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Álvaro Escobar renunció al PPD: Se salvó de ser el héroe de la película "El rey de los huevones

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álvaro Escobar es la antítesis de este epíteto chileno que tiene tantos significados. No todas sus acepciones son insultos pues, en su mayoría, en una forma cariñosa de relacionarse.  Escobar es muy inteligente y cortó a tiempo un lazo que lo estaba ahorcando, ya que soñaba que la Cámara de Diputados era un lugar privilegiado para proponer guiones y firmar sus mejores telenovelas. La decepción terminó por aniquilar su ánimo y sumirlo en la enfermedad de moda, de todos los chilenos, la depresión. Ni siquiera en la Cámara, actualmente, se sirven ricos tés para contentar a los electores y familiares, y los discursos que hay que escuchar son más aburridos y sin sentido que los comentarios de los periodistas del Canal del Senado, que sólo sirven para hacerle la pata a sus “patrones”.
¿Qué es el PPD?, se preguntarán los lectores. No es un dentífrico – pero podría serlo – sino un partido instrumental inventado por el profesor Ciro Peraloca Lagos, para inscribir a la izquierda en la Ley de Partidos Políticos. La gracia de esta verdadera legión extranjera es que no pide certificado de antecedentes para participar en sus tropas; se puede haber sido un fanático comunista-estalinista y ser hoy un moderado miembro del PPD que es el caso del presidente de la Cámara, Antonio Leal, y el arquitecto-urbanista de la “Pérgola de las Flores”, Patricio Hales; se puede cambiar de revolucionario y visionario mapucista a Intendente PPD, como lo es el “inspector Columbo”, Víctor Barrueto; se puede pasar de la “sinagoga” radical a abogado lobbista, tal como ocurre con Jorge Schaulshon; se puede ser católico maronista libanés y secretario general del PPD, como Sergio  Bitar. Además, hay una columna de ex artistas que están felices con la política: Ximena Vidal y su príncipe consorte, Ramón Farías constituyen un ejemplo. No me explico por qué no invitan a los cesantes Roberto Dueñas y su bella esposa, Marlén Olivarí para ocupar el vacío dejado por Escobar. Solo faltó convencer a Jerry Lewis Lavín para que deje a los beatos de la UDI e integre tan selecto circo instrumental
Como en el PPD no existe ninguna ideología, sus dirigentes se entretienen dándose cabezazos, zancadillas y profiriendo mutuas injurias; el Nico Eyzaguirre, que se cree candidato presidencial –por su efímero éxito en las encuestas – acusa a la directa de antidemocrática; Schaulshon está calladito, pero prepara el hacha para botar al mago electoral, Pepe Auth. Como el lector podrá comprobar, el PPD es uno de los tantos regalitos envenenados del profesor Lagos, que terminarán por ahogar las buenas intenciones de mi querida Mamita.
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