Marruecos: periodista saharaui preso, aislado desde hace 7 años, en celda subterránea, en peligro de muerte
por Cristina Martínez Benítez de Lugo (España)
12 meses atrás 6 min lectura
07 de diciembre de 2024
El preso político saharaui Mohamed Lamine Haddi, del grupo de Gdeim Izik, está condenado a 25 años de cárcel. Cumple la condena en la cárcel de Tifilt 2 (Marruecos). Lleva en aislamiento desde septiembre de 2017, solo, en una celda subterránea. Tiene múltiples dolencias, muchas, producto de las torturas. No hay parte de su cuerpo que no esté enferma. Cada vez se deteriora más sin que le atienda un médico.

La infección de oído que Haddi arrastra desde hace años le está matando. Le supura, le duele y no le deja dormir. Tiene fiebre. Por fin bajó un médico a su celda y determinó que estaba muy grave y que tenía que ser trasladado urgentemente al hospital. No fue automático. Haddi tuvo que solicitarlo en la cárcel y la Administración marroquí condicionó el traslado a que se enfundara el traje de asesino, cosa que los presos políticos saharauis no aceptan porque no son asesinos. Su dignidad no se lo permite, a costa de lo que sea, de su vida.
Haddi iba a empezar una huelga de hambre indefinida para exigir su derecho a vivir.
Está muy grave. ¿Qué podemos hacer? ¿A quién podemos dirigirnos? ¿Tenéis contactos que pudieran hacer presión?
¿Podéis hacer presión vosotros mismos?

Hay que salvar a Haddi.
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Mohamed Lamin Haddi, periodista saharaui condenado injustamente por Marruecos
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Mohamed Lamin Haddi lleva desde 2010 encarcelado en Marruecos. Como periodista, no ha tenido miedo de defender el derecho a la libre determinación de su pueblo en el Sáhara Occidental. Cuando llegó a la prisión de Tiflet 2, al este de Rabat, Mohamed era un veinteañero energético y sano, pero ha cambiado. No ve bien por un ojo, le duelen el cuello y la garganta porque lo han ahorcado y está muy debilitado a causa de las huelgas de hambre, que a menudo son la única forma que tienen los presos como Mohamed para protestar contra una privación de libertad inhumana.
Este defensor de derechos humanos lleva años aguantando un trato terrible por parte de las autoridades marroquíes: aislamiento, malos tratos y tortura.
Sáhara Occidental: territorio disputado
El Sáhara Occidental, al sur de Marruecos, limita también con Argelia y Mauritania. Tiene una gran reserva de fosfatos y sus aguas están entre las más ricas en recursos pesqueros. Esta región desértica es una antigua colonia española. En 1973, el pueblo saharaui y el Frente Polisario iniciaron una guerra de guerrillas contra los colonialistas para lograr la independencia. España abandonó el territorio en 1975 y Marruecos llenó rápidamente el vacío de poder, dejando en el olvido la promesa de Estaña de organizar un referéndum para determinar el futuro del Sáhara Occidental.
Cuando Mohamed nació en 1984, Marruecos ya llevaba casi diez años ocupando ilegalmente la mayor parte del Sáhara Occidental y miles de saharauis se habían visto obligados a exiliarse en Argelia, donde aún hoy viven en campamentos de refugiados. Sin embargo, la familia de Mohamed no se exilió. Él creció en la ciudad saharaui de El Aaiún y desde pequeño fue testigo de las injusticias de la ocupación. Su activismo comenzó en su época de estudiante, y cuando era adolescente lo expulsaron de la escuela. Al identificarlo como parte de la oposición saharaui al control marroquí, las autoridades marcaron su tarjeta de identidad, dificultando así que encontrase trabajo. Mohamed trabajaba a veces como taxista hasta que encontró la profesión que lo llevaría a la cárcel, condenado a 25 años.
No es lugar para periodistas
Se ha dicho que el Sáhara Occidental, bajo el draconiano control de Marruecos, es un “agujero negro” para la información y el periodismo. Se deporta habitualmente a periodistas extranjeros, pero para los locales como Mohamed los peligros son mucho mayores. Corren grandes riesgos a diario por difundir las historias de los saharauis entre un público más amplio.
Mohamed trabajaba para RASD Radio, la emisora del gobierno saharaui del Frente Polisario en el exilio. Mohamed se mantuvo firme en medio del clima de miedo abrumador de El Aaiún, donde son comunes la vigilancia y las detenciones arbitrarias de quienes se atreven a cuestionar el control de Marruecos. Protegía a sus contactos y hacía sus reportajes.
A veces, la vida urbana se hacía demasiado pesada para este joven tranquilo y discreto. Los servicios de seguridad marroquíes lo seguían y paraban a menudo; Mohamed necesitaba evadirse y encontró en el desierto su refugio. Salía de la ciudad para pasar tiempo en la granja familiar cuidando de las ovejas y las cabras, disfrutando del cielo estrellado por las noches. En el desierto le resultaba más fácil respirar y reponer fuerzas. Y necesitaría esa energía, porque su mayor desafío como periodista y activista de derechos humanos estaba aún por llegar.
Del lado de los manifestantes en el campamento de Gdeim Izik
En octubre de 2010, un grupo de saharaui estableció el campamento de protesta de Gdeim Izik a unos 15 km de El Aaiún para protestar contra la discriminación, la pobreza y los abusos. En unos días se convirtió en un mar de tiendas con unas 20.000 personas. Mohamed informaba para RASD Radio bajo la atenta mirada de las fuerzas de seguridad de Marruecos.
El 8 de noviembre, después de expulsar a todos los observadores internacionales de la zona, la policía y el ejército comenzaron a desmantelar el campamento. Los saharauis se resistieron y hubo enfrentamientos violentos en los que Marruecos utilizó armas de fuego y cañones de agua contra quienes protestaban. Cientos de saharauis fueron detenidos; hubo muchos muertos y decenas de heridos.
A lo largo de los días siguientes, Mohamed continuó recabando testimonios e informando sobre los disturbios para su público, lo cual supuso un gran riesgo para él. Quería también ayudar de manera práctica, especialmente con asistencia médica. Los saharauis heridos durante el desalojo del campamento no podían acudir al hospital para que no los detuviesen las autoridades marroquíes, así que Mohamed accedió a guiar a dos médicos belgas hasta las casas de los heridos de bala a quieres se habían ofrecido a tratar.
El infierno del encarcelamiento injusto
El 20 de noviembre de 2010 varios miembros del servicio de inteligencia marroquí detuvieron a Mohamed cuando se dirigía a encontrarse con los médicos.
Después de más de dos años y de haber sufrido malos tratos y tortura en numerosas ocasiones durante su privación de libertad, fue condenado a 25 años de cárcel por “actos violentos” contra las autoridades marroquíes “con el objetivo de matar”. Mohamed desmintió las acusaciones y declaró que su confesión se había obtenido bajo presión y que las pruebas en su contra se habían falsificado.
Lleva ya 12 años encarcelado. Aparte del duro trato al que a menudo está sometido en la cárcel, lleva desde septiembre de 2018 sin ver a su familia. No puede llamar habitualmente a su casa y no fue hasta hace poco que comenzaron a permitirle hacer una llamada semanal muy breve.
Para Mohamed ya no existen esas tranquilas noches estrelladas en el desierto, ahora solo existe el encarcelamiento injusto.
¡Únete a nuestro llamado por la liberación de Mohamed Lamin Haddi!
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