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26 de Septiembre: una batalla decisiva para Venezuela y los pueblos de Nuestra América

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Este domingo el pueblo venezolano será protagonista de una jornada
histórica: o ratifica masivamente con sus votos la continuidad y
profundización del proceso revolucionario en Venezuela o, en caso de no
hacerlo, le estará abriendo la puerta a la restauración conservadora.
Eso es lo que está en juego. Lo segundo puede ocurrir por obra y gracia
de dos diferentes eventualidades: una derrota electoral del chavismo (lo
que parece como altamente improbable, por no decir imposible) o bien
una victoria parcial del gobierno en las urnas pero insuficiente para
garantizar el adecuado acompañamiento de la Asamblea Nacional (AN) a las
propuestas e iniciativas del presidente Chávez. Estas dos alternativas
responden a un mismo factor: la abstención electoral. Si en esta
coyuntura el pueblo chavista no asume al sufragio como un arma
revolucionaria y reedita los altos niveles de abstención registrados –
el 44 % registrado, por ejemplo, en el referendo constitucional de
Diciembre del 2007- entonces el futuro de la Revolución Bolivariana se
verá muy seriamente comprometido. Tal vez, y ojalá me equivoque,
irreparablemente comprometido.

La estrategia seguida por las clases dominantes venezolanas y sus amos
imperiales ha sido muy clara: fracasado el golpe de estado y derrotada
la huelga petrolera la opción escogida consistió en corroer desde
adentro a la revolución, desmoralizar a la población con una fenomenal
campaña mediática de una intensidad y cobertura sin precedentes y
paralizar la acción del gobierno desde la renovada trinchera de la AN.
Saben que en el terreno electoral Chávez es prácticamente invencible:
triunfó en 14 elecciones generales y sólo fue derrotado -por un margen
inferior al 1 %- en el referendo constitucional del 2007. Por eso es tan
importante esta elección: porque en estos años se desaprovechó una
magnífica oportunidad cuando debido al boycott de la derecha a las
elecciones del 2005 el oficialismo, que dominaba sin contrapeso opositor
la AN, no contó con los asambleístas patrióticos, lúcidos, honestos y
revolucionarios que se requerían para aprobar las leyes fundamentales
que exigía la construcción del socialismo del siglo veintiuno. ¿Se
podrán ahora obtener los dos tercios de los escaños de la AN para
aprobar las leyes orgánicas que se requieren para fundar una nueva
economía, un nuevo estado, una nueva sociedad? ¿Se podrá alcanzar el 60 %
exigido para aprobar las leyes habilitantes, que le otorgan al
presidente facultades especiales para gobernar por decreto? Si tal como
lo señalara hace pocas semanas Ignacio Ramonet la oposición llegara a
elegir 56 diputados esto la facultaría para impedir la aprobación de
cualquier ley orgánica; y si lograse aumentar su presencia con 67
diputados la AN no tendría ninguna posibilidad de votar las leyes
habilitantes que le permitan a Chávez gobernar. Y hasta ahora las
principales reformas de la Revolución Bolivariana pudieron realizarse
precisamente gracias a esas leyes habilitantes. 1 Pero además hay que
tener en cuenta que aún cuando la derecha no obtenga ya no digamos 56
sino 50 o 51 diputados, el oportunismo político de algunos infiltrados
en las filas del PSUV haría que algunos de éstos cambiaran rápidamente
de bando una vez electos, vendiéndose miserablemente a la derecha que ya
dispone de enormes fondos para sobornar conciencias corruptas y
acrecentar su gravitación en la AN por esta vía. Esto corruptela se ha
verificado en varios países de América Latina y el Caribe y nada indica
que Venezuela esté a salvo de esa peste. Y lo grave del caso es que para
lograr tener ese poder de veto la derecha no necesita de un
sobresaliente desempeño electoral. El chavismo, a su vez, para conjurar
estos nefastos resultados y neutralizar la defección de los oportunistas
debería elegir un mínimo de 115 diputados. Tal resultado sólo será
posible si es que este domingo se registra una muy alta tasa de
participación electoral. Si, en cambio, la abstención es elevada las
chances de lograr un resultado que impida el veto sistemático de la
derecha enquistada en la AN disminuirían dramáticamente.

De ahí que la única garantía de triunfo, y de consolidación de la
Revolución Bolivariana, radica en una masiva concurrencia a las urnas. A
votar, y a votar bien, a sabiendas que por muchos problemas que afecten
a la gestión del gobierno bolivariano la restauración
oligárquico-imperialista pondría un brutal fin a los significativos
progresos anotados en estos años. Es muy importante recordar lo que
hicieron los golpistas, y emitir por la televisión venezolana (si es que
aún no se ha hecho) aquella infame ceremonia de jura de Pedro Carmona,
cuando todos los culpables de la postración histórica de Venezuela se
dieron cita en el Palacio de Miraflores para escuchar como aquel
energúmeno anunciaba, lleno de odio, la liquidación sumaria de todas las
conquistas populares obtenidas bajo el gobierno de Hugo Chávez.
Mediante la infausta Acta de Constitución del Gobierno de Transición
Democrática y Unidad Nacional el fugaz déspota se arrogaba amplísimos
poderes que utilizó para derogar la constitución bolivariana, disolver
al Poder Legislativo y destituir a todos los diputados a la Asamblea
Nacional, suspender a los magistrados del Poder Judicial, al Fiscal
General, al Contralor y al Defensor del Pueblo y concentrar la suma del
poder público en sus manos. La vigorosa e inesperada, para los
usurpadores, respuesta popular frustró tan funestos planes.

Esa imagen no debe volver a repetirse, ahora escenificada en el recinto
de la Asamblea Nacional. Sería un retroceso terrible para el pueblo
venezolano y por extensión para todos los procesos emancipatorios en
curso en América Latina que como bien lo ha notado Fernando Buen Abad
Domínguez encuentran en la Venezuela bolivariana una llama de esperanza.
La rotunda victoria de Chávez es lo único que garantizará los grandes
logros de la Revolución Bolivariana: los avances en la soberanía
alimentaria y en el acceso a la salud, la educación y la vivienda; la
consolidación de las comunas, las empresas socialistas, y la continuidad
de las grandes iniciativas geopolíticas y geoeconómicas como la
creación de la ALBA, del Sucre, el ingreso de Venezuela al Mercosur,
Petrocaribe, el Banco del Sur, Telesur, la Radio del Sur y tantas otras
políticas que hicieron de la Venezuela Bolivariana un verdadero
manantial de vivificantes innovaciones destinadas a avanzar,
resueltamente, por el sendero que nos conduce, como dice Fidel, hacia
nuestra segunda y definitiva independencia. Por eso, este domingo, todos
los latinoamericanos y caribeños seremos venezolanos y estaremos junto a
ese bravo pueblo cuando libre una de sus más decisivas batallas de los
últimos tiempos. Estaremos a su lado instando a venezolanas y
venezolanos a que no bajen los brazos, no se dejen ganar por la apatía; a
que no se queden en sus casas y, contra viento y marea, salgan, voten
por la continuidad de la Revolución Bolivariana y luego, festejen lo
que, de lograrse, será una victoria decisiva no sólo para Venezuela sino
para todos los pueblos de Nuestra América.
www.atilioboron.com


*Fuente: Rebelión

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