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Entrevista a Jaime Amorín, Líder del Movimiento de los Sin Tierra, Brasil

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“La perversa concentración de la tierra causa hambre en el mundo”

El campo exige cambios para resolver algunos de los problemas que afectan a la humanidad. Esta visión fue el punto de partida que dio vida a una organización social conocida hoy en el mundo como Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierras (MST), que nació hace aproximadamente 25 años en Brasil. Su propósito, impulsar una reforma agraria a través de la organización de los campesinos y despertar conciencia de la importancia que tiene para la población y las transformaciones económicas, políticas y sociales que implica. Las marchas, audiencias públicas y caminatas han sido su forma de lucha.

Por estos días algunos de sus representantes están en Caracas, capital de la República Bolivariana de Venezuela, para asistir al VI Foro Social Mundial. Jaime Amorín, es uno de estos delegados de la Dirección Nacional del MST. Por algunos minutos conversamos acerca de los problemas que afectan el sector agrario de América Latina y los caminos por recorrer.

¿Cuáles son las principales trabas que afectan el sector campesino en América Latina?
“Tenemos algunos problemas fundamentales y comunes a toda América Latina que tienen que ser resueltos. El primero es que tenemos un proceso perverso de concentración de tierra. Un importante contingente de pequeños agricultores está siendo expulsado de los campos y llegando a los centros urbanos de las ciudades porque no hay alternativas. Paraguay es el país con mayor concentración de tierra en el mundo. Más del 80 por ciento está en menos de 3 por ciento de los propietarios. Brasil ocupa el segundo lugar, con el 48 por ciento de tierra en manos apenas del 2 por ciento de propietarios. Este es algo terrible”.

“El segundo problema que hay que resolver con urgencia es el modelo agrícola vigente que se impuso a partir del imperialismo norteamericano. Un modelo agro-exportador basado en los intereses de los países de Europa y Estados Unidos. Cada vez más se nos impone un proceso perverso en el que la agricultura es más dependiente de los negocios agrícolas de las empresas multinacionales. Los países importan prácticamente toda la alimentación, teniendo suficientes tierras para sustentar a la población y exportar a otros países. Un tercer problema es el mercado de la agricultura. No podemos seguir negociando la producción agrícola a partir de las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) porque privilegian e incentivan a los grandes productores y las grandes empresas agroindustriales, lo que genera empobrecimiento, expulsa a los campesinos del campo y hace inviable la pequeña agricultura. Este proceso llegó a un límite, por tanto, es necesario hacer una lucha permanente de todas las organizaciones y los gobiernos para invertir el modelo agrícola. Los países necesitan su soberanía alimentaria, que sean ellos mismos los que definan qué producir, qué cantidades, hacer un plan de producción propio y dar prioridad al mercado interno y luego a la exportación”.

“Otra traba es la pobreza en los campos. Las familias de los campos vienen en una degradación económica, cultural y social que ha provocado una exclusión total. Frente a este panorama urge la construcción de un nuevo modelo agrícola que piense en el desarrollo del interior de los países y no colocar la gran mayoría de las tierras al servicio de los intereses internacionales”.

¿Cuál es la base de la reforma agraria que plantean?
“Primero los gobiernos tienen que desapropiar las tierras improductivas que no cumplan una función social y a partir de allí nacerá una democratización de la tierra. Segundo tiene que cambiar el modelo de desenvolvimiento agrícola, de otra forma no habría espacio para la reforma agraria, y tercero se debe garantizar la inclusión a los trabajadores a través de créditos, educación, asistencia técnica, transporte, en fin todas las condiciones necesarias para que los trabajadores del campo tengan una vida digna. Reconstruir todo ese proceso que ha degradado la vida del campesino”.

“De lo contrario, el capitalismo concentrara más la tierra en pocas manos, con una mínima cantidad de campesinos. Esto significa un horror para América Latina porque tenemos países que tienen más del 50 por ciento de su población viviendo en el campo. En Brasil por ejemplo, tenemos el 20 por ciento y estos significan más de 35 millones de personas, que salen del campo y van a la ciudad, donde no hay más espacio ni en las industrias. Es urgente y necesario para la subsistencia de la humanidad establecer una relación distinta con este activo llamado tierra, invertir en la agricultura y el área rural, en programas de educación y de distribución de los alimentos”.

