Chile: Peligroso acercamiento a la derecha
por Hugo Alcayaga Brisso
2 años atrás 6 min lectura
05 de marzo de 2024
Amplios sectores populares se vieron sorprendidos durante febrero por las actuaciones del jefe de Estado, que está en La Moneda por haber ganado con holgura las elecciones presidenciales de diciembre de 2021 sobre la base de un programa de transformaciones estructurales que aún no se cumple para desencanto de las mayorías que ahora reciben con estupor el acercamiento a los que instalaron el modelo neoliberal de abusos y desigualdades que hoy pretenden consolidar.

En sus dos primeros años este gobierno ha soportado una y otra vez las persistentes presiones de la derecha opositora que no se convence de su derrota en esos comicios e insiste en asumir un protagonismo que no le corresponde, pero que a estas alturas ha visto la ocasión de reafirmar ante la evidente debilidad gubernamental.
Con un Ejecutivo conciliador no hay señales del proceso refundacional que se anticipaba y en cambio prevalecen las imposiciones de los partidos que actúan en representación de la minoría oligárquica. Continúa la institucionalidad de la dictadura y todavía están en pie empresas como las AFP y las Isapres que ganan a manos llenas solo para sus dueños. El mercado mantiene su supremacía por sobre el Estado, todos los días hay apoyo oficialista a Carabineros porque pasaron al olvido las graves violaciones a los derechos humanos durante el estallido social, la concentración económica de una poca deriva en una irritante desigualdad, etc.

Otra potente expresión de este intento de aproximarse a la derecha estuvo en el discurso de Boric durante el velatorio del expresidente Piñera, en la sede en Santiago del Congreso Nacional. En sus palabras el actual mandatario hizo –como si se lo hubieran solicitado– un desproporcionado “mea culpa”, y mostró un arrepentimiento que no venía al caso destacando en todo momento lo que a su juicio fue un papel democrático de Piñera, el presidente –contrariando el sentir del pueblo– opinó que el multimillonario empresario “abrió el camino a lo largo de toda su trayectoria a una derecha moderna, abierta al diálogo y los acuerdos por el bien superior de Chile”.
Y recalcó que “en su gobierno las querellas y recriminaciones fueron, en ocasiones, más allá de lo justo y razonable”, arrancando una cerrada ovación de los asistentes, todos ellos ministros y colaboradores del piñerismo empresarial.
Fue fuerte y doloroso para muchos –y penoso, sin duda– escuchar esas palabras y esos aplausos. Boric está en la primera magistratura por voluntad popular y también es líder del movimiento de recambio Apruebo Dignidad (Frente Amplio y Partido Comunista), que constituye en la actualidad la única expresión de Izquierda sólidamente estructurada a nivel nacional, uno de cuyos objetivos es terminar con el modelo neoliberal impuesto desde la dictadura. Quienes lo aplaudieron con reconocimiento son los adoradores de ese modelo.

Doblemente deplorable fue ese episodio para las víctimas –y sus familiares– del estallido social, ocurrido a partir del 18 de octubre de 2019 y que es la más imponente manifestación popular en lo que va corrido de este siglo en Chile. Ver en las calles a multitudes de gente pobre, sencilla y sin oportunidades, demandando por dignidad, descolocó al gobierno pasado que solo reaccionó a través de una brutal represión por parte de Carabineros y el Ejército a lo largo de todo Chile.
Hubo 30 civiles muertos y cientos o miles de heridos, mutilados, torturados o abusados con impunidad. Del estallido hay nombres emblemáticos para el pueblo: Fabiola Campillai, actual senadora independiente con primera mayoría nacional, y el entonces estudiante Gustavo Gatica, ambos ciegos por el resto de sus días, sin que los responsables hayan mostrado arrepentimiento alguno. Al atacar al rostro de los participantes en las marchas, Carabineros provocó graves lesiones oculares, pérdida de uno de sus ojos, a 420 hombres y mujeres en su mayoría jóvenes, tres de los cuales se han suicidado a la fecha.
Las querellas contra los policías uniformados, capaces de causar daño a terceros como si fuera algo natural, fueron presentadas por cuatro organismos internacionales de derechos humanos cuyos representantes constataron personalmente la violencia y el descontrol de la represión. De nuevo la Justicia ha demorado más de la cuenta en dar a conocer su fallo, al cabo de cuatro años y medio.

Con un descarado aprovechamiento político desde el ámbito reaccionario se pretende ahora que se retiren las querellas contra quienes secundaron a Piñera. Dicen que “sería bueno que el presidente Boric como una señal de unidad retirara estas querellas que ponen un pelo en la leche a este ambiente de acuerdos y consensos”. Ciertamente a la derecha civil y uniformada la impunidad siempre le ha venido como anillo al dedo.
Para el amplio espectro democrático todo ello es incomprensible. Lo que se considera que sí fue más allá de lo justo y razonable fueron los asesinatos, los mutilados, los heridos y los abusados en el gobierno anterior. La Izquierda consecuente advierte que el discurso de Boric terminó cayendo en un inesperado negacionismo.
En esta “democracia defectuosa” (The Economist) en que se mantiene aún intocable el legado antipopular de la dictadura, no es extraño que en estos días algunos hayan llegado a la exacerbación de la figura del expresidente y empresario fallecido. Lo que sorprende es que Boric se haya dejado llevar por las circunstancias y haya olvidado su generosa votación popular y sus anuncios refundacionales para una vida más digna de los chilenos.
Al completar la mitad de su período, Boric y su gobierno se encuentran en deuda con la ciudadanía, hoy desconcertada por su reciente cometido. Pero el mandatario y sus colaboradores tienen aún por delante los próximos dos años, tiempo suficiente para rehabilitarse, cumplir las expectativas, desentenderse de la trampa diaria que les coloca la derecha pinochetista y comenzar a gobernar con voluntad y convicción en favor de las mayorías postergadas.
*Fuente: SurySur
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Letras
Un refugiado es un refugiado
Un niño es un niño y el miedo es el miedo
Destierro es destierro
Y una hipocresía es una hipocresía
No hay signo, no hay bando
No hay ideología ni misterio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
Un daño es un daño, del verbo dañar
Todos los daños son daños centrales
Un niño es un niño
No existen los daños colaterales
No hay meta, no hay causa
Ningún motivo, ningún premio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
El fin es un punto por siempre distante
Una cambiante ficción
Un ciclón a merced de una hoja
Una paradoja como la de Zenón
Donde algo parece que se va acercando
Y siempre se escapa, siempre se esconde
Siempre a la misma exacta distancia
De un mismo horizonte (mismo horizonte)
El dedo que aprieta el gatillo
Debería saber esto
No hay tuyos ni suyos ni míos
Si son niños, son nuestros (todos los niños son nuestros)
Ni patria ni credo hay
Ni diferencias de criterio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio