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Pocas luces en las estrategias PYMES: Hora de correcciones

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El Estado ha asignado mucha plata para asistencia técnica, pero lo real es que ello ha servido principalmente para la sobrevivencia de centenares de asesores que han trabajado aplicando los instrumentos ideados. De los programas de fomento,  lo único innovador han sido las siglas, que han generado un lenguaje encriptado que ha dificultado al usuario la comprensión de los nuevos instrumentos; se han inventado Cubos, FAT, Fontec, Fosis, etc., pero los resultados, a opinión recogida de los dirigentes del  sector, han sido muy pobres. De ahí el reclamo de las micro y pequeñas empresas, mipymes, por la falta de apoyo real.

Los Fondos de Desarrollo Regional también han  traído quebraderos de cabeza. Muchas regiones no han tenido capacidad para generar y promover proyectos.  La falta de participación ciudadana ha sido un problema a la hora de legitimar proyectos y convocar a la comunidad. Se ha errado al querer generar proyectos de manera inconsulta y centralista. En muchas regiones los cuadros técnicos que debían generar proyectos, han fallado. Un ejemplo histórico, en un año pre-electoral, se dio en la V Región, cuando el grueso de los recursos se gastó, por falta de proyectos mejores, en un montón de pequeñas obras aportadas en la emergencia por un equipo municipal, tales como columpios, escalas y casetas sanitarias, lo cual le permitió una reelección memorable a Hernán Pinto, quien sacó con sus votos a otros cuatro concejales, ganándose a partir de allí, un espacio en las grandes ligas de la política nacional.

En materia de promoción, un problema estructural ha estado ligado al endeudamiento interno de las pymes. Durante la crisis asiática esto les significó ingresar masivamente a Dicom y quedar como verdaderos parias del sistema financiero. La utilidad de la banca en ese período, que llegó a niveles del 60% anual, fue, en gran medida, costeado por las empresas familiares que tenían que pagar intereses en mora, cobranzas prejudiciales y recargos que no estaban en condiciones de negociar. En esa época se comprobó que faltó voluntad política, sensibilidad y criterios de solidaridad en las autoridades para atender al sector Pyme.

Qué hacer con el superávit
Hoy el país se ha dado el lujo de prepagar deuda externa. Chile debe en total 44.800 millones de dólares. La deuda del sector público alcanza a 9469 millones. Las reservas han alcanzado a octubre del 2005 la suma de 16 mil millones de dólares, casi un año completo de importaciones. El saldo de balanza comercial muestra un superávit proyectado a diciembre de 8 mil millones de dólares. Son resultados macroeconómicos excelentes. Pero nos está pasando el síndrome del Rico Mac Pato. Nos inflamos con las cifras, pero no se demuestra una acción decidida sobre qué hacer con tanta plata disponible y gozamos contando plata delante de los pobres.

Si el sistema chileno es concentrador de la riqueza no es un asunto casual. Hay determinados pivotes del sistema que apuntan a ello. El principal es que el ahorro interno, generado por los fondos previsionales, está configurado desde su génesis, cuando se diseñó en el gobierno militar el sistema de AFP,  para que esos recursos se conviertan en el oxigeno o energía financiera blanda para los grandes proyectos, es decir para las empresas de los grupos dueños de las AFP.

A septiembre de este año el dinero acumulado en los fondos de pensiones alcanzaba los 73.700 millones de dólares. Esa gigantesca masa monetaria debe circular en proyectos que sean rentables y buscar que el riesgo se minimice, es esa la lógica de finanzas que guía las colocaciones. En la propuesta para la reingeniería Pyme propuse canalizar apenas un 5% de esos fondos acumulados a proyectos PYME, a través de un programa ad hoc, que apunte a fortalecer integralmente proyectos pyme, promoviéndolos a una situación societaria y productiva que viabilice la asociatividad y así permitir que se negocien joint ventures al alero de los acuerdos internacionales.

