El sabotaje del Nord Stream impulsa el «capitalismo del desastre» a un nuevo y tóxico nivel
por Pepe Escobar (Asia)
2 años atrás 9 min lectura
30 de septiembre de 2022
El sabotaje de los oleoductos Nord Stream (NS) y Nord Stream 2 (NS2) en el Mar Báltico ha impulsado ominosamente el «Capitalismo del Desastre» a un nivel totalmente nuevo y tóxico.
Este episodio de guerra híbrida industrial y comercial en forma de atentado terrorista contra infraestructuras energéticas en aguas internacionales señala la ruptura absoluta del derecho internacional superpuesto por un orden basado en reglas de «es a nuestra manera o no es».
El ataque a los dos oleoductos consistió en la detonación de varias cargas explosivas en distintos lugares cercanos a la isla danesa de Bornholm, pero en aguas internacionales.
Fue una sofisticada operación llevada a cabo en secreto en las profundidades del Mar Báltico. En principio, esto excluiría a los submarinos (los buques que entran en el Mar Báltico sólo pueden tener un calado de 15 metros). Los posibles barcos «invisibles» sólo podrían merodear con el permiso de Copenhague, ya que las aguas que rodean Bornholm están plagadas de sensores que reflejan el temor a la intrusión de submarinos rusos.
Los sismólogos suecos registraron el lunes dos explosiones submarinas, una de las cuales se calcula que contenía 100 kilogramos de TNT. Sin embargo, se podrían haber utilizado hasta 700 kilogramos para volar tres puntos diferentes de las tuberías. Es imposible que tal cantidad se haya colocado en un solo viaje utilizando drones submarinos como los que existen actualmente en los países vecinos.
La presión en los oleoductos bajó exponencialmente. Las tuberías están ahora llenas de agua de mar.
Las tuberías tanto del Nord Stream 1 como del Nord Stream 2 pueden ser reparadas, por supuesto, pero difícilmente antes de que llegue el invierno general. La cuestión es si Gazprom -que ahora centra su atención en varios grandes clientes euroasiáticos- se tomaría esta molestia, sobre todo teniendo en cuenta que los buques de Gazprom podrían estar expuestos a un posible ataque naval de la OTAN en el Mar Báltico.
Las autoridades alemanas ya están haciendo correr la voz de que Nord Stream 1 y Nord Stream 2 «podrían» quedar fuera de servicio definitivamente. La economía y los ciudadanos de la UE necesitan desesperadamente estos suministros de gas. Pero la eurocracia de Bruselas -que gobierna a los Estados nacionales- no atendería esa necesidad porque se deja gobernar por el imperio del caos, la mentira y el saqueo. Cabe suponer que esta eurooligarquía podría ser juzgada algún día por traición.
Tal y como están las cosas, la irreversibilidad estratégica ya es evidente; las poblaciones de varios países de la UE pagarán un precio enorme y sufrirán las graves consecuencias de este ataque a corto, medio y largo plazo.
¿Cúi bono?
La primera ministra sueca, Magdalena Andersson, admitió que se trataba de un «sabotaje». La Primera Ministra danesa, Mette Frederiksen, admitió que «no fue un accidente». Berlín está de acuerdo con los escandinavos.
Compárese estas posiciones con la del ex ministro de Defensa polaco (2005-2007) Radek Sikorski, un rusófobo, casado con la airada «analista» estadounidense Anne Applebaum, que tuiteó alegremente «Gracias, Estados Unidos».
Cada vez resulta más extraño saber que, al mismo tiempo que el sabotaje, se inauguró parcialmente el gasoducto «Baltic Pipe» de Noruega a Polonia, un «nuevo corredor de suministro de gas» que sirve a «los mercados danés y polaco»: una minucia, en realidad, si se tiene en cuenta que sus patrocinadores ya tenían problemas para encontrar gas hace meses, y que ahora será aún más difícil, con costes mucho más elevados.
