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El día después de los huracanes

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Alerta amarilla por la crisis fiscal de EE.UU.
Luego de la ira desatada de la naturaleza, del paso devastador de los huracanes bautizados Katrina y Rita,  por el sur de la superpotencia,  surgen las noticias del día después.

La reconstrucción y los mismos de siempre
En el recuento, el New York Times ha alertado sobre la asignación preferente que estaría produciéndose entre el Gobierno Federal de George Bush y Halliburton, cuyo Presidente Ejecutivo era, hasta que se inició el gobierno de Bush, el actual Vicepresidente de los Estados Unidos, Dick Cheney. Se trata de una corporación que estuvo investigada por el Congreso por adulteración de balances para mejorar su posición en la Bolsa; una firma que ha lucrado con las guerras de Bush en Afganistán e Irak. Una subsidiaria suya es la que provee vituallas a las tropas y que se ha ganado la mayoría de los contratos para la reconstrucción de Irak.

Ahora, frente al anuncio del Presidente Bush en orden a invertir 200 mil millones de dólares para recuperar las ciudades devastadas New Orleans y Lousiana, Halliburton estaría tomando el grueso de las obras de reconstrucción, las que estarían siendo asignadas a dedo por el gobierno federal.

Sospechas también ha despertado en los Estados damnificados la intención de Bush de involucrar al Ejército en el control de seguridad interna, lo cual está prohibido por la ley. Si esta medida pasara, se estaría dejando un peligroso precedente de militarismo interno, por encima de la democracia local, la cual perdería el control de las situaciones de emergencia en sus propios territorios.

Un déficit insostenible
Cuando el Presidente norteamericano en terreno, declara muy suelto de cuerpo que gastará en la reconstrucción más que en la guerra, los norteamericanos, incluso los republicanos, se preguntan ¿de donde?
George W. Bush recibió el gobierno de Bill Clinton con 300 mil millones de superávit. Hoy, cinco años de gestión Bush y el déficit llega a 400 mil millones de dólares anuales. La guerra de Irak ya es la más costosa de la historia. Ahora se han sumado los huracanes y con ellos el desaliento creciente de los consumidores.
La incapacidad del Estado para frenar la pendiente de endeudamiento ha significado que Estados Unidos sea hoy una economía riesgosa y China ha dado una señal mundial a los inversionistas al salirse de las reservas en dólares y optar por una canasta de monedas. Todos los países comienzan a evaluar el riesgo país de Estados Unidos, incapaz de sostener su gasto militar; una economía compradora que siempre fue locomotora mundial, pero que, sumando errores estratégicos en gestión fiscal (como la rebaja de impuestos que han favorecido a las grandes corporaciones), tiene hoy una deuda externa que alcanza el 250% de su Producto Interno Bruto. El crecimiento del gasto estadounidense se ha financiado con deuda: el endeudamiento nacional pasó de 5,3 billones de dólares en 2001 a 7.9 billones de dólares actualmente.

Por otra parte, de acuerdo a los trascendidos de prensa, el presidente de la Reserva Federal Alan Greespan habría comentado con el Ministro de Finanzas de Francia, Thierry Breton, que el déficit norteamericano está fuera de control.