Que la energía financiera llegue a los emprendedores.
Diversificar riesgo a través de Fondos de Inversión para el Desarrollo de Empresas, con una señal de la autoridad que fije una inversión de las AFP de hasta un 5% de los ahorros a través de estos FIDES, significaría que se dispondría de 3 mil quinientos millones de dólares para energizar a las pymes, produciendo un efecto multiplicador de increíbles repercusiones. Del otro lado, desde los organismos promocionales, el Plan contempla dar un entrenamiento a los monitores que participarían, estandarizándose la metodología para caminar hacia un Banco de Proyectos Pyme.

Cuando diseñé este Plan de Fomento PYME y lo entregué a Conupia tenía ya la experiencia de trabajar en la creación de unidades público privadas de fomento a las inversiones y las exportaciones como consultor de ALADI y del BID, especialmente en Ecuador, donde la CORPEI ha funcionado de manera exitosa con el concurso de cámaras y del Estado. Por lo tanto, lo que planteo para mi país no es demagogia sino un camino que se podría transitar y es el momento de demostrar, desde el mundo Pyme, que es posible echarlo a andar, dentro de la institucionalidad actual, sin esperar utópicos proyectos de mayor envergadura. Se trata de aplicar con la participación de las cámaras empresariales de los sectores medios, un Programa Nacional de Reingeniería PYME y Asociatividad, que podría dar resultados en el espacio de gestión del próximo gobierno.

Recientemente, la CORFO generó un programa para incentivar la creación de capital de riesgo, el cual significa que CORFO aporta un 300% del Fondo de Inversión en Desarrollo de Empresas, FIDE. Pienso que por allí hay un camino que se debe ampliar y profundizar, cambiando los criterios de la promoción, aplicando una calificación de los consultores para mejorar su expertise, de manera que se pueda monitorear con medición  de resultados la eficacia del programa.

Se han perdido 10 años en lo que se escribió como la diversificación difícil o segunda etapa del proyecto exportador chileno, la cual significaba incluir a las Pymes en la internacionalización. La realidad es que se les dio la espalda y se las sometió a tratos vejatorios, dejándolas desamparadas frente al poder oligopólico y monopsónico de los grandes grupos. Son las pymes las que han financiado las grandes utilidades de los grupos y el descuido al que fueron sometidas se refleja hoy en los índices de concentración de la riqueza que vergonzosamente exhibe Chile.

Hubo tecnócratas que abandonaron a la Pymes y el desafío de crecer en valor agregado en nuestras exportaciones primarias. Prefirieron seguir con la exportación extractiva, mientras llevaban un iceberg a Sevilla. Mediocridad, búsqueda del exitismo, falta de experiencia real en promoción de negocios, aversión al riesgo y cuoteos políticos, son factores que afectaron la correcta definición de políticas públicas hacia la Pyme.

Abrir mentes
Incluso más: en la formación académica de los profesionales de las ciencias económicas y administrativas, influidos por escuelas de pensamiento neo-liberal y con aversión a todo lo que sonase a cooperativismo o asociatividad, se ha marcado un sesgo negativo al desmerecer a las pymes, calificándolas como sectores que no acceden a la figura de sujetos de crédito. Esto es una mentalidad negativa que debemos erradicar y hacer una apertura de mentes para una formación de profesionales emprendedores que sean proclives a la cooperación y no luchadores ninjas que todo lo arrasan en pos de sus intereses.

Para hacer las cosas bien en Chile respecto a las Pymes, no se trata de hacer ofertones populistas ni de repartir migajas, sino
de empezar a trabajar con sentido de país para el largo plazo. Y hay verbos por recuperar. Se trata de postular asociatividad y no dependencia, joint ventures y no meras absorciones, equidad en los negocios y no prepotencia, redes de cooperación y calidad  y no abusos ni preconceptos financieros, compartir riesgos y diversificar y no exclusiones.

Dejo planteado el tema y espero que los gallitos electorales de la segunda vuelta no hagan perder de vista lo que el país está demandando: trabajo, trabajo, trabajo.

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