Italia: El feminismo de la izquierda anticapitalista
por Lidia Cirillo (Italia)
17 años atrás 23 min lectura
1. El feminismo y las corrientes democráticas, progresistas y revolucionarias
Feminismo se declina en plural, feminismos, porque las mujeres pertenecen a clases y culturas diversas y tienen distintos referentes políticos. Existe, por ejemplo, un feminismo de parlamentarias de la derecha y de mujeres que hacen carrera, que reivindican su parte de poder con los argumentos tradicionales del feminismo, lamentando las dinámicas de exclusión y de marginación y pidiendo medidas antidiscriminación.
Sin embargo, el feminismo nace y renace siempre en la izquierda, junto a las tendencias revolucionarias, democráticas o progresistas: en los márgenes de la revolución de 1789, en las revoluciones nacionales de la primera mitad del siglo XIX, en el seno del movimiento por la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos, junto al movimiento obrero, en la radicalización de los años sesenta y setenta, en el movimiento altermundialista… El feminismo de derechas solo y siempre ha sido el efecto de un reflejo de ideas nacidas en la izquierda, una suerte de fall-out cultural que con anterioridad ha subvertido (y posteriormente sigue subvirtiendo) la sociedad en su conjunto. El fenómeno se da por la razón obvia de que ha sido más fácil (o menos difícil) para las mujeres ejercer presiones en nombre de la liberación sobre hombres de la izquierda, poniéndoles en contradicción y utilizando su lenguaje y sus esquemas de pensamiento. Las nociones de igualdad, autodeterminación, liberación, diferencia, revolución, etc., no son otra cosa que la feminización de ideas elaboradas por las corrientes políticas a cuyo lado han nacido o renacido los diversos feminismos. Esta constatación no consiente la existencia de visión idílica alguna sobre las relaciones entre feminismo y tendencias revolucionarias, democráticas y progresistas masculinas. La resistencia de los hombres al feminismo ha sido tenaz, unas veces explícita y vulgar, otras sutil o incluso inconsciente.
2. Las estructuras patriarcales
Comprender el feminismo significa en primer lugar comprender la naturaleza de las relaciones de poder entre hombres y mujeres. Existe hoy un posfeminismo que niega la existencia misma de una opresión, al menos en las áreas del mundo en las que se ha alcanzado una igualdad formal. La fórmula “opresión específica” les ofrece un pretexto y por ello –aunque no sólo– estaría superada. Es preferible decir que las sociedades humanas, todas sin excepción, están atravesadas por estructuras patriarcales manifiestas o latentes que, de modos diversos, discriminan, excluyen, oprimen y ejercen violencia sobre las mujeres. El patriarcado en el sentido literal del término es un sistema de relaciones en el que la propiedad y la posición social se transmiten del padre al hijo varón, y casi siempre al primogénito. Es evidente que en las sociedades noroccidentales (pero también en otras) ya no existe este tipo de reproducción de las posiciones sociales y la realidad es menos explícita y más compleja. Sin embargo, la lógica de la genealogía masculina del poder, por lo demás todavía evidente más allá de los aspectos jurídicos y formales, tiene una dimensión antropológica que dos siglos de luchas por la emancipación todavía no han podido superar. Las cuatro conferencias de la ONU sobre las mujeres han proporcionado datos que a su vez han sorprendido incluso a las teóricas más pesimistas de la opresión, revelando, por ejemplo, que el porcentaje de mujeres propietarias de tierras y de inmuebles en el mundo no supera el 3 o 4%. Los datos de Amnistía Internacional sobre la violencia contra las mujeres también han sido una amarga sorpresa o una confirmación. Pero el modo más simple de comprender qué son las estructuras patriarcales es seguir el hilo de la existencia de una mujer europea desde el nacimiento hasta la muerte.