Katrina y Rita, dos golpes bajos al imperio
Una tormenta perfecta asoló New Orleans, provocó una catástrofe ambiental y social sin precedentes en el corazón del sur norteamericano, donde radican importantes refinerías de petróleo. Más de 1000 millones de dólares se invertirán en reconstrucción y Halliburton está allí, esperando. Se trata de la misma industria petrolera que ha influido en los Estados Unidos para evitar la sustitución energética. Es el pool mundial de las cinco hermanas del petróleo, las mismas que hicieron enormes ganancias con la crisis del petróleo en los setenta y ahora repiten su accionar en circunstancias muy parecidas. El resultado aquél, recordaremos, fue una escalada violenta de las tasas de interés que llevó a los países endeudados a la década perdida.
La petroleras del Siglo XXI han impulsado la privatización de la guerra. En esta crisis actual, a consecuencia de la guerra, ganan por la suba de precio del crudo y de los combustibles –que manejan en su transporte, refinación y distribución al cliente- y ganan, además, por mantener cuerpos de seguridad en los países ocupados. Conforman una maquinaria que estruja las arcas fiscales de la superpotencia. El impacto ambiental está a la vista: el planeta ya no resiste mucho más. El calentamiento global se precipita.
Son los grupos corporativos detrás del Pentágono. Mueven los hilos detrás del gobierno, y lo que se ve es sólo una imagen del poder real. Que Estados Unidos no suscriba el Convenio de Kyoto es un crimen a plazo, porque se está condenando con ello a las futuras generaciones a catástrofes impredecibles.  La humanidad frente al imperio trata de presionar, espera alguna medida urgente, antes que sea demasiado tarde.
Katrina y Rita  han sido expresión de una naturaleza desbocada por efectos de la acción humana y se han erguido como una señal, una evidencia irredargüible, como nuevas amazonas apocalípticas, vengadoras del abuso que el hombre ha hecho del planeta. Y han dado un golpe bajo el cinturón al imperio. Los norteamericanos han sentido el impacto de la Naturaleza y han comprobado que, mientras se desangran las finanzas públicas por una guerra inventada, que sólo sirve a los que manejan el crudo, ellos han sentido en carne propia el deterioro de las políticas de seguridad y de mínimo bienestar.

Una recesión mundial se está incubando
El desgaste de Bush ha sido consecuencia  de la indecisión, de la vergüenza de los damnificados de  haber sido encañonados por quienes se suponía que los  iban a ayudar. Una reacción tardía e inadecuada del Gobierno Federal frente a la tragedia, lo que dejó en descubierto una situación económica insostenible de los Estados Unidos, que debe poner en Chile y la región en alerta amarilla.
Cuando se ha construido un modelo exportador como el chileno, que significa más del 40% del PIB,  es importante que se formulen medidas de contingencia, porque la realidad objetiva marca que vienen períodos de alta volatilidad en los mercados mundiales. Amenaza una nueva recesión mundial, producto de la imposibilidad de los Estados Unidos de seguir incrementando su deuda. 
Si bien es cierto, Chile tiene una situación fiscal sólida, con un mercado externo abierto en 4 planos, Sudeste Asiático, Europa, Estados Unidos y la región sudamericana, el mercado norteamericano ha sido el destino de aproximadamente un tercio de nuestras exportaciones. Hay que anticiparse a una situación que la propia Reserva Federal está mirando con preocupación. Hay que considerar que aproximadamente un 12% de los fondos previsionales de los chilenos están colocados en las bolsas de valores norteamericanas, lo cual implica un alto riesgo sobre el cual nuestra Superintendencia de Seguros y Valores debería marcar alguna orientación de precaución.

Anticipemos medidas de contingencia
Por todo esto y mucho más, se hace necesario aterrizar a esta realidad esos pronósticos optimistas que se levantan augurando un 5 o 6% de crecimiento para el 2006. Lo serio, lo que debiera exigirse a la clase política que aspira a conducir este país, es un debate sobre situaciones de emergencia, que significarían una recesión a gran escala, que obligarían a reformular nuestro modelo y que el Estado tenga que intervenir en forma más activa en la economía, tomando medidas que a los teóricos liberales les arrisca la nariz. Por ejemplo, fomentar proyectos coope
rativos, el comercio compensado, caminar hacia la utilización de energías renovables alternativas, invertir en la plataforma marítima gasífera, modificar el sistema previsional, desincentivar el uso automóvil. Replantear nuestra política exterior hacia nuestros vecinos para integrar una red energética que nos será indispensable.
Lo cual, significaría salirse del rol de simples monaguillos del modelo neoliberal mundial en crisis para poner en el debate ciudadano nuevas interrogantes y propuestas: ¿cuáles serían las acciones de contingencia para cuando venga un remezón financiero mundial?
No se trata de ser catastrofistas, pero tampoco ingenuos, como aquellos ratoncitos que seguían sonrientes al flautista de Hamelín.
28-sep-05
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