El enemigo de la derecha es el pueblo movilizado
por Enrique Villanueva M. (Chile)
5 años atrás 9 min lectura
La estrategia de buscar un enemigo sobre al cual cargar las culpas del infierno, ya la conocemos y también las razones, justificar la represión, inhibir la protesta social e imponer ideas que neutralicen o eliminen toda posibilidad de un cambio al sistema económico, que es la razón de ser del modelo neoliberal en nuestro país. En la ley antisaqueos y antibarricadas aprobada recientemente, impulsada por la derecha pinochetista, la definición de enemigo es ambigua, aquí cabe todo aquel que no respeta las leyes y que por tanto puede ser puesto en un régimen de excepción, pero el objetivo principal es, con la excusa de impedir los saqueos y actos de vandalismo, lo que nadie quiere y que no tiene nada que ver con la protesta social, reprimir y someter al levantamiento social por medio de la violencia institucional,.
En suma el enemigo sigue siendo la población en su conjunto, los chilenos y chilenas movilizadas y que nos resistimos a continuar viviendo bajo el imperio de un sistema económico y político neoliberal, expuestos como hasta ahora lo ha sido, a una represión policial brutal con absoluto desprecio por los derechos humanos. Quienes aprobaron esta ley represiva, para criminalizar al movimiento social, no tuvieron en cuenta o se olvidaron, que estamos frente a una fuerza policial militarizada, corrompida por sus mandos institucionales, por lo tanto no apta para garantizar la paz y la seguridad ciudadana, una institución que requiere urgente una reforma profunda para rescatar los valores institucionales.
Pero los legisladores que aprobaron mas represión para el pueblo, subordinándose a los objetivos de la derecha dictatorial, diputados y senadores que son parte de una elite política desprestigiada, que forma parte de quienes con su acción, por 30 años, permitieron el abuso y la corrupción, no tuvieron en cuenta esto. No valoraron lo que ha significado hasta ahora la represión policial sin control en contra del pueblo, aumentando las facultades represivas a una policía militarizada que no respeta los derechos humanos, para la cual reprimir, torturar, encarcelar y eliminar al “enemigo” pasa a ser una acción necesaria y legalmente justificada.
Quedará en la historia y será un punto de reflexión y análisis futuro, que la ley recientemente aprobada, como otras, es una herramienta que el congreso, con una baja aprobación ciudadana (3%) le entrega al gobierno actual. Que también es rechazado por la mayoría de los chilenos y chilenas, (82%), con un presidente que cuenta con la simpatía del 6%, un gobierno que no gobierna, que está arrinconado entre la derecha pinochetista y una rebelión social que exige cambios profundos a la realidad del país.
En este contexto esta nueva ley no es un aporte para la seguridad ciudadana, por el contrario es un balón de oxígeno para un gobierno desprestigiado, que desde el inicio de esta rebelión social decidió, como estrategia política, resolver por la vía de la represión, una crisis política profunda. Lo que evidencia la profunda contradicción que existe hoy, entre las elites políticas, y empresariales con los intereses de la mayoría ciudadana, instituciones que a pesar del rechazo mayoritario, continúan legislando, aun en crisis, para continuar administrando lo que la mayoría de chilenos y chilenas rechazamos, el modelo económico y político heredado de la dictadura.
En estos tres meses de rebelión social, mientras el pueblo resiste en las calles, mientras este es maltratado y mientras cientos de jóvenes son enviados a las cárceles por ejercer su derecho a la protesta social. El gobierno desacreditado y el congreso, aprueban leyes que le permiten, al gobierno, mantenerse en el poder, haciendo caso omiso del reclamo social y de un sentir nacional, ¡Que se vaya Piñera!.
Aprueban leyes que coartan la libre manifestación ciudadana y que, en la línea de una agenda social mentirosa, mantienen todo como está, con algunos leves remiendos, pero que no tocan la estructura del poder que queremos cambiar: el negocio de las AFP, la legislación laboral, los sueldos y pensiones miserables, el negocio de la educación, el derechos de todos y todas al agua y la defensa del medio ambiente, entre otros.
Pero no se atreven a legislar para proteger a los jóvenes encarcelados, QUE SON PRESOS POLITICOS; no legislan haciéndose cargo de los más de 300 jóvenes que por la represión criminal de carabineros perdieron uno o ambos ojos o, por los que quedaron incapacitados por las golpizas y acciones policiales. Esta debe ser una demanda nacional y que no exista impunidad para estos crímenes, para que, en algún momento, no solo el gobierno, el presidente de la república y sus ministros, sino que, todos los responsables políticos de esta barbarie, respondan ante la justicia por sus crímenes.
