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Colombia: «Son muchos los miles de victimas de esta violencia sin tregua»

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«Tuve tanta autoridad que hasta reemplacé al Bienestar Familiar en las peleas de esposos. Ahora, algunos nos consideran unos monstruos».
* Declaración del paramilitar “Carlos tijeras” en su presentación ante la Fiscalía de Justicia y Paz

«Los paracos nos amarraron y separaron a dos muchachos. Uno trajo El Alacrán y los demás nos obligaron a mirar cómo les pasaban la motosierra». Sobre sus labios la tenue luz del local hizo brillar gotas de sudor.
“Lo vimos flotar toda una tarde y lo tratamos de empujar hacia el centro del río con una vara larga, pero siempre volvía. No supimos quién era porque los peces lo habían dejado sin cara, pero parecía de aquí. Quería quedarse»
* Declaraciones de victimas de La Gabarra, Norte de Santander

 

Poco menos que estupefacta tendría que declararse la ciudadanía en general si se enterara de manera oportuna e imparcial de los crímenes cometidos por los grupos armados, en especial los relacionados con los paramilitares y el gobierno, crímenes que han obedecido a ordenes expresas de mandos superiores que han tenido que ver con todo menos con lo que supuestamente esgrimen como “lucha contra el terrorismo”, crímenes realizados de manera selectiva y arbitraria y cuyo fin no ha sido otro  que el lucro de unos pocos a costas del sufrimiento de millones de compatriotas.

Los testimonios de las victimas y su padecimiento a lo largo de todos estos años han sido desgarradores, el desplazamiento forzado, la persecución política dentro y fuera de nuestro territorio a lideres políticos, los falsos positivos y las torturas cometidas por grupos armados de diversas índoles (Militares, Paramilitares, Guerrilla) son temas demasiado serios para ser frivolizados, estigmatizados o en su efecto omitidos por la ciudadanía y los entes gubernamentales.

Las declaraciones realizadas por “ilustres” servidores públicos como José Obdulio Gaviria, “ilustres intelectuales” como Plinio Apuleyo Mendoza y el ofuscamiento repentino de la cúpula alta del ejército contra el periódico El Espectador, el cual se adhirió a la marcha dejando en claro los motivos por los cuales se unía (rendir tributo a las victimas de los crímenes de estado y el paramilitarismo) son algunas de las razones por las cuales la movilización toma todavía más fuerza.

En un estado de “derecho” donde supuestamente las libertades individuales y colectivas deben primar, nos encontramos con una censura deliberada y una desinformación operante inducida por los medios de comunicación, medios que deciden que editar y que no, entes informativos que en lugar de cumplir con una función comunicativa responsable se dedican a pronunciarse de manera parcializada sobre el acontecer nacional.

Adicionalmente pareciese que no es suficiente con esto, motivo por el cual se hace necesario mostrar de manera descarada su  afiliación política y generar odio, discordia, zozobra, miedo y paranoia en los Ciudadanos como forma de lograr llegar a la cima del “inconsciente colectivo” (algo que se conoce en el mundo del lenguaje de medios publicitarios como “top of mind”).

Seguidamente encontramos como esta desinformación establecida se convierte en cómplice de los victimarios al omitir los sucesos, declaraciones y consecuencias de los actos perpetrados de manera sádica por grupos armados, agrupaciones que ven en esto una oportunidad de apoderarse de millones de hectáreas de tierras (3 millones según datos oficiales y 6 según información extraoficial) de manera impune mientras el gobierno utiliza a la red de acción social y su programa “tierras y patrimonio” como el ente burocrático que encubre el accionar bélico de los grupos de la extrema derecha, recibiendo radicados de cientos de desplazados a diario con una fingida cara de preocupación a sabiendas de que ninguno de estos reclamos será leído o llegará a “buen puerto”.

Son muchos los miles de victimas de esta violencia sin tregua, somos muchos, muchísimos aquellos quienes sentimos de manera sincera lo que sucede con nuestros compatriotas, demasiados como para hacernos oír sin empuñar las armas, sin caer en la trampa del “belicismo mercenario” al que nos quieren llevar.

Somos muchos, demasiados los que vivimos el día a día procurando actuar de manera ética, responsable, solidaria sin dejarnos llevar por el individualismo y la alienación reinante, sin embargo se hace cada vez mas difícil luchar contra ese encasillamiento arbitrario que realizan contra todos aquellos cientos de miles de personas que hacemos parte de la oposición, tildándonos de “guerrilleros” o “terroristas” tratándonos de callar en primera instancia verbalmente y en segunda instancia exponiéndonos con sus posiciones irresponsables a convertirnos en las nuevas “victimas de crímenes de estado y el paramilitarismo”.

