Sra. Presidenta Von der Leyen, llámelo por su nombre: apartheid
por Haidar Eid (Palestina)
2 años atrás 6 min lectura
En Palestina nos entristece que 30 años después de que se acabara con el apartheid de Sudáfrica, la presidenta de la Comisión de la UE no haya aprendido las lecciones de esa vergonzosa historia y siga defendiendo el flagrante racismo y el colonialismo de asentamiento.
Le escribo esta carta desde la asediada Franja de Gaza. ¿Asediada por quién? Tal vez usted piense que se trata de un bloqueo autoimpuesto y que 2,4 millones de personas han decidido morir lentamente de genocidio gradual.
Dos tercios de las personas palestinas de Gaza son refugiadas víctimas de la limpieza étnica que aplicó en sus pueblos y ciudades el país del que usted está enamorada y cuya narrativa ha respaldado sin fisuras.
Da la impresión de que usted no conoce la obra de los “nuevos historiadores israelíes” que hace ya muchos años desacreditaron la narrativa sionista. Si está usted verdaderamente interesada en la precisión histórica más que en la ideología, quizá debiera leer La limpieza étnica de Palestina, del historiador israelí Ilan Pappe, habida cuenta de que no se fía de los historiadores palestinos. Una persona que ocupa su importante posición debería descartar los mitos desmentidos hace mucho tiempo.
Debe estar familiarizada con los informes de Amnistía Internacional, Human Rights Watch, la reputada organización israelí de derechos humanos Btselem o las conclusiones del secretario ejecutivo de la Comisión Económica y Social de Naciones Unidos para Asia Occidental (CESPAO) sobre la naturaleza de apartheid del régimen israelí. (Me abstengo de mencionar a las organizaciones palestinas de derechos humanos porque igual las considera menos creíbles).
Aceptar el apartheid
En Israel la discriminación racial institucionalizada se funda inequívocamente en garantizar la primacía de un grupo de colonos judíos sobre los árabes palestinos. Al comparar cómo se aplican las políticas de apartheid resulta difícil identificar diferencias entre la dominación blanca en Sudáfrica y su equivalente israelí en Palestina en términos de segregación y designación de zonas determinadas solo para los judíos israelíes y otras para los árabes.
Otras similitudes entre el apartheid de Israel y el apartheid de Sudáfrica son la existencia de ciertas leyes y privilegios para los judíos y un conjunto de leyes discriminatorias que sólo se aplican a los y las palestinas.
Hoy en día existen, tanto en Israel como en los territorios palestinos ocupados, dos sistemas de carreteras, dos sistemas de vivienda, dos sistemas educativos y diferentes sistemas jurídicos y administrativos para judíos y no judíos. Cada ley que promulgó el sistema de apartheid sudafricano tiene su réplica correspondiente en las leyes de Israel.
Entre otras, la Ley de Zonas Agrupadas, la Ley de Prohibición de Matrimonios Mixtos, la Ley de Movimiento y Permisos, la Ley de Seguridad Pública, la Ley de Registro de Población, la Ley de Inmoralidad, la Ley de Tierras y, por supuesto, la Ley de Ciudadanía de los Territorios Bantúes.
Las leyes israelíes correspondientes son la Ley del Retorno, las leyes “temporales” de 2003 que prohíben los matrimonios mixtos, la Ley del Registro de Población, la Ley de Ciudadanía y Entrada en Israel, la Ley de Nacionalidad Israelí y diversas leyes sobre tierras y propiedades.
Y ahora Israel ha decidido mostrarse abiertamente como un Estado de apartheid por definición: la infame Ley Básica del Estado-Nación establece la naturaleza del Estado de Israel como un Estado-nación sólo del pueblo judío.
Las figuras representativas de la lucha contra el apartheid Nelson Mandela y el arzobispo Desmond Tutu son sólo dos de las muchas personas activistas sudafricanas que creen firmemente que lo que padecemos en Palestina es mucho peor que el apartheid de Sudáfrica cuando estaba en su momento más álgido.
