumirán su tarea porque tendrán la fuerza para oponerse a los que hoy los sojuzgan. Podemos recuperar ese sueño de Chile que nos legó Allende, la quimera de Recabarren y la Violeta y la Mistral. Sólo cuando lo hayamos conseguido podremos descansar un momento.
En medio de la crisis mundial, los países desarrollados toman medidas y, entre otras, aceleran el paso en el desarrollo de capacidades para el manejo y el desarrollo de tecnología. Todo ellos dicen que sólo subsistirán las economías que sean capaces de adaptar sus industrias, optimizar el consumo de energía, reutilizar todos los desechos, etc. para esto es clave la buena organización de la educación. ¿Qué haría tu gobierno en este campo?
Hace poquito rato Fukuyama afirmaba que había llegado “el fin de la historia» con la victoria definitiva y eterna del mercado. Hoy el capitalismo se cae a pedazos, quedó claro que el sistema neoliberal no servía para nada, no fue capaz de solucionar ninguno de los problemas humanos y nos sumió a todos en la mierda más hedionda y espesa. La Concertación firmó un TLC con Bush, le regaló nuestras riquezas pesqueras a los japoneses, nuestras empresas energéticas a los españoles, nuestro cobre a los gringos. Hemos visto cómo las empresas forestales han desertificado nuestros bosques, con los pinos y los eucaliptus que se chupan toda el agua y que después viajan a China, desde donde a cambio nos llega plástico de cuarta categoría. Hemos soportado que asesinen a nuestros cisnes de cuello negro. Uno de esos hermosos y nobles animales vale más que cien Piñeras. Los barrios en que viven los chilenos son sitios eriazos que podrían transformarse en bellos huertos comunales, poblados por flores, árboles, chanchitos de tierra y colibríes. Bueno, tendremos que nacionalizar nuestras riquezas básicas, volver a adueñarnos de nuestro país, trabajar para alimentar a nuestros hijos y no a las trasnacionales. Educar, educar, educar, y aprender los unos de los otros.
Ofreces vías para enfrentar la situación en que estamos: «Capearemos la crisis con un tratamiento de shock: nacionalización del cobre, impuesto del treinta por ciento a la riqueza y transferencia del financiamiento de las Fuerzas Armadas hacia la educación pública». ¿Crees realmente que esas medidas sean viables?
Sí, por supuesto. Tenemos un caudal enorme de emputecimiento, que significa mucha fuerza cuando se organiza. Son millones los “jiles” que no quieren a Piñera, son millones los “jiles” que están hartos de ser chantajeados por la Concertación. Lo único que cabe es llevar el mejor candidato de la izquierda en diciembre, un líder que pertenezca a nuestra cultura, que haya vivido nuestra derrotas y nuestros sufrimientos, o sea yo, con un Programa construido por el pueblo allendista, acumular toda la fuerza disponible y sobre esa base enfrentar la segunda vuelta electoral, imponiendo nuestra política con la magnitud de los votos obtenidos en la primera vuelta, que por supuesto no se reduce a dos miserables escaños parlamentarios negociados entre cuatro paredes y a espaldas del pueblo.
Tu has dicho que la tuya es «… una candidatura sin plata, sin padrinos, sin publicidad, sin manos negras, sin santos en la corte, sin negociaciones de la cartilla parlamentaria, sin pactos por omisión…
“Jiles presidenta!!!” es una candidatura cuyo principal objetivo es generar poder popular de una vez por todas. Aquí no hay partidos ni organizaciones detrás. Le pertenece a todos los que quieran participar y asuma la iniciativa que prefieran. Es un tipo de trabajo político que no se ha hecho antes, ni en estilo ni en tono. Saquémonos de la cabeza la idea del proscenio y el discurso, de la verticalidad, de unos señores profesionales de la burocracia que nos dicen para donde tenemos que ir y cómo vamos a votar. Justamente intento que nos sacudamos de ese lastre, porque salimos de la dictadura con todos los muertos y dolores que sabemos, pero lo peor estaba por venir: el deliberado intento de desmantelar el movimiento popular, de reducir a su mínima expresión la actividad ciudadana, que había sido capaz de derrotar a la dictadura pero que no tuvo ninguna participación en los veinte años siguientes. Ese es el mayor crimen de la Concertación. Ahora ellos son la nueva clase empresarial, que negocia y se reparte la torta con la antigua oligarquía. Todo intento de revivir el movimiento popular es apagado con amenazas, chantajes y hasta con el plomo de las metrallas. No hay pues tarea más urgente que revivir ese movimiento, despertar a la ciudadanía para que luche por el respeto de sus derechos. Es difícil pero nuestra rabia se convertirá en acciones. Poner en pie ese movimiento social cambiará las condiciones políticas del país. La gente simple volverá a sentir su propia fuerza cuando salga a la calle y exija, junto a otros miles, y no se deje chantajear.
Pamela ¿Que otra pregunta te gustaría agregar?
Creo necesario, urgente, ocuparnos de manera intensa de la cultura y los medios de comunicación. Propongo limitar las parrillas programáticas de los canales de televisión y de las radios a un máximo de cuarenta por ciento de contenidos no producidos ni grabados en Chile. Con esta restricción legal, se protege a los artista y creadores, se fomenta la producción de obras nacionales, se da la posibilidad de nuevos espacios para difundir la cultura chilena. Y la televisión pública debe dejar de ser patrimonio del fascismo, queremos vernos reflejados en esa pantalla que nos pertenece a todos, debe ser un medio de información y educación para las capas populares y los creadores de este país. Ustedes tienen la palabra. El que sea valiente, que me siga.
Pamela, por la alegría de nuestra gente, por el respeto de sus derechos, por el fortalecimiento de la democracia, por el respeto a la memoria de nuestros mártires, por el futuro de nuestro país, te deseamos el mayor de los éxitos en esta campaña que inicias. Muchas gracias por tu tiempo.
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