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Obispo Goic llama a superar «escandalosas» diferencias en la distribución del ingreso

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El presidente de la Conferencia Episcopal, obispo de Rancagua, monseñor Alejandro Goic, advirtió ayer que “el conflicto va a venir” si el país, en su conjunto, no trabaja por lograr una mayor justicia social.
El hombre que logró sentar a la mesa de diálogo a los ejecutivos de Codelco, de las empresas contratistas y a los dirigentes de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC), facilitando con ello un acuerdo en que cada parte debió ceder, llamó a debatir y buscar una fórmula para tener una distribución más justa de la riqueza en Chile.

“Hemos crecido y estamos creciendo y ojalá sigamos creciendo, al cinco, seis o siete por ciento. En un país donde el 90 por ciento son creyentes en Cristo, donde hemos resuelto juntos el paso de un régimen de facto a uno democrático, ¿no será el momento ya de abrir un gran debate nacional para ver cómo distribuimos la riqueza? Yo me pregunto: ¿Es posible vivir con un sueldo mínimo de 140 mil pesos? Con profundo respeto, invito a debatir esta deuda pendiente que tenemos con los más pobres de Chile”, declaró.

El obispo de Rancagua agregó que “hago un llamado a los hombre de fe a que nos pongamos una mano en el corazón a que crezcamos en equidad y justicia social, porque o sino el conflicto va a venir”, añadió.

DIALOGO SOCIAL

Firme partidario del diálogo social que impulsa el ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade, monseñor Goic sostuvo en entrevista a Radio Cooperativa que “ojalá que la sociedad chilena en momentos de paz y tranquilidad, no cuando aún está caliente un conflicto como fue el tema de Codelco con los contratistas, pudiéramos sentarnos a dialogar para resolver, a mi juicio, un problema que hay en la sociedad chilena, y que nuestra declaración y desde hace muchos años están reiterando: las diferencias escandalosas que existen en el país en relación a la distribución de los ingresos”.
La autoridad religiosa de la VI Región añadió que este tema debe analizarse “desde una postura ética” y recalcó que la Iglesia busca en estos casos de conflicto “ser vínculo de unión, de comunión en una situación que ha sido muy compleja”, en respuesta al empresario de la CMPC, Eliodoro Matte, quien criticó a quienes facilitaron el acuerdo porque, en su opinión, con ello creaban un clima antiempresarial [1].

“La Iglesia lo que hizo fue ser puente, no mediadora y se logró la pacificación de los espíritus. Todos tenemos que hacer un gran esfuerzo para ser un país mas justo y dialogar serenamente”, manifestó.

DESCUBRIR LA HUMANIDAD
Monseñor Goic agregó que en ese proceso “lo que hizo Codelco fue descubrir a los dirigentes en su humanidad y los dirigentes descubrieron a los ejecutivos como seres humanos”.

Goic recordó que desde que encabeza el organismo, hace casi tres años, ha mantenido la política de “tener las puertas de la Iglesia abiertas a toda persona que quiera dialogar con paz y con respeto” y criticó a los medios de prensa que “cuando la Iglesia habla a temas de moral sexual, le dan cobertura, pero cuando habla de temas de moral social, no”.

La Iglesia Católica ha reiterado su profunda preocupación por las consecuencias que puede tener en el país la brecha entre ricos y pobres. Así lo hizo el 18 de julio [2], en medio del conflicto, cuando la Conferencia Episcopal alertó sobre las inequidades en la subcontratación, luego que el propio obispo Goic se ofreciera para facilitar el encuentro, a petición de los trabajadores, sin ser escuchado por Codelco.

Asimismo, el arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz, llamó a la cuprera estatal a “ser un ejemplo” en materia de condiciones laborales.
* Fuente La Nación, 02.08.2007

Notas

[2] Desafíos de fondo en los recientes conflictos laborales

Autor:          Mons. Alejandro Goic Karmelic y Mons. Cristián Contreras Villarroel
Fecha:         18/07/2007
País:             Chile
Ciudad:        Santiago
Ref. Cech:    222 / 2007

“Cambian las formas históricas en las que se expresa el trabajo humano, pero no deben cambiar sus exigencias permanentes, que se resumen en el respeto de los derechos inalienables del hombre que trabaja” (Compendio Doctrina Social de la Iglesia, Nº 319).

1. La subcontratación es una realidad muy extendida en el mundo, sobre todo en las grandes empresas. Progresivamente se ha ido convirtiendo en un mecanismo para disminuir los costos laborales, pudiendo afectar las condiciones de trabajo y la equidad en la remuneración, para elevar la productividad de las empresas. Desgraciadamente, en este régimen muchas veces el trabajo no se realiza en condiciones dignas y justas.

2. La ley que recientemente modificó en Chile las normas sobre el régimen de subcontratación ha constituido un avance significativo que corrige en parte esta grave injusticia, ya que avanza en equiparar las condiciones de trabajo de quienes realizan una misma labor para una misma empresa.

3. Sin embargo, el cambio de una realidad asentada durante largo tiempo suele generar tensiones y presionar hacia situaciones extremas, como hemos visto en diversos movimientos laborales, algunos lamentablemente acompañados de violencia. En este caso, como en otros, la violencia es el síntoma de una situación de inequidad evidente que no ha sido resuelta por nuestra sociedad. Los trabajadores tienen el legítimo derecho de movilizarse a través de sus organizaciones representativas para reclamar lo que la ley les confiere y en justicia les pertenece. Pero nada justifica la violencia ni el atropello a los derechos de otras personas.

4. Se requiere avanzar en el tema de la negociación colectiva en régimen de subcontratación, en el ámbito de la empresa. Los recientes episodios son una muestra de la insuficiente legislación en esta materia. El derecho a la negociación colectiva en términos efectivos, es un derecho básico que el concierto internacional y la propia Iglesia reconocen a los trabajadores. Este reconocimiento no es completo si por una formalidad se impide al trabajador entenderse con quienes más directamente se benefician con el fruto de su esfuerzo.

5. Hacemos un llamado a empresarios y trabajadores, a las autoridades de gobierno y a los legisladores, para que aborden estas situaciones con espíritu de concordia, procurando buscar el bienestar de quienes carecen de lo necesario para vivir. San Alberto Hurtado nos decía: “Habrá justicia social cuando sea el bien común y no el interés particular el que regule la distribución de los bienes” (¿Cómo remediar la desarticulación de la vida moderna?, 1939). Es preciso avanzar con rapidez y decisión hacia una dignidad del trabajo y el pleno respeto a los derechos básicos de los trabajadores.

6. Instamos a dignificar la política, que es una noble actividad humana, basada en el respeto a todo ser humano. Necesitamos escucharnos y abrirnos a buscar soluciones que integren los distintos puntos de vista, para resolver los dramáticos problemas de pobreza y trabajo precario que angustian a alrededor de un millón de chilenos. Esto sigue constituyendo un escándalo en un país que ha crecido tanto en los últimos años, que está siendo capaz de disminuir la pobreza, y que cuenta con recursos para construir una sociedad más justa y equitativa.

7. Nos aprestamos a iniciar el Mes de la Solidaridad, en que recordamos la palabra y la acción de san Alberto Hurtado. él nos enseñó que sólo una síntesis plenamente humana nos permite encontrar el verdadero sentido al trabajo. Que su palabra visionaria de hace varias décadas nos ilumine en los importantes desafíos de hoy.

Por el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile

† Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua
Presidente

† Cristián Contreras Villarroel
Obispo Auxiliar de Santiago
Secretario General

Santiago de Chile, 18 de julio de 2007
* Fuente: www.iglesia.cl
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