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A propósito de la censura de libros en Chile

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“La historia pertenece a los que la prolongan y no a los que la secuestran”
                                                                     Manuel Vásquez Montalván.

En un curioso artículo, del 31 de octubre de 1999, escrito por el historiador Cristián Gazmuri, se preguntaba éste si acaso existe en Chile la censura previa a los libros.(1) La respuesta que allí se daba era algo desconcertante, al tiempo que el autor incurría, él mismo, en una suerte de autocensura al omitir deliberadamente el título del famoso libro de Ricardo Donoso, cuando escribe:

“En Chile hubo un caso de censura muy bullado hace ya varias décadas, cuando la familia gobernante quiso impedir la publicación de la biografía presidencial hecha por Ricardo Donoso, entre otras cosas porque probaba documentalmente que el primero de [tal] apellido había llegado a Chile en calidad de inmigrante “artista o titiritero”. Pero el gran historiador Donoso publicó su apasionado libro en México”. 

Creemos que la “biografía presidencial” en cuestión no puede ser otra que la polémica obra de historiador Donoso titulada: ALESSANDRI. AGITADOR Y DEMOLEDOR (México, Fondo de Cultura Económica, 2 Volúmenes, 1952-1954); y el apellido, de origen italiano, que Gazmuri evita nombrar (¿Por miedo a ser demandado?) es el mismo  que figura en dicho título.    

Significativamente, en su artículo Gazmuri omite el caso de censura de libros más conocido e importante de la historia de la represión de la información en Chile, porque en abril del año 1999 se había dictado la confiscación de la totalidad de las copias de EL LIBRO NEGRO DE LA JUSTICIA CHILENA, y la persecución judicial de su autora, la corajuda periodista Alejandra Matus, quien tuvo que escapar a EE.UU para no ir a parar a la cárcel . Es cierto que en esta instancia no se trató de un caso de  censura previa, porque el libro alcanzó a ser impreso, pero no por ello deja de ser uno de los ejemplos más egregios de censura de un libro en nuestro país.  

Por una de esas ironías de la vida y de la historia,  Gazmuri es la misma persona quien debería sufrir,  poco tiempo después de escribir el articulo que comentamos, la desautorización e intentos  de censura de su erudita biografía de Eduardo Frei Montalva(2),  por parte de la familia del presidente, porque ésta estuvo en desacuerdo en una de sus afirmaciones: que Eduardo Frei Montalva apoyó el  golpe, y en una omisión: que en el libro de Gazmuri no se defendía la tesis de que aquel fue asesinado por agentes de la dictadura pinochetista. 

Tan grande fue la molestia de la familia Frei que incluso en la hora de incidentes de la sesión cuarta del Senado, del día miércoles 11 de octubre de 2000, la senadora Carmen Frei criticó acerbamente la biografía de Gazmuri, “dejando en claro que [ella] no acepta[ba] la interpretación del libro de que su padre apoyó el pronunciamiento del 11 de septiembre de 1973”.(3)

De allí el sentido de la extraña  nota de los editores, que preside la biografía de Frei escrita por Gazmuri, que dice así: “Esta obra no refleja necesariamente ni integramente la opinión de la Fundación Eduardo Frei Montalva”.  

Que Gazmuri fuera capaz de resistir estas presiones, y oponerse a los intentos de censura y falseamiento de la verdad de un conocido hecho de la historia reciente de nuestra patria,  muestra que se trata de un hombre y un historiador serio y moralmente íntegro.

Pero hay otra clase de “censura previa” que Gazmuri no considera en su artículo, y que como veremos a continuación, se sigue practicando hoy en Chile como en los peores tiempos de la dictadura. Pues bajo la  actual “democracia tutelada” chilena si bien es cierto que  la quema de libros ya no es una política de estado, ni se asaltan o expurgan bibliotecas, privadas o públicas, la censura de libros no ha desparecido, sino simplemente se ha hecho más cínica y menos visible.

