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El PPD en busca de sentido

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Hay discusiones que nunca acaban. Como aquella del real alcance y sentido de la salida de Jorge Schaulsohn del partido que ayudó a formar junto a Ricardo Lagos, Bitar y otros socialdemócratas hoy en el gobierno.

Y se instala Flores generando expectación con el resultado de su “reflexión” cuya conclusión reventará el día de su cumpleaños, el entrante 9 de enero.

Se reitera hasta el cansancio la crisis de los partidos como explicación de fondo, que en este caso no nos dice mucho, y a esa constatación otros agregan la crisis y desgaste de la Concertación después de 17 años en el gobierno, que también es cierta, pero que sólo ayuda parcialmente a una comprensión del asunto.

Esto que pareciera odioso no lo es tanto. La crisis de los partidos  afecta a todos los partidos por igual, de izquierda a derecha; rasgos que la definen, ya se ha dicho hasta la saciedad, son el estar disociados de la base social, de las grandes aspiraciones del pueblo, hacer negocios con la política, cuestión que no es nueva y carecer de un proyecto de país fuerte, esperanzador, atractivo y mayoritario.

La crisis se manifiesta en la derecha que contando con más plata y medios de comunicación que ideas y capacidad de levantar un proyecto interesante, se lanza en picada contra los escándalos de uso de dineros fiscales en campañas políticas y le da como bombo en fiesta todos los días, así como es nuestra derecha: insistente, persistente, hasta llegar a la majadería y la saturación golpeando a un solo punto a ver si con su maza abre una brecha y por ahí derriba el muro que le impide acceder al gobierno.

Y producto de su impotencia machaca con eso de la alternancia en el poder como aderezo de su plato de denuncias diario. Intenta hacer llegar la crisis al palacio de La Moneda y casi lo logra con la implicancia en el caso Chiledeportes del jefe de gabinete del ministro  Ricardo Lagos Weber, quien fue alejado de su cargo y el impacto pasó porque se trata de un asunto de poca monta. Por eso están equivocados los niños de la UDI  al intentar extender las sospechas de corrupción hacia la propia mandataria que hasta hoy es el baluarte moral que sostiene al gobierno y a la propia Concertación, una mujer cuyo apoyo ciudadano se ha mantenido invariable, e incluso ha aumentado sobre todo entre las propias chilenas que valoran altamente su desempeño(escépticos ver encuestas de opinión). Es la primera mujer Presidenta de la República y las féminas la defienden a brazo partido en las discusiones menores que se entablan en los corrillos, los cafés, la feria y las conversaciones de Chilito lindo.  Póngase a criticar a Bachelet frente a una connacional  a ver que le contesta.

La izquierda del Juntos Podemos, digamos el PC, no es actor relevante, no tanto por carecer de representación parlamentaria, como por su actitud pasiva de insistir en tenerla esperando de sus adversarios la limosna de una eventual modificación del sistema electoral binominal, que no se sabe cuando llegará. Mientras tanto, el tiempo transcurre y no se avizora de su parte la expresión de una política contundente, de un proyecto, que se vea reflejado en acciones sociales de gran calado. Su intervención en el escenario público es pobre porque su propia agenda lo es. Aparte del caldillo de congrio después de año Nuevo y la Fiesta de los Abrazos, eventualmente el 1 º de Mayo, y   María  Jesús Sanhueza en el movimiento de los secundarios, no parece haber más, por ahora.

En la Concertación quien ha pagado “el pato” por las denuncias de corrupción es la Democracia Cristiana,  y- como no, el senador Girardi. El partido de los Frei tiene procesados por la justicia al director metropolitano de Chiledeportes, Juan Michel; al ex subsecretario de Transportes, Guillermo Díaz y vienen en camino otros complicados en sus propias acciones.  El señor Girardi, más listo, no ha corrido esa misma suerte, pero bastó el empujoncito del senador Flores y ahora del propio Schaulsohn, para dejarlo fuera de pista y escondido detrás de las espaldas de Bitar.

No fue el 2006 un buen año para la DC . Las salidas de  Martin Zilic  del ministerio de Educación y de Andrés Zaldívar, de la cartera Interior así lo confirman.

Pero volvamos al tema de esta crónica. ¿Está la Concertación en una crisis terminal?

Ocurren varios procesos simultáneamente. Primero, al interior del conglomerado  se ha modificado el peso e influencia de la generación de líderes motrices, que le dieron vida y generaron el pacto de la Alianza Democrática, que negoció con Onofre Jarpa la salida arreglada de la dictadura a la transición democrática. Esta pérdida de liderazgo y capacidad de influencia está siendo discutida por varios actores a la vez que reclaman la legitimidad de un espacio y voz en la conducción de la alianza oficialista.

