En la Academia de Guerra Naval se torturó ¡Que no se acerquen ahora a los niños de Chile!
por Dr. Tito Tricot (Valparaíso, Chile)
4 años atrás 3 min lectura
Los gritos eran interminables. Día y noche como brasas ardientes horadaban los oídos y el corazón. Era el infierno de la tortura en la Academia de Guerra Naval después del golpe de Estado en Valparaíso. Fueron miles los que cayeron detenidos y fueron torturados, otros asesinados o desaparecidos por la Armada en el recinto de Playa Ancha. Hoy, sin vergüenza alguna, dictan cursos de formación ciudadana a estudiantes de enseñanza media en todo el país. Con el beneplácito del gobierno, por supuesto, que opera en conjunto con las Fuerzas Armadas y la policía, ora para reprimir al pueblo, ora para adoctrinarlo. Lo hizo la Derecha en dictadura y, actualmente, en democradura.
La Armada, que mediante un cruento golpe de Estado terminó con la democracia, clausuró el congreso, acabó con la constitución, ilegalizó los partidos políticos, agenciando una masiva represión con la instauración de una dictadura cívico-militar, convenientemente olvida el pasado para deformar ciudadanos. Olvida para que todos olviden, que es otra forma de enterrar la memoria; hacerla desaparecer, como a los desaparecidos. Pero estos siempre vuelven, nadie sabe cómo ni dónde, pero vuelven convertidos en luciérnagas, de esas con luces azulitas que te hacen llorar de pura belleza, solo para que nunca olvides que en la Academia torturaron y que ningún marino tiene derecho siquiera a acercarse a los niños de Chile. Porque cuando se acercaron a ellos y a ellas en la Academia y en el Cuartel Silva Palma, ubicado a un costado de esta última, fue para golpearlos o violarlas. Gritaban, y los oficiales se reían para continuar abusando de aquellas jóvenes inermes. Eran apenas niñas, tal como aquella joven liceana a quien cada noche escuchaba golpear su cabeza en el muro de la celda del cuartel, o eso creía. No sé, gemidos, silencios. Oscuridad. Y a Marco Antonio, secuestrado por una patrulla y torturado en la Academia con golpes y electricidad.
La maldita corriente que te penetra por cada poro, te recorre todo el cuerpo, por dentro, por fuera. Te quema los huesos y te sale por la boca con tal fuerza que es como si expulsaras otro tú. Un hombre completo vestido de azul brillante metálico, ardiente. Descansas apenas un microsegundo y de súbito el hombre metálico retorna como una tromba imparable por la misma boca, el mismo camino, el mismo fuego. Una y otra vez, hasta que despiertas en un pasillo oscuro, no sabes dónde estás. Tal vez así es la muerte porque algo se mueve y hay voces lejanas, apenas murmullos, después mucha luz: Es el tercer piso del Hospital Naval en Valparaíso. Ahí mantienen a los prisioneros políticos hasta que se recuperan parcialmente para trasladarlos de vuelta a la Academia de Guerra y proseguir torturándolos. Esa noche, o quizás una tarde, llega gritando un hombre mayor ¡Por lo menos puedo vivir un día más, dice! Había tratado de suicidarse lanzándose desde el cuarto piso de la Academia. No lo llevaron al hospital para salvarle, sino que para seguir torturándolo después, acaso matarlo. Nadie sabe.
Nadie sabe, pero no olvidamos. Las luciérnagas azulitas nos susurran al oído que no podemos dejar que la Armada se acerque a los niños de Chile.
-El autor, Dr. Tito Tricot, es Director Centro de Estudios de América Latina y el Caribe-CEALC
Valparaíso Chile
15 marzo 2021
titotricot.cl
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Lo relatado por Tito, no es fantasía, desgraciadamente.
Hay quienes ya sufrieron los rigores enunciados ANTES del Golpe.
Las mujeres que después eran, regular y reiteradamente torturadas, eran tiradas a la calle de noche, en horas de estado de sitio.
«Donde están tus hijos!»
– No sé (mientras la madre pensaba en sus hijos a mil kilómetros de la miseria que padecía)
No!
No pongan sus manos sucias sobre nuestros hijos!…y los hijos de mis hijos.
Yo denuncio, soy testigo vivo y presencial de las fechorías de estos criminales.
Fuí secuestrado por el SIN y llevado a esta tristemente famosa Academia de Guerra Naval.
Tenía 16 años, y no era el menor que estaba prisionero ahí, recuerdo a un compañero del FER, el “lolo” Pxxxxx y a otros dos hermanos también del FER, tenían 15 años y fueron al igual que todos nosotros torturados salvajamente.
La tortura psicologia, encapuchado, amarrado, corriente en las partes mas sensibles del cuerpo, golpes, simulacros, “telefono” que me han dejado secuelas físicas de por vida, me produjo Tinitus producto del trauma causado en mis oídos y este ruido es constante día y noche, año tras año, tras año, me recuerda constamente la tortura.
Los gritos, los quejidos, los llantos no nos dejaban dormir, el olor a sangre, a orina, a escremento, ese olor a muerte que reinaba en ese lugar te queda grabado de por vida.
Me torturaron durante 3 días, despues me mandadaron al buque Lebu, incomunicado, “a descanzar”, luego me volvieron a la Academia, y siguieron las torturas.
Estaba ahí cuando compañero intento suicidarse lanzandose por la ventana.
A la izquiera de esta fotografía, detrás del árbol que se vé había una pequeña puerta que daba a la quebrada de ese lado, allí me llevaron 3 veces a “botar basura” y me decían que me despidiera de mi familia, que ahí me iban a matar y tirarme por la quebrada.
Fuí enviado de vuelta al Lebu donde siguieron las torturas hasta un día de diciembre 1973 en que fuí enviado a la cárcel de Valparaíso.
A los 16 años, fuí procesado y condenado, por una paradoja de “Consejo de Guerra”, contra toda la Declaración de Derechos Humanos de la ONU, Convención de Ginebra, Acuerdo de Helsinski, legislación nacional e internacional de Derechos Humanos. Luego fuí enviado a la cárcel de Valparíso.
Esta es la cara real de estos criminales, que hoy se las quieran dar de “democratas”, de defensores de la “ciudadanía”, y preparar nuestros hijos basados en doctrina de la también tristemente famosa Escuela de las Américas del imperialismo norteamericano.
Mi “delito” ser Secretario Político de otrora Gloriosa Juventud Socialista de Chile, Seccional Limache.
“Pero este puerto amarra como el hambre, no se puede vivir sin conocerlo …” (Osvaldo “Gitano” Rodriguez).
Golpeado, torturado, fragelado, pero jamás, jamás vencido!