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Violaciones a los DD.HH.: archivos que verán la luz

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Los primeros testimonios de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura de Augusto Pinochet quedaron registrados en carpetas y anaqueles de organizaciones religiosas de Santiago. Tras la oleada represiva y la persecución éstas fueron las pocas, tal vez las únicas instituciones, no abatidas por las fuerzas militares.

La Vicaría de la Solidaridad y el Fasic (Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas) fueron los escasos organismos –otras fueron las embajadas y organismos internacionales- que acogieron y ayudaron a los perseguidos y, más tarde, lograron conmutar tras difíciles negociaciones penas de muerte por el extrañamiento. A través del Fasic millares de personas pudieron salvar su vida y salir al exilio. Otros miles, bien se sabe, sufrieron una historia diferente.

Los archivos del Fasic son decenas de miles de testimonios de la persecución y el miedo. Es el largo relato de los sobrevivientes del terror tras la tortura y la reclusión política. Son evidencias de un pasado, que se expresaron a través de conversaciones con psicólogos, religiosos, trabajadores sociales, antropólogos, registradas en cientos de miles de cuartillas, algunas mecanografiadas, otras caligrafiadas, borroneadas. Un pequeño universo del miedo que incluye nombres, apellidos, lugares y rostros. Carpetas polvorientas con pequeños sobres con dibujos, fotografías, junto a otras evidencias como pasajes de autobús y esquemas geográficos, han sobrevivido en el sótano del Fasic por más de tres décadas.

El Proyecto Archivo Testimonial de Víctimas de la Represión hará públicos estos testimonios, que hoy se ordenan, procesan y digitalizan para su conservación y consolidación histórica. El proyecto de Fasic junto  a la Fundación Universidad y Desarrollo (FUD) y la Escuela de Historia de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC) está en plena marcha: hasta el momento se han recuperado los testimonios de unas 600 personas, de las que ya se han contactado a unas 60.  Pero queda mucho trabajo por delante.

Hasta la fecha, explica la encargada del archivo de Fasic, Rosa Iribarren, “esos testimonios no pueden hacerse públicos. Son privados, están muchos de ellos sujetos al secreto profesional de los especialistas que recibieron los relatos. Por tanto historiadores, psicólogos, estudiantes, no pueden acceder a ellas. La idea es que no se olvide este capítulo de nuestra historia, que permanezca en la memoria colectiva”.

El objetivo es tener un testimonio de esa época, tener un registro más fiel de lo vivido. Hay otros proyectos, como el que realiza Villa Grimaldi, que está registrando ahora los testimonios. Con el tiempo las memorias cambian, dice Rosa. “Nosotros lo que queríamos hacer es rescatar lo dicho en ese momento, lo que se sentía en ese momento”.

Son unos 200 metros lineales de información. Entre las 15 series de archivos diversos, hay 40 mil carpetas de beneficiarios Fasic. Y de esas 40 mil carpetas, que corresponden a igual número de personas, se hizo una base de datos con los directamente involucrados, los que sufrieron personalmente la detención y la tortura.

La primera parte del trabajo, continúa Rosa, tuvo que ver con la recuperación de los archivos. Desde 1975 a 1990, pero hay muchos testimonios desde el mismo día del golpe de estado en 1973. La idea, dice, es rescatar todo ese material, carpeta por carpeta, persona por persona.

El proceso de relación entre el testimonio y su relator está a cargo de una psicóloga. La misma lectura debe hacerla un especialista por el riesgo de retraumatización. En ello está Valeria Moscoso, que ya ha hallado a unas 160 personas y contactado con 60. Ellas ya leyeron sus testimonios y han autorizado su publicación.

No es un proceso fácil, cuenta Valeria. “Es que eso no está cerrado. Eso se ve cuando leen sus testimonios. Hay gente que lee su historia y demuestra que ha podido superar esos momentos. Pero hay mucha gente que está muy destruida. Fueron personas que fueron destruidas por el sistema. Por eso creo  que el hecho de haber sido militante y de haber tenido una participación y una reflexión política es un elemento que ha ayudado a mucha gente para comprender el panorama global. Las personas que no tenían el apoyo de partidos o de organizaciones parecen estar mucho más afectados. Tenían el apoyo de esas redes para comprender que la tortura tenía que ver con un sistema político y no con algo personal”.

Una de las personas contactadas por Valeria es Carena Pérez. Movida, dice Valeria, por el interés “que tienen algunas  personas por cerrar la memoria y que han trabajado incansablemente por instalar el olvido y la impunidad”, Carena volvió a revivir dolorosos episodios de su vida bajo la dictadura y que estaban calmos en su interior.

Carena fue detenida en 1975 en Osorno por un operativo conjunto del Servicio de Inteligencia Militar de Osorno y la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA). Luego de ser llevada  a un recinto clandestino en los alrededores de la ciudad,  fue trasladada a la Villa Grimaldi en Santiago. Allí permaneció 11 días, luego fue llevada  a 4 Álamos, donde estuvo incomunicada otros 20, y posteriormente pasó a libre plática en 3 Álamos, siendo liberada  tras 7 meses de reclusión.

Según el testimonio dado por Carena, “ser mujer y resistente resultaba ser doblemente transgresor para los ojos de la dictadura,  por ello se encargaron de castigarnos de manera ejemplificadora. Uno de los lugares en los que el patriarcado se instala para ejercer la presión contra las mujeres es en nuestros cuerpos. Quizás por esa razón los agentes del Estado violaron con especial saña nuestros cuerpos. El abuso sexual fue una práctica permanente a la que fuimos expuestas las mujeres y también algunos hombres detenidos” . Y así sigue su relato. Más duro, más frío, hasta llegar al centro del dolor y de la obscenidad.

Es este sólo uno, entre cientos, entre miles.  ¿Por qué narrarlo? ¿Para qué recordarlo? ¿Con qué razón publicarlo? “Para no olvidar, para que nunca más suceda. Para que persista en la memoria, en las nuevas generaciones”, nos comenta Rosa.
viernes, 14 de noviembre de 2008

– Artículo publicado en Terra Magazine. Reproducido en piensaChile con permiso del autor.

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