Replanteamiento en Washington: ¿se avecina un cambio de rumbo en la política de sanciones?
por Rainer Rupp (Alemania)
2 años atrás 16 min lectura
La foto superior muestra el Edificio de la Duma Estatal rusa en Moscú (imagen simbólica)
30 de agosto de 2022
Fecha de publicación original: 26 de agosto 2022 21:19
¿Son los europeos, con su política de sanciones contra Rusia, inmunes a un repentino retiro de Estados Unidos? ¿O acabarán abandonados, parados frente a las ruinas de sus relaciones con Rusia, teniendo que sostener al bebé hambriento en sus brazos?
La política seguida en la UE y en la Europa de la OTAN -si es que se puede llamar política a la lealtad incondicional y acrítica a Washington a expensas de los pueblos de Europa- a menudo conduce por aguas peligrosas con acantilados que no están marcados en ningún mapa. Los títeres políticos europeos, por ejemplo, no son inmunes a los repentinos y trascendentales cambios de dirección política en Washington sin consultar a los vasallos europeos. La inesperada y brusca retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, con las consecuencias que aún tiene para los aliados europeos, es un ejemplo sorprendente de ello.
En cuanto a Rusia, tampoco se puede descartar que los vasallos europeos se vean superados de la noche a la mañana por un cambio de rumbo en Washington. Y ya hay indicios de ello. Porque no sólo en la política y en algunos think tanks conservadores, sino también entre la población estadounidense, el apoyo a Ucrania -que, a diferencia de Alemania, nunca fue muy alto de todos modos- ha disminuido radicalmente en los últimos meses.
Mientras que hasta el pasado mes de marzo (sólo) el 9 por ciento de los estadounidenses consideraba que las relaciones con Rusia y Ucrania eran el problema más importante de su país, el apoyo a la implicación de Estados Unidos en Ucrania se ha desplomado por completo después de que los estadounidenses han ido tomado conciencia de las devastadoras consecuencias que esto tiene para la economía de Estados Unidos y, por tanto, para su propio coste de la vida. En consecuencia, una nueva encuesta de Gallup publicada a principios de agosto reveló que sólo el 1% de los ciudadanos estadounidenses considera ahora que Rusia es uno de los diez mayores problemas a los que se enfrenta Estados Unidos. Las mayores preocupaciones de los estadounidenses son la inflación, el mal gobierno y el estado de la economía.
Hay muchas posibilidades de que en las elecciones al Congreso de Estados Unidos de noviembre este estado de ánimo de la población ayude a los candidatos republicanos de «America First» cercanos a Trump a conseguir la mayoría en la Cámara de Representantes y que luego impulsen el correspondiente cambio de rumbo en política exterior. Si eso sucede, entonces Estados Unidos abandonará ele scenario como «padre» de las sanciones, abandonando a la «madre» europea en el viejo continente una vez más con este «bebé» ucraniano, sólo que esta vez la «madre» no tiene más «leche», es decir, no tiene más energía.
El viernes de la semana pasada, 19 de agosto, se publicó un artículo muy interesante de la profesora Helen Thompson en el Financial Times que da una idea de lo que ocurre entre los bastidores políticos. La Sra. Thompson es catedrática de Economía Política en la Universidad de Cambridge y también autora de «Desorden: tiempos difíciles en el siglo XXI».
Y el Financial Times es un periódico del mundo de los negocios. Se lee no sólo en Gran Bretaña, sino también en toda Europa y en los Estados Unidos por los círculos correspondientes. Políticamente, sigue la línea del gobierno británico y está muy cerca de la administración estadounidense de Biden. Esto también se ha expresado en su pasada cobertura de Rusia y Ucrania, en la que ha mantenido un rumbo estrictamente antirruso, fiel al lema «Ucrania tiene que ganar».
Sin embargo, el presente artículo del profesor Thompson representa una ruptura con la línea anterior del periódico. Porque el artículo refleja una admisión -muy reacia- del Sr. Thompson de que Occidente -especialmente en Europa- está perdiendo la guerra económica contra Rusia. Por lo tanto, la publicación de esta confesión en el neoliberal Financial Times (FT) es una pequeña sensación, ya que contradice todo lo que el FT había publicado hasta ahora.
De hecho, el artículo de Thompson es un reconocimiento de que las cosas están yendo muy mal en términos de «sanciones contra Rusia» y que la política actual no puede ser sostenida por Occidente por mucho tiempo. Lo más interesante es que este artículo se publicó al mismo tiempo que un editorial del Financial Times, es decir, un artículo de opinión de los editores de ese periódico. Este editorial también toma una nueva dirección. Afirma que la economía rusa está «dando tumbos», pero que a pesar de ello «sigue en pie». Así, este editorial reconoce también que las sanciones no han supuesto el golpe de gracia para la economía rusa que muchos agitadores en Occidente esperaban y, por supuesto, deseaban. La economía rusa sigue funcionando. Sin embargo, a largo plazo, el FT sostiene que Rusia no saldrá indemne, ya que la tecnología occidental le será negada permanentemente.