El Nord Stream 2 ya ha sido atacado a lo largo de la fase de construcción, de forma bastante abierta. Ya en febrero, los barcos polacos intentaron activamente impedir que el buque de colocación de tuberías Fortuna completara el Nord Stream 2. Las tuberías se colocaron al sur de -lo has adivinado- Bornholm.
La OTAN, por su parte, se ha mostrado muy activa en el ámbito de los drones submarinos. Los estadounidenses tienen acceso a drones submarinos noruegos de largo alcance que pueden ser modificados con otros diseños. Otra posibilidad es que se hayan utilizado buzos navales profesionales para el sabotaje, aunque las corrientes de marea en torno a Bornholm son un grave problema.
El panorama general muestra al Occidente colectivo en pánico absoluto, con las «élites» transatlánticas dispuestas a cualquier cosa -mentiras escandalosas, asesinatos, terrorismo, sabotaje, guerra financiera, apoyo a los neonazis- para evitar su descenso a un abismo geopolítico y geoeconómico.
El cierre de los gasoductos Nord Stream significa el fin irrevocable de cualquier posibilidad de un acuerdo germano-ruso sobre el suministro de gas, con el beneficio añadido de rebajar a Alemania a la humilde condición de vasallo absoluto de Estados Unidos.
Esto nos lleva a la pregunta decisiva:
qué aparato de inteligencia occidental planeó el sabotaje. Los principales candidatos son, por supuesto, la CIA y el MI6, con Polonia como chivo expiatorio y Dinamarca desempeñando un papel muy dudoso: Es imposible que Copenhague no estuviera al menos «informada» de las intenciones.
Ya en abril de 2021, los rusos se preguntaban por la seguridad militar de Nord Stream.
El punto crucial es que podemos estar ante el caso de un miembro de la UE y de la OTAN implicado en un acto de sabotaje contra la principal economía de la UE. Esto es un casus belli. Aparte de la espantosa mediocridad y cobardía del actual gobierno de Berlín, está claro que el BND -el servicio secreto alemán- así como la marina alemana y los industriales informados pagarán la cuenta tarde o temprano.
No se trata en absoluto de un ataque aislado. El 22 de septiembre se produjo un ataque a TurkStream por parte de saboteadores de Kiev. El día anterior, se encontraron en Crimea drones navales con identificadores en inglés, presumiblemente parte del complot. A esto hay que añadir los helicópteros estadounidenses que sobrevolaron los futuros nodos de sabotaje hace semanas, un «buque de investigación» británico que merodea por aguas danesas desde mediados de septiembre y un tuit de la OTAN sobre la prueba de «nuevos sistemas no tripulados en el mar» el día del sabotaje.
Muéstrame el dinero (del gas)
El ministro de Defensa danés se reunió el miércoles con el secretario general de la OTAN en una reunión de urgencia. Al fin y al cabo, las explosiones se produjeron muy cerca de la zona económica exclusiva (ZEE) de Dinamarca. En el mejor de los casos, esto puede describirse como un burdo kabuki[1], ya que el mismo día, la Comisión Europea, la oficina política de facto de la OTAN, estaba impulsando su marca registrada: más sanciones contra Rusia, incluyendo el límite de los precios del petróleo, que ha demostrado ser un fracaso.
Mientras tanto, los gigantes energéticos de la UE pueden sufrir enormes pérdidas por el sabotaje.
En la lista figuran las empresas alemanas Wintershall Dea AG y PEG/E.ON, la holandesa N.V. Nederlandse Gasunie y la francesa ENGIE. Luego están los que financiaron Nord Stream 2: Wintershall Dea de nuevo, así como Uniper, la austriaca OMV, ENGIE de nuevo y la británica-holandesa Shell. Wintershall Dea y ENGIE son copropietarios y acreedores. Sus airados accionistas esperan respuestas serias de una investigación seria.
Y lo que es peor: no hay más obstáculos en el frente del terror del oleoducto. Rusia estará en alerta máxima no sólo por TurkStream sino también por Power of Siberia. Lo mismo ocurre con los chinos y su laberinto de oleoductos que llegan a Xinjiang.
