Fuerzas productivas e Inteligencia Artificial
por Manuel Acuña Asenjo (Chile)
60 mins atrás 13 min lectura
17 de diciembre de 2025
PRELIMINAR
La introducción de ‘cambios estructurales’, a la sociedad en que vivimos, jamás será posible si no se cumple el presupuesto básico para llevarlos a cabo que es conocer, precisamente, no solamente cuál es esa estructura sino, además, determinar sus elementos y establecer en cuál de ellos sería conveniente efectuar las transformaciones de rigor. El concepto de modo de producción capitalista (MPK) es crucial para emprender esa tarea. Sabemos que éste es un sistema en el que interactúan sus dos elementos centrales, a saber, fuerzas productivas (Fp) y relaciones de producción (Rp); nos referiremos, en esta oportunidad, solamente, al primero de esos elementos. Intentaremos, también, aunque brevemente, mostrar sus vínculos primarios con lo que ha dado en denominarse ‘Inteligencia artificial’ IA por la importancia que está adquiriendo en la sociedad actual.
Las Fp no han sido ni serán jamás un concepto vacuo. Por el contrario. Constituyen la base necesaria para entender el funcionamiento de una sociedad. Es más, son parte integrante de la naturaleza humana. En consecuencia, constituyen un aspecto central de la estructura social en que vivimos.
CONCEPTO DE FUERZAS PRODUCTIVAS
Las fuerzas productivas de una sociedad no son sino el conjunto de elementos que ésta emplea para producir bienes y servicios a la comunidad. Para un autor, no son más que
“[…] una combinación determinada de los medios de producción y la fuerza de trabajo en un proceso de trabajo determinado”[1].
Podríamos nosotros, atrevernos a definirlas diciendo que no son sino un conjunto de elementos materiales y humanos que emplea la sociedad para proveerse de los bienes y servicios que requiere. Pero las Fp son mucho más. Insertas en la naturaleza del ser humano se desarrollan en base a su ingenio inagotable. Son un producto intelectual que se traduce en bienes tangibles. Y puesto que la naturaleza, al igual que el ser humano, está evolucionando constantemente, también este constructo lo hace.
Como conjunto, contienen, sin embargo, a su vez, elementos que las conforman, a saber, fuerza de trabajo, medios de producción, conocimientos adquiridos por aquella sociedad y los recursos naturales.
ELEMENTOS DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS
Estos elementos son:
- La fuerza o energía de trabajo. Es la capacidad corporal que tiene el ser humano para elaborar o fabricar determinado objeto o producto; es su energía física, el elemento esencial que se requiere para emprender una tarea, algo que ya los sectores dominantes habían descubierto en los modos de producción anteriores y que en el MPK se da de manera distinta. Porque, a diferencia de aquellos que le precedieron, en éste, el trabajador concurre a su lugar de trabajo para realizar esa tarea. No lleva instrumento alguno para realizarla. Allí no solamente lo espera la materia sobre la cual va a aplicar su fuerza corporal sino, además, los elementos que va a utilizar para llevar a cabo tal tarea (maquinarias, técnicas para hacerlo, instrumentos, en fin) llamados ‘medios de producción’. No por otra cosa algunos autores le llaman ‘trabajador desnudo’. La reposición de la energía gastada por el trabajador es compensada por el patrón mediante lo que se denomina ‘salario’.
- A ese primer elemento se une otro llamado ‘medios de producción’, que no es sino otro conjunto, integrado tanto por los medios de trabajo (Mt) con el objeto de trabajo (Ot) que es la materia sobre la cual se va a aplicar la energía corporal para transformarla. Por eso, en no pocos manuales, se acostumbra a escribir esta relación de la siguiente manera: Mp=(Mt, Ot).
Los medios de trabajo (Mt), por su parte, no son sino el conjunto que conforman los instrumentos de trabajo —herramientas, maquinarias y otros similares (it)—, las instalaciones —lugar de trabajo, electricidad, agua potable y demás (i)—, las comunicaciones —vías de acceso al lugar de trabajo, radio e infraestructura telefónica, y en general todo lo necesario para que el trabajador realice su obra (c) y los recursos que la propia naturaleza brinda al ser humano (r)—.