Pero como ya dijo el famoso economista inglés John Maynard Keynes: «A largo plazo, todos estamos muertos». Al final, el editorial también admite que las sanciones no fueron una arma mágica para hacer que el oso ruso se volviera loco. A corto o medio plazo, las sanciones no podrían tener un impacto negativo duradero en la economía rusa. Tras esta breve reseña del editorial del FT, pasamos al artículo de la profesora Helen Thompson. No sólo es un buen análisis a largo plazo, sino que también ofrece una indicación del tipo de debates que se están produciendo actualmente entre bastidores en el mundo empresarial, especialmente en Europa. Mi traducción del artículo que figura a continuación se comenta ocasionalmente, por lo que he marcado mis inserciones en cursiva a continuación:
Se avecina un ajuste de cuentas energético invernal para Occidente
«En todo el mundo, los políticos están cada vez más desesperados por contener las explosivas consecuencias de la crisis energética. En algunas partes de Asia, Oriente Medio y África, ya sumidas en numerosas dificultades económicas y políticas, la crisis está resultando catastrófica
…
Los importadores de gas natural licuado tienen que competir ahora con los rezagados europeos en el mercado del GNL que buscan una alternativa al gas de gasoducto ruso. A principios del verano, Pakistán no logró cerrar una sola licitación de GNL. En los países pobres, una gran parte de los recursos gubernamentales se destina a subvencionar el consumo de energía. Con los precios actuales, algunos no pueden: a principios de este mes, la «Sri Lankan Electricity Board» impuso un aumento del 264% a los consumidores de energía más pobres del país
…
En Europa, los gobiernos quieren reducir la presión sobre los hogares y las pequeñas empresas que hacen un uso intensivo de la energía, mientras que el aumento de los precios, la campaña para consumir menos energía y el temor a la llegada del invierno se espera que frenen la demanda. Desde el punto de vista fiscal, esto significa que el gobierno financia la reducción de los crecientes costes energéticos subvencionando a las empresas de distribución de energía -como en Francia- o transfiriendo dinero a los ciudadanos -como en el Reino Unido- para que paguen estas facturas.
…
Lo que no hay es un medio rápido para aumentar el suministro físico de energía. Esta crisis no es una consecuencia involuntaria de la pandemia o de la brutal guerra de Rusia contra Ucrania. Tiene raíces mucho más profundas en dos problemas estructurales».
La frase clave de lA profesorA Thompson se encuentra en el último párrafo y dice:
«Lo que no hay en ninguna parte es un medio rápido para aumentar el suministro físico de energía».
Esta frase es elemental para entender la actual crisis energética. En Alemania, los Habecks y los Scholze en el gobierno federal o bien no han comprendido todavía esta conexión o la ignoran porque persiguen una agenda completamente diferente en esta crisis. Su juramento al asumir el cargo de «evitar el daño al pueblo alemán» no es obviamente uno de ellos.
En la crisis actual, el gobierno federal está tratando de ayudar a la gente y a las empresas de distribución con dinero recién impreso para cubrir los mayores costes de la energía. Pero esto no aumenta la oferta de fuentes de energía. El gobierno alemán ha hecho anuncios grandilocuentes sobre alternativas a la energía procedente de Rusia y ha hablado aún más de ellas. Pero hasta ahora todo ha resultado ser viento, nada. Ni siquiera la profunda reverencia de Habeck al jeque de Qatar ha ayudado. En concreto, el oferta total de energía, que se ha reducido fuertemente, aumentará sólo marginalmente, si es que lo hace, en un futuro previsible.
La política improvisada del gobierno alemán de utilizar cada vez más dinero para compensar el aumento de los costes energéticos está teniendo, por supuesto, un enorme impacto en los presupuestos estatales, no sólo en Alemania. Y esta política está provocando una crisis cada vez más profunda, sobre todo en el Sur global, porque los países en desarrollo como Pakistán no pueden seguir el ritmo de los europeos que acaban de aparecer en el mercado en la competencia por el GNL. Así que no es de extrañar que el Sur Global culpe principalmente a las políticas de los europeos y de Occidente en su conjunto por la crisis. Y, por supuesto, la política de subsidios energéticos de los europeos está provocando un nuevo aumento de la inflación, que probablemente se asentará pronto en niveles de dos dígitos también en Alemania.
Continuemos con la profesora Thompson y a los dos problemas estructurales que mencionó como raíces más profundas de la crisis actual:
«En primer lugar, por muy desagradable que sea esta realidad para las consideraciones climáticas y medioambientales, el crecimiento de la economía mundial sigue requiriendo la producción de combustibles fósiles.
