Donald Trump contra la alianza de los “Estados profundos”
por Thierry Meyssan (París, Francia)
3 semanas atrás 7 min lectura
26 de octubre de 2025
Donald Trump ha logrado imponer una forma de paz en Gaza, torciendo el brazo no sólo al Hamas sino también a la coalición gubernamental del primer ministro de Israel, Benyamin Netanyahu. Los adversarios de Trump en este empeño no eran ni los palestinos, ni los israelíes sino los “Estados profundos” de Israel y Reino Unido. Aquí analizamos este rejuego.
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Hace 9 meses, los comentaristas de todas las etiquetas políticas y latitudes criticaban duramente a Donald Trump. Pero cuando se inició la aplicación de su plan de paz para Israel y los territorios palestinos, numerosas personalidades reclamaron la paternidad de ese plan. Esto último es un deporte típico de los “comunicadores”, convertidos en responsables políticos: no tener ideas, ni iniciativa y tratar de apropiarse de las de otros… cuando logran alguna forma de éxito.
Y es verdad que –exceptuando a Donald Trump y a su ídolo y predecesor en la presidencia de Estados Unidos, Andrew Jackson (1767-1845)– nadie creía que fuese posible «sustituir la guerra por el comercio» [1]. Parecía una apuesta atrevida que no resolvía ninguno de los problemas que enfrentan las poblaciones, pero que barre con ellos y abre nuevas perspectivas [2].
El primer ministro de Israel, Benyamin Netanyahu, dice ahora que él siempre buscó ese resultado, tratando de que todos olvidemos los crímenes que perpetró contra los palestinos, contra los libaneses, contra los sirios, los iraquíes, los yemenitas y los iraníes.
Pero Netanyahu no es el único. La secretaria de Educación de Reino Unido, Bridget Phillipson, afirmó, hablando de su jefe, el primer ministro británico Keir Starmer, que este último desempeñó un papel decisivo entre bambalinas [3]. Quiere que nos olvidemos de los vuelos de reconocimiento de la fuerza aérea británica sobre Gaza –que duraron durante todo el desarrollo de las operaciones militares israelíes– y de las idas y venidas de los jefes del estado mayor israelí entre Tel Aviv y Londres [4].
También resulta muy extraño ver al emir de Qatar, Tamim ben Hamad Al Thani du Qatar, y al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que se vanaglorian de sus relaciones con los asesinos de la rama palestina de la Hermandad Musulmana (el Hamas), firmando la paz en presencia del presidente de Egipto, Abdel Fattah al-Sissi, quien considera que tanto esa cofradía como Israel son enemigos de su país [5].
La firma del documento de Sharm el-Sheikh fue algo sin igual. En presencia de una veintena de jefes de Estado y/o de gobierno occidentales, todos siguieron fingiendo que lo de Gaza era una especie de conflicto tribal, entre israelíes y palestinos incapaces de entenderse desde hace 80 años. Algunos políticos estúpidos optaron por uno de los dos bandos, en función de su proximidad con los judíos o con los árabes. Pero, quienes han vivido en el Levante, especialmente los franceses, saben que ese conflicto es artificial, que fue concebido por el Imperio británico para durar eternamente y sacarle partido.
Eso nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Cómo logró Donald Trump evitar esa trampa, que fue fatal para los esfuerzos de muchos de sus predecesores?
Para entenderlo hay que empezar teniendo en cuenta que el actual presidente de Estados Unidos se había dado cuenta de que detrás de ese conflicto interminable está el Estado Profundo omnipresente en Estados Unidos, en Reino Unido y en Israel. Trump ha luchado durante 24 años contra los straussianos (los discípulos de Leo Strauss) en Estados Unidos [6] y ha descubierto al estadounidense Elliott Abrams –él mismo le dio empleo en su administración durante su primer mandato presidencial– como el verdadero jefe de la coalición que hoy detenta el poder en Israel.
De la misma manera, cuando la administración Biden se planteó sacar a Netanyahu del poder y poner en su lugar al general Benny Gantz –en marzo de 2024–, el equipo de Biden entendió que los británicos lo impedían porque no querían que el general Gantz acabara con el Hamas [7].
Sí. El gobierno de Reino Unido seguía protegiendo la franquicia palestina de la Hermandad Musulmana, al mismo tiempo que aportaba su ayuda militar a Israel. Esa es la estrategia de siempre del Imperio británico: “Divide y vencerás”, apoyar simultáneamente a los dos bandos para se neutralicen entre sí, lo cual permite preservar los intereses de su Graciosa Majestad.
Pero Donald Trump también utilizó a sus enemigos para llegar al acuerdo de Sharm el-Sheikh. Incluyó en el acuerdo a Tony Blair –quien ya era consejero de Emiratos Árabes Unidos y de Egipto [8]–, precisamente el ex primer ministro británico que se alió a los straussianos estadounidenses para desatar la guerra contra Irak.
Trump utilizó también al propio Benyamin Netanyahu, de quien ya conoce desde hace tiempo las obsesiones y la versatilidad. El fallecido presidente de Francia Jacques Chirac (1932-2019) ya decía que Netanyahu era un mentiroso patológico obsesionado por la idea de expulsar a los palestinos. La jugada de Trump se basaba en partir del principio que Netanyahu no se convirtió en nazi de la noche a la mañana sino que está siguiendo las directivas de los sionistas revisionistas sobre los hechos del 7 de octubre, exactamente como George W. Bush seguía las directivas de los straussianos estadounidenses sobre los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 [9].
Donald Trump no se detendrá en su empeño. Ahora buscará poner fin a la guerra contra Rusia, aplicando el mismo procedimiento que utilizó para poner fin a la guerra contra los árabes. Su enviado especial, Steve Witkoff, ya le explicó, desde que comenzó sus visitas a Kiev y Moscú, que los nacionalistas integristas ucranianos y los sionistas revisionistas israelíes son aliados… desde 1921, cuando tuvo lugar el acercamiento entre Simon Petliura y Vladimir “Zeev” Jabotinsky. Juntos, Petliura y Jabotinsky masacraron ucranianos prosoviéticos y judíos no sionistas [10].
En Kiev, los nacionalistas integristas manipulan a Volodimir Zelenski, como los sionistas revisionistas manipulan a Netanyahu en Tel Aviv. En Kiev, los nacionalistas integristas se infiltraron en las instituciones ucranianas con Andriy Biletsky (quien se hace llamar “el Fuhrer Blanco” y hoy dirige el 3er cuerpo de ejército de Ucrania), con Dimitro Yarosh y Andriy Parubiy (asesinado hace 2 meses), mientras que los straussianos estadounidenses se han infiltrado en las Naciones Unidas y los británicos imponen su voluntad en el Grupo de Contacto sobre la Defensa de Ucrania.
Para desenredar esta madeja, el presidente Donald Trump tendría que utilizar a Volodimir Zelenski como logró utilizar a Benyamin Netanyahu. Tendrá que invertir en la reconstrucción de lo que queda de Ucrania, para hacer olvidar los territorios perdidos. Y para eso podrá contar con el presidente ruso, Vladimir Putin, quien es capaz de fingir que pierde, sólo para contentar a los dirigentes occidentales, cuando en realidad gana, impulsando los intereses de los rusos.
Para empezar, el presidente Trump telefoneó al presidente Putin, el 16 de octubre. Putin le confirmó que las alertas de Dinamarca sobre los misteriosos “drones rusos” son sólo fabulas: al igual que los demás Estados de Europa, Dinamarca cuenta desde hace tiempo con sistemas de protección de sus aeropuertos contra eventuales ataques de drones –Alemania, Bélgica, Bulgaria, España, Finlandia, Francia, Hungría, Países Bajos, la República Checa, Suecia, Eslovaquia y hasta Eslovenia, disponen incluso de ese tipo de sistemas para proteger sus centrales nucleares.
Pero el gobierno de Dinamarca no trató de derribar los drones que sobrevolaban sus aeropuertos y ni siquiera ha publicado información clara sobre esos “incidentes”. Más bien prefirió cerrar sus aeropuertos y… acusar a Rusia. Es evidente que se trata de un montaje para justificar la división del continente europeo con un “muro de drones”, bajo el control de la OTAN. Vladimir Putin insistió: Rusia jamás provocaría a la alianza atlántica.
El 17 de octubre, después de su conversación telefónica con el presidente Putin, el presidente Trump le informó a Zelenski que tendrá que aceptar la pérdida de los territorios que se hallan bajo control ruso [11]. Eso implica que el Grupo de Contacto sobre la Defensa de Ucrania, regentado por Reino Unido y Alemania, así como el Tribunal Especial para el crimen de agresión contra Ucrania, creado por el Consejo de Europa, pierden toda razón de ser y carecen de valor legal y jurídico.
Notas
[1] «¿Será Donald Trump un Andrew Jackson 2.0?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 19 de noviembre de 2024.
[2] «Errores de interpretación sobre la evolución de Estados Unidos (2/2)», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 4 de febrero de 2025.
[4] “70 questions the UK government must answer about Gaza”, Declassified UK, 7 de agosto de 2025; “Israeli air force chief given special immunity to visit Britain”, John McEvoy, Declassified UK, 9 de septiembre de 2025.
[5] «Egipto pide sanciones contra la Hermandad Musulmana», Red Voltaire, 2 de enero de 2014.
[6] «Vladimir Putin en guerra contra los “straussianos”», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 5 de marzo de 2022.
[7] «Washington, Londres y Tel Aviv, atascados en Palestina», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 19 de marzo de 2024.
[8] “Blair embodies corruption and war. He must be sacked”, Seumas Milne, The Guardian, 2 de julio de 2014.
[9] «Netanyahu y el nazismo»; «Después del “Gran Israel”, Netanyahu quiere una “súper Esparta” y “terminar el trabajo en Gaza”», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 23 y 30 de septiembre de 2025.
[10] «Cuando el velo se desgarra: las verdades ocultas, de Jabotinsky a Netanyahu», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 23 de enero de 2024.
[11] «Donald Trump urged Volodymyr Zelenskyy to accept Putin’s terms or be ‘destroyed’ by Russia», Financial Times, October 19, 2025
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*Fuente: RedVoltaire