Los medios de producción, en la actualidad, y por efectos de la evolución del trabajo, han devenido en propiedad del empresario o ‘no trabajador’ lo que nos hace formular la siguiente pregunta: si esto ha sucedido bajo el MPK, ¿significa que no era así en otros modos de producción anteriores?
En efecto, no era así. Los medios de trabajo siempre fueron propiedad del trabajador. Incluso en las épocas más duras de la esclavitud en que TODO pertenecía al dominador —entre otros bienes, el propio cuerpo del esclavo y su descendencia—. Y, sin embargo, los instrumentos de trabajo eran propiedad del trabajador.
Es importante este hecho. Explica que, en muchas revoluciones triunfantes, una de las primeras medidas a aplicar haya sido la nacionalización de los medios de producción como una de las aspiraciones más sentidas de los sectores dominados. Y, dentro de ellos, la nacionalización de los medios de trabajo (mt) y del propio objeto del trabajo (ot)[2].
- El conocimiento, la experticia y la ciencia adquiridos por el trabajador para la realización de su tarea, que le ha hecho perfeccionar sus medios de trabajo a niveles insospechados. Se le llama, también, ‘tecnología’. Pero esta sapiencia tampoco pertenece al trabajador pues ha sido capturada por institutos privados que se han apropiado de ella transformándola en ‘trabajo objetivado’.
- Los recursos naturales, que son los bienes que existen en la naturaleza o que la misma proporciona y cuyo empleo permite la elaboración de productos. Entre otros, podemos citar la luz solar, el agua, el propio ‘locus standi’ que es la tierra donde el ser humano se levanta, en fin.
CARACTERÍSTICA FUNDAMENTAL DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS
Las Fp constituyen la más alta expresión del ingenio humano; son, por lo mismo, extremadamente dinámicas. Como ya se ha adelantado, cambian constantemente. Modifican lo que existe, a la velocidad que emplea la naturaleza. Alteran la substancia de las cosas; la transforman. Lo que, en lo cotidiano, pudo antes ser útil, probablemente, en un tiempo mas ya no lo será pues las Fp habrán dado un paso más hacia la innovación.
Las Fp constituyen, por eso, la mejor expresión de la naturaleza cuya esencia es el cambio constante, el devenir perpetuo. Las Fp son pasado, en tránsito de devenir futuro. Movimiento tremendamente avasallador, nos enseña que lo que ayer fue posible, hoy no lo es y, probablemente, tampoco lo será mañana. Por lo mismo, no deja de ser paradojal que sean ellas las encargadas de darnos una lección para no olvidar: es inútil oponérseles pues su misión es, precisamente, conducirnos irremediablemente al futuro.
UNA RELACIÓN MÁS QUE NECESARIA
Las Fp no existen solas. Se encuentran estrechamente ligadas a lo que se ha dado en llamar ‘relaciones de producción’ (Rp), acerca de las cuales no hablaremos en esta oportunidad. Necesitamos establecer, previamente, el vínculo actual (y necesario) que mantienen con la llamada ‘inteligencia artificial’ (IA) ―una de sus más altas expresiones de los tiempos actuales―, invento que, probablemente, será llamado a realizar las transformaciones más espectaculares en la sociedad actual.
La inteligencia artificial es el producto por excelencia de lo que, hasta hace poco, se conocía bajo la denominación de ‘Investigación y Desarrollo’ (I&D). No por casualidad. La ciencia es un producto del cual se apropia gratuitamente el capitalista en el proceso productivo; en consecuencia, la inteligencia artificial es una innovación que, como las anteriores, se encuentra en manos del gran capital[3].
CONCEPTO DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL
La naturaleza de la IA exige, previamente, establecernos en algún lugar preciso de la historia actual. José Luis Valenzuela nos invita a hacerlo a partir del ‘mundo de los 140 caracteres’[4] y, desde allí, observar esa revolución científico-tecnológica que avanza en silencio,
“[…] cuya dirección está en muy pocas manos, cuyos efectos podrían transformar de manera significativa la vida del hombre en sociedad y de cuya profundidad está realmente enterado un pequeño porcentaje de seres humanos”[5].
