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¿Quién dijo que los jóvenes "no están ni ahí"?

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En la Redacción de PiensaChile hemos estado conversando acerca de lo que está sucediendo en el país, en esta hora y en este minuto. Todos estamos de acuerdo en que lo que está viviendo Chile en este minuto es sencillamente grande e histórico. Los procesos sociales no suceden con la armonía con que se presentan luego en los libros de historia, donde en una frase se saltan décadas para continuar narrando los hechos como si en el intertanto no hubiera pasado nada. Los actores sociales parecen dormir a veces largas siestas, sin dejarse perturbar por nada, para luego, misteriosamente reaccionar ante lo que para todos, en otro momento pasado, fue una nimiedad. Pero en verdad no fue una nimiedad.

El mayo del año 68, en Francia, comenzó aparentemente por una disputa entre los estudiantes y el rectorado de la universidad de Nantes y terminó con el país en medio de una terrible crisis, que sacudió hasta sus cimientos a la sociedad francesa.

La reunificación alemana partió por unos encuentros de jóvenes, a orar en la iglesia de San Nicolás, en la ciudad de Leipzig. Se repitió durante meses y nada pasó hasta que un lunes, alguien hizo la propuesta de salir a la calle. Lo que parecía terminar en nada, en indiferencia, un lunes, dos lunes, … luego, en un par de semanas, se transformo en una manifestación de cientos de miles, para culminar con la caída del muro y el inicio de una reacción en cadena que mandó abajo un sistema que parecía de granito e inexpugnable. Curiosamente hay que recordar que la policía de seguridad alemana tenía infiltrados al más  alto nivel en todos los movimientos que participaban en estas acciones. Da nada le sirvió eso cuando la ciudadanía salió a la calle.

Lo que hoy ocurre en muchas ciudades de Chile, con nuestros estudiantes, no es más ni menos que una pequeña flor de una primavera que viene gestándose de hace años. Quienes seguimos de cerca el pulso de aquellas personas más activas, de aquellos grupos que no comulgan con ruedas de carreta, de aquellas actividades que no interesan a El Mercurio, ni La Tercera, sabemos bien que lo que está germinando es un movimiento nuevo, un cuerpo que no responde a las leyes que rigieron el pasado. Los muros que se levantaron en estos 16 años de concertación han obligado a la ciudadanía a buscar nuevas rutas. Las condiciones que están siendo creadas por la globalización nos están imponiendo nuevas condiciones de lucha y organización para poder sobrevivir como grupos sociales e incluso como países.

En los procesos sociales, como en la naturaleza, nada es casual y cuando la naturaleza o los pueblos se ponen en camino, no hay valla que los contenga. Sino pregúntenle a la Iglesia por qué reaccionó con prontitud para ofrecer su intermediación entre estudiantes y gobierno. Ella sabe que el descontento de Plaza Italia al poniente es grande y ha denunciado en repetidas oportunidades la brutal injusticia en la repartición de la riqueza que genera el país. Ella sabe que el endeudamiento de la mayoría de los chilenos llega a niveles peligrosos y cuando la caldera no aguanta más, revienta y revienta feo. Y por eso promueve el diálogo.

Es triste que en una sociedad que históricamente ha sido tan politizada, con partidos fuertes y representativos, haya sido la iglesia la primera organización de la sociedad que se levantó para rescatar lo positivo del movimiento estudiantil. En la Declaración de la Conferencia Episcopal dice “los jóvenes desean ser protagonistas de su historia, comprometerse con ella y dar su aporte indispensable para que en ésta y en su cultura se vaya generando una auténtica "civilización del amor". Esto nos llena de esperanza.

Tal como los “ilegales” en Estados Unidos han descubierto y tomado conciencia de que son millones y que constituyen una fuerza enorme, y ya nada puede parar ese movimiento que nadie sabe donde terminará, los estudiantes chilenos, sin quererlo, han gatillado el inicio de un proceso que ya no parará. Si la Concertación ha gozado de “paz social”, para poder imponer una política neoliberal que la derecha jamás habría podido hacer “postdictadura”, es porque desactivó el movimiento social que se había organizado en la lucha por derribar a la dictadura. Hoy los partidos políticos, de derecha y concertacionistas, no representan más que un ínfimo porcentaje de la población y, en su mentalidad pragmática, con toda seguridad que en estos momentos deben andar corriendo con sus “grúas-anzuelo” para  “pescar” a los dirigentes de este movimiento en desarrollo. Pero se equivocan. Los dirigentes de este movimiento no son más que las puntas de muchos iceberg y esto, más allá de los avances y retrocesos momentáneos, no para más. Ayer eran los mapuches luchando por sus derechos, hoy son los estudiantes, mañana ….

Una sociedad, un pueblo, está recuperando su memoria. Este pueblo está volviendo a aprender que la democracia, que los derechos que le pertenecen no se los va a regalar nadie. Sólo la lucha conjunta, la presión de miles, será los que nos darán lo que nos pertenece, nos dará la democracia que nos merecemos. Miren sino donde terminan los dirigentes políticos concertacionistas que ya cumplieron una parte de su ciclo vital: de asesores, directores, consejeros de las grandes empresas y transnacionales. Son los nuevos jerarcas, los juniors, los recaderos del poder. Los dirigentes pasan, el movimiento y sus conquistas quedan.
Ver ayer a la Presidenta acudir a la sede de la organización de los Familiares de los Detenidos Desaparecidos nos llenó de alegría. Habla bien de Bachelet  ser el primer presidente de la Concertación que tiene el coraje político y civil de ir a sentarse con la historia reciente de este país y, por otro lado, demuestra que el tesón, la bravura, la valentía con que esa organización, en su mayoría mujeres, ha luchado desde los primeros meses de la dictadura, es capaz de mover montañas. Es ese tesón, esa lucha sin tregua la que les ha permitido ganar batallas que nadie pensó que lograrían. De ellas tenemos que aprender. No está mal quejarnos del gobierno cuando hace algo que nos parece mal, pero mucho más ayuda organizarnos para exigir lo que queremos, proponiendo soluciones, acusando la ineficiencia con nombres, entregando las propuestas que significan la solución. La democracia se construye día a día, se gana milimetro a milimetro.

Unámonos y exijamos nuestros derechos. Somos millones. Hagamos sentir nuestra mayoría.
¡Gracias muchachas y muchachos,  le están recordando a  una país que "la historia es nuestra y la hacen los pueblos"!

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