Esto es exactamente lo que el archivillano de Occidente, Vladimir Putin, había dicho en una conferencia en el Kremlin hace unas semanas:
… Sin más inversiones y exploraciones, es poco probable que haya suficiente oferta a medio plazo para satisfacer la probable demanda (energética). La actual crisis del gas tiene su origen en el aumento del consumo de gas inducido por China en 2021. La demanda creció tan rápido que el gas sólo estaba disponible para la compra europea y asiática a precios muy elevados. Mientras tanto, la subida de los precios del petróleo de este año sólo se calmó cuando los datos económicos (a corto plazo) se volvieron desfavorables para China. Sin embargo, según la Agencia Internacional de la Energía, es muy posible que la producción mundial de petróleo sea insuficiente para satisfacer la demanda ya el próximo año».
Sin embargo, el gobierno chino está tomando actualmente medidas masivas para reactivar la economía china con el fin de impulsar el crecimiento económico, lo que volverá a presionar al alza los precios del petróleo. China está comprando petróleo a Rusia y el presidente Xi Jinping visitó Arabia Saudí para ultimar un megaacuerdo entre China y Arabia Saudí, que supondrá principalmente el suministro de más petróleo a China. China puede absorber fácilmente todas las exportaciones de petróleo ruso y sigue necesitando también el petróleo de los saudíes. Pero volviendo al profesor Thompson…
«La economía mundial se las arregló durante gran parte de la segunda década con el auge del petróleo de esquisto, que duplicó con creces la producción estadounidense entre 2010 y 2019. Sin ella, el mundo habría estado atrapado en una crisis petrolera permanente desde 2005, al estancarse la producción de crudo convencional -petróleo extraído sin fracturación hidráulica o de arenas bituminosas-
…
El petróleo de esquisto estadounidense no puede seguir expandiéndose al mismo ritmo. Aunque se espera que la mayor formación de petróleo de esquisto de EE.UU. -la cuenca del Pérmico, en el oeste de Texas y el sureste de Nuevo México- alcance una producción récord el próximo mes, la producción total de EE.UU. sigue estando más de un millón de barriles diarios por debajo de los niveles de 2019. ..
…
Más perforaciones en alta mar, como las abiertas en el Golfo de México y Alaska por la nueva Ley de Reducción de la Inflación (de Estados Unidos), requieren precios más altos o inversores dispuestos a invertir su capital, independientemente de las perspectivas de beneficio. Las mejores perspectivas geológicas para un cambio de juego -similar a lo que ocurrió en EE.UU. en la segunda década- están en la enorme formación Bashenov de Siberia Occidental con petróleo de esquisto. Pero las sanciones occidentales hacen que la perspectiva de que las compañías petroleras occidentales ayuden a Rusia tecnológicamente sea un callejón sin salida geopolítico».
Lo que la profesora Thompson no menciona aquí es el hecho de que los rusos están bastante familiarizados con la tecnología del petróleo de esquisto. Lo mismo ocurre con los chinos. Pero tanto China como Rusia no tienen todavía la experiencia y los conocimientos técnicos en esta tecnología que tiene Estados Unidos. Pero saben cómo funciona. Es bastante seguro que en algún momento, si es necesario, se desarrollará la explotación de petróleo de esquisto de Bashenov en Siberia. Pero también puede predecirse con bastante certeza que esto no ocurrirá con la participación de EE.UU. o en beneficio de Europa, sino junto con China y posiblemente con India. Occidente se ha autoexcluido. Como vemos, la demanda china de petróleo y gas es insaciable incluso con un crecimiento económico contenido. Y cuando la economía china se recupere y también la india, la demanda de fuentes de energía seguirá creciendo y los precios subirán aún más. Volviendo al artículo de la profesora Thompson…
«En segundo lugar, es poco lo que se puede hacer para acelerar inmediatamente la transición de los combustibles fósiles (a las energías renovables). Los micro reactores nucleares previstos en Gran Bretaña no estarán terminados hasta la década de 2030. El funcionamiento de las redes eléctricas con cargas base solares y eólicas requiere avances tecnológicos en materia de almacenamiento. Es imposible planificar con seguridad los avances que se producirán el año que viene, y mucho menos dentro de diez años. Pero precisamente porque la transición energética es esencial para reducir el consumo de combustibles fósiles, las inversiones a gran escala son imprescindibles».
Y ahora llegamos al punto más interesante:
«La única manera de avanzar es el realismo a corto plazo, reconociendo que no hay vuelta atrás a la energía barata, combinado con ambiciones radicales a largo plazo. La comprensión de las realidades geopolíticas también es esencial. Estados Unidos sigue siendo, con mucho, la potencia dominante en el mundo. Su poderío naval garantiza aguas abiertas para el comercio internacional. Los mercados de crédito mundiales dependen del dólar. Pero Washington no tiene poder para dirigir las relaciones energéticas de China e India con Rusia. El próximo invierno trae un ajuste de cuentas.