Mucho nos queda por hacer, muchos espacios por conquistar, mucho por aportar a lograr una sociedad consciente, con responsabilidad democrática, capaz de entender que en el debate se construye y se fortalece el “inconsciente colectivo” para librarse de cualquier amenaza de absolutismo e imposición de ideas en ese juego actual del “estas conmigo o eres terrorista”.

Por ahora lo anterior es simple y llana utopía, por ahora la lógica y la razón parecen escasear en un país que se debate entre dilemas profundos: entre ver la novela de las ocho de Caracol o la del mismo horario transmitida por RCN. Mientras la gran masa complementa su dosis de drama televisivo con algo de barbarie, la opinión pública tiende a desaparecer.

* Carlos Pandolfi


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A seis años del posicionamiento a sangre y fuego de los paramilitares en La Gabarra: ¿Dónde quedan la verdad, la justicia y la reparación?


‘Águilas Negras’ están en Bogotá
Por: Redacción Nacional

Esta semana, a través de amenazas contra defensores de derechos humanos, se visibilizó el rearme paramilitar en Bogotá. Defensoría del Pueblo lo advirtió. 

En Ciudad Bolívar y en los Altos de Cazucá (Soacha) ya se advierte la presencia de las «Águilas Negras».
El grupo armado de las Águilas Negras, a través de su Bloque Metropolitano, ya opera y extiende sus estrategias de terror en Bogotá. Desde hace 18 meses, la Defensoría del Pueblo, por conducto de su Sistema de Alertas Tempranas (SAT), venía advirtiendo sobre la formación de esta expresión violenta en la localidad de Ciudad Bolívar y en el sector de los Altos de Cazucá, en el vecino municipio de Soacha. Hoy es una realidad que ya tiene claros objetivos militares y que está desplegando una ola de amenazas hacia diversos sectores en la capital de la República.

Hace tres meses, en su último informe de riesgo, la Defensoría del Pueblo instó a la Presidencia, el Ministerio del Interior, la oficina del Alto Comisionado de Paz, las alcaldías de Bogotá y Soacha y la Gobernación de Cundinamarca, a adoptar medidas urgentes de protección para neutralizar esta amenaza contra la población civil en el corazón del país. Ahora es una evidencia que estas mismas instancias oficiales confrontan y que, después de la marcha del pasado 6 de marzo, ha cobrado dimensiones de alarma en Bogotá, especialmente entre los organizadores de esta movilización de protesta.

De hecho, el pasado miércoles 12 de marzo empezaron a circular en apartados sectores de Ciudad Bolívar y los Altos de Cazucá hojas amenazantes con siniestros dibujos y agresivos mensajes, destinados a anunciar que varias organizaciones no gubernamentales de derechos humanos y algunos líderes sociales han sido declarados como objetivos militares. Los volantes aparecen avalados por dos expresiones armadas: Águilas Negras presente y Bloque Metropolitano de Bogotá, y anuncian asesinatos y el seguimiento estrecho de sus actividades.

Los documentos fueron conocidos por funcionarios de la Defensoría del Pueblo, que inicialmente han constatado que no distan mucho de las advertencias formuladas por su Sistema de Alertas Tempranas, en el sentido de que grupos armados ilegales derivados de las autodefensas, a través de correos electrónicos con mensajes intimidatorios, panfletos y hurtos de información, idearon el propósito de crear un ambiente de incertidumbre, miedo e indefensión entre algunas personas y comunidades, y ahora están pasando de las amenazas a los hechos.

Los mensajes están dirigidos, entre otros, al ex concejal de Bogotá Bruno Díaz, de quien dicen «eres hombre muerto», e implican también a diversas organizaciones sociales como la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes), la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la Asociación para la Promoción Social Alternativa Minga, que actualmente labora en protección de comunidades en zonas vulnerables, y la Corporación Reiniciar, que impulsa en la Comisión Interamericana el proceso contra el Estado por el exterminio de la Unión Patriótica.

De igual modo, las amenazas, que han venido orientándose de manera específica vía internet, incluyen a las organizaciones Fundip, Asipron, Andas, Asodego, Fenacoa, Asomujer, y especialmente a quienes promovieron la marcha del 6 de marzo en rechazo al paramilitarismo, los crímenes de Estado y la parapolítica. «Ustedes utilizaron dicha marcha para hundirnos más y poner a la gente en contra nuestra. Comenzaremos a matarlos», señala uno de los mensajes. Es el mismo tono de las intimidaciones advertidas en sus informes de riesgo por la Defensoría del Pueblo desde hace 18 meses.

* Fuente: El Espectador


* Grupo Nizkor: Situación de los DDHH en el Norte de Santander

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