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La guagüita Andrés Zaldívar fue encontrada en la calle, abandonada por su mamá Michelle

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No sé por qué los estupidanleses se impresionan ante los inesperados cambios de Gabinete. No falta quien califique a estos acontecimientos como un temporal, siendo que los ministros son como los condones: se usan y se botan. En la República Parlamentaria hubo cuatrocientos Gabinetes y un ministro duró menos de un día; en el presidencialismo ocurrió la misma rotativa ministerial. En el gobierno de la casta concertacionista, el lacónico Eduardo Frei Ruiz-Tagle ostentó el récord de los gabinetes de poca duración: sólo 195 días y, como pronunciaba palabra, mandó a Germán Correa, ministro del Interior, y a manitos de ángel, Víctor Rebolledo, una carta pidiéndoles la renuncia. Nuestra Mamita, Santa úrsula Bachelet, acaba de romper y superar la hazaña de Lázaro Frei: su Gabinete duró, apenas, 120 días. Es que estaba cansada de cambiar los pañales de la guagua Zaldívar cada vez que fracasaba en mantener el orden público, como motivo de la rebelión de los “pingüinos” y de tener a raya a los cacos, que se pasean como Pedro por su casa, mostrándole la lengua al presidente de la Corte Suprema; ni siquiera, la Chol, dueña del Partido de la Flecha Roja, quiso defender a uno de sus fundadores. Llorando el imberbe, acusa a moros y cristianos de conspirar contra él, con el objeto de dejarlo huérfano de madre.
El único que sale airoso de esta carnicería es el ministro Martín Zilic: ya hace tiempo que estaba marcando ocupado, por culpa de los adolescentes secundarios, que se atrevían a hacer sus necesidades sobre su escritorio; Matín Zilic, al igual que el estoico Séneca, sabía muy bien que no tenía nada qué hacer en el Gabinete y lo abandona con grandeza y humor;  por el contrario, Ingrid Antonijevic, se queda picada y considera un chiste de mal gusto la petición de renuncia, por parte de su amiga Michelle.

La pobre Mamá, vestida de monja laica, muestra tristeza en su rostro y se le escapa una lágrima al sentirse traicionada por sus hijos guachos que, cada vez más, la castigan con el látigo de la indiferencia: en Chiguayante, con ocasión de su visita al lugar de la tragedia y en las encuestas de opinión. Hay que ser muy ingenuo para creer que el experimentado Belisario Velasco, nuevo ministro del Interior, que duró nueve años como subsecretario de esa cartera, pueda imprimir un nuevo rumbo al gobierno de la abeja reina, Michelle Bachelet, que no ha hecho más que fluctuar entre el gobierno de los ciudadanos y el dominio absoluto de las mafias de los Partidos de la Concertación, en especial la Democracia Cristiana que tiene, prácticamente, el monopolio de su Gabinete. Creo que falta mucho camino para que los estupidanleses se acostumbren al  voluble reinado  de las diosas.
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