Otro proceso es que los grupos de poder existentes en los diferentes partidos no han logrado,  como quisieran un acuerdo para dirigir el rumbo de la política generada desde La Moneda, por lo que dijimos anteriormente, y entonces sostienen conversaciones con Bachelet y sus asesores para intentar influir, lo  logran puntualmente – proyectos de ley, dirección de mensajes públicos – pero no en la línea gruesa. Es una influencia acotada. Ahí aparece la  presidenta de la DC, Soledad Alvear cruzando el patio de Los Naranjos con algunos de sus senadores, o el propio senador radical, José Antonio Gómez; otro día Ricardo Núñez con Escalona por los socialistas y así.

Entonces la presión de los partidos es débil;  y el gobierno, la propia Bachelet cuentan con oxígeno suficiente para seguir su itinerario sencillo de reformas y cobertura de promesas electorales: jardines infantiles, reforma a las AFP, programas de tolerancia y leyes contra la discriminación, etc. Por otro lado la cartera de proyectos establecida por la anterior administración en obras viales, el plan Transantiago, la reforma de la justicia, redundan en una imagen general de dinamismo acentuado por el aumento del gasto social (8,9 %)  usando las platas del estable alto precio del cobre.

Como a ese hermoso castillo de realizaciones no puede hacerle mella con sus ataques, la derecha abre otro flanco de críticas y deplora el bajo crecimiento económico de tan solo un 4,3 por ciento. Más, la derecha, quiere más –  “los insaciables”- como los calificó el ex embajador John Biehl, siempre quieren más y ojalá regalado por el Estado porque en eso si que son estatistas.

Si la economía permanece estable aunque en rangos de desaceleración y no está amenazada por factores externos – excepto el suministro de gas natural desde Argentina – el gobierno puede respirar tranquilo y las crisis políticas se pueden sortear incluso con la poca habilidad e inexperiencia que ha demostrado tener el equipo político de La Moneda.

Hay que dejar en claro que en Chile estamos viviendo un periodo político de desprendimiento del autoritarismo, de reencuentro con la cultura y las grandes ideas de país, de transición sicológica a la democracia si se quiere, del cual  la muerte del dictador Pinochet es un dato más. Lo central es que hay una mujer al mando del país, que la economía y las políticas del Banco Central son administradas en lo esencial de acuerdo a los criterios de la derecha empresaria.

La campaña presidencial para el 2009 ya está lanzada y los candidatos en carrera: Longueira y Piñera en la derecha; Insulza y Lagos hacia el centro. Puede que otros nombres emerjan, pero ese es el panorama determinante por ahora. Es en este escenario de estabilidad económica, de equilibrios políticos con ambiciones siempre presentes y en pugna, que, haciéndole caso a los agoreros que
anticipan el fin de la Concertación y colgándose de las denuncias de corrupción con los gastos reservados, el abogado Schaulsohn programa su salida del PPD junto al senador Flores para intentar formar un nuevo referente y perfilar un “liderazgo de ideas”.

Ya vimos que Flores fue frenado en su intento de quebrar al PPD y su acción de denuncia pública quedó como un barato ajuste de cuentas con Girardi, sin embargo, en los hechos  finalmente se quedó en el PPD, el partido al que motejó de “camorra”. Ahí está todavía, conviviendo junto a “los pillos” que tanto denigró.

Pero el segundo capítulo de esta táctica para bajarse del PPD lo dio Jorge Schaulsohn, con su amplificada  “ideología de la corrupción”. El tribunal supremo de la colectividad digitado por Bitar dictaminó lo más sano: la salida de la tienda del ex diputado y fracasado postulante a la alcaldía de Santiago quien anunció ya que formará un nuevo referente con una parte de aquellos militantes del PPD que a riesgo de perder sus “pegas” y asesorías en el aparato estatal, se atrevan a seguirle.

¿Representa eso un quiebre en la Concertación? No, sólo en uno de sus partidos, en los hechos, y ni siquiera el quiebre de una lógica de unidad, porque en boca del propio Schaulsohn, éste no descarta alianza futuras de su eventual futuro referente con partidos de la coalición gobernante y tampoco ha dicho que se sale de la Concertación.

Hay gente que desde 1999 ha esperado el quiebre de la Concertación, como si de eso dependiera la viabilidad de una política más rupturista y libertaria. Creo que a la luz del análisis lo más probable es que el grupo de partidos, hoy al mando del Estado, se mantendrá unido porque romper la unidad y hacer camino propio por separado no les conviene, ni a la DC, ni a los socialistas, ni a los pepedés, menos a los radicales. Así de simple.

Entonces en la Concertación basta la intervención de alguien que ordene los intentos de realineación que hoy por separado se dan, para calmar las aguas que hoy parecen agitadas, pero no son ni con mucho una oleada como se imagina la izquierda, ni menos un tsunami como magnifica la derecha.
El autor es periodista
Santiago, Enero 5, 2007
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