La Izquierda Unida y el infaltable diputado racista
por José Miguel Carrera (Chile)
13 años atrás 5 min lectura
Como esos hermosos girasoles, que siempre van buscando el
sol, son infinitos los colectivos sociales que impulsan y representan las ideas
de justicia e igualdad social de la izquierda chilena. Esta dispersión es el
resultado de la diáspora con que concluyó la aventura más extraordinaria y
hermosa del Chile del siglo XX, el gobierno de la Unidad Popular de
Salvador Allende.
Algunos colectivos se llaman organizaciones, otros -más
osados-, movimiento o partidos, configuran un arcoíris de nombres, banderas y símbolos.
Se unen, se disgregan, se marchitan y afloran nuevamente. Los más atrevidos y
firmes han persistido y siguen avanzando, siempre buscando crear sólidas en
raíces en sus bases populares, garantía elemental de supervivencia de las ideas
libertarias.
La diáspora se produjo por la represión, la persecución y el
asesinato de líderes y dirigentes políticos y sociales que la derecha
golpista transformó en política durante
la dictadura. De la misma manera, jugaron un papel relevante, las traiciones
encubiertas -de forma inteligente- como "cambios de énfasis" o "de realismo
político" que aplicaron dirigentes de la izquierda tradicional al abandonar el
legado de Salvador Allende.
La idea de crecer como girasoles, la escuché por primera vez
de un hombre sabio, enfermo de amor por su hijo héroe, el arquitecto Raúl
Pellegrin, poco tiempo antes de su fallecimiento. Al referirse al movimiento
popular que luchaba contra la dictadura me dijo seriamente "Ya se sembró, ahora el sol y el ejemplo
harán el resto, ellos saben lo que hacen, brotarán nuevamente"
Chile merece una izquierda unida, que retome los ideales que
nuestro pueblo observó en el ejemplo del presidente Allende. Una izquierda con
voz propia que se proponga la tarea de conquistar una verdadera y genuina
democracia, que impulse una constituyente que redacte una nueva Constitución
decidida por todos, y a tono con los cambios de nuestra América Latina, que por
sobre todo proteja los derechos ciudadanos de las mayorías.
Una izquierda que recupere las riquezas naturales que nos
pertenecen, que nacionalice nuevamente el cobre y los demás minerales, hoy
depredados por transnacionales extranjeras a vista y complicidad de las
actuales autoridades del Estado. Una izquierda que no implore porcentajes de
royalty, sino que recupere todas nuestras riquezas de forma definitiva.
La educación de nuestros hijos no puede ser un negocio
privado y fuente de lucro para minorías privilegiadas. El agua debe ser un
derecho humano para todos. La vivienda digna debe ser la bandera de lucha de la
izquierda allendista.
Diecisiete años de izquierda masacrada durante la dictadura
y veinte años de vagón de cola de la Concertación, nos ha impedido al parecer, pensar
estratégicamente y con vocación de poder.
Chile debe florecer nuevamente como democracia de mayorías
en Latinoamérica, el progreso actual de nuestro país nos ha costado a todos,
pero solo es usufructuado por minorías egoístas.
Fuimos ejemplo en este continente de respeto y solidaridad
con los demás países, identificados como un pueblo culto, sabio y respetuoso.
¿Cómo nos verán ahora nuestros hermanos latinoamericanos?
Por eso da vergüenza leer el artículo del diputado
pinochetista de la UDI,
Gonzalo Arenas Hodar, en el diario electrónico El Mostrador. Su escrito
titulado: "Hugo Chávez se subió al árbol", calificando de "primate" al
presidente democráticamente elegido en la Republica Bolivariana
de Venezuela es evidentemente de un carácter racista y xenófobo.
El odio de este fascista, nos recuerda la época de la Unidad Popular
cuando los sectores más reaccionarios y golpistas chilenos trataban de
"upelientos" o "comunistas asquerosos" a
los seguidores del gobierno de Salvador Allende, expresando de esa forma su
odio de clase, transformado después del golpe de estado en asesinatos y
desapariciones masivas no del todo aclaradas hasta hoy.
Este diputado Arenas, representa -increíblemente- en el
injusto y antidemocrático sistema electoral chileno, a un distrito del sur de
nuestro país donde impera el abuso en contra del pueblo mapuche.
En su escrito lleno de odio propio de la aristocracia,
ofende al bravo pueblo venezolano, que épicamente ha cumplido doce años de
recuperación de su soberanía, de su derecho a elegir mayoritariamente su futuro
y donde el ejemplo de Salvador Allende es respetado, de la misma manera que lo
hace la gente sencilla de nuestro país. Quizás por eso su artículo ofensivo y
grosero.
Venezuela, recibió con cariño verdadero, de hermanos, a los
perseguidos de la dictadura de Pinochet y de la derecha a la que pertenece el
señor diputado. Muchos chilenos reconstruyeron sus familias, unieron su futuro
al de ese pueblo, del que debemos estar infinitamente agradecidos
No es la primera vez que políticos chilenos se inmiscuyen en
los asuntos internos de Venezuela, tenemos el indigno record de ser uno de los
primeros países (a través de un gobierno de la Concertación) en
reconocer al fallido y breve gobierno surgido de un golpe de estado que el
imperio y sus lacayos locales intentaron
derrocar al presidente Hugo Chávez en abril de 2002.
La izquierda política, social y cultural unida,
independiente, organizada sólidamente en asambleas de base, en múltiples
sectores y territorios le devolverá la
dignidad a Chile y a su pueblo. Es hora
de cosechar los girasoles de unidad, nuestros héroes populares se lo merecen
Gloria al bravo pueblo como dice el himno nacional
venezolano.
Construyamos un Chile Digno.
Santiago, febrero 2011
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