Casi nadie sabe, por ejemplo, de los rechazos injustificados, los padecimientos y las dilaciones que hemos debido sufrir muchos de los autores que hemos intentado publicar obras históricas, sociológicas o testimoniales acerca de Allende y su gobierno, en las que se presentaban visiones críticas de la conducta de políticos actualmente vinculados a la Concertación.

Quiero traer aquí a cuento dos ejemplos de intentos de censura de libros que conozco personalmente. El primero es el caso de mi propio libro titulado LAS MUERTES DE SALVADOR ALLENDE, que fuera publicado, finalmente, en el 2006 por Ril Editores. En el año 2005 sometí sus originales a la consideración de Julio Silva Solar, editor de las Ediciones ChileAmérica, del  CESOC (Centro de Estudios Sociales), una conocida casa editorial supuestamente de izquierda. Mediante diferentes recursos, al comienzo sutíles y luego abiertos y descarados, Silva Solar intentó persuadirme, entre otras cosas, de que eliminara del texto de mi libro cualquier información, o frase, que pudiera arrojar la menor luz negativa sobre el comportamiento de los actuales aliados democristianos de la Concertación, otrora enemigos a muerte de Allende y su gobierno.     

El segundo caso corresponde al libro, aún por aparecer, titulado: ALLENDE. EL HOMBRE Y EL POLITICO. RECUERDOS DE SU SECRETARIO PRIVADO, de Ozren Agnic, quien también es autor de un libro sobre la fortuna mal habido de la familia Pinochet. Agnic trató, al igual que yo, que su testimonio fuera publicado por el CESOC. En este caso no fue Silva Solar, sino su “socio’, el senador José Antonio Viera Gallo, quien intentó la eliminación en el texto de este libro de todos los pasajes en que se hace referencia a Eduardo Frei Montalva, a los dineros recibidos, de manos de la CIA, por el partido Demócrata-Cristiano, desde 1964, y en general a las maniobras de la D.C. tendientes a buscar la desestabilización y el colapso final del gobierno popular.

Que esto se ha convertido en una práctica habitual en el CESOC-Ediciones ChileAmérica,  resulta confirmado por el siguiente texto antepuesto a  la versión en Internet del libro titulado CHILE, LA HERIDA ABIERTA,  de Mario Amorós:            

 El libro que cesuró José Antonio Viera Galla (Senador Socialista)
“En noviembre de 2001 la editorial CESOC firmó un contrato con Mario Amorós, periodista e historiador español, para publicar la edición chilena de su primer libro. Pero la intervención de Viera-Gallo, presidente del CESOC, impidió la publicación de este libro, que ahora edita REBELION en Internet.”

El libro de Amorós, prologado por Viviana Díaz, está compuesto, centralmente, a base de entrevistas hechas a diferentes personas, quienes relatan sus experiencias bajo la dictadura.   

¿Cuántos caso de censura semejantes a los relatados aquí se habrán dado en el CESOC, o en otras editoriales mal denominadas “de izquierda”?  Es imposible saberlo, pero a juzgar por los ejemplos recién descritos no es difícil suponer que debe tratarse de un número considerable. Tales prácticas no son, por cierto, más que la manifestación en el plano editorial del proceso de progresiva descomposición moral, y derechización, de los distintos partidos que forman la Concertación, que ha terminado por situarse en posiciones que hoy sólo pueden caracterizarse adecuadamente como de centro-derecha. 

Notas:
1. Cristián Gazmuri: “¿Existe en Chile la censura previa de los libros? Diario La Tercera, 30 de octubre de 1999.

2. Cristián Gazmuri, EDUARDO FREI  MONTALVA Y SU EPOCA, Santiago, Aguilar, 2000, 2 Vols. 998 págs. 

3. Véase, en Internet, el resumen de la legislatura No. 343,  preparado la Oficina de Informaciones del Senado, donde se registra la intervención de Carmen Frei.

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