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Uruguay: ¿Pa’ qué diablos sobrevivimos, Ñato?

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Carta de Jorge Zabalza a Eleuterio Fernández Huidobro
Decía el Che Guevara que en una revolución, cuando es verdadera, se triunfa o se muere. ¡Y vaya si la tupamara fue verdadera! ¡Vaya si se daba la vida entera! Pero nosotros ni triunfamos ni morimos, sobrevivimos a gatas y eso, en algunos casos, ha sido una lástima, porque se podía haber quedado como recuerdo entrañable y en cambio, al seguir viviendo, siempre se está a tiempo de mandarse alguna gran macana.

Hay viejos tupas, ustedes entre ellos, que ya no hacen política tupamara, esto es, política con un horizonte insurreccional, como el que alumbraron los soles de los 60, pero también las lunas primaverales a la salida de la dictadura.

Clandestina o en la legalidad, con armas o sin ellas, en los 70 o en los 90, juntos hicimos política en serio, política para transformarnos en mujeres y hombres con valores e ideas revolucionarias, para transformar la sociedad actual en otra, sin clases y sin Estado.

Después, al perder el horizonte revolucionario, ustedes se han vuelto “operadores políticos”. Hacen política sin horizonte transformador, política para medrar en el sistema. Aceptan como algo inevitable –“es lo que hay, Valor”– la dominación de clases y la explotación capitalista. Aceptan vergonzosamente, la dependencia del imperio en lo económico y militar. Anoche mismo ¡Votaron la operación UNITAS y el refuerzo de las tropas en Haití! ¿Votarán ahora el Tratado Bilateral de Inversiones?

¿Para qué sobrevivimos, entonces? ¿Para hacer política virtual en la televisión? Política mediática que ni siquiera roza la estructura del poder económico. Es la política de “como te digo una cosa, te digo la otra”. Como aseguro en un 99,99 por ciento que es cierto que los restos de María Claudia están en el 14, a los pocos días afirmo que esos informes, a cuya veracidad me jugué, no son los definitivos y me vuelco, iracundo, contra los informantes, a quienes debía haber supuesto mentirosos.

Mentían cuando negaban que en Uruguay hubiera presos políticos y desaparecidos. Mintieron en el asesinato del chileno Berríos. Mienten y siguen impunes los asesinos de Morroni y Facal. Mintieron en la Comisión para la Paz y mientras sigan encontrando crédulos bobalicones… ¿por qué habrían de dejar de mentir ahora?

Política virtual y mediática donde viejos revolucionarios tupamaros aparecen como garantía de las viejas instituciones del sistema sin percibir que, al ser incapaz, no digo de eliminar, sino al menos achicar, la brecha de desigualdad e injusticia sociales, esta democracia se va agotando por sí misma. De puro inoperante, nomás.

Y ustedes le están saliendo de garantía a eso, a una democracia chueca, sin contenido de pueblo asalariado, que sólo es instrumento para profundizar la dependencia de los organismos financieros internacionales.

El FMI y los acreedores definen la política económica, el presupuesto nacional y, en definitiva, hasta el proyecto de país que lleva adelante el gobierno progresista. El mismo modelo que todo un pueblo rechazó el 31 de octubre de 2004. No sólo en el tema del agua están desconociendo la voluntad popular. ¿Qué clase de democracia es ésta?

¿Soberanía nacional? ¿Uruguay productivo? ¿Por qué no han tenido voluntad suficiente para impulsar el proyecto de independencia económica y política? Por lo menos algo parecido a lo de Venezuela. Déjense de prometer cosas que no van a cumplir y de hacer demagogia al peor estilo del Uruguay Batllista del siglo XX. Están haciendo exactamente lo mismo que hacían aquellos políticos burgueses, los que despertaron la indignación de Raúl Sendic y los tupamaros primigenios.

En materia de derechos humanos, los tantos van quedando claros y también el papel tuyo en la jugada. El Pepe se abraza con el botón que lo baleó, y eso es grave, pero es peor aún lo tuyo y lo del Ratón Rosadilla al abrir los brazos a cuanto uniforme se les cruza, se están abrazando, seguramente, con algunos de los asesinos de compañeros y compañeras.

En lugar de avanzar hacia la justicia se dan pasos que consolidan la impunidad. Se votan ascensos, como el de Dalmao, que no se consentían antes, cuando se era oposición parlamentaria. Se mantiene en los mandos policiales a gente como Rolán y Navas. Se soporta que Moller, un fiscal comprometido con la impunidad, frene impunemente las investigaciones en marcha. Hay que destituirlo, como a Bonelli del comando de la fuerza aérea, confeso culpable de ser copiloto en el primer vuelo de Orletti y sospechoso de haber piloteado algún otro vuelo de la muerte.