Entre las numerosas causas que se mencionan para justificar la hambruna en el mundo, algunos han mencionado la insuficiencia de tierra para cultivar ¿Hay escasez de tierra cultivable o los propietarios que la concentran las mantienen improductivas?
“El problema no está en la escasez de tierra ni mucho menos en la escasez de alimentos. El mundo produce lo suficiente para alimentar a sus habitantes. El problema de la hambruna es la concentración de la tierra y de la renta que no permite que la mayoría de la población tenga acceso a los alimentos. En el mundo mil 200 millones de personas pasan hambre”.

“La tierra que se produce en el mundo es muy poca. Cito como ejemplo Brasil que es muy parecido al caso de Venezuela, donde hay un potencial de 600 millones de hectáreas de tierra, y apenas se produce 90 millones de hectáreas. Brasil se enorgullece de producir una zafra récord de 130 millones de toneladas de granos, sin embargo, China con el mismo espacio disponible produce 500 millones de toneladas. Se trata del modelo aplicado, en China hay otro nivel de productividad y utiliza millones de personas en la agricultura”.

¿Por qué algunos latifundistas optan por mantener grandes extensiones de tierra improductivas?
“Aquí es importante mencionar varios puntos. La tierra siempre representó poder por el tipo de colonización de nuestros países. Quien tiene tierra tiene el dominio político. Es una historia perversa de la cultura de América Latina que infelizmente persiste. Hay quienes utilizan este activo para especular, porque les rinde más que contratar mano de obra y poner las tierras a trabajar”.

“Quien tiene los títulos de propiedad tiene acceso al financiamiento. Muchos terratenientes no producen, pero tienen acceso a los créditos. La mayoría de los países no tienen financiamientos específicos para los pequeños agricultores, la burocracia gubernamental está preparada apenas para atener los grandes y no a los pequeños”.

¿Qué percepción tienen de la política Agraria que impulsa el gobierno de Venezuela?
“Venezuela tiene un proceso completamente diferenciado de otros países latinoamericanos, porque aquí hay un gobierno que tiene la disposición de impulsar un nuevo modelo. Las iniciativas del gobierno de Venezuela indican que está definitivamente dispuesto a reconstruir la agricultura, esto renueva esperanzas e integra a los campesinos. A partir de allí es posible construir un proceso de soberanía alimentaria que es fundamental inclusive para la soberanía política”.

“Si existe un pueblo organizado y un gobierno correspondiendo con cambios que brinden mejores condiciones de vida a las familias del campo, no tenemos duda que Venezuela tendrá toda la base política necesaria para un nuevo modelo desenvolvimiento agrario”.

¿Cuál es el papel del Estado y de los movimientos sociales?

“El movimiento social representa un papel importante. Proponemos nuevas alternativas, organizamos a los trabajadores para presionar al Estado para que ejecute los cambios y articulamos demandas de reivindicaciones en América Latina. Por su parte, el Estado tiene un papel fundamental, que es ejecutar la reforma agraria y atender las exigencias de los trabajadores, actuar en función de sus beneficios. Con Venezuela y ahora Bolivia se pueden abrir espacios para avanzar. Los gobiernos deben tener coraje y definición política para enfrentar el poder histórico del latifundio, además de cambiar el modelo económico que predomina la exportación y los grandes productores, quienes se llevan la gran parte de los créditos”.

¿Logros alcanzados por el Movimiento sin Tierras?
“Los podemos ver en dos direcciones. Uno, el logro político que es fundamental. En 20 años hemos conseguido organizar un movimiento fuerte gracias a una lucha permanente, después de muchos compañeros que tumbaron y mucho sufrimiento. Hemos conseguido generar la discusión de una reforma agraria, la sociedad comienza a entender que es una lucha por un cambio en la sociedad”.

“Tenemos también frutos económicos. Hemos logrado que más de 250 mil familias tengan sus tierras, están económicamente integrados y tienen un proceso de participación efectivo orgánico y económico en la sociedad”.

Queda mucho camino por recorrer…
“Sí. Aún queda mucho por recorrer. En América Latina y el Caribe hay desigualdad y ésta obedece a la inequitativa distribución del ingreso que es consecuencia de la desigual distribución de los activos (tierra, capital, educación y tecnología) Es urgente trastocar los factores que reproducen la pobreza. Es urgente poner en marcha políticas públicas que expandan el acceso de los pobres a los activos productivos como el capital, especialmente la tierra”.

Artículo enviado a PiensaChile por el MCI de Venezuela

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