Después de terminar con la dictadura, se levantó por todo Chile un ¡Nunca Más! refiriéndose a las violaciones a los derechos humanos y a los crímenes de lesa humanidad que se cometieron en contra de miles de chilenos y chilenas durante la dictadura cívico-militar. Treinta años después , en democracia, la historia se vuelve a repetir, recordándonos que con el mismo descaro, los líderes de la Concertación, quienes negociaron con la dictadura para no enjuiciar a todos los causantes civiles y militares de este verdadero holocausto, hoy son incapaces de denunciar y tomar acciones para impedir que la impunidad opaque la justicia
Hoy son cientos de jóvenes y sus familias los que reclaman justicia, son todos aquellos y aquellas que encendieron la mecha de la dignidad el pasado 18 de octubre, que salieron a las calles a recordarnos que éramos un país sometido a la injusticia social, al abuso y a la corrupción de las elites políticas, militares y empresariales. Esos jóvenes que sin miedo enfrentan una represión, que son capaces de manifestar su descontento con valentía, ante un modelo económico, un sistema de educación, que les y nos considera solo como piezas necesarias o, desechables para aumentar sus riquezas y privilegios, esos jóvenes son los que los legisladores y este gobierno califica como “enemigos poderosos e implacables”.
Y allí está la diferencia para los congresistas, los ministros y las elites en general, lo que llaman “estallido social”, que es en rigor una rebelión social, es para ellos hoy, una vez superado el susto y después que firmaron el Pacto por la Paz, entregándole al gobierno un salvavidas que le permitió sobrevivir en el poder. Amarrando una solución política parcial por arriba, entre las cúpulas, ese estallido pasó a ser una cuestión épica, necesaria de considerar para continuar legislando pero, sin ir más allá, que perfeccionar el modelo que han administrado por los últimos 30 años.
Para el pueblo en cambio, para los chilenos y chilenas que no han dejado las calles, luchando día a día, aunque los medios de información social, coludidos con el poder, no lo publiquen, arriesgando sus vidas en las barricadas y en las marchas. La rebelión social en curso, es un proceso que recién inicia y es una vía para cambiar el modelo económico neoliberal, que es la única forma de terminar con la injusticia social el abuso y la corrupción, que esas elites políticas , económicas y militares representan.
El camino no será fácil, nunca lo ha sido, pero más y más represión tampoco es la solución a esta crisis social y política, no lo fue en dictadura, período durante el cual no sólo leyes represivas sino que directamente la persecución y el asesinato fueron las herramientas para amedrentar la rebelión del pueblo que no quería más dictadura. El poder y la violencia caminan juntos en los gobiernos dictatoriales y autoritarios, como es el actual, pero cuando los de abajo se organizan y se deciden a no seguir viviendo como antes, se llega a un punto en el cual la violencia autoritaria no resuelve el problema de mantenerse gobernando, como ya le está sucediendo a este gobierno, con la mayoría del país que rechaza la acción de violencia policial militarizada y rechaza los saqueos y los actos vandálicos que nada tienen que ver con la protesta social.
Importante es mirar la historia, porque en ella encontraremos, por ejemplo, la utilización que la derecha ha hecho y hace de la violencia, de las FFAA y Carabineros para imponer sus intereses económicos y políticos. Allí en las paginas de nuestra historia encontraremos que la derecha que hoy habla de condenar la violencia, formó parte de un gobierno que aplicó el terrorismo desde el estado, validando y apoyando el diseño de los planes de exterminio, asesinato político y la desaparición de miles de personas.
Fue la derecha la que diseñó e impuso la constitución de 1980 y fueron sus “especialistas” los que diseñaron el experimento neoliberal más extremo para aplicarlo en Chile con el apoyo del gobierno de Estados Unidos de la época
Hoy esa derecha, heredera de la dictadura, encuentra nuevamente la excusa mentirosa de la “violencia”, de “un enemigo poderoso”, para intentar salvaguardar sus intereses y privilegios, argumentando que no hay garantías, debido a la violencia de la protesta social, para participar en el llamado a plebiscito, que abre la puerta para diseñar una nueva Constitución. Mientras reprimen, ante una justicia lenta, sorda y ciega, violando y violentando de manera sistemática los derechos humanos.
Tal como lo manifestó la derecha heredera de la dictadura, el objetivo ahora es defender la Constitución Pinochetista y para ello, se han dispuesto a boicotear el acuerdo que ellos mismos firmaron, para realizar un plebiscito de entrada, para que el pueblo diga si quiere o no una nueva constitución y si esta se diseñara con una Convención Constituyente o, una Convención Mixta.
La derecha dictatorial reaccionó ante lo evidente, que la mayoría de los chilenos y chilenas queremos una nueva Constitución, razón por la cual nuevamente, e impulsando campañas del terror y miedo intentaran parar este espacio de expresión democrática, que cumple con una de las demandas de este proceso de rebelión social.
Ya fuimos testigos de la oleada de saqueos e incendios que son parte de la campaña del terror, en los cuales el resguardo policial no se hizo presente, dejando todo para que bandas organizadas que, como se ha comprobado, no tienen nada que ver con las manifestaciones políticas, hicieran de las suyas.
La rebelión social que se inició es para que valga la pena y para que la dignidad se haga costumbre. Por ello, ”No te rindas,
por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda
y se calle el viento..”
Mario Benedetti.
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