Hay que anular la ley de caducidad para que la investigación se realice de forma independiente, bajo control de las organizaciones que luchan por los derechos humanos o, por la vía de los hechos se está consintiendo la instalación de una nueva mentira, que “sobrevuela o subyace” al jueguito de la mosqueta que la gente está siguiendo por la televisión.

Mientras se continúe investigando en el marco de la ley de impunidad y en base a las mentiras de los criminales, descubrir la verdad no sería otra cosa que un milagro. La confianza en que los culpables contribuirán en el proceso de investigación… sólo puede ser producto de una ingenuidad mayúscula o de una maldad imperdonable. No es cuestión de perdonar, ñato. ¿Quién puede ser tan temerario de arrogarse la potestad de perdonar desapariciones forzosas, violaciones y torturas?

Tampoco es cuestión de desligarse de toda responsabilidad y hacer caer sobre las endebles espaldas de los familiares de desaparecidos el peso de la lucha por verdad y justicia. Hay que ser muy caradura para pasarles a los familiares semejante tarea. Caradura y tener el corazón ganado por la impunidad. Caradura y tener la voluntad quebrada por el temor. Sería la salida más pragmática y facilonga para dejar todo como está.

Simplemente es cuestión de justicia. Y nada más que justicia. Cada día más, mentira a mentira, crece la necesidad de castigo. Claro que inválido, castrado y amarillo, el Poder Judicial administra la impunidad de los militares en lugar de hacer justicia. Pero vos bien sabés, ñato, que los pueblos oprimidos no olvidan ni perdonan. Que la historia enseña como, a la corta o a larga, habrá justicia para todos, sea de la manera que fuere, porque no hay punto final en una sociedad de clases y la página que se quiere cerrar, más tarde o más temprano, siempre volverá a abrirse.

Consintiendo la impunidad… ¿en qué filosofía política están educando a la juventud?, ¿En creer que la mentira es un ingrediente natural de la vida política y social?, ¿en la lógica de la existencia de dos justicias, una para la guardia pretoriana y otra para los plebeyos? Dejar a hijos y nietos un Uruguay santuario de criminales, es traspasarles la responsabilidad de dar la batalla que no estás dando y es, además, una cobardía mayúscula que reniega de la historia heroica de las compañeras y compañeros. Es peor que la maldición de Malinche.

Además, vos sabés que el obvio objetivo que sustenta la Impunidad, es mantener el brazo armado en condiciones de amedrentar y disuadir. Al consentirlo hay viejos guerrilleros que están contribuyendo a crear esa subjetividad de temores que abre las puertas a la tutela, nuevos desmanes militares y la dictadura.

No olvidar que, ayer como hoy, la doctrina de guerra de las FFAA no es la defensa del territorio nacional a las órdenes del presidente de la república. Su verdadero comandante en jefe es el Pentágono, que las emplea para la estrategia de dominación mundial, destinándolas al Congo y Haití para liberar los “marines” que necesita en Afganistán e Irak.

A no equivocarse. A no repetir la película de Salvador Allende pidiendo apoyo a Pinochet para derrotar el golpe de Estado. Las Fuerzas Armadas aquí, y donde sea, siguen siendo la columna vertebral del poder económico y político de los dueños del capital y del imperialismo. Son tan ajenas al pueblo asalariado como lo fueron en los años setenta, cuando secuestraban niños y desaparecían gente.

¡Cómo quebraste la vieja fraternidad, ñato!… Pensar que en aquellos años no fuiste tan pragmático como en los actuales, que sabías de concepciones y estrategias revolucionarias; que, vos y los otros viejos nos convocaron a dar vuelta la tortilla, no a esta miseria política que hoy protagonizás. ¿Te acordás cómo te escribiste los documentos históricos del MLN, los que inflamaban corazones e impulsaban a emprender grandes hazañas? ¿Te acordás cuando hiciste el Plan Cacao? ¿Y el Satán? ¡Cuántos estábamos dispuestos a dar la vida para preservar la tuya y la de los viejos!

¿Se dan cuenta del montón de los convocados, que tomaron los fierros para ofrendar la vida? ¿Olvidaron a Carlitos Rodríguez Ducós?, ¿al Percherón Clavijo?, ¿y al Hugo Candán y al Caudillo Lerena? ¿y a los caídos en Pando? ¿Ustedes creen que se jugaron para que el pueblo uruguayo recibiera los mendrugos que quedan después de pagar los servicios de la Deuda Externa?

Podrán convencer a los televidentes de la política que este Uruguay progresista tiene algo que ver con aquella patria para todos o para nadie de los tupamaros. Pero a nosotros, no. Los viejos testigos de los años tupamaros, los que no perdimos el horizonte insurreccional, seguimos sintiendo la responsabilidad de continuar aquella lucha por un poder revolucionario del pueblo, por una producción gestionada por los productores libremente asociados y un país independiente de toda dependencia. Algún día, estoy seguro compañeros, ¡habrá patria para todos o para nadie!

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