El artículo termina con este notable último párrafo:
Los gobiernos occidentales deben conjurar la miseria económica a una escala que pondría a prueba el tejido de la política democrática en cualquier país, o afrontar el hecho de que los suministros de energía están limitando los medios de defensa de Ucrania».
De forma enrevesada pero clara, insta a los gobiernos occidentales a llegar a un acuerdo con Rusia lo antes posible. Occidente debe aceptar el hecho de que no puede dictar los flujos de energía. Tampoco puede Estados Unidos, junto con la UE y la OTAN y el resto del G7, dictar a la India y a China y a muchos otros países de todo el mundo a quién pueden comprar petróleo y en qué condiciones. Tampoco pueden imponer su voluntad a los rusos. Mientras tanto, necesitan desesperadamente el gas y el petróleo rusos, tanto a corto como a medio plazo.
A largo plazo, Occidente puede esforzarse y desarrollar nuevas tecnologías energéticas, por ejemplo con instalaciones intermedias de almacenamiento de energía suficientemente grandes para la energía eólica y solar altamente fluctuante o experimentar con el hidrógeno para este fin. Pero a corto y medio plazo, no hay alternativa para los gobiernos occidentales, especialmente en Europa. Si no quieren exponer a sus sociedades a una presión insoportable -con un potencial considerable de malestar social, posiblemente combinado con peligros personales para los políticos responsables- en un solo invierno próximo, tendrán que llegar a un cambio de rumbo muy pronto.
El artículo de la profesora Thompson ha dejado claro que si se mantiene la actual política de sanciones de Occidente, los gobiernos de Europa no sólo se enfrentarán a la desestabilización interna este invierno, sino que también agriarán sus relaciones con el Sur global. Si quieren evitar estos problemas internos e internacionales, tendrían que encontrar alguna forma de volver a hablar con los rusos, según Thompson. Y eso significa encontrar una solución de compromiso sobre Ucrania. Pero también significa que Occidente tiene que aceptar negociar con los rusos, pero sobre todo tomarse en serio las preocupaciones rusas sobre Ucrania y la OTAN. En otras palabras, el profesor Thompson dice en el Financial Times, que hasta ahora siempre se ha arremetido contra Rusia, que Occidente debe hablar de paz con Rusia ahora, no dentro de un año.
Es refrescante ver algo así en el Financial Times, es decir, que empieza a volver un cierto sentido de la realidad, coronado por el editorial del FT ya mencionado al principio, es decir, con la siguiente admisión:
«Seis meses después de que la agresión de Vladimir Putin desencadenara las sanciones más duras contra Moscú, la economía rusa está resistiendo mejor de lo que muchos esperaban. … Con las poblaciones europeas que se enfrentan a aumentos sin precedentes en los costes de calefacción, menos acostumbradas a las dificultades que los rusos y más inclinadas a tomar las calles, Putin puede calcular que Rusia es más capaz de soportar el dolor económico que muchos de sus homólogos occidentales.»
El Gobierno belga parece haber entendido ya la parte «a corto y sobre todo a medio plazo» de la lección de la profesora Thompson, a saber, que la crisis no ha terminado a corto plazo, sino que nos acompañará durante varios años a medio plazo. «Los próximos cinco o diez inviernos serán difíciles. En toda Europa se está desarrollando una situación muy difícil. Algunos sectores (económicos) tienen serias dificultades con estos elevados precios de la energía«, declaró el Primer Ministro belga, Alexander De Croo, el 22 de agosto de 2022. Sin embargo, otra cuestión es si el Gobierno belga de Bruselas también es capaz de abandonar sistemáticamente el consenso de la UE y la OTAN y, al igual que Hungría, poner el bienestar de su propia población y la seguridad energética del país a través de las importaciones de Rusia en el primer lugar de la lista de prioridades nacionales.
Bulgaria parece ir ahora un paso más allá y quiere seguir el ejemplo de Hungría. Como Bulgaria no ha conseguido encontrar proveedores de gas alternativos ante la proximidad del invierno, ahora el país quiere volver a comprar gas a Rusia. «Las empresas búlgaras no podrán hacer frente al elevado precio del gas, lo que en la práctica hace inevitables las negociaciones con Gazprom Export sobre la reanudación de las entregas de gas en el marco del acuerdo actual», subrayó Rosen Hristov, ministro de Energía del país, durante sus conversaciones en Moscú.
-Traducido del alemán al castellano para piensaChile: Martín Fischer
*Fuente: RT.DE.COM
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