Independientemente de la metodología y los actores implicados, se trata de una venganza -anticipada- por la inevitable derrota colectiva de Occidente en Ucrania. Y una advertencia grosera al Sur global de que lo volverán a hacer. Pero la acción siempre engendra una reacción: a partir de ahora, también podrían ocurrir «cosas raras» a los oleoductos estadounidenses y británicos en aguas internacionales.
La oligarquía de la UE ha alcanzado una fase avanzada de desintegración a la velocidad de la luz. La ventana de oportunidad en la que podía al menos intentar desempeñar un papel como actor geopolítico estratégicamente autónomo se ha cerrado.
Los eurócratas están ahora en un serio dilema. Una vez que esté claro quiénes son los autores del sabotaje en el Báltico, y una vez que comprendan las profundas consecuencias socioeconómicas para los ciudadanos de toda la UE, el kabuki tendrá que detenerse. Esto incluye la subtrama, ya en curso y totalmente ridícula, de que Rusia voló su propio oleoducto cuando Gazprom podría haber simplemente cerrado las válvulas para siempre.
Y la cosa empeora: Gazprom amenaza con demandar a la empresa energética ucraniana Naftogaz por impagos. De este modo, se acabaría el gas ruso que llega a la UE a través de Ucrania.
Por si todo esto fuera poco, Alemania está obligada por contrato a comprar al menos 40.000 millones de metros cúbicos de gas ruso al año hasta 2030.
¿Simplemente decir que no? No pueden: Gazprom tiene derecho legal a cobrar incluso sin entregas de gas. Ese es el objetivo de un contrato a largo plazo. Y eso ya está ocurriendo: a causa de las sanciones, Berlín no recibe todo el gas que necesita, pero sigue teniendo que pagar.
Todos los demonios están aquí
Ahora está dolorosamente claro que se actúa sin los guantes de seda imperiales, cuando se trata de vasallos de Estados Unidos. Independencia de la UE: prohibida. Cooperación con China: prohibida. Vínculos comerciales independientes con Asia: prohibidos. El único lugar para la UE es la sumisión económica a EE.UU.: un remake chabacano de 1945 a 1955, con un perverso giro neoliberal: Seremos dueños de vuestra capacidad industrial y no tendréis nada.
El sabotaje del Nord Stream 1 y del Nord Stream 2 forma parte del sueño húmedo imperial de convertir la masa terrestre euroasiática en mil piezas para impedir una consolidación transeurásica entre Alemania (en representación de la UE), Rusia y China: un producto interior bruto (PIB) de 50 billones de dólares en paridad de poder adquisitivo (PPA) frente a los 20 billones de dólares de Estados Unidos.
Debemos volver al geógrafo Mackinder: El control de la masa terrestre euroasiática significa el control del mundo. Las élites estadounidenses y sus caballos de Troya en Europa harán cualquier cosa para no ceder su control.
Las «élites estadounidenses» en este contexto incluyen a la disfuncional «comunidad de inteligencia» infestada de neoconservadores straussianos y a las grandes corporaciones energéticas, farmacéuticas y financieras que les pagan y que no sólo se benefician del enfoque de «Guerra sin fin» del Estado Profundo, sino que también quieren hacer una fortuna con el «Gran Reset» urdido en Davos.
La década de los veinte (2020) comenzó con un asesinato: el del general Soleimani. Volar oleoductos es parte de la secuela. En 2030, habrá una «autopista al infierno». Pero parafraseando a Shakespeare: el infierno está definitivamente vacío, y todos los demonios (transatlánticos) están aquí.
-El autor, Pepe Escobar, es un analista geopolítico independiente y autor. Su último libro se titula Raging Twenties. Él ha sido borrado de Facebook y Twitter por razones políticas. Síguelo en Telegram.
-Traducción para piensaChile desde el inglés al castellano: Martin Fischer
*Fuente: ZeroHedge
Nota del Traductor:
[1] El kabuki (歌舞伎?) es una forma de teatro japonés tradicional que se caracteriza por su drama estilizado y el uso de maquillajes elaborados en los actores
Libro Raging Twenties de Pepe Escobar:
Raging_twenties
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