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Paco Ignacio Taibo: «Me preocupa mucho el fascismo en la Argentina»

Paco Ignacio Taibo: «Me preocupa mucho el fascismo en la Argentina»
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15 de octubre de 2024

Entrevista al famoso escritor mexicano que preside el Fondo de Cultura Económica.

Es uno de los fundadores del Movimiento de Regeneración Nacional, la fuerza que llevó al gobierno a Andrés Manuel López Obrador y a Claudia Sheinbaum. De visita a la Argentina, habla de todo. También de la Argentina.

Está cerca de los tres atados diarios y se define como un catador de Coca-Cola capaz de descubrir el año y el sitio de fabricación sin ver la botella. Afirma ser el último escritor de México monógamo y abstemio. Paco Ignacio Taibo II, nacido en 1949 y llamado así porque su padre tenía el mismo nombre y no quiso ponerle Junior, es presidente de una gran editorial, el Fondo de Cultura Económica, primero por designación de Andrés Manuel López Obrador y luego de Claudia Sheinbaum, que asumió el 1° de octubre. Acaba de estar en la Argentina, invitado por la Asociación de Trabajadores del Estado y la Central de Trabajadores Argentinos. El 8 de octubre, aniversario de la captura de Ernesto Guevara en 1967, participó de un homenaje y aprovechó unos días para recorrer, para mirar y para preguntar. Entre otras cosas, para preguntar por Javier Milei.

–Y yo quiero que cuentes por qué al Morena le fue bien en México. El historiador Ariel Rodríguez Kuri me dijo que las mañaneras fueron una gran clave del éxito de Andrés Manuel López Obrador.

–Es que todas las mañanas en esas conferencias de prensa les respondía a los críticos, confrontándolos, y le hablaba a la gente. Creó un sistema de comunicación popular para las mayorías que Claudia continuará. Si lo piensas en frío, te preguntas cómo demonios ganamos unas elecciones con más del 60 por ciento de los votos teniendo la televisión en contra, la radio en contra y los periódicos en contra. Y la respuesta es que encontramos caminos de comunicación con ángel. No sólo electorales. Se construyeron a lo largo de los seis años de gobierno de Andrés Manuel.

–Y aumentó el salario mínimo en términos reales. ¿Cuánto pesó en las últimas elecciones?

–Mmm, evidentemente, éste es un factor. El triunfo espectacular de la izquierda de México no hubiera dado el resultado que obtuvo si no fuera por la redistribución del gasto público, volcado hacia políticas sociales para los sectores más desfavorecidos de la población. El orgullo social se cruza con el orgullo nacional. Les das ayuda a los adolescentes para que puedan seguir estudiando y no tengan que abandonar por razones económicas, por ejemplo. Una gran inversión de Andrés Manuel. Y el aumento del salario mínimo que mencionas sirvió en sí mismo y también para presionar al resto de los salarios hacia arriba. Un milagro mexicano. Uno diría que no hay gestión de poder sin desgaste, pero no hubo desgaste con Andrés Manuel. Otra clave es la creación de una conciencia nacional a través del debate histórico. Yo vengo de la generación del ’68, que fue la que recuperó cantar el himno nacional frente a la entrada de los tanques en la universidad. Antes el himno era propiedad del aparato del Estado.

–Paco, algo que ver con la historia tenés. Escribiste una enorme biografía de Pancho Villa.

–Y una historia del liberalismo en México que se volvió best seller. Tres tomos, cien mil ejemplares vendidos. Hemos sido muchos los que dimos la batalla por la historia. Funcionó notablemente creando esta idea de pertenencia. Hay un factor difícil de medir que tiene que ver con el orgullo nacional. Es curioso que una generación de internacionalistas como la mía haya asumido sin conflicto la dualidad de ser internacionalistas de corazón y de pensamiento, pero nacionalistas en la defensa del territorio y de la patria. Patria se volvió una palabra conservadora en España, por ejemplo. Franquista. Pero en América latina el concepto de patria es muy bolivariano y muy guevarista. Lo mismo que patria grande.

–¿Qué hacías en el ’68, cuando las rebeliones terminaron en la masacre de Tlatelolco?

–Estudiaba Sociología y participé del comité de huelga. Pero no estás hablando sólo de una universidad. No estás hablando de la Sorbona en Francia o o las universidades californianas o de la costa este norteamericana. Hablamos de un fenómeno de todo México con escuelas ocupadas y asambleas, discusiones, debates, centros de investigación, comedores comunitarios, financiamiento del movimiento por la colecta popular, movimiento callejero continuo y brigadas. Todo de forma muy democrática. El consejo nacional de huelga estaba construido por representantes de cada escuela con posibilidad de ser removidos por la asamblea. Entonces el Gobierno decide un baño de sangre contra una multitud desarmada para acabar con ese movimiento. Fue un momento de ruptura para estos sectores de clases medias y clases medias populares.

–¿López Obrador, que nació en 1953 y era un adolescente en 1968, está influido por esa generación? ¿Y Sheinbaum, que tenía seis años?