Pero nada de eso basta. En la actualidad, nadie sabe cuál es el rumbo de la de la IA. Nada se sabe de lo que ocurre al interior de ella ni qué ha sucedido con las máquinas que la precedieron. Un amigo mío se preguntaba, hace poco, si acaso tienen los sistemas hipercomplejos, en esta área, ‘vida’ propia desconocida hasta ahora, si se ha abierto o no una ‘Caja de Pandora’ y cuál es la razón por la cual no pocos investigadores manifiesten tanta duda ante esos cambios[6].
La IA no ha aparecido sola, aislada, al margen de los acontecimientos. Por el contrario, es parte de un universo de transformaciones que están sucediendo en el planeta.
Para entender la real magnitud de tales cambios, necesario es echar una mirada retrospectiva al desarrollo de la humanidad e intentar, de la mano de algunos investigadores, separar las épocas, periodizar y, a la vez, realizar el intento de establecer las grandes eras recorridas por la humanidad hasta la época actual para formularnos la pregunta de si acaso estamos o no en los inicios de otra, entendida por tal
“[…] un período en el cual se conserva la esencia de la relación entre el hombre y la generación de bienes”[7].
En realidad, tal cual lo afirma nuestro buen amigo José Luis Valenzuela, la IA no es más que un aspecto —tal vez, el más importante— de una serie de innovaciones que anuncian el advenimiento de una Cuarta Era en la evolución de la humanidad, caracterizada por una Revolución Científico-Tecnológica nunca antes vista. En otras palabras, una exposición alucinante de lo que ha sido el desarrollo de las fuerzas productivas en este último tiempo y de las innovaciones que nos ha entregado. De éstas, nos ha parecido conveniente recordar la Impresión 3D, la Robótica, los Vehículos autónomos, la Realidad virtual y la Realidad alimentada, la Big Data y la Data Mining, el Internet de las cosas, los adelantos de la Física Cuántica, los avances en Genética y Genómica, la incorporación de nuevos minerales, la Revolución Energética y el Blockchain[8].
INNOVACIONES QUE INCORPORA LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
La inteligencia artificial es un programa. Pero no cualquier programa sino uno de los que ha sido llamado ‘inteligente’, es decir, que puede resolver situaciones no previstas en su código informático. Se cita, como ejemplo, el caso de ‘Libratus’, programa diseñado para jugar póker que aprendió, por sí solo, a mentir.
José Luis Valenzuela señala que Vicenç Torra, en su trabajo ‘La Inteligencia Artificial’, distingue cuatro temas centrales que aborda la IA, y así señala:
- Resolución de problemas y búsqueda,
- Representación del conocimiento y sistemas basados en el conocimiento,
- Aprendizaje automático, esto es, programas que aprenden de su propia experiencia y de los errores que cometen, y
- Inteligencia artificial distribuida, que van desde versiones paralelas de métodos ya existentes a nuevos problemas[9].
Algunas de las nuevas clasificaciones de la IA la separan en IA según el nivel de inteligencia alcanzado, su capacidad de aprendizaje y su forma de aplicación. No insistiremos en esta materia para no extendernos.
FUERZAS PRODUCTIVAS E INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Así, pues, el desarrollo de las fuerzas productivas, en estos últimos años, ha sido portentoso. De ello no cabe la menor duda. Pero, nos preguntamos, ¿ha ocurrido lo mismo con las relaciones de producción? En la teoría clásica, las relaciones de producción deben mantener estricta correspondencia con las transformaciones que tienen lugar en el campo de las fuerzas productivas. De no ocurrir así, ambos elementos entran en contradicción y, en consecuencia, puede abrirse ‘una época de revolución social’. Y es aquí donde surgen las primeras dudas. Porque la correspondencia entre ambos elementos no es algo que se produce de manera automática y, por consiguiente, de modo inmediato.
