Diferentes aspectos de la propuesta de la iglesia católica sobre indulto Bicentenario
por Rafael Luís Gumucio Rivas (Chile)
14 años atrás 3 min lectura
Por cierto que es inaceptable el indulto para aquellas personas que
hayan ejercido terrorismo de Estado y de lesa humanidad. No cabe, dentro
de ninguna lógica, que personas que han cometido delitos tan graves
como tortura, secuestros, asesinatos y otros crímenes siendo, además,
funcionarios públicos que, en nombre del gobierno cometieron las más
grandes atrocidades, cuenten con méritos para beneficiarse de la
compasión de un Estado democrático. En todos los casos de delitos de
lesa humanidad no aplica ni la prescripción, ni el indulto.
El documento de la iglesia, en el aspecto del indulto a quienes
atropellaron los derechos humanos, vendría a contradecir la valiente
lucha de esta institución en defensa y promoción de loas derechos de las
personas, durante el período de la dictadura. Aún más grave esta
propuesta cuando quienes cometieron estos repugnantes actos no han
mostrado ningún signo de arrepentimiento que vaya en el sentido de la
teología de la reconciliación, además de constituir una cachetada para
los familiares de las víctimas de estos atropellos.
Hay, sin embargo, un aspecto muy positivo en el documento de la
Conferencia Episcopal que dice relación, en primer lugar, con los
privados de libertad mayores de 70 años, enfermos terminales, que hayan
cumplido parte de la pena, entre otros acápites. Personalmente me
desagrada el “Estado Leviatán”, aquel monstruo que solamente castiga
para mantener un supuesto orden social; no comulgo con el fanatismo de
la derecha que quiere meter a todos los pobres en las mazmorras, en el
supuesto de que son delincuentes. No tengo ninguna simpatía por la
estupidez de trancar la “puerta giratoria”, sobretodo considerando que
las cárceles están sobrepobladas y la dignidad humana es atropellada
constantemente y que son escuelas del delito.
El aspecto más rico del documento es el que se refiere a la condena del
pésimo estado de las cárceles, que me recuerda unos párrafos del
documento de Luís Emilio Recabarren, en Ricos y Pobres: “el régimen
carcelario es de lo peor que puede haber en este país. Yo creo no
exagerar si afirmo que cada prisión es la escuela práctica y profesional
más perfecta para el aprendizaje y progreso del estudio del crimen y
del vicio. ¡Oh monstruosidad humana! ¡Todos los crímenes y todos los
vicios se perfeccionan en las prisiones, sin que haya quien pretenda
evitar este desarrollo…!”.
El ex candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami denunció, con mucha
razón, que ocho de cada diez hijos de prisioneros podrían seguir los
pasos de sus progenitores, según una encuesta de la Fundación
Paternitas. Es evidente que la delincuencia, lamentablemente, está
relacionada con las condiciones tremendamente injustas en que la
sociedad condena a los más pobres.
El camino de las personas más pobres no cuenta con muchas más salidas
que el consumo y tráfico de drogas, la cárcel – donde viven en
condiciones subhumanas, tratadas peor que piaras de cerdos- o el
hospital donde va a morir ante la desatención de funcionarios que han
perdido todo concepto de condición humana.
En este plano, la iglesia católica cumple la función invaluable de madre
y maestra de la humanidad que, junto a los pastores evangélicos,
acompañan a prisioneros y enfermos en los trances de una vida marcada
por la miseria y condenada por una sociedad repugnante, donde los ricos
ganan veinte veces más que los pobres, donde lo único que importa es el
dinero – a la derecha sólo le importa enviar a “los rotos” a la cárcel
para sentirse más seguros en su competencia para seguir atesorando
riquezas.
Considerando que el sistema carcelario chileno constituye, en sí, un
atropello a los derechos humanos, un indulto amplio que sólo exceptúe
los delitos de lesa humanidad y pedofilia, creo que una tarea urgente es
liberar al mayor número de personas que sufren loas rigores de la
deshumanización de nuestro sistema penitenciario. La cárcel es,
justamente, el antónimo por excelencia de la reeducación y la
reinserción social.
21/07/010
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