–López Obrador recibió esa influencia. Y Claudia era una niña pero iba a la cárcel a visitar a su madre.

–¿Cómo es la dinámica política que afrontará ella como presidenta?

–La que ya existe. La dinámica es popular de abajo hacia arriba, desde lo barrial y campesino. En zonas petroleras donde el sindicato estaba contra Andrés Manuel y era conservador, Claudia ganó por el 70 por ciento de los votos. Muchas veces la gente prefiere actuar en lo social por la vía del ayuntamiento, donde hay mayor libertad de acción que enfrentarse a la burocracia sindical. Por eso los resultados electorales en Tampico, Ciudad Madero, Veracruz y Tamaulipas. Hay una ley social: tú empujas por donde la pared es más débil. Y la pared tan débil que encontró Andrés Manuel es la irritación ante el fraude. Encontró allí la revolución pacífica. Y prosperó. Entendió que a nosotros nos habían educado los tres fraudes electorales que sufrimos. Uno de los gritos más potentes en la última campaña era “Sí, se puede”. Parece un grito absurdo. Pero es que se pudo. Crecí en un país donde la cámara de diputados tenía sólo un diputado disidente. Uno. Le habían regalado la banca para decir que había oposición.

–¿Por qué Andrés Manuel suele reivindicar al presidente Lázaro Cárdenas?

–En la primera campaña electoral con Cárdenas al frente se conjugan fuerzas imposibles de conjugar en términos normales. Nacionalistas. La izquierda tradicional. La izquierda popular maoísta. La trotskista. La leninista. Movimientos sociales como el urbano popular. En su primera campaña ganó y reaccionaron contra él con un fraude espantoso. El fraude te educa porque debes ser tenaz a lo largo de muchos años y crear una fuerza social tan grande unitaria para que ya no se pueda discutir el resultado electoral. En México el neoliberalismo era una mierda doble. Por neoliberal y por corrupto.

–¿Hubo escándalos de corrupción con López Obrador?

–Los casos de corrupción son inevitables. Pero él no los perdonó ni los ocultó debajo de la alfombra. Sacó la cuchilla y cortó. En el pueblo donde yo vivo, que es el Fondo de Cultura Económica, se habla de humildad republicana. El término es de Andrés Manuel, no mío. No puede haber funcionarios ricos y con privilegios en un país pobre. No puede haber tarjetas de representación en manos de funcionarios medios. No puedes pagarte tus comidas con dinero del Estado. Humildad republicana, y franciscana. De paso, qué buen discurso se echó Francisco sobre la lectura. Es un buen aliado el Papa. Hasta para un ateo como yo.

–¿Qué es lo que más te gusta de dirigir el Fondo de Cultura Económica, Paco?

–El Fondo antes tenía un tufo aristocratizante. Había encontrado un nicho para proveer lectura a la educación media y superior en todo el mundo hispanoparlante, pero no tenía ni una sola colección popular. Había temas vedados y había enjuagues por todos lados. Yo te doy un una beca a ti y tú me das una beca a mí. Te compro mil ejemplares y tú me compras otros mil. Y todos a la bodega. Fue muy divertido sacudir la mata y bajar el precio de los libros. Ya cuestan un 40 por ciento menos que cuando arrancamos. En algunas colecciones llegamos a libros de un dólar. Creamos redes de distribución alternativa para llegar hasta el último poblado donde Cristo perdió el poncho y no se lo devolvieron. Participamos en 140 ferias del libro al año en lugares insólitos donde no hay ni una librería ni una papelería. Ya tenemos 20 mil clubes de lectura. Le dimos un baño de democracia popular al Fondo. Les dije desde el primer día que era bolivariano y guevarista, y al que no le guste lo lamento.

–¿No consideraste que el libro era anacrónico?

–Para nada. Anacrónicos son los que no leen. Les damos a los clubes una breve formación por internet de tres sesiones y luego les mandamos 35 libros para que arranquen. Partimos del supuesto de que cualquier ciudadano, discutiendo, se vuelve más inteligente.

–¿De dónde viene tu inteligencia?

–Vengo de de casi 70 años de mi vida leyendo y a ratos hasta parezco más inteligente de lo que soy. Pero es solo la apariencia.

–¿Y podés escribir como antes?

–Mantengo mi promedio de un libro al año. En el último hago un repaso personal de 50 años. Es muy divertido y muy sano ser de izquierda. Quiero dedicarle más tiempo a que la gente lea más. Es un antídoto, sin duda.

–¿Qué leías hace 60 o casi 70 años?

–Emilio Salgari. Alejandro Dumas. Julio Verne. Luego las novelas de acción. Luego las policiales. Me pasé cinco años leyendo una novela negra a la semana para dirigir una colección. Después el comic. Después la novela gráfica. Y soy un lector sistemático de poesía. Tengo un libro entre el baño y mi cama, de tal manera que cuando vas medio dormido el baño, tiras la mano y tomas el libro de poesía. Aprendí a mear sentado, cosa muy sabia que las mujeres practican desde tiempos inmemoriales. También soy un lector de historia. Siempre a partir de curiosidades me surge una curiosidad y la percibo. Aprendí de Salgari. Él nunca había estado en Borneo ni existía entonces History Channel, pero sabía contar qué pasaba en la selva basado en malas enciclopedias que había leído.