Hasta el ex presidente estadounidense Jimmy Carter expresó su pesadumbre por la situación sobre el terreno durante su última visita a Palestina y calificó a Israel de Estado de apartheid. ¿Tienen sus palabras, quizá, más credibilidad para usted?
Amable con el colonialismo
Tristemente, su condescendiente respuesta al Ministerio de Asuntos Exteriores palestino –que calificó con acierto sus comentarios de “tropos racistas antipalestinos”– recuerda al lenguaje del siglo XIX que utilizaban los supremacistas blancos de Sudáfrica y del Sur de Estados Unidos bajo las leyes de Jim Crow.
Pero usted ha dejado absolutamente clara su amabilidad con el colonialismo al usar clichés coloniales arcaicos. Los bárbaros árabes necesitaban al europeo asquenazí blanco para que extendiera la “democracia” en el corazón del incivilizado mundo árabe y para “hacer florecer literalmente el desierto”. Eso sí, esta ideología biologicista que sostiene que los no blancos tienen culturas atrasadas y antidemocráticas no tiene cabida en el mundo poscolonial actual. De ahí su negación de la Nakba.
¿Estaba usted a favor del sistema de bantustanes en Sudáfrica bajo el apartheid? ¿Se opone a la igualdad de derechos y a la transformación de Israel y Palestina en un Estado para todos sus ciudadanos y ciudadanas? La solución de los dos Estados a la que usted se sigue refiriendo –sin hacer nada por aplicarla– supone la bantustanización de Palestina.
¿Se opone usted a la democracia ciudadana, que es lo que reclama la mayoría de organizaciones populares y de la sociedad civil palestina? ¿Se equivocó Nelson Mandela al dedicar 27 años de su vida a buscar la justicia exigiendo la igualdad para los indígenas de Sudáfrica? ¿Se da cuenta de que lo que está apoyando en Oriente Próximo es una solución racista por antonomasia? ¿Una solución basada en un “nacionalismo étnico”?
¿Se da cuenta, señora Presidenta, de que los ministros del gobierno de su “vibrante democracia” están llamando a la aniquilación de pueblos y ciudades palestinas gracias a la complacencia y el respaldo de la Comisión que usted preside?
Para consternación nuestra, aquí en Palestina, donde luchamos por nuestra mera supervivencia como consecuencia de las políticas racistas del apartheid israelí, usted no tuvo siquiera una palabra de simpatía hacia nosotros por nuestro sufrimiento, resultado del establecimiento del único país del mundo que sigue aplicando el apartheid. Ni siquiera ha querido dar la falsa impresión de ser equilibrada y objetiva.
Aunque vacilo en citarle a un palestino, la siguiente observación del difunto erudito Edward Said en sus Representaciones del intelectual describe acertadamente este reciente incidente:
[…]En mi opinión, nada es más reprobable que esos hábitos mentales del intelectual que inducen a la evasión, ese característico alejamiento de una posición difícil y basada en principios, que sabes que es la correcta pero que decides no adoptar. Tu esperanza es que te pidan que vuelvas, que te consulten, que formes parte de un consejo o de un comité prestigioso, y así permanecer dentro de la corriente principal responsable; algún día esperas obtener un título honorífico, un gran premio, tal vez incluso un puesto de embajador […] Porque a pesar del abuso y el vilipendio que se gana cualquier partidario honesto de los derechos y la autodeterminación de las y los palestinos, la verdad merece ser dicha, representada por el o la intelectual sin miedo y compasivo.
¿Le suena esto, señora Presidenta?
-El autor, Haider Eid, es profesor asociado de Literatura Postcolonial y Postmoderna en la Universidad al Aqsa de Gaza. Escribe sobre el conflicto árabe-israelí en Znet, Electronic Intifada, Palestine Chronicle y Open Democracy. Haidar es autor de Worlding Postmodernism: Interpretive Possibilities of Critical Theory, y Countering The Palestinian Nakba: One State For All.
Traducción: Loles Oliván Hijós para viento sur
*Fuente: VientoSur
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