‘Omnia tempus habent’ (‘Todo tiene su tiempo’) reza una sentencia latina que también se aplica a ese tipo de relaciones. En efecto, nada debe considerarse, a priori, en el carácter de simultáneo, inmediato. Más bien, lo que sucede en la generalidad de los fenómenos es que haya una suerte de sucesión; porque hay secuencias que tienen lugar en este tipo de fenómenos, apertura de espacios en los cuales las relaciones de producción se van adecuando paulatinamente a las transformaciones que han tenido lugar en el ámbito de las fuerzas productivas. Pero se trata de un tiempo de inestabilidades, de ajustes, de pruebas que, de no resolverse de manera apacible puede finalizar en ‘una época de revolución social’. Un tiempo o época de lo que se acostumbra a denominar ‘de crisis’ y de cuya frecuencia nos previno, con sus estudios, el cientista ruso (soviético) Nikolai Kondratiev.
Por eso, no nos parece descabellado reflexionar acerca de si la crisis que afecta a la sociedad actual se produce, precisamente, porque tal correspondencia se encuentra impedida de realizarse o, simplemente, no ha tenido lugar y anuncia, desde ya, su proximidad. Si las relaciones de producción ―que son, fundamentalmente, relaciones de propiedad― deben ajustarse al avance de las fuerzas productivas, y esa transformación daña los intereses de los sectores dominantes, no debe extrañar que éstos busquen evitar ‘la época de revolución social’ con la instauración de regímenes autoritarios encargados de perpetuar la conservación social. En consecuencia, tampoco debe llamar la atención, el desarrollo de ciertas tendencias que se han dado en denominar ‘ultraderechistas’ ―o, para otros, ‘fascistas’―, en no pocas sociedades del planeta. Es la forma de reaccionar de los sectores dominantes ante una crisis que no aciertan a explicarse y que los incomoda. Me pregunto si no ha sido ésta la causa eficiente del resultado de la elección en Chile el domingo recién pasado. Las crisis afectan la región ideológica del modo de producción; por ende, el comportamiento de los seres humanos.
Lo peor es que las crisis, sin embargo, cuando adquieren caracteres colosales, se resuelven, en el sistema capitalista, con la elección de representantes políticos delirantes, cuya misión no es otra que desatar conflictos armados. Así ha sucedido en el pasado; así puede suceder en el futuro. Para nadie es desconocido que, hoy en día, las crisis golpean fuertemente a las llamadas ‘economías centrales’ (Alemania, Inglaterra, Japón y Estados Unidos). Y que sus líderes buscan, encarnizadamente, desatar conflictos de proporciones. Ojalá nos equivoquemos y todo ello no sea más que una casualidad. Aunque, como lo hemos aseverado en otras oportunidades, en la naturaleza no existen las casualidades; menos, aún, en las diversas sociedades humanas del orbe.
Santiago, diciembre de 2025
Notas:
[1] Fioravanti, Eduardo: “El concepto de modo de producción”, pág.32. Según Fioravanti, esa fue la definición que dio Nikolai Bujarin.
[2] Bajo el modo de producción feudal, los medios de trabajo (mt) eran propiedad del trabajador. En el MPK, solamente en el caso del artesanado esos medios pertenecen al trabajador.
[3] Afirmaba Karl Marx, en el tomo I de ‘El Capital’, que, por lo mismo, la ciencia nada le cuesta al capitalista.
[4] La referencia es a los inicios de lo que fue Twitter. Esta red limitó a 140 el número de caracteres que se podían emplear para la emisión de los mensajes, obligando a los usuarios a ser breves. Más tarde, esta limitación se amplió a 280 hasta llegar al día de hoy en que se admite la posibilidad de emplear hasta 4000. Twitter se llama hoy X y pertenece al multimillonario Elon Musk.
[5] Valenzuela, José Luis: “La humanidad en la encrucijada”, Editorial Senda/Senda förlag i Stockholm, Santiago, 2019, pág. 2.
[6] Geoffrey Hinton, considerado el padre de la IA, ha llegado a manifestar sentirse arrepentido de haber engendrado ‘un monstruo’.
[7] Valenzuela, José Luis: “La humanidad en la encrucijada”, Editorial Senda/Senda förlag i Stockholm, Santiago, 2019, pág. 3.
[8] Valenzuela, José Luis: “La humanidad en la encrucijada”, Editorial Senda/Senda förlag i Stockholm, Santiago, 2019, págs.298 a la 387.
[9] Valenzuela, José Luis: “La humanidad en la encrucijada”, Editorial Senda/Senda förlag i Stockholm, Santiago, 2019, pág.300.
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