–¿En qué te inspiraste para la gestión en el FCE?

–En todas las experiencias populares, como la Quimantú chilena de la época de Salvador Allende. En las experiencias argentinas. En el auge argentino de los años ’60 y ’70, que en parte venía de los editores llegados huyendo del franquismo. Y si reviso mis bibliotecas y mis libros, soy muy argentino. Y muy argentinófilo. Por eso me preocupa mucho el fascismo en la Argentina. Me inspiro en la tradición de los normalistas mexicanos también, claro. La idea era que el maestro normalista volviera a a la comunidad de la que había salido. Una de mis tareas fue visitar las normales de todo el país.

–Si uno habla de normalistas recuerda hoy a los asesinados y desaparecidos de Ayotzinapa. Ya pasaron diez años. 

–Es de la sociedad toda esa herida que no cierra. Permanece abierta. Es ley de vida. Y dado que el informe final fue invadido por tantas cortinas de humo sucesivas, cuesta mucho trabajo saber lo que realmente pasó. Creo que es tarea pendiente para el gobierno de Claudia cerrar la investigación.

–¿Y lo puede hacer con las presiones del Ejército?

–El Ejército no es un ente homogéneo. Esa idea de que el Ejército es homogéneo es franquista. En los cuarteles y los campos militares se había votado a favor de Cárdenas. Una cosa es el que está comprometido con los traficantes de una cierta región. Y otra cosa es el capitán al que lo mandaron a una guerra absurda y al que ahora, por fin, lo ponen a construir carreteras. Supongo que es feliz por primera vez en mucho tiempo. Entonces debes tener una percepción del ejército como varias cosas a la vez. Mira, sobre éste y sobre cualquier tema confrontemos las experiencias variadas que hemos tenido, pero la primera gran reflexión es que no le dejes la crítica a la derecha, porque la derecha hará una crítica absurda, irracional, visceral. Critica desde la izquierda. Si la izquierda no es capaz de generar un proceso crítico, autocrítico, dentro de sí misma, va a tener que estarse defendiendo. Por ejemplo tomemos la reforma administrativa. Del dicho al hecho no tiene que haber un trecho. La viuda que llega a conseguir un certificado de defunción de su marido debe tenerlo en 30 minutos cuando mucho, y pidiéndole perdón por haber tardado 27 minutos más de lo necesario. Tenemos que convertir el aparato del Estado en una expresión directa de la voluntad del Estado de servir. Y en la medida en que le dejemos a la derecha la crítica al aparato del Estado, le regalamos el botín.

–Paco, ¿dudaste en seguir al frente del Fondo cuando asumió Claudia Sheinbaum?

–Sí. Cinco minutos. Carajo, tengo mi vida resuelta. No quiero ganar dinero, no quiero ser funcionario, no quiero hacer carrera pública. Entonces, ¿qué coño hago aquí? ¿Qué hago en lugar de retirarme a mi casa a escribir un libro que hace años quiero escribir? Eso me pregunté. Pero me quedé. Se podía seguir profundizando y avanzando. Yo creo que podemos llegar al año que viene a un proyecto latinoamericano del Fondo con una colección que regalemos a dos millones de jóvenes en toda América latina. Nos podemos asociar con gobiernos, con secretarías de cultura, con movimientos sociales… Tengo que discutir derechos de autor con las transnacionales, pero el Fondo también es una empresa internacional. La única de izquierda en todo el planeta. Lo que pasa es que no operamos con la ley de la máxima ganancia sino con la ley del máximo servicio. Usamos papel canadiense. En eso aprovechamos el área de libre comercio. Algunos dicen que mi estilo es raro. Tengo una oficina en un edificio de siete pisos con jardín de piedra y un cuadro de Diego Rivera en mi despacho. Debe costar varios millones. El cuadro es malo, pero el presidente no me permitió venderlo. Yo igual despacho en todos lados. En librerías, por ejemplo.

–El bar de esta esquina se llama Mezcal. Podrías trabajar allí.

–No, porque soy el último escritor mexicano monógamo y abstemio. El alcohol no me gusta.

–Dijiste que eras guevarista. ¿Qué es el guevarismo en la gestión? ¿De cuál Che Guevara hablás? ¿El de Sierra Maestra? ¿El ministro de Industria de Fidel?

–El ministro. Su concepto de dirección móvil. La promoción de chavales. Era muy peculiar. El estilo Che me cautivó. Mira que hay que tener huevos para nombrar a 150 guajiros analfabetos como directores de fábrica. Y luego, al día siguiente de haberlos nombrado, estar haciéndoles el seguimiento de las tareas y de los compromisos, includo el compromiso de terminar la escuela primaria.

*Fuente: Página12

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