De todos modos, su vida estará profundamente condicionada por ellas, ya que la violencia posible se traduce en precaución, estilos de vida y actitudes psicológicas. La paradoja de la criminalización de las víctimas demuestra hasta qué punto el mundo está hecho a la medida del hombre. Las estructuras patriarcales que atraviesan la sociedad hacen de la violencia posible una de las principales razones de la segregación de las mujeres, en particular de las mujeres jóvenes. Los ejemplos también podrían ser muy numerosos. El doble trabajo de las mujeres, es decir, la asunción de tareas hasta hace poco solo femeninas y la ausencia de cualquier reciprocidad. Parece que en Italia entre las jóvenes generaciones algo esté cambiando. La hipertrofia de lo masculino en la esfera pública que constriñe a las mujeres en tiempos y modos disonantes con los de la propia existencia. Las imágenes normativas de la feminidad construidas y cristalizadas en milenios de monopolio masculino de la tradición simbólica.
3. Tres temas para un feminismo anticapitalista en Italia
Las estructuras patriarcales condicionan la vida de las mujeres y construyen el género en modos bastante diversos entre ellos en el tiempo y en el espacio. La multiplicidad de las demandas –recogidas por ejemplo en la plataforma de la Marcha Mundial de Mujeres de 2000– muestra la amplitud de los problemas irresueltos a nivel global. Es evidente que las mujeres en Afganistán tienen problemas distintos a los de las mujeres francesas o alemanas y que los temas que están hoy en el centro de atención en Italia no son los mismos que los de los decenios a caballo entre los siglos XIX y XX, que fueron testigos de la primer gran oleada de movimientos feministas. Es evidente que en ambientes sociales distintos, en las diversas generaciones y en las variadas aspiraciones femeninas, los obstáculos que deben superar las mujeres no son los mismos. Todavía es necesario renunciar a la ilusión cronológica y no creer que tenemos la emancipación a nuestras espaldas. Si bien es verdad que, donde se ha conquistado la igualdad formal, tareas más complejas esperan al feminismo, también es cierto que batallas ya ganadas, problemas aparentemente ya resueltos y reacciones arcaicas vuelven a plantearse de nuevo. La violencia contra las mujeres constituye el ejemplo más claro y su mayor visibilidad tiene explicaciones diferentes y complementarias. Las mujeres denuncian hoy más a menudo lo que ayer soportaban; la opinión pública se escandaliza cada vez más ante lo que ayer absolvía; los hombres reaccionan, como sucede a menudo en las relaciones de poder, con una combinación de retrocesos y de violencias punitivas.
El feminismo de una izquierda anticapitalista no puede referirse solo a las necesidades y a las aspiraciones de las mujeres proletarias, sino que debe hacerse suyas las aspiraciones de las mujeres en su conjunto. Naturalmente, puesto que nuestra intervención se orienta hacia ciertos ambientes, es obvio que se van a privilegiar las demandas de las trabajadoras, de las inmigradas, de las desempleadas, de las estudiantes, de las mujeres de partidos de izquierdas, movimientos y sindicatos. Estos son algunos ejemplos de temas sobre los que hemos trabajado en los últimos años y que también deberían ser prioritarios en el futuro inmediato.
a) La crítica de la guerra, del militarismo y de la violencia
Recuerda, en fin, que la política de las mujeres ha sido no armada solo en apariencia, ya que las dinámicas de liberación a menudo se han apoyado en las armas de los hombres de tendencias democráticas, progresistas o revolucionarias. Sin ir más lejos, la Resistencia al nazifascismo a su vez contenía también en su seno una importante puesta en juego para el feminismo y para las mujeres.
b) Por la laicidad y por la autodeterminación, contra el integrismo católico
Ataques directos tardíos a la posibilidad de aborto legal, en los que se puede reconocer su substancia misógina y regresiva, han vuelto a poner en marcha al movimiento de las mujeres y, durante el mes de enero de 2006, una manifestación de centenares de miles de mujeres en Milán constituyó una respuesta eficaz. El mismo día se manifestaron en Roma por los PACS/1 las principales organizaciones del movimiento llamado LGBTQ, es decir, lesbianas, gays y transexuales. Y el 2006 ha sido en su conjunto un año de manifestaciones, iniciativas y luchas sobre temas relacionados con la laicidad y la autodeterminación.
4. La defensa de los derechos de las trabajadoras
Revista Viento Sur
http://www.nodo50.org/viento_sur/
Traducción de Andreu Coll
Nota del traductor
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